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Enamórame por Fullbuster

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Jellal Fernándes POV

 

Intenté dormir como cualquiera de las otras noches, pero me era imposible pegar ojo, las pesadillas volvían una y otra vez. Desde luego permanecer en este trabajo no me ayudaba las cosas ¡pero era a lo que me dedicaba! ¡Era lo único que yo sabía hacer perfectamente! Disparar gente puede parecer fácil, pero es lo más difícil a lo que tienes que enfrentarte en la vida, para mí no hay buenos o malos, sólo hay blancos, un blanco al que disparar al dar una señal, una señal que cambia todo.

¿A cuanta gente había disparado ya? ¿A cuántos había matado? Porque un francotirador nunca falla, puedes levantarte un día y pensar… ¿voy a disparar hoy o no? Porque sabes, que si disparas, la persona a la que has disparado va a morir. Muchos dirán que es necesario y es posible, pero eso no lo hace menos duro. Quizá por eso después de cada disparo, una psicóloga pasaba siempre a preguntarnos si todo estaba bien y claro… ¿qué vas a decirle? Pues que sí, eso decíamos todos los francotiradores de todos los escuadrones de élite. Hacemos como si nada nos importa y no es verdad, vivimos con ello dentro, vivimos con la culpa ¡Pero alguien debe hacerlo!

Supongo que esto tampoco se lo contaba a mis compañeros de equipo, no era algo agradable de lo que hablar. Me consideraban introvertido, pero es que así me era más fácil afrontar mi papel en el equipo, porque así nadie me preguntaba después de cada disparo si estaba bien, excepto Laxus y claro… Él era el jefe del escuadrón, siempre se preocupaba por todos nosotros, no sólo me preguntaba a mí, le preguntaba a todos los integrantes, a los siete.

Me levanté porque me parecía imposible de dormir y me vestí con la ropa de calle poniendo la televisión. ¡Había noticias! Y no me gustaban, la gente decía que te mantenía informado de lo que pasaba, pero en mi trabajo todo eran noticias, todo eran órdenes, todo era obedecer a una señal.

Aún recordaba muchos de los casos en los que había participado, sólo una señal y la bala salía del arma. Recordaba a familias que felicitaban por haber resuelto el problema, un atraco a un banco, alguien que apuntaba a otra persona con un arma… pero yo no me preguntaba si esa persona tenía un buen motivo o no para estar haciendo eso, sólo disparaba a una señal. ¿Y si estaban atracando un banco porque era un padre desesperado que no pudiera pagar la operación de su hijo? Entonces esa persona era buena y yo lo había matado, pero y si era un atracador de verdad, alguien dedicado a esto, que no le importaba matar a otra gente por su codicia ¿Entonces había hecho bien disparándole? A veces me costaba asimilar que les estaba quitando la vida, que yo no era un Dios que pudiera decidir quién vive y quien muere, pero era mi trabajo. ¡Y cada vez costaba más! por lo menos por las pesadillas cuando caía la noche.

Cambié el canal una y otra vez intentando alejarme de las noticias ¡que eso ya era raro para un policía! Porque todos veían las noticias, era lo más importante para ellos ¡yo las esquivaba! Al final, acabé apagando la televisión porque no hacía nada que mereciera la pena de ver y coloqué la radio en un canal de música, para ser concreto, en mi canal favorito donde había 24 horas al día Rock. ¡Necesitaba música que me espabilase! Música que me animase y puede que mis compañeros me vieran como alguien tranquilo que escucharía música tranquila y relajada, pero no, a mí me gustaba la marcha, me gustaba lo atrevido.

Miré mi casa, parecía tan vacía. No pude remediar coger el cartón de leche de la nevera y pegar un trago del propio bote antes de dejarlo de nuevo en él. ¡Vivía sólo y nadie iba a criticar si bebía o no del bote! Decidí dar una vuelta por la ciudad para despejarme ¡Eran las cinco de la mañana! Pero a mí no me importó, sé que tenía que ir a trabajar a las siete, pero me daba igual, tenía que ir a un sitio antes de nada ¡Todas las mañanas iba allí! Ya era una rutina para mí.

