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Un chico gay con fetiches extraños por aleii

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Notas del capitulo:

Alooo aloooo

me da gusto ver que algunos comentaron

hoho (:

aun cuando nunca termino mis historias haha

lo siento!

bueno, espero les agrade el siguiente capítulo

un saludo!

2-Divertida cena familiar

 

La casa de mi tía Gaby lucía idéntica a la última vez que habíamos venido. Al igual que ella, su esposo, y mis dos primos.

Nunca cambiaban, es como si quisieran que su aspecto fuera el mismo a lo largo de los años.

Aunque bueno, no es que se pudiera decir que a mi tía no le gustara lo diferente de vez en cuando, por ejemplo, hacía apenas tres años que había decidido que su ex esposo Xavier ya no la satisfacía. Así que se había metido con un tipo de su trabajo llamado Armando.

Ya podrían hacerse una idea del show que se armó en la familia. La abuela Carlota, no dejo de gritar durante meses, reprochándole una y otra vez a la tía Gaby lo mala que era para tomar decisiones.

Y bueno, si la abuela alguna vez había tenido razón, esta había sido la ocasión.

El nuevo “amante” de la tía era un tipo súper alto, súper fornido, y súper feo, que todo el tiempo te miraba con el ceño fruncido, y que llevaba un enorme bigote negro, como si quisiera personificar el papel de zapata.

La primera vez que lo vi quede bastante sorprendido de que hubiera decidido cambiar al buen tío Xavi, por ese hombre, sacado de alguna vieja película mexicana.

Lo único medianamente bueno de Armando eran sus grandes y obscuros ojos, que, para mi buena fortuna, era lo único que había sacado su hijo.

Sí, aquí venía la segunda parte de la trágica historia familiar.

Al parecer, el tipo súper fornido, con mirada asesina, tenía una triste historia. Al parecer, por lo que me entere luego de escuchar cientos de conversaciones entre mi madre, la abuela Carlota y Paulina, otra de mis tías, era que Armando había estado casado con una joven llamada Helena, pero desgraciadamente, la chica esta había fallecido en un accidente automovilístico.

Como se podrán imaginar, Armando se volvió casi un asesino luego de aquello. No hablaba con nadie, odiaba a todo mundo, y lo peor, es que su único hijo, el cual alguna vez había sido el sol de sus ojos, paso a ser nada para él, de la noche a la mañana.

No lo cuidaba, no le prestaba atención, ni siquiera le hablaba.

Por lo que alcance a escuchar, el chico en cuestión, era sumamente parecido a su madre. Había sacado sus delicadas facciones, y el hermoso y rubio cabello. Lo único que delataba que Armando era su padre, eran sus ojos. Y la fuerte mirada que venía acompañada con ellos.

Así que para Armando era casi una tortura mirar a su hijo. Todo le recordaba a su esposa muerta.

En realidad, ambos pasaron una muy mala racha. Hasta que por una suerte del destino, algunos años después, Armando se encontró con el buen corazón de mi tía Gaby.

Ella siempre había sido de esas mujeres a las que les gustaba reparar todo, incluyendo el corazón de los hombres. Así que al ver tal desafío con Armando, se dedicó a él en cuerpo y alma.

Creo que es innecesario decir que meses después, terminaron completamente enamorados.

Así que mi tía Gaby le confeso a mi tío Xavier que ya no lo amaba.

Tiempo después, luego de mucho discutir, gritar y pelear, ella obtuvo el divorcio, y con ello su libertad.

Así que a partir de entonces, comenzaron a vivir juntos. Mi tía Gaby, sus dos hijos: Víctor y Manuel, su nuevo esposo, “el tío Armando” y su querido hijo, Julián.

Sí, seguramente en este momento se te estará pasando por la cabeza… “yo ya he escuchado ese nombre”, y luego dirás “oh no, no puede ser que…”, pues si, adivinaste. El Julián de mi escuela, el tipo rubio, que se la pasa fumando, con su aura de grandeza, que se la pasa con una y otra chica, sí, ese tipo del cual estaba locamente enamorado, era el nuevo hijo de mi tía Gaby. Ósea, Julián era mi primo.

O algo así.

