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Enamórame por Fullbuster

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Gray Fullbuster POV

 

 

 

Me desperté por la cantidad de luz que entraba y me costó un par de minutos abrir los ojos ¡Había demasiada luz! Mis ojos tan claros tardaron bastante en acostumbrarse. Me sentía cansado, demasiado cansado y ahora… al ver la habitación vacía y blanca me di cuenta… de que seguía en el hospital, pero esta vez, me habían atado, no podía moverme.

 

Si estaba atado… ¿Entonces no fue una ilusión lo sucedido? Vi a Lyon, sé que Lyon estaba aquí pero creo… que vi a Natsu, sonreí ¡este lugar me confundía! Ya no sabía lo que era verdad o una ilusión, no sabría diferenciar la realidad de la mentira. Recuerdo que le pegué a Lyon, seguramente por eso estaba atado. Por más que intentaba mantenerme despierto… mis ojos no podían, al final tuve que cerrarlos, me costaba demasiado tenerlos abiertos ¡no sé que me habían inyectado, pero no podía moverme! Todo el cuerpo me pesaba ¡Sólo quería dormir, sólo quería descansar!

 

La puerta se abrió y aunque me costó abrir los ojos, conseguí hacerlo lo justo para ver como Mirajane entraba seguida de un chico de cabello rubio al que reconocí enseguida. Quería llorar, quería poder correr y abrazar a Sting, por lo menos había venido alguien a quien conocía y en quién confiaba, pero no podía hacerlo con estas cintas que no me dejaban moverme, que me aprisionaban en el colchón.

 

Sting se sorprendió al verme y lo primero que hizo fue cerrar la puerta tras de sí y acercar una silla a mi lado para sentarse y empezar a quitar las cintas. Mirajane fue a decirle algo ¡Supongo que no podían desatarme! Pero a Sting le dio igual

 

~ Tranquila… no se me tirará al cuello – le dijo Sting riéndose.

 

Mirajane decidió callarse. Notaba las cintas eliminar la presión a medida que Sting iba desatando y lo agradecí, porque me estaban empezando a hacer daño. En cuanto me desató el primer brazo, me abracé a él sin esperar a que me soltase el otro.

 

~ Vale… puede que sí se me vaya a tirar al cuello – me dijo Sting sonriendo y pasando un brazo por mi cintura mientras Mirajane se reía.

 

~ Gracias – le dije llorando – gracias por venir a por mí.

 

~ No puedo sacarte, ya lo sabes, tú hermano se niega a firmar los papeles – me dijo muy serio – pero eso no me impide que pueda venir de visita un rato – me contestó sonriendo y aproveché para soltarle del cuello.

 

~ ¿Cómo anda todo fuera? – le pregunté.

 

~ No te pierdes gran cosa – me dijo – no me hablo últimamente con mi padre, digamos que estoy… en proceso de conocer a Rogue…

 

~ ¿Te has acostado con él? – le pregunté con rapidez y él sonrió.

 

~ No seas tan bestia, no, aún no – me dijo – sólo nos hemos besado y fue un accidente por culpa de mi mal japonés – me comentó – pero aún así… no sé, últimamente quedó más con él y eso, aunque aún estoy esperando que me invite formalmente a una cita.

 

~ Yo te invitaría a una cita… pero aquí dentro nos servirían sedantes para tomar – le dije intentando bromear y él sonrió mirándome el brazo ahora lleno de marcas por las agujas.

 

~ Ya veo – me dijo – los sedantes no me gustan, casi que esperaré a la cita de Rogue.

 

~ ¿Y Natsu? – le pregunté ahora más serio

 

~ Cabreado – me dijo – ha removido cielo y tierra para conseguir una orden de registro de la casa de Lyon aunque claro… tardan tanto en darlas… que Lyon se había deshecho de las pruebas, la ventaja… es que ahora debe ser que tienes una habitación preciosa – yo sonreí – el único que está de momento en el calabozo pendiente de juicio es Zancrow, por violación, la verdad es que Lyon patinó un poco enseñando las fotografías, porque ahora son una prueba clara contra su amigo, si tu testificas en su contra, va directo a la cárcel.