Conduje en mi todoterreno hasta el parking y saqué un par de rosas del asiento del copiloto antes de cerrarlo. Caminé por aquel paisaje verde entre lápidas, pero no había gente allí, era demasiado temprano para que vinieran al cementerio. Caminé y caminé en un paseo rutinario para mí, me lo sabía de memoria, mi cuerpo prácticamente se movía solo y por fin llegué.

Miré la tumba y pude ver un par de rosas ya colocadas ¡alguien había venido antes que yo! Coloqué las mías y me arrodillé frente a la tumba mirándola, igual que hacía todas las mañanas.

Estaba allí plantado sin hacer nada cuando unas gotas cayeron sobre mí y abrí la palma de la mano para comprobar que llovía mientras alzaba la mirada al cielo. Cerré los ojos y me quedé unos instantes allí antes de tener que volver corriendo hacia el coche por la intensidad de la lluvia.

Me quedé unos instantes sentado al volante con el coche completamente cerrando, escuchando las gotas golpear contra los cristales y empecé a llorar ¡Fue mi culpa! Yo le maté, si hubiera disparado un segundo antes, sólo un segundo antes, estaría vivo ¡Era mi culpa que estuviera enterrado! No podía parar de llorar en este momento y lo necesitaba, necesitaba desahogarme, necesitaba no pensar en esto, entretenerme con algo para evitar pensar. ¿Cuántas veces Laxus me comentó que viera a un Psicólogo? Pero no podía, porque me darían la baja, necesitaba este trabajo, yo sólo sabía hacer esto, nací para ser policía, nací para ser francotirador ¡Era mi sueño! Se me daba bien, mis compañeros confiaban en mí, no podía permitir que me dieran la baja, no podía contarlo, tenía que superarlo a mi manera.

Coloqué de nuevo la radio para intentar centrar mi mente en otra cosa y pareció funcionar, en cuanto mi mente empezó a centrarse en repetir la letra de las canciones, dejé de pensar en todo esto.

Arranqué el coche y conduje hacia la base, cuando llegué, estaban las unidades que debían irse en una hora a descansar. Me crucé con Kagura, del equipo tres y me saludó con una gran sonrisa.

~ ¿no llegas pronto? – me preguntó.

~ Sí – le sonreí – un poco, esperaré en el despacho, no pasa nada.

~ Vale, por cierto… el Sargento Dreyar estaba en su despacho, parece que madruga más que tú – me dijo caminando hacia el gimnasio donde le esperaba el resto de su equipo.

Me sorprendí de que Laxus estuviera ya por aquí, pero aún así, preferí avanzar hacia su despacho por el simple hecho, de no quedarme una hora solo y empezar a pensar de nuevo en todo este asunto. Tal y como me dijo Kagura, Laxus estaba en su despacho y se sorprendió cuando le toqué la puerta. Me vio por el cristal y me indicó que pasase, parecía ocupado con algunos documentos.

~ ¿Ocupado? – le pregunté.

~ Trabajo pendiente, algunos casos que hay que archivar – me dijo y yo miré hacia la puerta que conducía al archivo

~ ¿Quieres que te archive los que has terminado?

~ ¿Lo harías? – me preguntó con una sonrisa.

~ Dámelos anda, no tengo nada mejor que hacer hasta que empiece mi turno.

Laxus me miraba extraño, creo que ya se había dado cuenta de que me pasaba algo y es que a mi sargento no se le escapaba ni una. Siempre nos pillaba y por algo éramos como de su familia, según él. Éramos un equipo y Laxus nos conocía a todos demasiado bien para identificar cuando nos ocurría algo. Se levantó de la mesa y caminó hasta la puerta donde yo estaba.

