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Investigar por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Fic dedicado a Julie96 y a MARY GM quienes me sugirieron a la pareja.

Ya he utilizado a esta pareja, bastante, y de detectives incluso, pero creo que se ven bien en ese papel los dos, solo espero que les guste y/o interese la trama.

Notas del capitulo:

Me parece que la trama valía ver la luz, espero que les guste aunque sé que no muchos enloquecen por esta pareja, a quienes lean muchas gracias de antemano.

Es la primera parte.

 

Capítulo I

 

Un llamado de ese tipo era interesante para Milo de Escorpión, desde que se dedicara a ser detective privado pocas veces se había sentido tan interesado por un caso como en esa ocasión, no era para menos cuando Saga de Géminis lo había contactado por medio de su asistente personal, un asunto serio había pasado para manejarlo con discreción y requiriendo los servicios de un excelente detective privado. No había espacio para la modestia, él era magnífico en su labor.

Llegó a una enorme propiedad, una casa de estilo británico, se anunció y como lo aguardaban condujo hasta la entrada. Un mayordomo que parecía figura de cera lo guió a una especie de despacho donde debía aguardar.

—     El señor vendrá en un momento.

Nada más y salió.

Pudo dar una breve mirada alrededor, el tipo de lugar que pretende no ser de rico pero todo decía que lo era. Unos instantes y apareció un hombre joven de largos cabellos lavanda y ojos verdes y que parecía tener que hacer muchas cosas a la vez.

—     Milo de Escorpión—lo llamó a manera de saludo—Soy Mu de Aries, asistente del Señor Géminis, se nos unirá en un momento con alguien más.

—     De acuerdo.

¿Alguien más? ¿De qué se trataba todo eso? Las primeras respuestas llegaron cuando la puerta se abrió, quien entró era un hombre, uno muy interesante vestido con pantalones y chaqueta azules y una camisa blanca, el cabello y los ojos muy azules. Era muy atractivo pero el problema era que se conocían.

—     Camus.

—     Milo—dijo el otro como si nada.

Tal vez hubieran dicho algo más pero en ese justo instante la puerta se abrió y apareció un alto hombre bastante guapo, de ojos verdes y cabellos azules, sin embargo estaba con una gran cara de pocos amigos, frunció el seño al verlos, todo un signo de desaprobación.

—     Señor, ellos son…—intentó decir el asistente.

—     Hace tres días robaron algo de mi propiedad—dijo el hombre de mirada verde y cabello azul sin más—Algo muy valioso y quiero que lo encuentren ¿Saben algo de La Isla de la Reina Muerte?

—     Lo publicado en los diarios—dijo Milo.

Camus solo hizo un gesto asintiendo.

—     El señor Géminis adquirió después de años de litigio la Máscara de Cabo Sunión—explicaba el de Aries con velocidad—Fue una batalla legal dura y él es el dueño legítimo. La máscara estaba en la caja de seguridad en la propiedad cuando fue robada.

—     ¿Cuánto vale?—preguntó Milo.

—     Algo más de diez millones, de dólares.

—     ¿Está asegurada?

—     Si pero una póliza no cubrirá lo que una historia así hará perder a la compañía del señor Géminis.

—     ¿Por qué no van con la policía?—preguntó Camus interviniendo por primera vez.

Saga hizo un además de cansancio, toda esa situación lo molestaba.

—     El señor Géminis no desea que esto llegue al público, por eso acudimos a ustedes—decía el de cabellos lavanda.

—     ¿Tienen idea de lo que significó ganar esa máscara?—decía Saga como si debieran postrarse ante él.

—     Termino de sentirme impresionado—decía Camus con displicencia.

El asistente palideció, Saga enrojeció y Milo se sintió complacido, Camus, tan encantador como siempre.

—     No me gusta su actitud—decía Saga.

—     Que bueno que no la vendo—respondió el de Acuario.

Sacó una tarjeta de su cartera con un solo movimiento y la entregó al asistente quien lo miraba sin comprender.

—     Vayan con ellos, son una buena agencia.

Diciendo eso parecía dispuesto a marcharse.

—     Creo que empezamos mal—intervino Milo.

—     Alguien lo hizo—decía Camus mirando a Saga.

El asistente de Aries tan solo miraba a su jefe.

—     Son independientes—explicaba Mu intentando contener las acontecimientos—Pero son serios, los recomiendan defensores y fiscales y compañías de seguros, la policía los tiene en buen concepto, sus referencias son impecables para contratarlos.

