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Me quiero enamorar de ti. ¿Tú quieres? por LynValo

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Notas del capitulo:

Estaba tan aburrida que ya les traigo éste capítulo del twoshot muy rápido. Así como lo tenía lo subí, a ver qué tal les parece :3

Anthony se había arreglado quedando listo para en cualquier momento huir. Cerca de las ocho de la noche había ido a su habitación para tomar su móvil y dinero, metió en una bolsa de plástico su chaqueta y posteriormente la arrojó por la ventana para que quedase por fuera de la casa. Había bajado al living actuando con normalidad, tomando un vaso de agua de la cocina y yendo a sentarse junto a Steve en uno de los sillones dispuesto a ver televisión como si nada, por eso no se había puesto la chaqueta porque ¿para qué necesitaba ponérsela si estaba en la calidez de su hogar? Trascurrieron los minutos y Steve ahora no se iba a curiosear a otro lado, así que no le quedó más opción que incorporarse y fingir que se le caía accidentalmente el vaso lleno de agua y casualmente empapaba la camisa y parte de los pantalones del rubio. Discúlpame, Steve, le había dicho con una afliges fingida pero tampoco tan sobreactuada. Rogers sólo se había parado de un brinco y le dijo que no importaba y se fue a cambiar rápidamente a la habitación donde se quedaba y donde había dejado su mochila con prendas para esos días que estaría ahí. Pero ese momento bastó para que Tony corriese a la puerta y saliera deteniéndose a tomar la bolsa con su chaqueta dentro y seguir corriendo para esfumarse del vecindario.

Y ahora estaba ya con sus amigos y demás conocidos en una fiesta a muy corta distancia de su vecindario, pero eso no importaba si Steve de cualquier manera no tenía ni idea de dónde podría ser. Había desviado todas las llamadas que entraban de su casa o directo del móvil del rubio, hasta que mejor se decidió por apagarlo.

Conversaba y se reía como si no tuviese nada que temer. Olvidando que Steve podría delatarlo y así sus padres sí podrían meterlo en un internado en año que le restaba para entrar a la universidad. Qué más daba. Pero de cualquier manera para ahuyentar al demonio se había puesto a beber en cuanto llegó y se dispuso a divertirse en la fiesta como si todo estuviese perfecto. Ya llevaba horas bailando y bebiendo, riendo y bebiendo, tratando de ligar y bebiendo. Tratando, porque la verdad ni ganas de ligar tenía, y por ello se dedicaba más a bailar despreocupadamente. Ni cuando se sintió borracho dejó de beber a pesar que el demonio ya se había alejado de sus pensamientos.

Pepper y Bruce más conscientes comenzaron a notar que Tony ya estaba demasiado borracho, al punto que se quedó sentado por ya no poder caminar bien y sólo se había quedado rodeado de otros tontos igual de borrachos que él y se reían de cualquier cosa. ¿Pero qué harían? Ellos no podían cargar solos con Tony.

 

 

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Steve ya llevaba horas tratando de comunicarse con Tony. No era necesario ser un genio para saber que se había escapado a la dichosa fiesta. Pero todas sus llamadas eran desviadas y ya estaba desesperado. Más que enojado angustiado por no poder saber de él y por no encontrarlo ahora que había salido a buscarlo en un Taxi. Ni modo de ir a su casa a despertar a sus padres para pedirles prestado el auto. ¿Para qué quieres el auto a media noche si se supone que estás cuidando al hijo de los Stark?, eso le preguntarían y qué responder. Tampoco era conveniente ir en su motocicleta porque ya se imaginaba en las posibles condiciones que se encontraría el menor. Ahogado en alcohol.

Antes de salir como loco a la calle en busca de Anthony, su razonamiento le había golpeado de nuevo y buscó una agenda en la casa. Una donde esperaba que los números telefónicos de los amigos del castaño estuviesen anotados. Halló los de Bruce, Pepper y Rodney. Trató de hablarles a los tres pero ninguno contestaba, y cuando por fin entraron las llamadas no alcanzó a escuchar nada más que escandalo de la fiesta.

Estaba dentro de un Taxi recorriendo los alrededores del vecindario, intentando todavía llamar a cualquiera, pero era el mismo resultado, así que mejor les mandó el mismo mensaje de texto a Bruce y Pepper, diciéndoles que era Steve, preguntándoles por Tony y por favor le dijesen dónde estaba. Esperaba que les respondiera aunque sea uno porque ya estaba angustiándose más. Entonces su móvil vibró con un mensaje de texto entrante del número de Pepper que le daba la dirección y le decía que fuese por Tony porque ya estaba muy borracho. Maldijo y le dijo al chofer a dónde ir.

Llegó y le pidió al taxista que lo esperara frente a la casa donde se veía que estaba la fiesta. Se encontró con Pepper y Bruce algo serios en la entrada, al parecer lo estaban esperando.

 

-¿Dónde está Tony? – Fue lo que preguntó de inmediato.

-Ahí. – Señaló Pepper haciendo una mueca de pesadez.

 

Señaló un punto no muy lejos de ellos, en realidad sólo a unos pasos donde Tony estaba desparramado en el suelo con la espalda recargada en la pared y todavía conversando a medias con otros chicos. Steve suspiró pesadamente y caminó hasta él para jalarlo de ambos brazos y ponerlo de pie. El castaño ni se inmutó porque estaba casi dormido. Bruce se ofreció a ayudarle a Steve para llevarlo hasta el Taxi que aguardaba y lo metieron como pudieron.

 

-¿Quieren que los pase a dejar? – Se ofreció Steve. Bruce y Pepper se miraron y luego asintieron.

-Gracias. – Dijeron cuando se metieron al auto y Pepper dijo a dónde ir, ya que su casa era la más cercana.

-No sabíamos que había venido sin permiso. – Se trató de disculpar Pepper, pues sentía que había encubierto mucho a Tony.

-Descuiden, no es su culpa. – Les dijo Steve tranquilo.

 

 

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Ya había dejado a los otros chicos en sus casas y ya estaban en la de los Stark. Ahora Steve cargaba cual princesa a Tony, pues éste se había quedado dormido desde que abordaron el taxi. Con dificultad abrió la puerta, maldiciendo los problemas en los que lo metía Tony. No le importaba el dinero que se gastó en tanta vuelta buscándolo en el Taxi, ni lo que también gastó en su móvil por constantes llamadas. Sólo le importaba que al otro no le pasara más que una simple resaca y que estuviese bien.

