Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Wet, thunderous & hot. por Radioactive

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, aquí les dejo esto de rápido. <3 

Disfruten. 

 


—¿Leo? —preguntó el pelirrojo con voz que el aludido pudo escuchar perfectamente. Porque el mundo desapareció y fue la única jodida cosa que pudo percibir dentro de su cabeza.


—E.T. —espetó con amargura, no evitó la mueca de asco y ni siquiera dio tiempo al otro de reaccionar, porque saltó de la tarima y se perdió entre la gente.


Ethan repitió la acción unos segundos después. Tampoco podía atender al sonido distorsionado del tipo en el micrófono, ni la gente que hacia tumulto, ahora curiosa por el escape repentino de uno de los protagonistas del momento, seguido por el otro.


Atravesó a la  multitud dando tumbos. Cuando salió del local, no pudo encontrar a Leonard por mucho que buscó. El maldito siempre había sido veloz.


Resopló y se tiró en uno de los escalones de acceso trasero. Y entonces sonrió.


Que decepcionante parecía que el hombre sensual fuese ni más ni menos que su jodido primo odioso y pendejo. Pero por lo mismo, la decepción podía convertirse en un ligero sabor a victoria. Misma que podía disfrutar con un buen vodka. Prácticamente ÉL había hecho TODO el trabajo, así que reclamaría el premio como suyo.


Cuando volvió adentro, se convirtió en el centro de atención de nuevo. Tenía una sonrisa para esas ocasiones, que salió naturalmente cuando otra vez se  a subió a la tarima.


•••


Sus ojos habían ido de aquí para allá, buscando a su objetivo con cautela. No fue tan difícil encontrarlo. Esa cabellera no podía pasar desapercibida.


Estuvo observándole todo el tiempo. Le dio un poco de gracia el hecho de que se moviera con cierta hiperactividad de un lado a otro. Parecía imparable, y eso le encantaba. Incluso cuando salió del local, el gorila en la puerta le mantuvo al tanto. No pensaba que escapara, pero si lo hacía, por supuesto, le castigaría después.


Todo iba bien, incluso cuando se dejó toquetear por algunos guarrillos mientras bailaban. Eso podía permitirlo, ya lo había visto antes y le gustaba mirar porque se imaginaba a sí mismo bailando con él, tocándolo de esa manera, probando sus labios.


Pero una rabia se apoderó de su cuerpo cuando Ethan comenzó a bailar con ese pelele. Eso no sí que NO estaba bien, realmente no. Claramente estaba sucediendo algo más intenso ahí. Algo que no estaba dentro de su control. Una variable extraña.


Oh dios, quería asesinar al desgraciado…


El bartender tuvo que limpiar los cristales del vaso que aventó y se rompió inevitablemente contra una botella con la bebida cotizada como de las más caras de la zona. Pero eso no importaba. Después de todo era dueño del local, de la mayoría de los locales si se atrevía a presumir. 


Oh no, Ethan no iba a salir de esa tan fácil. Iba a darle un castigo, uno de verdad. Esta vez que sobrepasara los límites de una pantalla y una cámara.


Por fin tendría a su amo cara a cara.


•••


Ethan llegó con una sonrisa amplia, en un Lunes por la mañana, era LUNES y él estaba feliz de llegar a la universidad. Claro, porque ahora tenía un secreto que podía contar a todo el mundo.


No es que Ethan fuese popular… es que más bien era amigable. Amigable con chicas porque ser gay es como ser una amiga más. Incluso cuando no eres afeminado, de pronto todas comienzan a verte como un tierno ser al que le puedes contar toooooodos tus problemas. Ethan tenía paciencia por lo cual no era un problema. Y bueno, amigable con hombres, porque claro, no es que fuese un prostituto, ni un degenerado, ni un puto de primera, pero los hetero-closeteros-solo-te-cojo-por-curiosidad-y-te-mataré-si-le-dices-a-alguien suelen ser los más agresivos en cuanto al sexo, su masculinidad innata al ser tan reprimidos es jodidamente efectiva cuando pueden tocar un culo que pueden follarse, y saber secretos de la gente era un pasatiempo-obsesión para el pelirojo, que le hacía los días más entretenidos.


NUNCA, pero en serio nunca, había revelado los secretos de los demás. Pero esto era diferente. Su primo se lo merecía, y además tampoco le juro lealtad a él, al contrario, haría cualquier cosa para destruirlo.


