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Conseguirlo por neusa chan

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Notas del capitulo:

Ay, casi se me pasa actualizar :’D Soy una irresponsable.

Esta semana empecé un nuevo semestre en la universidad y mi energía ha sido succionada hasta casi acabarme física y mentalmente. Me va costar un montón seguir escribiendo, pero no me rendiré para actualizar cada viernes. La buena noticia es que ya está todo planeado y la historia sólo tendrá 5 capítulos, así que espero que me apoyen mucho. ¡Eh, fiesta!

EXO no me pertenece, por eso es que vivo tan triste.

Usagi

Minseok se llevó la fresa entera a la boca y no tuvo la delicadeza de terminar de masticar antes de hablar.

—¿Y sólo se fue?— preguntó.

Luhan reprimió el impulso de cerrarle la boca con los dedos. Era un gesto demasiado íntimo, que no quedaba bien en el ambiente en el que estaban. Lay y Chen comían sin intervenir.

—Sí— contestó Luhan, usando el tenedor para separar un poquito de pastel en su plato—. Bueno, no.

—Decídete— ordenó él.

—Se quedó… y luego se fue.

—¿Cuánto tiempo se quedó?— preguntó Lay, hablando por primera vez desde que habían llegado al café.

Había tan pocos clientes que Chen se había permitido un pequeño descanso para comer con todos. Era por la tarde, y la mayoría de estudiantes, los clientes habituales, estaban ya en sus casas haciendo los deberes. En el lugar, además de ellos, una pareja de ancianos estaba sentada en una de las mesas más alejadas. Estaban tan viejos que ambos se parecían entre sí.

—Se quedó el tiempo suficiente— respondió Luhan, evasivo. A Chen no le gustó.

—Sólo dinos si te acostaste con el crío o no. ¡Cuánto problema para confesar un error en tu perfecta vida!

No por primera vez en toda la conversación, Luhan se arrepintió de haber tocado el tema de Sehun. Ya habían pasado un par de días desde ese fatídico día en el que lo había dejado entrar a su casa y, tontamente, había intentado llevarlo a la cama. Todavía ahora se preguntaba qué había pasado por su mente en ese momento en que se acercó al pobre chico que temblaba, en su cocina.

—Bien, se quedó el tiempo suficiente para dejarme con un charco de agua en el suelo de mi cocina que tuve que limpiar, por cierto; un café frío y una erección. ¿Ha sido suficiente?

Chen se soltó a reír, aplaudiendo como una foca entrenada. Minseok le siguió, aunque intentó ocultar su carcajada metiéndose un gran bocado de pastel. Lay se quedó mirándole con aquella expresión suya que parecía cabalgar entre el sueño y los efectos relajantes de haber fumado marihuana.

—¡No se acostó contigo!— repitió Chen, entre risas. Por la forma en la que se reía, parecía el chiste más gracioso sobre el planeta.

—No— suspiró Luhan, tratando de no molestarse—. Se detuvo antes y salió corriendo como si le estuviese apuntando con un arma.

—No le estabas apuntando con un arma, pero un pene puede ser algo parecido.

—Chen, estamos comiendo, mierda.

—Minseok, lo que pasa es que eres un amargado.

—¡Respeta a tus mayores!

—Estás demasiado viejo. Tienes toda la razón. Eres un mayor.

Antes de que pasara a mayores, Luhan decidió continuar con su historia. Al menos los podría mantener ocupados, lejos de temas que podrían ser peligrosos.

—Se fue y no regresó jamás.

—Parece una línea sacada de un drama— comentó Minseok, negando—, cursi.

—Tienes razón. No le he visto desde hace mucho— dijo Chen, mirando el reloj de su muñeca—. Pensé que se había cansado de seguirte como un perrito faldero.

—Se cansó. Después de obtener lo que quería.

—Lo que quiere es acostarse contigo. Y, de paso, ponerte su apellido, mudarse a tu casa y encerrarte en una cabina de cristal para que no puedas salir y él sea la única persona en el mundo que pueda mirarte.

—Has estado leyendo demasiados thriller, Jongdae— dijo Minseok, pasándole un brazo por los hombros.

—Si lo miras por el lado amable, está bien que haya dejado de seguirte— Lay los miró a todos de manera aburrida—. No está bien que te acuestes con estudiantes de instituto, por más guapos que estén.

—No es guapo. Querrás decir: genéticamente talentoso.

—Chen…

—Ya cruzaste una línea, con el niño, que no debiste haber cruzado— continuó Lay, como si nunca le hubiesen interrumpido—. Está bien que haya desaparecido. Es más, es perfecto. Que se borre de tu vida. Fue sólo un desliz de un día lluvioso. Nada del otro mundo.

Y esas mismas palabras se repitió Luhan mientras regresaba a su casa. Oh Sehun con cara de póker había sido un ligue sorprendentemente fugaz, tan rápido como el rayo. Le dio tantas vueltas a su cabeza que estuvo a punto de creérselo. Sin embargo, se quedó paralizado a una calle de su casa al distinguir una persona acurrucada al lado de su portal. Oh Sehun tenía, como siempre, su uniforme escolar color mostaza, y jugaba, totalmente concentrado, con su teléfono celular.

