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Enamórame por Fullbuster

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Jellal Fernándes POV


 


Apagué el móvil en cuando salí del tribunal y es que no quería saber ahora mismo nada de nadie, quería estar solo con mi dolor, porque jamás esperé que pudiera enamorarme y por supuesto no esperé, que me rompieran el corazón en mil pedazos por mi pasado, por culpa de mi padre, pero no podía cambiar lo que hice, sólo tenía dos opciones para mantener una relación ¡Qué lo supieran y no les importase o simplemente ocultar mi pasado!


De todas formas me sentía culpable, porque antes de salir con Loke ya sabía que me rechazaría si se enteraba, él era el niño rico, no entendía estas cosas y por supuesto, aunque no quisiera, siempre pensaría en la influencia y reputación de su familia, porque le habían educado de esa forma. Intenté ocultarlo para poder estar con él y no resultó, ese fue mi fallo.


Lo que más lamentaba de hoy, era haber perdido el caso, porque no quería que Gray volviera a esa casa con su hermanastro Lyon, pero lo que un tribunal dicta, siempre hay que acatarlo, ya no podía hacer nada, a mí no me darían la custodia sólo por mis antecedentes, supongo que tenían razón, no era una buena influencia, no lo podía ser para nadie.


Me senté al lado de la ventanilla y durante todo el viaje miré el paisaje pasar a gran velocidad. No quería pensar en Loke porque no quería ponerme a llorar aquí mismo, pero era imposible no pensar en él. Tuve que hacer un gran esfuerzo para contener las lágrimas y más de una vez, tuve que frotarme los ojos intentando evitar que salieran las lágrimas y pudieran verlas las personas que se sentaban a mi lado. ¿Por qué tuve que enamorarme precisamente de Loke? Sabía como era él, sabía como era su familia y no pegábamos ni con cola, sabía que cuando el niño rico se cansase me daría la patada como siempre hacía con todas las chicas con las que había salido.


Ni siquiera tenía caso ya pensar en él y sin embargo, no podía parar de pensar en los buenos momentos que habíamos tenido, en los puñetazos que tuve que darle para que espabilase, en sus bonitas frases diciendo que estaría siempre conmigo, que me apoyaría, que le llamase si necesitaba ayuda ¿Enserio tenía que avisarle si necesitaba ayuda? Me parecía tan estúpido pensar en eso… ¡como si fuera a venir aunque le pidiera ayuda! ¿No era capaz de darme la mano del asco y sería capaz de venir a ayudarme? No creía ya en sus palabras, sólo me parecían un montón de chorradas, algo que se dice para alegrarte y que se evaporan en el aire una vez hay un problema.


Llegué a la estación y me cargué la mochila a hombros empezando a caminar por aquel estrecho camino de tierra. Veía campos de arroz y gente trabajando en ellos, pero seguí caminando hasta la bifurcación del camino, a la derecha el pueblo, a la izquierda… mi casa ¡hacía tanto que no volvía! Caminé diez minutos más hasta que vi la casa medio destartalada y el jardín delantero del que ya salía mi hermana corriendo al verme.


Se abalanzó sobre mí con su gran sonrisa y la abracé ¡necesitaba eso! Necesitaba saber que aún le importaba a alguien, porque de mi madre me olvidaba de que me reconociera. Mi hermana Wendy parecía muy contenta de que hubiera vuelto a casa, pero yo no paraba de pensar si era correcto estar aquí o no.


Mi hermana soltó el abrazo para mirarme y sabía que no se le escaparía que me pasaba algo, ella era demasiado inteligente, no podía ocultarle nada. A veces parecía tan niña y otras parecía tan madura, supongo que con mi madre enferma, a ella le había tocado madurar a la fuerza para ocuparse de todo.


~ ¿Estás bien? – me preguntó y le negué con la cabeza.