—     ¿Nos quiere a los dos?—preguntaba Milo.

—     Son las personas que pueden con esto—recalcó el asistente y parecía sentir que se arriesgaba al decirlo.

Saga respiró con pesadez al final.

—     Muy bien, fueron sus referencias las que hicieron que los llamaran, los contrataré.

—     No me interesa este trabajo—dijo Camus.

—     ¡¿Qué?!—preguntó Saga.

—     Usted no me agrada.

Parecía que nadie le decía que no a ese hombre por la manera en que su rostro se ensombreció, el asistente parecía querer desmayarse, Milo casi sonreía, mientras que a Camus no se le movía ni un cabello de su azulada cabeza.

—     ¿De verdad les interesa que seamos nosotros quienes recuperemos la máscara?—decía Milo con firmeza.

—     Si—respondió Saga contra su voluntad.

—     Hablemos un segundo—le pidió el de Escorpión al de Acuario.

Abandonaron la habitación, se miraron de frente, podían decirse muchas cosas pero al de Escorpión solo le interesaba algo.

—     Tomemos este caso Camus.

—     No me interesa trabajar para ese hombre Milo—le explicó sin perder el tiempo el de Acuario—Ser independiente me permite tomar los casos que desee solamente.

—     Está nervioso con lo de la máscara, quiere recobrarla.

—     Tú puedes hacerlo solo.

—     Vamos, me gustará tenerte de competencia.

—     ¿Crees eso?

—     ¿Sigues molesto?

Pero el de Acuario solo se rió, así decía que no le importaba que se tratara de él en un caso a su lado.

—     Lo lograremos antes si trabajamos juntos Camus, me gustaría un automóvil nuevo.

El otro lo escuchaba y parecía pensarlo.

—     ¿Por qué no?—fue su respuesta final.

Cuando entraron de nuevo vieron a Saga quien a pesar de su quietud sin duda estaba furioso mientras su asistente luchaba por tranquilizarlo.

—     Aceptamos—dijo Milo.

—     Encárgate—le dijo a Mu y fue todo lo que salió de la boca de Saga.

Salió velozmente de la habitación sin mirarlos ni despedirse.

El asistente de cabellos lavanda sacó una especie de carpeta y se apresuró a hacer dos cheques de inmediato con lo que adivinaron era la chequera de la compañía, los entregó a cada uno, la cifra era bastante bonita sin duda, lo mejor era empezar a trabajar en el caso.

—     El señor Géminis será generoso con este caso si lo resuelven pronto—les comentó Mu—Y con discreción.

—     Lo tendremos en cuenta—dijo Milo.

—     ¿Necesitan algo más?

—     Acceso a la casa para ver donde estaba la máscara—decía Camus—Y hablar con quien supiera que estaba ahí.

—     Muy bien, solo el esposo y el hijo del señor Géminis lo sabían, el señor se llama Shaka y su hijo se llama Shun, los guiaré en este momento.

El hombre de los Aries así lo hizo y a Milo no se le escapó que miraba de reojo a Camus, eso no era extraño, los hombres lo miraban aunque esa atención pocas veces era bien recibida.

—     ¿Hace mucho que trabaja para el señor Géminis?—le preguntaba Camus con mucha caballerosidad.

—     Desde hace dos años—fue la respuesta de Mu.

—     Su jefe parece un poco difícil.

—     A veces lo es pero los negocios que hace y maneja son importantes, eso vuelve a cualquiera difícil.

—     Usted parece amable.

—     Intento serlo.

—     ¿Sabía de la máscara?

—     No sabía donde estaba si es su pregunta.

—     Lo lamento—dijo suavemente el de Acuario—Pero necesito descartarlo cuanto antes.

—     Está bien, es su trabajo.

Milo tuvo que sonreír y no le importó quedarse a un lado, veía como el asistente casi posaba durante la charla mientras él debía estar tomando nota de todo el interrogatorio, muy amable, que sostuvo. Unos minutos y ya sabían los dos que Saga no había comentado sobre el sitio de la máscara más que a su familia, no creían que nadie de la servidumbre tuviera que ver pues le tenían temor y que la lista de personas enojadas podría ser muy larga, ser un hombre de negocios que había llegado tan alto no era la mejor manera de hacer amigos.