Mientras se adentraba fue encendiendo todas las luces para no tropezar, pues todavía cargaba a Tony. Lo llevó hasta su habitación y lo acostó sobre la cama. Regresó a apagar todas las luces de los pasillos y cuando volvió con Tony se dispuso a quitarle los zapatos y la chaqueta para luego cubrirlo con las sábanas. Pero con tanto movimiento Tony volvió a medio despertar abriendo de vez en cuando los párpados y susurrando galimatías, así que Steve no le prestaba atención.

 

-Tony… - Le habló con suavidad, inclinándose hacia su rostro para ver si el otro si estaba consciente aunque sea un poco. Los ojos miel trataron de enfocarlo.

-No te enojes. – Fue lo que alcanzó a escuchar de lo que Tony decía. Pero si sí estaba enojado y ya se lo había recordado, pero no podía discutir con él en ese estado. Además todavía estaba preocupado.

-¿Cómo te sientes? – Le dijo en el mismo tono. – ¿Quieres agua, algo?

-Todo me da vueltas. – Dijo soltando una risita boba, sin abrir los ojos porque le costaba trabajo. – No le digas a mis padres.

-Por la mañana hablamos. – Le dijo serio. Escuchó un quejido de parte de Tony.

-No… – Dijo berrinchudo. Steve no hizo más que suspirar con cansancio de nuevo.

-Si necesitas algo aunque sea me gritas. – Dijo incorporándose de la cama, dispuesto a salir de ahí, pero Tony manoteo y alcanzó a tomarle de la mano, así que se detuvo. Miró como el castaño se hacía hacia un lado de la cama y palmeaba el espacio libre, todavía con los ojos cerrados.

-Duérmete conmigo. – Pidió tirando de su mano. – Por favor… – Y su voz se fue apagando hasta soltar un bostezo y aparentemente quedar dormido de nuevo.

 

Mientras Steve observaba como la mano del castaño se deslizaba de su agarre hasta caer en la cama, pensó si era mejor quedarse. Por si Tony necesitaba algo, o simplemente era asegurarse que no moriría ahogado por su propio vómito como varias estrellas de rock. Sí, era peligroso dejarlo solo. Entonces se quitó los zapatos y sin irse a cambiar se metió bajo las sábanas a un lado del menor.

 

 

 

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De pronto sintió mucho calor, así que comenzó a removerse para quitar las sábanas sobre su cuerpo y para acomodarse mejor en su cama. Esperen, ¿en qué momento había llegado hasta su cama? Tony abrió los ojos de golpe, observando la oscuridad. Sintió una punzada en su cabeza, todavía estaba algo mareado por la borrachera. ¿Qué hora sería? Probablemente todavía era de madrugada, aunque una tenue luz se comenzaba a colar de su ventana, señal que pronto amanecería. Gracias a esa luz y a que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad distinguió a alguien a lado de él. ¡Carajo! Sí estaba en su cama, ¿verdad?

Intentó hacer memoria, ignorando la migraña que sentía. Y ya estaba en sus pensamientos que Steve le había traído después, que quién sabe cómo lo encontró y él mismo le había pedido que se durmiera en la misma cama. Sí, ya lo recordaba. Y qué vergüenza, además. Bueno, tenía la excusa de que estaba borracho casi inconsciente, ¿no? Pero mierda, cuando Steve despertara se iba a llevar el regaño de su vida seguramente.

Se colocó de costado dándole la cara al Steve dormido de espaldas al colchón, mientras pensaba qué hacer. Aguantarse la cagotiza que le daría el rubio y después rogarle porque no le dijese nada a sus padres, o aguantarse ambas cagotizas. Qué difícil.

Se mordió los labios mirando el tranquilo sueño del rubio. Cuando él hizo a un lado las sábanas también había descubierto al otro de ellas. Lo escaneo con la mirada, gracias a que la luz del amanecer ya se colocaba más intensamente por su ventana. Sin pensarlo mucho y poniendo de pretexto que todavía estaba algo borracho, su mano izquierda fue a reposar sobre el pecho ancho y duro de Steve. Pero esa manita no se quedó allí, ni ese había sido el propósito, sino que comenzó a pasearse con libertad por todo el ancho del pecho, seguidamente bajó hasta el abdomen que subía y bajaba acompasadamente. Los dedos toquetearon el borde de la playera, subiéndola apenas un par de centímetros con sutiles jaloncitos, pero suficiente para sentir el tacto directo de la piel del abdomen bajo con sus dedos. Sintiendo el tenue y suave vello, incitándolo a querer bajar más el contacto, ocasionando que chocara por el borde de los pantalones. Desabrocharlos sería un riesgo, así que dando un vistazo al rostro del rubio contempló que seguía profundamente dormido, y así la mano traviesa siguió su recorrido por sobre la mezclilla de los pantalones. Y sin vergüenza se posó sobre la entrepierna. Él quería apretar pero no podía. Se mordió los labios de nueva cuenta mientras su palma entera cubría el bulto de la entrepierna. Movió las manos un par de veces en caricias casi fantasmales para no despertar al otro. Oh mí Dios que a simple tacto se sentía grande. Ya hasta había comenzado a salivar como si estuviese muerto de hambre y le mostrasen frente a sí un exquisito manjar. Aunque vaya, su situación no era tan diferente.

De mala gana retiró la mano del cuerpo de Steve para no arriesgarse a que lo descubriese toqueteándolo, pero eso no quitaba que pudiese seguir observándolo. Y ahora los ojos miel se concentraban en los gruesos y rosados labios que se notaban tan suaves, con tantas ganas de besarlos, chuparlos, morderlos, y a ese cuello se le antojaba hacerle lo mismo. ¡Madre de Dios! Lo que daría por estar ahora mismo sobre ese cuerpo haciendo lo que se imaginaba con tan solo verlo. Nunca había tenido sexo con un hombre, es más, ni se imaginaba cómo se sentiría pero de igual manera la imaginación caliente lo excitaba. Y lo vergonzoso era que el único hombre con el que fantaseaba era con Steve. Porque fantasear con mujeres era fácil, pero ¿con hombres?

Carajo, ya traía una erección que le mandaba cosquilleos agradables a su cuerpo. ¿Y ahora a dónde se iba a masturbar antes de que comenzara a dolerle? O lo más importante: antes de que Steve lo viese en ese estado. Bueno, una última toqueteada para el recuerdo. Sí, cómo no, niño calentón. Si de un momento a otro Steve se había girado para igual quedarse de costado frente a él y de pronto abrió los ojos. Menos mal que Tony ni había vuelto a ponerle la mano en ningún lugar. Sí, pero ya la erección se le marcaba en los pantalones y Steve ya había despertado. Entonces Tony como rayo tomó de vuelta las sábanas y se cubrió con ellas de la cintura para abajo para encubrir aquello que resaltaba en sus pantalones. Regresó la mirada a Steve y al parecer había despertado por completo ya que le miraba molesto. Oh-Oh.