Pero bueno, regresando al tema central, mi tía Gaby nunca cambiaba, ni sus otros dos hijos, Víctor y Manuel. Siempre llevaban la misma ropa a las comidas familiares.

Y tampoco es que yo fuera le mago de los cambios. Pero al menos, en un año, había cambiado tres veces el color de mi pelo, había probado diferentes colores de esmalte, y había llevado cuatro prendas de ropa diferente a este tipo de comidas.

Así que no me podían culpar al decir que mi tía y sus hijos eran unos aburridos.

-¡Oh, querido, cada vez te veo más alto!-exclamó la abuela Carlota, rodeándome con sus brazos

-Gracias abuela-conteste sonriendo

-Y bueno, cuéntame Marlene, ¿Cómo van las cosas en tu casa?-dijo la abuela, dirigiéndose a mi madre-¿los niños se portan bien?

-Perfectamente madre, todo va de maravilla

-Oh, qué bueno, me alegra escucharlo, entonces supongo que no te molestara que me pase uno de estos días por tu casa, me encantaría volver a comer tu deliciosa pasta de vegetales

-Cuando quieras mamá, ya sabes que eres bienvenida

Siempre era lo mismo. Mi madre fingía que amaba a la abuela, y la abuela fingía que amaba a mi madre.  Al parecer, hace algunos años había habido una discusión muy fuerte entre ellas dos. Mi padre aún no se decidía a contarme cual había sido la razón de aquella pelea, pero esperaba que en algunos años más, cuando por fin “pudiera entenderlo”, él me lo platicara.

Porque debía haber sido algo fuerte. Si no, no entendía el porqué de la actitud tan fría de parte de ambas.

-¡Ya está lista la comida!-exclamó la tía Gaby, apareciendo en el mejor momento

Todos nos pusimos de pie con velocidad, pensando en lo oportuna que podía ser la tía en algunas ocasiones.

Ya en el comedor, cada uno ocupo su respectivo lugar de siempre. Ya que, como había mencionado, en la casa de mi tía Gaby las cosas siempre eran las mismas, y eso incluía nuestros lugares en la mesa.

Yo, me encontraba sentado a un lado de mi hermana Alexa, que miraba con tristeza su plato con carne. Al parecer, desde hace algunos meses, había decidido salvar a los animales, volviéndose vegetariana.

Yo, como buen hermano que era, había decidido apoyarla con su decisión, pero la determinación de no comer carne solo me había durado un par de semanas. Luego, había terminado desistiendo, al ver como mi querida amiga Natalia, se zambullía una enorme hamburguesa, con doble carne y tocino, mientras yo me alimentaba de una escueta ensalada.

Pero Alexa seguía con la misma determinación del primer día en que había tomado la decisión. Así que sin dudarlo, tome de su plato el pedazo de carne.

Ella se giró, lanzándome una mirada de confusión.

Yo simplemente le guiñe un ojo y le pase la poca ensalada que había en mi plato. Ante tal gesto de dulzura de mi parte, mi hermana me mostro una enorme sonrisa, y comenzó a comer de las lechugas y los jitomates.

-¿Y tú otro hijo?-preguntó de pronto la abuela, haciendo que todos interrumpiéramos nuestra actividad de comer, girándonos a mirarla

La tía Gaby carraspeo, y le lanzó una fugaz mirada a Armando.

-Pues… seguro esta por bajar, hace un momento lo llame y dijo que ya estaba por llegar…-titubeo

-Mmm

-Hoy se tenía que quedar un poco más tarde, tenía clases extras en la escuela-dije, interviniendo. Al instante, capté la atención de la abuela, que clavo una terrible mirada de sospecha sobre mí, así que decidí añadir algo más a mi pequeña mentira-al parecer tenía geometría e historia, así que supongo llegara dentro de un rato

Mi tía Gaby me lanzó una sonrisa desde el otro lado de la mesa, y Armando… bueno, el me miro con el ceño fruncido… como siempre.

-Miren, ahí está-dijo mi padre, señalando hacía la entrada

Y así era. Justo en la puerta se encontraba un muchacho alto y rubio, llevando el uniforme de la escuela desarreglado, con algo más que un par de botones desabrochados, y el suéter hecho jirones. Seguro se había metido en otra pelea.

Julián se giró a mirarnos durante un segundo, para luego aventar su mochila a un lado de las escaleras, fingiendo que no pasaba nada.