 

**********

 

Entraron a la biblioteca, gran sitio que parecía ser solo un adorno en la enorme casa, nada parecía fuera de lugar, lo que en verdad les llamó la atención fue que apareció alguien más en escena.

—     ¿Es el detective?—preguntaba una masculina voz.

Voltearon y se encontraron con un hombre de cabellos rubios, ojos azules y vestido de tenis, se mantenía en forma pero no se veía atlético, además llevaba un trago en la mano, algo temprano para estar pasado de copas pero ellos no estaban ahí para juzgar. Fueron presentados velozmente pues era el señor de la casa pero no parecía que al rubio le importara demasiado.

—     Es el señor Shaka de Virgo—dijo con inquietud Mu—El esposo de Saga de Géminis.

—     Yo me encargo—le dijo el rubio a Mu.

El asistente se mostraba en un apuro, pero no parecía que al de cabellos rubios le importara eso. Apenas se había ido el de Aries cuando el de cabellos dorados les dirigió la palabra o más bien se centró en el de Escorpión.

—     Es usted muy apuesto ¿Se lo habían dicho?

—     En ocasiones—respondió sonriendo Milo—Pero estoy más interesado en escuchar lo que sucedió.

—     Los guapos siempre piensan en algo más.

Así que esa era la preocupación.

—     Debe querer saber donde estaba la dichosa máscara—continuaba el señor de la casa.

—     Claro.

Camus callaba y observaba, como si no estuviera ahí, había visto en el pasado que el de Escorpión podía gustarle a un hombre y no veía que fuera a ser diferente en ese momento, con sus cabellos y ojos azules, su estatura y el tipo de encanto que siempre llamaba la atención, tal vez fuera de ayuda para saber algo más sobre ese robo. El de cabellos dorados los guiaba bamboleándose al caminar, nada discreto al hacerlo ¿Qué diría su esposo de verlo así?

—     ¿Había alguien más en la casa cuando el robo?—preguntaba Milo.

—     No, solo nosotros y el chico.

—     ¿Nadie de la servidumbre?

—     Se marchan a las nueve, a mi esposo no le gusta que pasen la noche aquí, cree que le van a robar.

Llegaron a una parte donde solo se distinguía un gran retrato de Saga, de él solo, sin su esposo e hijo, un poderoso haciendo saber que era poderoso, pero era abajo, levantando la alfombra y una especie de baldosa falsa, que se veía una caja fuerte, buena marca, con el tamaño suficiente para que una persona se ocultara.

—     La caja fuerte del amo de los negocios—decía su esposo sin más.

Fue Camus la que se agachó de inmediato y pareció olerla.

—     No habrá huellas, las limpiaron con desengrasante de cocina—decía Camus.

—     La caja ¿La encontraron así?—preguntaba el de Escorpión.

—     No, estaba cerrada—respondió el rubio.

—     ¿Qué pasó con su sistema de seguridad y las cámaras de vigilancia?

—     Lo desconectaron o no lo encendimos—decía como si no importara.

No estaba siendo de mucha ayuda en realidad pero se quedaba ahí y no dejaba de observar al de Escorpión.

—     ¿Han llamado por un rescate?—quería saber Milo.

—     ¿Un rescate?—preguntaba Shaka.

—     Algo tan valioso y único bien lo vale.

—     Que pérdida de dinero y tiempo.

No parecía que se lograra mucho de ese hombre pero Camus había depositado su mirada en una fotografía del lugar, de cuando Saga había recibido la máscara, se veía orgulloso de su triunfo. Mientras tanto el de cabellos rubios decía algo del calor y desabrochaba los botones de su camisa.

—     ¿Puedo llevármela?—preguntaba Camus sobre la fotografía.

Como al esposo de cabello rubio no parecía importarle demasiado eso dijo que si sin más, estaba ocupado con tener la atención del otro detective, el de Acuario guardó la imagen cuidadosamente y parecía que ya no tenía nada que hacer ahí.

—     ¿No desea beber algo?—le ofrecían a Milo.

—     No gracias.

—     Los cordones de estos zapatos…

Sin más se agachaba, dejando ver el trasero enmarcado en los entallados pantaloncillos, los detectives habían visto criaturas en el reino animal en épocas de apareamiento que actuaban con mayor discreción.

—     Será mejor dar una mirada por los alrededores—dijo el de Acuario.

Camus ya había salido dispuesto a dar una vuelta por la casa, Milo lo siguió, no se veía molesto, parecía más bien divertido.