 

-Levántate. – Le ordenó con la voz profunda y el ceño fruncido, mientras él mismo se ponía de pie y observaba como Tony se enconchaba más sobre la cama.

-No quiero. – Dijo como todo un niño regañado, cubriéndose más con las sábanas. – Todavía es muy temprano.

-Tenemos que hablar.

-Más tarde. Me siento mal.

-Ese no es mi problema.

-Tampoco es tu problema el regañarme.

-Está bien, como quieras. – Dijo más serio. – Sólo cumpliré con informarle a tus padres que escapaste y luego en qué condiciones volviste. Tú te arreglas con ellos. – Tony iba a gritarle que sí, pero sabía que le convenía más arreglarse con Steve y que éste como siempre le encubriera. Mierda, ya no sabía ni a quién le temía más, si a sus padres o a Rogers.

-Déjame dormir. – Fue lo que se le ocurrió decir por el momento.

 

El rubio abandono la habitación molesto, y Tony se quedó sintiendo coraje y vergüenza al mismo tiempo. Ya no aguantaba estar así con Steve, quisiera odiarlo en serio pero no podía y por eso actuaba como todo un estúpido. Ya ni de dormir tenía ganas, ni de una paja, así que mejor se duchaba con agua fría. Ducha con agua fría. Su cerebro reaccionó y se fue a cortar el agua caliente para que ahora sí el vapor no interfiriera entre él y Steve. ¿No que ya ni morbosear quería? Ah qué niño, diría su madre.

Después de haber interrumpido el agua caliente se fue a asomar a la habitación de sus padres, pero Steve también se había vuelto a acostar. ¿Le daría tiempo de ducharse y luego ir a ver al otro hacer lo mismo? Mejor corrió de vuelta a su habitación y se duchó con prisas, para después vestirse con la misma velocidad. Regresó a ver qué hacía Steve y descubrió que ya se estaba duchando.

Bendita la costumbre de Steve de no ponerle seguro a las puertas. Se escabulló dentro y una vez más de cuclillas se asomó por la puerta del baño. ¡Oh por Dios! ¡Oh por Dios! Ahora sí lo podía ver. Y de sólo mirarlo de lejos se puso rojo como un tomate y caliente como el infierno. Qué cuerpo. Qué espalda, qué pecho, qué piernas, qué trasero, qué cinturita y qué miembro. Carajo, qué bueno estaba ese bastardo. Pero Tony no podía emocionarse por completo, porque si ahora él podía ver perfectamente a Steve, éste podría descubrirlo también con facilidad. ¿Y ahora por qué eso le calentaba al igual que lo asustaba? Joder, se estaba volviendo más vulgar y cínico. Sí, mírame Steve, te espío mientras te bañas y además te metí mano mientras dormías. ¿Qué harás? Casi se ríe por las cosas que pensaba.

Echó un último vistazo a todo el cuerpo desnudo y estaba por cerrar de nueva cuenta la puerta, pero al parecer estaba tan idiotizado que no lo hizo con cuidado y la azotó. Ya del otro lado de la puerta cerrada apretó la mandíbula y estaba por huir, pero entonces la sangre se le fue a los pies.

 

-¿Tony? – Mierda. Mierda. Mierda. ¿Steve lo había visto y por eso le llamaba? Sí, por qué más. Ni modo que esté nombrándolo por gusto en la ducha, ¿verdad? – ¿Tony? ¿Qué haces? – ¡Ay, joder! ¿Y ahora qué hacía? Pues cómo imbécil se quedó parado frente a la puerta, con la sangre congelada cuando escuchó el agua cesar y luego la puerta abrirse dejando ver a Steve todavía mojado con una toalla cubriéndole de la cintura hasta las rodillas. Y con el gesto serio y la mirada profunda. – Te estoy preguntando que qué haces.

-Buscaba una pastilla. – Fue lo que brotó de sus labios en lugar de un Te espiaba. Un buen pretexto, consideró, ya que todos los medicamentos los tenían sus padres en el botiquín de ese baño.

-¿Para? ¿No podías esperarte o al menos tocar la puerta?

-Me duele mucho la cabeza. Pero no te vi. – Aclaró apresuradamente, sintiendo como la sangre volvía por todo su cuerpo y se acumulaba más en sus mejillas. – En cuanto escuché el agua fue que cerré. – Siguió excusándose. Steve traía cara de que no le creía ni un carajo y eso ya lo ponía en apuros. Sin embargo el rubio se hizo a un lado y le señaló con la mano a que entrara al baño. – ¿Qué?

-Pues pasa por la pastilla. No quiero que mueras de una migraña. – Le decía consecuente, y ahora Tony era el que no le creía nada, menos si le dedicaba esa sonrisa entre amistosa y maliciosa. El castaño se adentró, haciéndose chiquito para no chocar con el cuerpo de Steve que no se quitaba de la puerta. Abrió la puertita del tocador del baño, encontrándose con todas las cajitas y frascos de píldoras. Era cierto que le dolía la cabeza y quería una píldora, pero estaba ahora tan nervioso que no sabía cuál tomar. Y más nervioso se puso cuando Steve se colocó detrás de él, no a un lado, sino justo detrás inclinándose para él tomar la cajita de las píldoras que debía de tomar el castaño. – Aquí tienes. – Se las tendió con una sonrisa. Steve estaba satisfecho al ver el rostro sumamente sonrojado de Tony, que ésta vez era más que obvio que no se trataba de coraje.

-Gracias. – Le dijo consumido por el nerviosismo, queriendo salir corriendo de ahí. Pero caminó a paso lento hasta la puerta.

-Tony, ¿qué pasó con el agua caliente? – Y el mencionado volvió a detenerse en seco.

-No lo sé. – Dijo apenas girando un poco el rostro para responderle.

-Bueno. – Ya no le dio más importancia. – Cuando me vista hablamos de lo de ayer. – Recordó con la voz de nuevo severa. – Para que nos arreglemos tú y yo.