~ ¿Estás bien? – Me preguntó – Parece que no has dormido bien – me dijo mirando mis ojeras.

~ He tenido pesadillas – le dije y él me entendió perfectamente.

~ ¿Necesitas hablar? – me preguntó.

~ No – le dije muy serio – Sargento… usted ya sabe lo que necesito – le exclamé muy serio.

La verdad… es que desde los últimos años que visitaba esa tumba, me había vuelto solitario y muy introvertido, necesitaba que alguien me espabilase por las mañanas, hacía locuras, escuchaba música fuerte ¡Cualquier cosa servía con tal de olvidarme de aquellos recuerdos! Laxus cogió con una de sus manos el hilo de la persiana y lo cerró tras de mí antes de besarme con fuerza y pasión. Yo ni siquiera sentía nada cuando me besaba, pero estaba seguro de que Laxus, tampoco sentía nada por mí, era puro sexo salvaje ¡no había nada más entre nosotros! Pero nos funcionaba a ambos para despejar la mente.

Desde luego si me hubieran hecho definir mis besos con Laxus… pues no eran tiernos, ni románticos, eran salvajes, cargados de fuerza, fuerza que ambos hacíamos, porque ninguno de los dos cedía terreno nunca, casi parecía que peleábamos entre nosotros más que besarnos y es que no había sentimiento alguno, sólo necesidad.

Me apartó del cristal cogiéndome por la cintura y llevándome hasta la mesa. Me dejé llevar ¡no pensaba contradecirle! Y es que lo necesitaba, era la única forma en que mi mente dejaba de pensar en la culpa para relajarse durante unos instantes, casi era como una droga para mí, lo necesitaba todas las mañanas antes de empezar a trabajar y creo que Laxus también lo necesitaba, porque desde aquel accidente, ninguno de los dos habíamos vuelto a ser el mismo que antes.

Me subió encima de la mesa y yo mismo aparté los documentos de ella con cuidado, dejándolos a un lado. Le besé con toda la fuerza que yo tenía y me encantaba cuando él se resistía a dejarse dominar por mí, empujando mi lengua con la suya sin dejarme ganar terreno. Laxus se apartó de golpe sonriendo.

~ ¿Por qué siempre parece que estás luchando contra mí en vez de dejarte llevar?

~ No soy fácil – le dije sonriendo – ya me conoces, me gustan las emociones fuertes.

~ Ya… debe de ser cosa de francotiradores – me dijo – enserio… siempre estáis haciendo locuras intentando encontrar adrenalina que os estimule. – yo sonreí ¡sí, me gustaba el riesgo, me gustaba lo salvaje, me gustaba la adrenalina! Por eso mismo era perfecto para operaciones especiales.

~ ¿Cuánto tiempo tenemos? – le pregunté

~ ¿para que venga el resto del equipo? Unos veinte minutos – me soltó

~ Entonces habrá que darse prisa – le dije sonriendo – no quiero que sospechen.

~ ¿Te crees que a mí me interesa que sepan esto en la base? – me preguntó sonriendo – si se enteran de esto… uno de los dos tendrá que pedir un traslado a otra unidad – me dijo.

~ No van a enterarse – le dije volviendo a besarle – no me hace falta ni que te desnudes, con que te bajes la bragueta es suficiente.

~ ¿Estás seguro?

~ Sí

~ ¿Seguro que no necesitas un psicólogo para hablar de esas pesadillas?

~ No necesito un psicólogo ¿vale? – le dije enfadándome – solo quiero que me penetres, nada más ¿puedes hacerlo o no?

~ Puedo hacerlo – me dijo.