 

Mirajane hacia un rato que había salido dejándonos a solas para hablar y en cuanto vi que estábamos a solas, hablé de verdad con Sting.

 

~ Ayúdame a escapar – le dije de golpe y Sting se sorprendió.

 

Yo creía que Sting iba a decirme que no, que no iba a arriesgarse de esa forma por mí, pero parecía pensarlo, en realidad creo que ni lo estaba pensando, porque no tardó en responderme con una gran sonrisa.

 

~ Ya tardabas en pedírmelo, creí que lo pedirías desde que dijiste que te daban un buen cóctel de sedantes para desayunar, comer y cenar – me dijo – te he traído esto – me dijo sacando mi ropa de su mochila – quítate ese camisón que te deja medio culo al aire y vístete, nos largamos de aquí.

 

~ ¿cómo piensas sacarme?

 

~ Eso es lo más sencillo de todo – me comunicó sacando un mechero - ¿Te he dicho alguna vez que me encantan los bomberos? – me preguntó sonriendo – sobre todo cuando tienen que evacuar.

 

~ ¿A ti no te han revisado antes de entrar? -  le pregunté – revisan a todos, no se puede meter nada. Es más… no nos dejan tener absolutamente nada en la habitación para que no nos hagamos daño nosotros mismos o incluso a ellos. ¿por qué crees que estaba atado? – le pregunté.

 

~ No lo sé ¿qué hiciste? ¿matarles de aburrimiento? Porque a ti no te he visto pelear en la vida – me dijo empezando a reírse.

 

~ Pegarle a Lyon – le dije – creo… porque tampoco me acuerdo muy bien – le sonreí y Sting empezó a reírse - ¿Enserio como has metido todo eso?

 

~ Con un buen contacto – me dijo mirando hacia la puerta donde estaba Mirajane – y una buena distracción, mi hermana está abajo en recepción seduciendo a uno de los guardias – me dijo con una sonrisa. - ¿Te crees que iba a entrar aquí sin tener un buen plan?

 

~ Sí – le dije – conociéndote… creía que improvisarías por el camino.

 

~ Bueno… en realidad la mitad del plan es improvisación – me dijo – sólo tengo planeado lo del humo… salir de aquí lo dejo a la imaginación. – sonreía.

 

Sting se reía mientras me desataba el otro brazo y me lanzaba la ropa para que me cambiase.  Me quité aquel absurdo y ridículo camisón y me puse mis ropas mientras Sting se subía en la silla y encendía el mechero frente a la alarma de incendios. La verdad… a mí no se me habría ocurrido pero también por un simple motivo, desde lo del incendio de la fábrica, tenía pánico al fuego, yo no era capaz ni de encender un mechero, era ver la llama y sentir miedo. Por eso siempre intentaba mantenerme a distancia de cualquier cosa que tuviera llamas.

 

Estuvo un buen rato sin conseguir nada, ya empezaba a decirme que se le cansaba el brazo de tenerlo tanto rato estirado, cuando entonces empezó a sonar la alarma. Mirajane mantuvo la puerta abierta y salimos al pasillo para ver a los enfermeros como se preocupaban de aquellos que llevaban el camisón, conduciéndoles hacia una zona segura. Estaban tan centrados buscando a gente con camisón, que no se fijaron en mí, creyeron que estaba de visita al verme vestido con ropa de calle.

 

La verdad… tenía sentido porque a los pacientes nos quitaban la ropa y la guardaban en taquillas, así que no debíamos tener acceso a ella, por lo que alguien vestido sin camisón, para ellos no era un enfermo del centro. Seguí a Sting hacia la salida. Mirajane nos indicó el pasillo por el que debíamos de seguir y luego se marchó a ayudar a al resto de pacientes antes de levantar sospecha. Yo le di las gracias y ella sonrió antes de marcharse por el pasillo.

 

Sting me condujo hacia fuera por las escaleras de emergencia y sinceramente, aunque había gente fuera en el patio, nadie se fijó en nosotros. Una vez bajamos aquellas escaleras metálicas negras, llegamos al patio trasero y me alegré de estar pisando césped y ver árboles, llevaba un par de días que sólo veía baldosas y dormía con esos malditos sedantes que me metían.