 

El idiotizado de Tony sólo asintió y salió de la habitación. Le había sonado mucho a un próximo chantaje lo último que le dijo Rogers. Llegó hasta la cocina donde tomó un par de las píldoras que le había dado. Respiró hondo varias veces tratando de calmar su corazón por la sorpresiva situación de verse descubierto y luego de tenerlo cerca en esas condiciones y queriendo ahuyentar los recuerdos del cuerpo desnudo que deseaba tanto, para poder pensar con la cabeza fría y ponérsele todavía al tú por tú a Rogers.

 

 

 

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Era un corto momento el que había esperado todavía en la cocina, donde ya se había servido un tazón de leche con cereal. Jugando más con el contenido que comiéndolo. Sintiendo como su corazón se aceleraba cuando escuchó que alguien ya bajaba por las escaleras, y finalmente deteniéndosele cuando resonó por la casa el timbre de llamada del teléfono de la casa. Corrió a contestar, casi seguro de que serían sus padres para saber de él.

 

-¿Hola? – Contestó cuando alzó la bocina, dando la espalda a Steve que ya venía caminando hasta el teléfono también. La voz le había salido hasta nerviosa y esperaba que no se distinguiera así del otro lado de la línea.

-Tony, cariño. ¿Cómo estás? – Era la voz apacible de su madre, pero en lugar de tranquilizarlo su nerviosismo aumentó porque Rogers ya había llegado hasta colocarse frente a él y le miraba atento y serio.

-Bien, mamá. ¿Y ustedes? – Respondía temeroso, manteniéndole la mirada a Steve, como si estuviese hablando con él. – ¿Por qué llaman tan temprano?

-Estamos bien. Te llamo ahorita porque ayer no pude hacerlo y ya casi salimos a otra reunión. Qué raro que te levantaste tan temprano. ¿Y Steve?

-Está aquí…

-¿Cómo te has portado con él?

-…Bien, como siempre.

-¿Cómo siempre? Quisiera que me dijeras que mejor, pero en fin, pásamelo.

-¿Qué?

-Comunícame con él, pásale el teléfono. Anda que no tengo mucho tiempo.

 

Tony hizo una expresión temerosa sin poder evitarlo, ya miraba casi suplicante a Steve, éste le miraba con esa maldita sonrisa porque ya se imaginaba que la señora Stark había pedido hablar con él. El castaño retiró el teléfono de su oreja pero dudaba en pasárselo a Rogers, hasta que éste casi se lo arrebata. Sin embargo, el rubio no contestó inmediatamente, simplemente tapó con su mano la bocina y se acercó al menor.

 

-¿Entonces le digo la verdad? – Steve le preguntó con la voz baja, como temiendo que a pesar de tapar la bocina la madre de Tony pudiese escucharlo. El castaño negó con la cabeza. – ¿Qué le digo? Que fuiste a la fiesta tras escaparte de la casa. O que no fuiste a ninguna fiesta pero estuviste muy grosero conmigo hasta insultarme. O que te portas tan bien como un angelito. – Chantaje. A Tony le seguía oliendo a chantaje próximo. Carajo, si se notaba lo mucho que Steve disfrutaba ponerlo en esa situación, bastaba ver su perfecta sonrisa sobre su rostro.

-Soy un angelito. – Le dijo suplicante. Pero si Steve se la cobraría después, entonces Tony también se cobraría el ponerlo como imbécil. Rogers le sonrió maliciosamente por un segundo y luego cambió a su expresión de niño bueno de siempre cuando se llevó el teléfono a la oreja.

-Buenos días, señora Stark. – Habló por la bocina. Correcto como siempre. Mientras Tony lo miraba con el ceño fruncido y en su mente se repetía hijo de puta. – ¿Cómo está usted y su esposo?

-Buenos días, mi niño. – Tony no podía escuchar lo que decía su madre, pero incontables veces escuchó cómo le decía mi niño a Steve, en un tono tan maternal que varias veces se tuvo que poner su máscara de niño desamparado y reclamarle que quería más a Rogers que a él que era su hijo. Claro que nada más cuando le convenía ponerse en un papel de ay-cómo-sufro. – Estamos bien. ¿Cómo van las cosas allá? ¿Alguna cosa importante?

-Todo está bien, no se preocupe.

-¿En serio? ¿Cómo se ha comportado Tony contigo? ¿Te ha hecho alguna grosería?

-Muy bien. Ha estado muy tranquilo y se ha portado bien conmigo. Confíe en mí.

-Confío en ti, Steve. Pero sé cómo es Tony. En verdad, no trates de encubrirlo. – María seguía empleando ese tono dulce y maternal.

-Descuide, señora, le digo la verdad. – Sonrió y se giró para ver directamente al castaño. – Tony me hace caso en todo y lo seguirá haciendo. No hay ningún problema.

-Ay, gracias, Steve. Te agradezco tanto que sigas cuidando a Tony. Espero que cuando regresemos mañana, ahora sí aceptes nuestro dinero.

-De ninguna manera. Yo les hago con gusto éste favor.

-Pero ya me da pena que te molestemos con esto.

-No se preocupe.

-Está bien. Ya tengo que colgar, pásame a mi hijo por último, por favor. Y gracias Steve. – El rubio sonrió satisfecho y de inmediato paso el aparato al castaño.

-¿Mamá? – Dijo con duda Tony, sentía como si Rogers hechizara a sus padres.

-Sigue portándote bien con Steve, por favor. Y le haces caso en todo lo que te diga

-Mamá, ya no soy un niñito, no me hables así.

-No te hablaría así si supiera que en verdad haces caso en todo. – Le dijo un poco severa para después volver a la suave voz. – Mañana regresamos por la tarde. Te amo. Adiós.

 

Y en cuanto la llamada fue terminada, Tony supo que ya no tenía ningún escudo frente a Steve. Dejó el teléfono en la base y se resignó dejándose caer pesadamente en el sillón más cercano mientras el rubio permaneció de pie con los brazos cruzados.

 

-¿Con qué maldito valor te escapaste ayer? – Steve comenzó a pedir la explicación seriamente, observado fijamente al menor aunque éste no lo mirara.

-Yo quería ir, te lo dije. – Contestó tajante.

-Pero no tenías permiso. Y con una muy justa razón. ¿Al menos recuerdas en el estado en que te traje? No sabes controlarte, Anthony. – La seriedad aumentó.

-No tengo porque pedir tu autorización. Y es muy mi problema como me ponga. – Comenzaba a elevar la voz de apoco. – Es mi casa y yo ya no soy un mocoso. ¡Yo hago lo que quiera aquí!