Le cogí del cabello con fuerza obligándole a que me mirase justo antes de decirle un “pues hazlo”. Creo que aquello de darle órdenes, le excitó más, porque se bajó la bragueta y sacó por ella su miembro mientras yo bajaba el pantalón hasta los tobillos sin quitármelo. Me bajé de la mesa y apoyé mis manos en ella colocándole mi trasero en posición a Laxus. Desde luego no tardó prácticamente nada en entrar, estaba excitado él y yo ¡Y es que hacerlo en la oficina con el riesgo de que nos pillasen, nos excitaba a los dos! No pude evitar que un gemido se me escapase cuando entró en mí, por suerte, Laxus al sospecharlo, fue más rápido y me tapó la boca evitando que se escuchase.

~ ¿Quieres que nos pillen? – me preguntó sonriendo – no puedes gemir estando en el despacho ¿recuerdas?

Le maldije, si lo llego a saber se lo digo en el archivo, que al menos estaba insonorizado y el acceso era restringido. Yo aguanté los gemidos como podía y desde luego… Laxus también lo estaba pasando muy mal intentando aguantarse a medida que aumentaba el ritmo. Tampoco tardó mucho en correrse por el poco tiempo que teníamos. Ya casi podía escuchar las voces de los compañeros entrando por la puerta de la base, así que Laxus salió de mí limpiándose y pasándome un pañuelo a mí para luego terminar de vestirnos.

~ No te lo tomes a mal Jellal, pero… ¿has pensado en tener una relación estable con alguien? – me preguntó

~ ¿Quieres tú ahora relaciones estables? – le pregunté sonriendo ¡porque Laxus no era de relaciones sentimentales! Y yo menos.

~ No hablaba de mí Jellal, ya lo sabes, yo soy incapaz de querer a alguien. Creo que necesitas a alguien más de tu estilo.

~ ¿De mi estilo? – pregunté y Laxus me miró extraño.

~ Sí, más como tú, que le guste la acción, que sea mucho más pasional, que le guste el riesgo, que sea incansable, que le guste lo mismo que a ti, que os emocione la adrenalina, a ti te encantaría tirarte en paracaídas y hacer cosas atrevidas, yo soy mucho más tranquilo para esas cosas, necesitas a alguien como tú en tu vida. – me dijo.

~ Este tema lo hemos hablado muchas veces Laxus… sólo necesito sexo, no que te tires en paracaídas conmigo en busca de adrenalina. Además ya te dije que cuando encuentres a alguien por el que sientas algo, te prometo que dejaré de pedirte estos encuentros.

~ Jellal… necesitas a alguien que te enamore – me dijo siendo ahora más específico – por el que tengas sentimientos de verdad, alguien que te haga sentir cosas, que te llene por completo, no sólo sexo.

~ Yo no necesito que sean románticos conmigo – le dije muy serio – sólo necesito esto, necesito que sean salvajes… sólo sexo.

~ No es cierto – me dijo sonriendo – todos necesitamos que en algún momento, alguien sea romántico con nosotros y yo no puedo darte eso.

~ ¿y quién crees tú que sería mi tipo? – le pregunté sonriendo ¡Porque nadie era de mi tipo!

~ Cualquiera de los de la sección de asalto – me dijo muy serio – Gajeel o incluso Loke por ejemplo, es igual que tú, vive la vida a su manera, busca adrenalina, no tiene miedo a nada, disfruta del riesgo, ¡le encanta el sexo! – me remarcó – es como tú.

~ Es heterosexual – le dije muy serio – y un mujeriego sin remedio, no saldría con él ni muerto, por suerte para mí, no le gustan los chicos – le contesté con una sonrisa.

~ Bueno no he dicho que tenga que ser él, ya sé que le gustan las mujeres, era sólo un ejemplo del modelo de chico que necesitas en tu vida – me dijo muy serio ahora y no pude contestarle porque escuchaba las voces de mis compañeros muy cerca.

Me senté en la silla de enfrente y cuando entró el primer compañero en el despacho, hice como que estaba ayudando a mi sargento con los documentos ¡nadie sospechó nada!

 

 


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