 

Ya casi me había olvidado hasta lo que era caminar, me sentía torpe y patoso en este momento, como si tuviera que pedirle permiso al cerebro para poder mover la pierna. Si Sting ahora mismo me hubiera dicho de correr, no estaba seguro de que lo hubiera podido hacer sin tropezar con mis propios pies. ¡Qué absurdo! Me daba pena hasta yo mismo en este momento.

 

~ ¿Necesitas ayuda? – me preguntó Sting mirándome

 

~ No, estoy bien – le dije – sólo un poco aturdido aún con la medicación.

 

~ ¿Estás mareado?

 

~ Un poco – le dije – pero se me pasará pronto, sólo quiero salir de aquí.

 

Salimos a la calle y con tanto revuelo como había y más cuando llegaron los bomberos empezando a esparcir el material por todos lados, escapamos sin problemas incluso por la misma puerta principal del patio. Nadie se dio cuenta de que yo era un paciente ¡síntoma de que no estaría muy loco si no podían reconocerme como tal!

 

Caminamos un par de calles alejándonos del hospital, claro que Sting me dijo que no corriese o llamaría la atención, así que caminamos como si fuéramos dos simples personas que pasaban por allí de casualidad. Sting iba bromeándome y yo reí por cómo nos habíamos fugado ¡Era la primera vez que cometía una infracción de verdad! Aunque Sting parecía estar muy acostumbrado a hacer trastadas por la soltura con la que caminaba ahora, con las manos tras su nuca y la cabeza bien alta tras un trabajo bien hecho.

 

Le escuché silbar hacia una chica que estaba apoyada en un árbol y ésta se giró a mirarnos. Era morena, con el cabello suelto del que salían dos moños y dos trenzas. Sus ojos eran muy oscuros y parecía joven, yo diría que quizá era un año más que nosotros como mucho.

 

~ Es mi hermana – me dijo Sting

 

~ ¿Tú no eras hijo único? – le pregunté.

 

~ Bueno… es mi prima, pero como si fuera mi hermana – me sonrió – Minerva… te presento a Gray – le indicó a su hermana y aproveché para saludarla - ¿Qué tal con el guardia? – le preguntó Sting.

 

~ ¿No os han descubierto, no? Entonces es que el plan ha salido perfecto – sonrió su hermana.

 

Ya nos marchábamos los tres sonriendo cuando una figura nos cortó el paso. Yo me tensé al ver a Lyon pero Sting se puso en medio.

 

~ Veo que no hacía falta que firmase tus papeles de salida del centro… podías escaparte – me dijo Lyon sonriendo.

 

~ ¿Los has firmado? – le pregunté.

 

~ Se lo prometí a Natsu que los firmaría – sonreía con malicia y eso no podía significar nada bueno – vamos a casa – me dijo pero Sting se puso en medio.

 

~ Él no va contigo a ningún lado.

 

~ ¿Y quién le va a dar casa? ¿Tú? Vives con tu padre… con quien creo que últimamente no hay muy buena relación. Te lo repito Gray… vamos a casa.

 

Di un paso hacia Lyon y Sting me cogió del brazo deteniéndome para que no siguiera avanzando. Me giré hacia él para observarle y estaba tenso, más tenso incluso que yo.

 

~ Sigo siendo su tutor – le remarcó Lyon a Sting.

 

Coloqué mi mano sobre la de Sting y con dulzura moví cada uno de sus dedos soltando su agarre. Él me miraba y le sonreí.

 

~ Está todo bien, tranquilo – le comenté – gracias por ayudarme, eres el único en quien podía confiar – le remarqué – mañana te veo y me pones al día con esos cafés que te tomas – le dije haciendo referencia a Rogue.

 

~ Vale – me dijo – si necesitas algo, cualquier cosa, llámame.

 

~ Estaré bien, tranquilo.

 

Sting y Minerva se marcharon, aunque no fueron muy convencidos. Lyon no me habló en todo el camino a casa y cuando llegamos, lo único que me dijo fue que no saliese de mi habitación, así que me quedé allí ¡no volví a saber nada de Lyon en todo el día!

 

 

 

 


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