-Un mocoso que se emborracha y anda de fisgón por toda la casa, ¿no? – Aunque estaba molesto no pudo evitar esbozar una sonrisa satisfecha y maliciosa cuando el rostro de Tony se descompuso por lo dicho. – Sin mencionar que eres un buscón e impertinente.

-¿Necesitas que te lo repita? – Le enfrentó ya con la mirada furiosa, haciendo de lado la vergüenza por verse descubierto. – Es mi casa y hago lo que quiera en ella. No le debo explicaciones a nadie más que a mis padres.

-Oh, si te crees tan sensato debiste de haberle dicho a tu madre des un principio que las cosas iban mal porque como dueño responsable de tu propia vida decidiste largarte a esa fiesta, aunque eso es lo de menos, sino en el maldito estado en el que estabas que ni siquiera podías caminar. Y de la misma forma sensata te parece correcto ir de fisgón mientras me estoy duchando o cambiando y aparte de otorgarte el derecho de insultarme cuando se te da la gana.

-Déjame en paz. – No sabía ni que decir. Estaba molesto, triste, avergonzado.

-Mentí por ti. No ha sido la primera vez, y ni siquiera te lo mereces. – Le dijo algo estricto. – A lo que no tengo derecho es a castigarte como lo harían tus padres. No puedo prohibirte ciertas libertades, no puedo golpearte aunque me gana el coraje cada que me insultas. No puedo darte tu merecido cada que invades mi intimidad. Pero creo que merezco algo a cambio. ¿Qué harás para que las cosas sean justas?

-¿Pagarte?

-¿Te refieres a dinero? – El castaño le asintió. – Has de saber que eso no me importa, de hecho no le cobro nada a tus padres por cuidarte. – Confesó, viendo la sorpresa en las expresiones de Tony.

-Entonces no sé qué hacer. – Dijo despreocupado. – Por mí no te daría nada a cambio, pero no quiero que se enteren mis padres. No quiero ir a un internado.

-¿Tanto le temes ir a un internado? Entonces algo bueno se te ocurrirá para compensarme. – Le dijo satisfecho. Tony le miró incrédulo. ¿Eso iba en serio?

-¿Me estás chantajeando? – Preguntó asombrado. – Pero si tú supuestamente eres toda una persona buena y correcta.

-Pero si tú no mereces que sea así, Tony. – Era su imaginación o Steve ya le miraba burlón. Eso hacía ponerlo furioso.

-Mereces la paga. Así no tienes por qué pedir nada a cambio porque se te paga por soportarme. Así que te pagaré yo mismo si mis padres no lo hacen. – Le dijo secamente mientras se ponía de pie y le miraba con molestia. – Y una vez más te recuerdo: es mi casa. Voy a cada rincón cuando se me dé mi gana y ando como yo quiera. – Advirtió y dignamente subió las escaleras.

 

 

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Tony llevaba horas sin bajar escuchando música a un volumen escandaloso. Steve estaba en el living queriendo leer, después pretendiendo ver un poco de televisión o entreteniéndose en Internet, pero nada realmente lo hacía distraerse. Seguía molesto, vaya, furioso. Ese niño malcriado no podía ser peor. No era tantito afable ni maduro respecto a nada. Y a parte cínico al no negar que lo espiaba. Maldición, cómo olvidar las primeras veces que lo notó, algo de pudor se apoderó de él pero no le tomó importancia. Porque quizá Tony lo hacía por molestarlo simplemente, y además ambos eran hombres y supuso que no sería con fines de morbosidad, así que por eso no dijo nada. Pero con el tiempo y la manera de ser de Tony con él le hizo sospechar que era por otra cosa y esa posibilidad de atracción, más que asquearle o abochornarlo, le calentó. Sí, mierda. Le daba una cosquilla agradable que Tony le mandase mensajes de te odio a cada palabra o mirada, pero cuando no se sentía visto le miraba casi anhelante. Además el niño ya ni niño era y pasaba a ser muy atrayente hasta para él. No podía negar que le tentaba de alguna forma y le seducía ambas facetas de ver el rostro lleno de coraje de Tony y verlo sonrojado y avergonzado como por la mañana al tenerlo de frente en la misma cama o en el baño buscando en el botiquín. Más descubierto no podía estar Tony, ni él más convencido de que el menor sentía atracción hacia su persona.

No sabía bien qué buscaba al pedirle una compensación a Anthony por encubrirlo y aguantarlo tantas veces. No sabía que pretendía exactamente al decirle que ya sabía que lo espiaba. No sabía que pedía con el chantaje.

El escándalo de música le hacía sentir más molesto, ya hasta la maldita cabeza comenzaba dolerle. Con la autoridad que todavía se ponía sobre el menor, subió hasta la habitación de los señores Stark donde ahora estaba Tony. Porque no sólo hizo un nuevo berrinche, sino que el castaño tras recordarle que esa era su casa y andaba donde quisiera, le dijo que él ocuparía esa habitación y sin más le aventó la mochila para que se fuese a la habitación de visitas o sino a un sillón.

 

-¡Tony! – Gritó ya estando frente a la puerta, dando también unos cuantos golpes. Esperando ser escuchado sobre la música. – ¡Anthony, abre! – La música disminuyó el volumen considerablemente, casi hasta volverse muda.

-¿Qué quieres? – Simplemente gritó desde el interior de la habitación.

-Ábreme.

-¿Para qué?

-Sólo hazlo. – Esperó una nueva negativa, pero sólo se escuchó el pestillo y luego observó la puerta abrirse, sólo lo suficiente para dejar ver a Tony. Tan tranquilo, serio y desnudo. Sí, desnudo, completamente.

-Ya abrí, ¿qué quieres? – Preguntó campante, como si no hubiese nada extraño en estar desnudo frente a Steve. Aunque vamos, la desnudez en algo completamente natural, ajá, pero no entre ellos solos.

-¿Por qué… – Steve estaba a punto de cuestionarle por su falta de ropa, pero sabía que sería mejor dejarlo como algo que él realmente no le descolocaba, aunque luchaba por no escanear todo el cuerpo. – ¿Por qué no has bajado a comer?

-Estaba haciendo mi tarea. – Le dijo abriendo un poco más la puerta señalándole los cuadernos, libros y la laptop que reposaban en la enorme cama. – Pero ya terminé y ahora sí bajaré por algo para comer. – Le sonrió ladinamente y pasó por su lado caminado hacia las escaleras, dejándole la perspectiva a Steve de su espalda y todo lo demás de ese ángulo. Y el rubio no pudo resistir echar un amplio vistazo ahora que no era observado por la mirada miel.