Entró por las puertas principales y lo recibieron algunos saludos que venían de todos lados. Ese día su horario estaba completo, ninguna clase libre, pero igual podía comenzar a expandir el rumor una vez que finalizara la jordana. Tenía todo el tiempo del mundo.


 •••


Leo estaba a punto de explotar. Todos sus amigos estaban hablando de lo bien que se la habían pasado con sus novias el fin de semana, que debió ir con ellos a la casa de verano de Roy, que se habían emborrachado y habían vomitado no sé qué jarrón de no sé dónde, que habían pasado un montón de cosas que a él no le interesaban en ese jodido momento.


Lo único que circulaba por su mente eran plegarías. Quería cavar un hoyo y esconderse. O mejor aún, cavar un gran hoyo y meter ahí al hijo de puta de su primo que seguro ya estaba abriendo su bocota por ahí.


Entonces lo vio salir, rodeado de chicas y un enclenque tímido que siempre lo seguía a todas partes. Puto maricón, maldito puto maricón, con su nariz pecosa, sus labios rojos y porte de soy la abeja reina.


Saltó de su asiento y se dirigió a él con su habitual caminar amenazante que dice “quítate de mi camino o terminarás con menos dientes de los que tienes.” Ethan reaccionó rápido cuando le vio y puso su sonrisa ladina que provoca hasta al más puritano.


—Primito, ¿necesitas algo? —Leo resopló y el otro solo sonrió más.


—Ven conmigo E.T., hablemos —le agarró el brazo, ignorando todas sus réplicas de que estaba siendo muy brusco.


Lo arrastró prácticamente hasta un lugar donde nadie pudiera escucharlos, y lo acorraló contra la pared con todo su cuerpo para que el zorro escurridizo no escapara.


—Mira cabrón, quiero saber a quién le has dicho, y no mientas, porque estás de un humor que brillas, y me lo vas a decir, o le diré a todos lo de la cicatriz… —la sonrisa de triunfo, que había conservado hasta ahora, escapó de los labios de Ethan y su tez se puso pálida.


—Prometiste que no…


—¡Entonces dímelo! —golpeó la pared y alguna de la saliva que escupió al gritar fue a dar a la cara del menor.


—Qué asco… no se lo he dicho a nadie maldito gorila —recuperó su actitud desafiante, y se limpió la cara—, pensaba usarlo para chantajearte, por eso no le he contado a nadie… además, si le digo a alguien tu secreto, los demás desconfiarán de mí, y dejarán de decirme los suyos ¿no? —mentira, vil mentira, no se le había ocurrido eso hasta ahora, y se sintió tonto por eso, pero lo disimuló bastante bien, empujando a su primo y acomodándose la ropa.


Leo bufó y se plantó de nuevo frente a él, pegando su nariz con la de Ethan y mirándolo desde ahí. El pelirojo odiaba con todo su ser que hiciera eso, y lo sabía perfectamente, por eso se aprovechaba.


—Supongamos que te creo mentirosillo, dime qué es lo que pensabas pedirme, y te dejaré ir, y más vale que sea algo bueno, porque un secreto como ese debe tener un precio alto ¿verdad? —le desafió.


A Ethan le desagradaba el gesto de pegar narices porque lo mismo hacía su padre con su madre cuando la amenazaba. Y el hervía de rabia que Leonard conociera sus debilidades tan bien.


—Iba a pedirte tu chaqueta de cuero, los discos que nunca me devolviste, y que golpearas a un tipo que me está acosando —bajó la mirada y resopló. Ya no podía aguantar la cara de Leo encima de la suya, era jodidamente asqueroso recordar a su viejo de esa manera.


—Bien —se separó. Ethan nunca bajaba la mirada cuando mentía, siempre buscaba saber si le creías, viéndote a los ojos —. Que sepas que no te voy a cumplir ningún caprichito. Dejémoslo en secreto por secreto. Yo seguiré guardando lo que paso aquel día, y tú no le dirás a nadie lo mío ¿de acuerdo? Porque… yo lo prometí, pero es mejor tener una garantía ¿no? Así que promete también, que mantendrás tu boquita cerrada, una promesa de la misma magnitud que la mía —sonrió con suficiencia. Ethan tenía las orejas rojas y seguía con la vista baja.


—Vale, lo prometo… —no tardó mucho en decir.


—Perfecto —le dio un beso en los labios y le revolvió el cabello —, promesa cerrada. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).