Me dio otro enorme abrazo agarrándose a mi cuello, como si supiera que era eso exactamente lo que necesitaba y no me soltó hasta cinco minutos después. Cuando lo hizo, me dibujó su gran sonrisa y cogió mi mano para empujarme tras ella hacia la casa.


~ ¿Cuánto tiempo te quedas? – me preguntó.


~ No lo sé – le dije forzando una sonrisa.


~ ¿No tienes que trabajar?


~ No – le dije – ya no soy policía – le contesté y pareció como si mi corazón ya roto, aún pudiera romperse más.


~ ¿Quieres ver a mamá o lo dejamos para más adelante? – me preguntó y casi prefería pasar el mal rato ahora.


~ Vamos a saludarla – le dije forzando una sonrisa.


Entré en la casa y la vi sentada en un cojín frente a una pequeña mesa arreglando un bonsai y es que recordaba que a mi madre se le daban muy bien las plantas, yo era un desastre con ellas, pero mi madre tenía un don para arreglar las plantas y los bonsáis. Me senté frente a ella tras darle un beso en la mejilla y pude ver su sonrisa.


~ Mystogan, cuanto tiempo cielo – me dijo y justo como pensé, no me reconocía, así que decidí seguir fingiendo que era mi hermano.


~ ¿Qué tal va todo mamá? – le pregunté – estás muy guapa – le dije con una sonrisa.


~ Tú siempre tan galán – dijo arreglándose el pelo.


La verdad es que a veces me dolía que por su enfermedad no me reconociera, pero en otras ocasiones como hoy, me alegraba, porque me era mucho más fácil hablarle de la vida perfecta de mi hermano que de mis errores y desastres.


~ Coge ese bonsáis y ayúdame – me pidió dándome unas tijeras y acerqué la maceta a mí para empezar a cortar las ramas que le sobraban con delicadeza. - ¿Cómo va tu trabajo? ¿Ganas muchos casos?


~ Claro que sí – le dije sonriendo y es que mi hermano era abogado


~ ¿y tú hermano? ¿no ha podido venir contigo a verme? – me preguntó


~ No – le dije – está trabajando, ya sabes lo ajetreado que lo tienen siempre – me excusé yo mismo aunque era yo quien estaba aquí y no mi hermano.


~ ¿Le va todo bien?


~ Sí – le dije a punto de llorar pero sentí la mano de Wendy en mi hombro dándome su apoyo mientras servía el té que había ido a preparar – todo le va estupendo.


~ Me alegro – comentó dando un sorbo a su té.


~ ¿ya se ha echado novia? – preguntó con una sonrisa.


~ Sí – le mentí – una chica preciosa, imagino que ya te la presentará un día que venga.


La verdad es que ya no me importaba tanto mentirle como antes, porque sabía que nunca vería a Jellal, sólo vería a mi hermano, así que… yo nunca vendría a verla, por lo que podía inventarme cualquier cosa. Al menos ella vivía feliz sabiendo que todo iba perfecto.


Hablé con ella de cosas poco importantes y me asusté un poco al verla toser bastante a menudo y es que estaba ya demasiado enferma. Al final, acabé esa tarde pasando por el pueblo a comprarle sus medicinas, porque apenas le quedaban y a Wendy ya no le quedaba dinero para ir a por ellas.


Cuando regresé a casa, dejé la bolsa con las medicinas encima de la mesa de la cocina y salí al pasillo de madera que daba al jardín. Lo mejor de esta casa… era lo tradicional que era, con su patio, su estanque, sus pasillos de madera, sus puertas correderas ¡lo echaba de menos! Sobre todo porque era la casa de mis abuelos.


Me tumbé en el pasillo de madera frente a las escaleras que bajaban al patio y me quedé allí tumbado mirando el cerezo más grande del jardín mover sus ramas con la brisa. Wendy apareció en aquel momento y se sentó a mí lado cogiendo mi cabeza para apoyarme en su regazo mientras me acariciaba el cabello.


~ Toma – le dije sacando de mi cartera unos billetes.