-¿Bajarás así?

-¿Te incomoda? Lástima, es mi costumbre estar así en-mi-ca-sa. – Le respondió sin girarse a mirarlo.

 

Steve lo alcanzó en la cocina, pero había llegado en mal (o excelente) momento, ya que de lleno se instaló en su vista a Tony empinado buscando dentro del refrigerador, aunque de costado. Capaz que si lo ve desde atrás se le para el corazón y otra cosa, que por cierto ya le estaba haciendo una cosquilla agradable. Tony sacó sólo un poco de fruta picada que tenían y se sirvió en un plato para de inmediato pretender regresar a la habitación, pasando a un lado de Steve que se giró como queriéndolo seguir de nuevo.

 

-¿Piensas seguirme a todos lados? – Preguntó malicioso, sin mirarle para que Rogers no viese la sonrisa que aparecía en su rostro.

-¿Tú ya pensaste en cómo me compensarás? – No tenía ni idea de cómo se le había ocurrido soltar el tema de nuevo en un tono sugerente y teniendo a Tony de esa forma, pero ya lo había dicho.

-No se me ocurre nada. – Le respondía sin siquiera detenerse ni girarse, y en consecuencia Steve le seguía detrás. – Por qué no mejor tú me dices lo qué quieres y a ver si te lo puedo dar. – Y él lo decía en un tono disfrazado de ingenuidad, porque el mensaje oculto iba en el contoneo de su cadera al subir escalón por escalón, sabiendo que Steve iba justo detrás de él. Sólo esperaba que una erección no le degradara, no tenía nada con que esconderla, pero si esperaba que calentara aunque sea un poco a Rogers, sino que humillante el saberse para nada deseado por él. Porque no era una chica, o porque no era atractivo para el rubio. Eso sí que lo jodería.

-Quiero que tú me des lo que consideras que vale mi nobleza y confidencialidad respecto a ti. – Le dijo ya cuando estuvieron de nuevo dentro de la habitación. Tony en la cama y el parado en el marco de la puerta.

-No valen nada para mí. – Le expresó arrogante, llevándose un trozo de fruta a la boca. – Yo nunca te pedí que me encubrieras, tampoco te pedí que fueras por mí a la fiesta.

-Ésta vez sí me pediste, casi me suplicas, que no le dijese nada a tus padres. – Le recordó con el ceño fruncido.

-Sólo ésta vez. Pero todas las demás lo hiciste porque quisiste. – Le dijo maliciosamente, queriéndolo molestar. – Así como por tú puro gusto cuidas de mí sin pedir nada a cambio.

 

Se expresaba altanero y satisfecho al ver enfurecer al otro. Con calma quitó las cosas de la cama con las que hacía tarea y volvió a recostarse en el centro, recargándose sobre las enormes almohadas, todavía comiendo de la fruta. Tranquilo porque Steve se había quedado sin palabras. No pensó mucho si sería demasiado, pero ya había dejado una película porno puesta en la televisión, sólo basto encenderla de nuevo para mostrarla sin vergüenza. Como si fuese algo común se dedicó a observar la pantalla con escenas de sexo mostrándose descaradamente y sonando a un volumen cualquiera. Ignorando superficialmente a Steve, porque fuera de esa apariencia estaba muy al pendiente de sus reacciones. Y su corazón comenzó a latir más de prisa, no sabía si de nerviosismo o excitación cuando escuchó la puerta cerrarse pero de reojo observaba que Steve había quedado dentro.

El rubio caminó un par de pasos antes de mirar la pantalla donde se mostraba la vulgar película, la cual no era una habitual, sino que se mostraba un trío de dos hombre y una mujer, pero bisexual, ya que entre los hombres también se besaban y se tocaban. Luego miró a Tony que ya se veía casi rígido a cada paso que daba. Qué lindo, qué buen intento. Pensó cuando lo observó y se supo todavía con ventaja sobre él.

 

-¿Piensas provocarme? – Y ahora no lo decía con inseguridad, sino con todo regocijo, más cuando el cuerpo sobre la cama pareció tensarse más y luego el rostro del menor le miró escéptico. – ¿Te quedaste mudo? – Con más júbilo se mofó, acercándose cada vez más hasta quedar a la orilla de la cama todavía de pie, mirando directo a los enormes ojos color miel.

-Salte de aquí. – Tony debería de saber que la voz temblorosa pidiendo eso no le iba a funcionar para ordenarle.

-¿De verdad quieres que te deje así? – Se sentó en la orilla de la cama. – ¿Te complace más una imagen intangible? – Y al parecer Tony de nuevo quedaba mudo, con un intenso color carmín en su rostro. – Mirar esas películas… espiarme de lejos. No eres más que un Peeping Tom, ¿en serio? – Y dentro de eso ya lo estaba retando un poco. Vamos, que su sangre ya la sentía hervir. Qué exquisito era Tony sonrojado y nervioso. Pocas veces lo tenía así, ninguna desnudo y eso le encendía. – ¿Me voy?

 

Tony quería descongelarse. ¿Qué decir, qué hacer? ¿Si le decía no te vayas y sólo Steve se burlaba? ¿Pero si lo dejaba ir y luego no se presentaba una oportunidad más para tenerlo? ¿Arriesgarse o seguir siendo ese Peeping Tom?
Steve se puso lentamente de pie y con la misma calma dio los primeros pasos, pero ahí se mostró la respuesta a lo correcto para Tony. En los pantalones de Steve ya se notaba un bulto más prominente. Entonces sólo hizo el plato a un lado colocándolo en el buró y jaló de la mano a Steve. Tony ya estaba de rodillas en el colchón, sosteniendo la mano de Rogers que se giró complacido y regresó ese par de pasos para quedar pegado a la cama. Observó detenidamente la expresión todavía cohibida del menor y esperó su movimiento.

El castaño repasó sus labios con la lengua para después acercarse con cautela al rostro de Rogers, con la vista fija en los labios gruesos de éste. Apenas rozándolos y acomodándose mejor enganchándose de su cuello. Embonó ambas bocas y quien comenzó el beso fue Steve que ya tomaba posesivamente la estrecha cintura desnuda del menor.
Ambos sentían sus labios suaves y perfectos, como pocas veces un beso se siente así de delicioso. Tony fue quién buscó el contacto entre sus lenguas y el mayor se lo cedió encantado, haciendo el beso más húmedo y profundo. Mientras chocaban sus lenguas y seguidamente mordían sus labios, el rubio se decidió a bajar sus manos hasta las deliciosas nalgas, apretando levemente desde el inicio. ¿Era real lo que le estaba haciendo a Tony y lo que estaba por hacerle? Stark fue quien rompió el beso para mirarle todavía como embobado, al parecer también sin creérselo por completo.