El corazón de Luhan dio un vuelco al reconocerlo. No habría podido confesarlo, pero verlo después de que Sehun desapareciera era un alivio. Se había acostumbrado, casi por dos años, a tenerlo detrás de él. Ellos nunca se habían separado por tanto tiempo. Ahora Sehun estaba sentado en el portal de su casa, como siempre debió haber sido: esperando porque Luhan terminara su sagrada rutina diaria.

Pero las alarmas de Luhan se encendieron: ¿qué hacía Sehun ahí, de vuelta en su casa, cuando lo había rechazado sin un pestañeo el día que había estado más que dispuesto de acostarse con él? Quizás había sido lo mejor para ambos, pero aún le dolía a Luhan en el ego. No estaba acostumbrado al rechazo. Y se regocijó, internamente, al ver que Sehun no había podido deshacerse de él del todo. Sólo pudo alejarse de ti un tiempo, pensó, y ahora está de nuevo contigo.

Como una especie de venganza infantil, se dirigió con paso firme hasta su puerta y sacó las llaves de uno de sus bolsillos. Tú me ignoraste después de que yo casi te entregué todo, parecía decirle, ahora es tu turno de sufrir. Luhan no le dedicó ni una sola mirada cuando pasó por su lado, ni al abrir la puerta. Lo ignoró olímpicamente. Fue casi como si todo el asunto del día de lluvia jamás hubiese existido.

Entró, triunfante, a su casa. Pero, antes de que pudiese cerrar del todo la puerta, Sehun se deslizó con velocidad dentro. Las alarmas de Luhan pasaron al rojo.

—¿Qué estás haciendo dentro de mi casa?— terminó casi siseando, furioso.

Sehun le dedicó una mirada demasiado intensa para alguien de su edad. Parecía que estuviese cargando con todo el peso del mundo, pensó. Y antes de que pudiese decirle algo más, la mirada de Sehun lo recorrió entero, con esa familiar lujuria grabada en todo el rostro. Al sentirse en un terreno más conocido, con el poder en las manos, Luhan se relajó.

—¿No te ha enseñado tu madre que no debes entrar a las casas de los demás sin su permiso?

Si escuchó la pregunta, no lo dejó traslucir. Estaba tan absorto en Luhan que todo el mundo se había reducido a esa habitación. De pronto, Luhan tuvo mucho calor. Recordó a Lay advirtiéndole sobre su desliz con el chico frente a él y se sintió avergonzado por tenerlo allí.

—Sal ahora, Sehun.

—¿Por qué?— dijo él, hablando por primera vez después de mucho tiempo.

—Porque no debes estar aquí.

—Yo quiero estar aquí.

El ego de Luhan creció, pero no podía olvidar cómo lo habían herido.

—Tuviste tu oportunidad antes y la desaprovechaste— se mofó—. Huiste.

—Fue demasiado rápido… Yo, Luhan…

—Vete.

—No quiero. Me voy a quedar.

—Vete, ahora.

—No, Luhan, no.

Luhan sintió como si se estuviese estrellando una y otra vez con la misma pared, y por propia voluntad. El chico era demasiado terco para su propio bien. No podía preguntarle por qué lo había rechazado antes y ahora regresaba, porque le haría creer que estaba interesado. Era una nimiedad; podía vivir sin saberlo. Y si Sehun no quería salir, no podía sacarlo. Tendría que espantarlo.

—¿Dónde está tu mochila?— preguntó.

—¿Mi mochila?

—Sí— y repitió—: ¿Dónde está? ¿Dónde están tus cosas?

Sehun empalideció y miró hacia la puerta de manera fugaz. Luhan se permitió sonreír de manera burlona.

—¿Está afuera?— dijo—. Me parece que tendrás que ir por ella.

—No quiero que me cierres la puerta.

—Oh, niño, ¿por qué estás tan caprichoso hoy?

No obtuvo la reacción que esperaba, una parecida a la primera vez que lo había llamado niño.

—¿No puedes simplemente conformarte con mirarme? Tuvimos una buena relación antes, ¿no crees?

—No— respondió Sehun, de inmediato, con la voz demasiado ronca—. Pensé que podría hacerlo, pero no. No puedo. Lo intenté y no puedo.

—¿No podemos regresar a lo de antes?

—Yo ya no puedo.

Y como para remarcar sus palabras, Sehun le miró la boca y se relamió los labios. La voz de Lay alabando la desaparición de Sehun empezó a repetirse en su cabeza y, con ella, recordó a Kris. Una noche en la que ambos habían ido a divertirse, Kris se había bebido más de lo que él creía sano para una persona. Se había emborrachado hasta tal punto que Luhan no pudo beber ni una gota más por la preocupación.