-Perdonen el retraso-murmuró, caminando hasta el comedor

-Lo importante es que ya llegaste-dijo Armando

Julián le lanzó una fugaz mirada a su padre antes de jalar de su silla y sentarse a la mesa. Luego, sus ojos se movieron hasta los míos.

Trague saliva, e intente esbozar una sonrisa a modo de saludo. Pero Julián únicamente frunció los labios, luciendo fastidiado y molesto.

Vaya, uno que quería ser amable, y lo que se terminaba ganando.

Aleje la mirada de él, dedicándome mejor a observar mi doble ración de carne que tenía en el plato. Lo odiaba, era el peor tipo del mundo entero y yo era el idiota más grande de todos por estar enamorado de alguien como él.

Ni siquiera entendía que es lo que veía en Julián. Era claro que su personalidad no había sido lo primero en lo que me había fijado de él.

Ok, a veces podía ser algo superficial, como me suponía que era todo mundo.

Y bueno, en realidad, mi pequeño enamoramiento hacía Julián había pasado por diferentes etapas.

La primera, había sido el flechazo. El día que mi tía Gaby me había presentado a un alto muchacho de precioso cabello rubio e intensos ojos obscuros, quede prendado. Sí, me había sucedido justo como en las películas.

Me había resultado imposible alejar mis ojos de él, y pude sentir como mi corazón palpitaba a mil por hora. Y todo solo con una mirada de su parte.

La segunda etapa había sido el desengaño. La primera conversación que tuve con él  me hizo darme cuenta de que era un tipo con demasiado autoestima, que todo el tiempo alardeaba acerca de sus conquistas y que además de todo, era grosero y áspero.

Ahí quedo todo gusto por él.

Pero, cuando me entere de su trágica historia familiar, sentí como mi corazón se contraía de tristeza. Justo como era la tía Gaby, a mí también me encantaba reparar corazones rotos, así que por alguna razón, se me metió en la cabeza que si Julián era así, era por culpa de sus problemas familiares.

Fue cuando entre en la tercera etapa, “rescate y salvación”. Durante cada comida familiar perseguí como sol y sombra a Julián, intentando rescatarlo de aquella tristeza en la que me imaginaba estaba sumido.

Pero poco después caí en la cuenta de que ese chico rubio, simplemente era un altanero, sin sentimientos, que no merecía nada.

Me gustaría decir que ahí se detuvo todo.

Desafortunadamente, ciertos eventos que ocurrieron poco después, me hicieron darme cuenta de que si no era del todo cierto que Julián era así por lo que había pasado con su mamá, si había ciertas heridas en él que aún no habían cicatrizado.

Otra cosa, es que también pude darme cuenta de que en realidad él, en algunas ocasiones, podía ser una buena persona. Una excelente persona.

Así que… aquella personalidad un tanto bipolar, termino por atrapar por completo mi corazón.

Amaba todo de él. Tanto su lado bueno, como su lado malo.

Aunque claro, de eso nunca se enteraría Julián.

De pronto, una fuerte patada en mi pierna, me hizo salir de aquel trance en el cual me había metido. Molesto, alce el rostro, pensando en que la abuela Carlota había decidido soltarme un bastonazo como lo había hecho en alguna otra ocasión.

Pero en realidad, al levantar la mirada, solo me encontré con unos obscuros ojos, que me miraban fijamente.

Maldito Julián.

Una media sonrisa surcaba su rostro.

“¿Qué te sucede idiota?”-dije, moviendo únicamente los labios

“Me encanta joderte”-contesto lentamente, moviendo sus gruesos labios, logrando matarme por dentro, e inevitablemente, al instante note como un calor inundaba mi rostro.

Era como sus palabras tuvieran un poder especial sobre mi cuerpo.

“Te odio”-murmuré

Aquello que había dicho, había tenido un efecto extraño en mi cerebro, había activado la parte pervertida, y llena de fantasías que tenía sobre él. Oye… que decirme, me encanta jodertetenía múltiples significados para mí.

“Y yo a ti”-contesto

Solté un largo suspiro, volviendo a preguntarme en el día, que era realmente lo que había visto en él.

Seguramente no había nada. Seguramente estaba loco.

Loco por Julián.


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