 

-¿Está bien si te compenso de ésta forma? – Le dijo Tony con la voz suave, todavía un poco temblorosa, mirándole directo a las pupilas pálidas.

-No sólo me compensarás, sino que también me cobraré tus insultos. – Dijo amenazante y excitado, dejando más nervioso al menor, al cual empujó sin delicadeza para tumbarlo en la cama.

 

Ahora era el rubio el que estaba de rodillas en la cama, acercándose peligrosamente al desprotegido Tony. Tomó las manos del menor y las condujo al borde de su playera en una orden muda. Al castaño le temblaban las manos, se sentó en la cama para subir la playera y quitársela a Steve, llevando sus temblorosas manos ahora al botón del plantón y luego a la bragueta que la fue bajando con ansiedad. Deja de temblar, se ordenaba así mismo en su mente mientras deslizaba los pantalones por las piernas de mayor, queriendo evitar mirar directo a la entrepierna frente a él. Rogers terminó de quitarse el mismo los pantalones y de paso los zapatos y calcetines, botando la ropa al suelo. Se inclinó hacia el cuerpo debajo de él y comenzó a besar ahora el cuello y seguir con los hombros, fascinado en sólo contemplar la inquietud de Tony. Extasiado por lo suave que se sentía aquella piel la cual se erizaba con el mínimo roce, delatando su inexperiencia.

 

-Eres virgen, ¿verdad? – Preguntó mientras le separaba las piernas y observaba la erección en Tony, quien se sobresaltó por la pregunta.

-…No.

-Lástima. – Dijo en un tono desilusionado, aunque no le creía a Tony. Estaba seguro de que era virgen. – Aunque eso no interfiere con lo que haré y lo mucho que lo disfrutaré.

 

Steve comenzó a restregarse sobre el cuerpo de Tony, escuchando los gemidos excitados del menor, deleitándose con las expresiones que hacía. Acariciaba sus piernas constantemente, todavía disfrutando de la suave piel. Hasta que ya sentía demasiada excitación y se deshizo también de su última prenda, dejando a la vista su enorme erección hambrienta, que con sólo verla a Tony le haya recorrido un escalofrío de pies a cabeza. Porque por dios, tendría eso dentro de su cuerpo en cualquier momento. El sólo imaginarlo ya tenía como consecuencia la aparición del líquido pre-seminal. Steve le separó más las piernas hasta elevarlas un poco junto con su cadera, mostrándose por completo la entrada sonrosada. En un acto sumamente tímido, Tony se cubrió con ambas manos el rostro, respirando agitadamente, no queriendo mirar cómo Steve observaba aquella parte de él tan escrutadoramente. ¿Le gustaba? ¿No era lo que esperaba? Qué incertidumbre y vergonzosa la situación. De pronto sintió un pudor impresionante.
Desesperado por el suspenso, retiró un poco sus manos para ver qué hacia el otro cuando sintió que una de las manos dejaba de sostener su pierna. Se encontró con Steve todavía mirando atentamente su parte más íntima, pero ahora se masturbaba y se relamía los labios. Ahora Tony también quería masturbarse ante la imagen, y no tardó mucho en hacerlo. Dejando una mano cubrir sus labios mientras que con la otra atendía su erección, mirando fijamente el miembro igual de erguido de Steve, que ahora le miraba más hambrientamente.

 

-¿Alguna vez te tocaste pensando en mí? – Preguntó Steve, con la voz llena de deseo, escrutándolo con la mirada. Miró a Tony asentir vergonzoso. – ¿Qué era lo que te imaginabas? – Ahora se volvía a inclinar hacia él, volviendo a friccionar sus cuerpos y dejando sus rostros a milímetros uno del otro.

-Muchas cosas. – Respondió con la voz agitada. La respiración le fallaba.

-¿Imaginabas que te follaba? – Preguntó ahora con la voz tan seductora que estremeció de nueva cuenta al menor.

-Sí… – Tras su simple pero reveladora respuesta, un par de dedos de Steve llegaban hasta su boca incitándolo a que los chupara y él sólo obedeció.

-Te gusta que te follen, entonces. – Le dijo malicioso, observando como chupaba sus dedos. Haciéndole creer que se tragaba el cuento de que no era virgen. – Ahora veo que más que ser una compensación para mí es un premio para ti. – Dijo arrogante, pero luego suspiró mientras retiraba sus dedos de aquella boca y los llevaba hasta entre las nalgas del menor. – Pero es muy cínico decir eso de mi parte, si yo también me masturbé muchas veces imaginando que callaba tu grosera boca mientras te follaba y te retorcías debajo de mi cuerpo gritándome que te perdonara.

-¿Es verdad? – Preguntó ahora más excitado de sólo saberlo.

-Lo es. Ahora, ¿te mereces que te prepare o que te penetre sin delicadezas? – Desde luego lo dijo para asustar más a Tony, pero le resultaba inevitable hacerlo si ponía una expresión encantadora y sus hermosos ojos se abrían más.

 

Ya sin esperar una respuesta lo fue preparando con algo de prisa. Sólo suavizando el tacto cuando un segundo dedo estuvo dentro del estrecho y caliente paraje. Tony estaba de una vez revolviéndose incómodo, se sentía demasiado extraño tener un par de dedos moviéndose en su interior. Sin mencionar que el nerviosismo ya no podía incrementar más en él. Estaba a punto de tener su primera vez con Steve y eso le asustaba demasiado. Respiraba aceleradamente, la temperatura de su cuerpo se elevaba considerablemente y sus piernas se tensaban a cada nuevo roce. Y cuando el momento llegó y los dedos abandonaron su interior, su corazón comenzó a latir desbocado, tanto que presentía que Steve podía escuchar perfectamente sus latidos.