~ No puedo cogerlo – me dijo


~ Venga ya – le sonreí – cógelo, total ahora ya estoy aquí. Lo iba a pagar igualmente y tú sabes mejor cómo administrarlo, vives aquí siempre. – al final acabó cogiendo el dinero.


~ En realidad tenemos un par de cosas que arreglar – me dijo – hay un grifo roto en la cocina, las maderas del pasillo sur están saltando y alguna puerta se bloquea – me comentó.


~ Lo arreglaré mañana – le dije


~ Vale.


Y es que sabía perfectamente que había cosas que Wendy no podía hacer ella misma, como las cosas de carpintería o de arreglar lo que se rompía, así que mañana echaría un vistazo por la casa y arreglaría yo lo que viese en mal estado.


~ ¿no tienes novia, verdad? – me preguntó sonriendo pillando mi mentira.


~ No – le dije – tenía un novio, o eso creo, tampoco sé muy bien qué éramos, nunca lo hablamos, supongo que eso era estar saliendo, ya no lo sé.


~ ¿Y qué ha pasado?


~ Que le doy asco – le dije


~ ¿Se enteró?


~ Sí, perdí un caso ante el tribunal, intenté sacar a mi hermanastro de una casa donde abusaban de él y salió mi pasado a relucir.


~ ¿Por eso has huido?


~ Puede – le dije sonriendo – no tengo ya nada allí, no tengo trabajo, no tengo al chico del que me estaba enamorando, me quitan a mi hermano ¿Qué iba a hacer allí?


~ ¿Qué vas a hacer ahora?


~ No lo sé – le comenté


~ ¿Y tú brazo? – me preguntó cuando notó como temblaba


~ Oh… me dispararon, no puedo coger peso, no puedo moverlo bien y no puedo trabajar – le dije – así que no sé que haré. ¿No queda nada, no? – le pregunté por el dinero de la cuenta.


~ Muy poco – me comentó.


~ Coge el de mi cuenta si hay que pagar algo de momento hasta que encuentre trabajo.


~ Pero… ¿y tu brazo? ¿no necesitas rehabilitación? ¿Y tú medicación?


~ La necesitaría, pero supongo que ahora el brazo tendrá que trabajar, no tengo tiempo para rehabilitación – le dije sonriendo – ya ha estado mucho tiempo de vacaciones.


~ No creo que sea buena idea, podrías empeorarlo.


~ No te preocupes ¿vale? Algo se me ocurrirá. De todas formas no iba a poder volver a disparar, así que da igual si no consigo toda la movilidad de nuevo.


Wendy no volvió a decir nada, sólo me acarició el cabello mientras mirábamos el cerezo del jardín frente al estanque. Escuchaba el ruido del junco golpeando contra la piedra cuando se llenaba de agua y me relajaba. Supongo que era Wendy quien al final actuaba como mi madre, acariciándome para consolarme, ocupándose de la casa, del tema económico, de todo. Por lo menos, con mi hermana me sentía cómodo y a gusto, porque ella no me juzgaba, sabía todo lo que había hecho y por qué lo había hecho, jamás me hizo como Loke un aspaviento para no tocarme por el asco.


Saqué una fotografía de mi cartera donde estábamos todo el equipo y Wendy me vio mirarla, ésta era la última vez que iba a verla. Arranqué de golpe mi imagen del equipo y mi hermana se asustó porque la rompiese.


~ ¿Qué haces? – me preguntó al verla ya rota, con mi imagen en una mano y el resto del equipo en la otra.


~ Ya no soy del equipo – le dije dándole mi fotografía ahora apartada del resto – para ti – le sonreí y aunque no le gustó la idea de que rompiera la original, se quedó la mía mientras yo miraba la última vez a Loke, que se suponía estaba al lado mío, ahora él se quedaba en la esquina.


Al final, con el ruido del junco en mi cabeza y Wendy acariciándome, me quedé dormido como un niño pequeño con la fotografía en la mano.


 


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