En su ebriedad, Kris abrió su corazón de una manera que jamás habría hecho. Confesó que estaba destrozado emocionalmente. Y todo, según sus palabras, era por la culpa de ese mocoso hijo de puta. Que no se le ocurriera a Luhan intentar algo con algo con un mocoso de instituto, porque podrían dejarlo como estaba él. Todos eran unos mentirosos y traicioneros, que sólo servían para hacerte creer que lo eres todo, cuando no eres nada. Le había prometido todo, pero no le había dado la oportunidad de cumplirlo. Se había escurrido de su agarre con la ligereza de su edad, rápida y limpiamente. Lo había dejado colgando, pensando erróneamente que el más implicado en la relación había sido el otro, cuando no era más que Kris tan enamorado que estaba roto. Al final de la noche, no dejaba de repetir que no se arrepentía. Que dolía, ¿qué podía pensar Luhan? Pero que era un dolor delicioso.

Después de eso, Luhan no había sido capaz de tocar el tema de Kris. Nunca supo si había regresado con su mocoso hijo de puta o lo había dejado ir. El secreto de Kris y su relación con un estudiante de instituto se iba a ir a la tumba con él.

—Sehun…

Si Kris había podido tener una probada de su chico, ¿por qué no él?

—¿Qué vamos a hacer ahora?— preguntó Luhan, con tono afectado.

Y Sehun no decía nada ahora, pero podía recordar la vehemencia de su negación sólo un momento antes.

—Ve por tus cosas.

—No…

—No te cerraré la puerta— aclaró Luhan, y dio media vuelta para dirigirse a la cocina—. ¿Ya almorzaste? Podría preparar algo para los dos.

Se perdió la expresión de Sehun, pero el sonido de la puerta abriéndose fue suficiente respuesta. Preparó algo ligero para dos personas mientras el chico regresaba de dónde sea que tuviese sus cosas y se instalase en su sala de estar. Cuando tuvo la comida fue hasta la sala de estar. Sehun se había quitado el blazer amarillo y lo había colgado en el brazo de uno de los sofás; su corbata, más suelta, colgaba ligeramente de su cuello; las mangas de su camisa estaban recogidas hasta los codos y hablaba en voz baja mientras escribía en un cuaderno.

La vista era buena, pero peligrosa. Sehun no era parte de su casa, mas estaba ahí, viéndose como si fuese todo lo contrario. El asunto de una relación con un estudiante mucho menor que él pasó otra vez por su cabeza; y Kris, con su voz afectada por el alcohol, repitiendo una y otra vez que no se arrepentía. Fue suficiente.

—Sehun— llamó suavemente. El chico, al verse interrumpido, dejó el lápiz sobre la mesa—. ¿Qué estás haciendo?

—Cálculo.

No tenían más de qué hablar. Luhan dejó la comida encima de los cuadernos de Sehun e ignoró su expresión alterada.

—¡No pongas eso ahí!— se quejó.

—¿Qué vamos a hacer ahora?— preguntó Luhan, ladeando la cabeza.

Sehun se desconcertó por el cambio repentino de tema, así que calló. Luhan continuó hablando.

—¿Qué podemos hacer?

—No hay que preocuparse… ahora…

—Ahora hay un problema, Sehun— interrumpió, sentándose al otro extremo del sofá en el que él estaba—. Eres demasiado guapo, ¿te lo han dicho antes? Y yo no estoy por el trabajo de ignorarlo.

Sehun se sonrojó y desvió la mirada.

—Sí, me lo han dicho— murmuró.

—Y también un poquito adorable— añadió Luhan—. Un plus. Me gusta.

Regresaron al silencio incómodo al no tener nada más que decirse. Sehun parecía tener realmente muchas ganas de iniciar una conversación, pero no fue el primero que dijo algo.

—Acércate, Sehun.

Esta vez, Sehun obedeció. Estaban en el mismo sofá, mirándose de frente y de cerca. Luhan estiró el brazo y empezó a peinarle el cabello a Sehun con los dedos.

—¿Por qué te pintaste el cabello de rubio?— preguntó, susurrando. A Sehun le tomó un par de segundos concentrarse para contestar.

—Pensé que así me notarías.

—Has crecido mucho.

Sehun no pudo esperar más. Se lanzó hacia adelante y apretó sus bocas. El impacto fue tan fuerte que hizo que el labio inferior de Luhan se partiera y sus dientes se chocaran.

—¡No, así no!— Luhan lo separó de sí, frunciendo el ceño—. Demasiado impaciente.

El chico no se dio por aludido. Miró a Luhan tratando de suavizar la expresión, sin mucho éxito.

—Enséñame, entonces— susurró Sehun, cerrando los ojos—. Seré un buen alumno.

Por un segundo, los ojos de Luhan se desviaron hasta la chaqueta color mostaza del uniforme escolar. Supo que lo que había dicho Sehun se cumpliría al pie de la letra. La pregunta era: ¿estaba él dispuesto a enseñarle?

 

Notas finales:

Y ya, fue todo… ¿Por qué hago estos fics cortitos que me arruinan la vida? No me gusta :’D

Luhan ha cedido, por fin, y yo sigo con muchos feels por su culpa. Espero que les haya gustado y el próximo capítulo, sin falta, estará el próximo viernes.

Usagi


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