El miembro del mayor presionaba contra su entrada, queriendo entrar ya con cuidado. Pero Tony gemía acobardado, queriendo cerrar las piernas. Steve se entretenía mirando el aterrado rostro del castaño. ¿Qué era eso en los ojos miel? ¿Lágrimas? Unas gotitas se comenzaron a acumular en los ojos de Tony mientras el pecho subía y bajaba con más prisa.
Con determinación, Rogers lo fue penetrando por fin, apenas teniendo dentro la punta y contemplando cómo con eso todo el cuerpo debajo de él se estremecía y soltaba un gemido. Anthony seguía pretendiendo juntar las rodillas, apretaba con sus puños las sábanas y miraba la cadera del mayor que cada vez se pegaba más a su cuerpo. Sentía cómo si le estuviesen abriendo su carne porque dolía y ardía, sentía que expandían su interior hasta el tope y quería gritar que no le gustaba. Pero dentro de todo ese sufrimiento había algo que lo hacía sentir excitado hasta hervirle la sangre. Cuando tuvo todo ese miembro dentro sus paredes internas lo apretaron, no dejaba de contraerse inevitablemente ante el dolor y la nueva sensación. Y continuaba jadeando como cuando lloraba, por ello no se atrevía a mirar a Steve.

Comenzaron las embestidas, siendo suave un leve instante porque después Rogers comenzó a moverse a un ritmo acelerado donde Tony ya gimió alto y doloroso. Steve ya no pudo soportar más y fue por ello que arremetió de esa forma. Su miembro fue envuelto entre esa suavidad y estrechez que le hacía vibrar de excitación. Menos pudo parar cuando los gemidos convertidos casi en sollozos del menor se escucharon por toda la habitación, y ahora esas lágrimas acumuladas se deslizaban de los ojos miel.

Tony abría mucho los labios y luego se los mordía sin dejar de gritar, apretaba fuertemente los párpados dejando escurrir las lágrimas por todas las emociones y sensaciones. Las manos de Steve le tomaban fuertemente de la cintura moviéndolo a su antojo, embistiéndolo como si quisiera partirlo por la mitad, gruñendo como si fuese un animal. Era demasiado para el novato de Tony que ya había agarrado una almohada para morderla desesperado. Padeciendo el calor por todo su cuerpo hasta concentrarse en su entrepierna que no había tocado desde que comenzó a penetrarle y sin embargo ya la sentía explotar. No, no podía terminar, era extremadamente pronto. ¡No!

Qué delicia era Tony, más siendo virgen que no podía controlarse. Steve estaba tan excitado por todo. Y cuando Tony comenzó a querer huir de su cuerpo, arrastrándose con las manos hacia un lado contrario, Rogers le tomó con más firmeza de la cintura, jalándolo y pegándolo a su hambriento cuerpo. Pero Tony no desistía y después intentó de nuevo cerrar las piernas, ganándose una presión de manos en ambos muslos para abrirlas más. Y así ya no pudo escapar y el golpe del orgasmo llegó al castaño. Retorciéndose como un felino, gimiendo casi como uno y llorando más.

Sí, no llevaban ni cinco minutos follándolo cunado Tony se corrió. Tan inesperado fue que a Steve no le dio tiempo de evitarlo, pero aun así lo estaba disfrutando. Porque ahora Stark estaba con la almohada cubriéndose el rostro avergonzado por correrse de esa forma tan humillante, delatando que no era más que un tonto novato. Steve se inclinó para quitarle la almohada y mirar directo al rostro rojo y a los ojos acuosos. Tony seguía respirando agitadamente, sintiéndose patético, así que trato de empujar a Steve para que ya lo dejara en paz, pero de nuevo el otro agarró con firmeza sus piernas.

 

-Tranquilo, cariño, que yo todavía no termino. – Le expresó Steve pegando su rostro al del menor. – Y me lo debes.

 

Los embistes reanudaron, así como los gemidos de ambos. Ahora Steve golpeaba más duro en su interior y le enloquecía. Tras la corrida, Tony seguía sintiendo la misma excitación, así que eso le permitió no sentir tan desagradable que el mayor siguiera usando su cuerpo como se le diera la gana.

Un momento después, Rogers lo giraba como si de un muñeco se tratase. Lo puso de cara al colchón sosteniéndose con las rodillas y él hincado detrás de esas dulces nalgas y la dilatada entrada que ya no estaba sonrosada, sino algo rojiza. No le importó y de una embestida estuvo de nuevo dentro, donde nuevas contracciones le recibieron. Tony seguía arqueándose, aunque ahora ahogaba los gritos roncos en el colchón donde hundía la cara. Seguía apretando las sábanas con sus puños y continuaba llorando de dolor y gozo. Steve apretaba fuerte con sus dedos las caderas del menor, reteniéndolo en la posición para que no se le ocurriera de nuevo alejarse, aunque sentía que en cualquier momento podía romperlo. Pero no importaba.

Steve hizo un movimiento circular y entonces dio en el punto donde todo el cuerpo de Tony tembló y el gemido salió demasiado agudo. Un punto de tanto placer que Tony retiró el rostro del colchón y lo elevó porque sintió que el aire lo abandonó, y el mismo empujó su cadera hacia atrás pretendiendo que el miembro de Steve volviese a tocarlo. Así el rubio sonrió satisfecho al ver que por iniciativa Stark movía solito las caderas y lo apretaba cada vez más. Pero fue sólo un momento que lo dejó moverse a su ritmo porque de nuevo él comenzó las embestidas a un ritmo veloz y profundo, haciendo gritar de nuevo al castaño. Llevó una mano hasta debajo de ese cuerpo y se topó con el miembro erguido de Tony, así que lo masturbó a un ritmo igual de veloz. El menor se arqueo exquisitamente y de nueva cuenta no tuvo que pasar mucho tiempo para correrse por segunda vez, pero estaba vez Steve también terminó corriéndose. Llenando su interior con su caliente y espeso seme, provocándole un nuevo temblor al cuerpo de Tony.               

Anthony se dejó caer por completo a la cama, pero Steve le siguió, ambos recobrando sus respiraciones acompasadas. Segundos después fue que Rogers se incorporó para quitarse de encima y salir de él, mirando cómo junto con su miembro salía parte de su semilla y la entrada se contraía ante su abandono. Por Dios, que eso todavía le hacía sentir un tirón en su miembro. Tony todavía temblaba y respiraba irregularmente. Sentía alivio porque ya había terminado pero ahora le dejaba una sensación extraña dentro de su pecho y garganta. ¿Seguía siendo el nerviosismo? De Cualquier modo terminó por incorporarse levemente y mirar la habitación y luego a él.

 

-Dijiste que no querías ensuciar la habitación de mis padres. – Le recordó demasiado tarde a Steve. Ya la habían ensuciado y apestado a sexo.

 

   

 

 

 

Notas finales:

¿Qué les pareció?

Hasta ahí lo tenía, pero quizá sale para al menos un capítulo más. No sé ¿ustedes qué dicen? ¿Les gustaría otro capítulo?

Si no, pues gracias por haberlo leído :3


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