—     Vaya pareja—comentaba Milo refiriéndose al matrimonio.

—     Uno para el otro—respondió Camus.

Hablaron con la servidumbre pero no creían que hubiera nada, temían a ese señor como siglos atrás se temía al Santo Oficio, el sistema de seguridad era bueno aunque parecía que no había sido activado esa noche justamente, fuera quien fuera el ladrón se arriesgó bastante y tenía muchas agallas. Pero en la parte trasera de la casa se encontraron con alguien más. Sentado en los escalones como chico cuyos padres lo recogían siempre tarde de la escuela, estaba un muchachito de cabellos y ojos verdes ensimismado con una revista de viajes. El chico sin duda alguna.

—     Hola, eres Shun ¿Verdad?—saludó el de Escorpión—Yo soy Milo y él es Camus.

El muchacho los miraba con recelo, vestido con ropa no muy de su edad ni cuidada, pantalones rectos y camisa de cuello de tortuga, se veía aún más chico, debía tener unos catorce o quince años, sin accesorios de ningún tipo ni muy peinado.

—     ¿Son los detectives?—les preguntó con voz baja.

—     Así es—dijo Camus— ¿Sabes algo de esto?

—     No.

Después de eso solo dejó de mirarlos, nada más.

Al final se marcharon de la casa y podían hablar un poco de manera abierta.

—     Tengo que hacer algunas averiguaciones—dijo Camus.

—     Haré otras—respondió Milo.

Ninguno de los dos dijo nada de las charlas en el interior de la casa, no tenía sentido, tampoco preguntar como estaban, después de tanto tiempo sin verse parecía ser lo adecuado, era mejor volver a separarse. Cada uno subió a su vehículo y se marchó, tenían un caso en el cual trabajar.

 

**********

 

Milo se puso a investigar de inmediato, aunque no solo sobre la máscara, necesitaba saber más de la persona para quien estaba trabajando, afortunadamente se contaba con bastante información sobre el tema sin demasiadas dificultades. Saga de Géminis había sido un importante empresario desde hacía varios años, en su juventud había llamado mucho la atención tras haberse convertido en dueño de un consorcio en bienes raíces que después estuvo en un escándalo de especulación y malos manejos pero logró salir sin ensuciarse. Después fue el que se apropiara de unos terrenos que formaban parte de un ecosistema protegido pero sin importar las protestas y el desalojo de cientos de familias se había quedado con todo el lugar y había creado un centro de convenciones a un lado de un mega centro comercial y un parque privado.

En cuanto a su esposo, Shaka de Virgo, no había mucho que decir, había saltado a las páginas de sociales al casarse con Saga, se conocieron durante un concurso de belleza adolescente que había ganado el de cabellos rubios. Después de un compromiso de seis meses se casaron y eso había sido todo. Tan solo cumplía con su papel al lado de un esposo que sin duda gustaba de ser reconocido en todo lugar y obedecido bajo todas las circunstancias. Aunque se enteró de algo más gracias a un amigo con el que charló un poco sobre el matrimonio.

—     ¿De verdad estás trabajando para Saga de Géminis?

—     Si ¿Qué puedes decirme de él?

—     Que tengas cuidado de cómo miras a su esposo.

—     ¿Por qué?—preguntó interesado el de Escorpión.

—     Escucha, esto me lo contó alguien de muy buena fuente—le dijo su amigo con seriedad—A Shaka le gusta coquetear, en una ocasión, durante una fiesta, fue con un chico que aspiraba a ser actor, todo el mundo decía que tenía una bella sonrisa.

—     ¿Qué sucedió?

—     Unos días después lo asaltaron y le dieron una golpiza.

—     ¿Ahí terminó todo?

—     Solo puedo decirte que su sonrisa ya no era tan linda.

Milo lo miró intensamente con sus ojos azules, parecía que Saga era de verdad posesivo en lo que consideraba suyo.

—     Termina cuanto antes con lo que tengas que hacer para él—le dijo su amigo—Y aléjate.

Era mejor seguir con la investigación primordial, sabía que la máscara robada era muy valiosa, el seguro no parecía ser el problema, así que se dispuso a hablar con algunos contactos, si alguien deseaba deshacerse de una pieza como esa lo sabría; sin embargo no parecía ser el punto o el ladrón era condenadamente discreto, quizás había sido un robo por encargo y eso quedó como algo más firme cuando lo llamaron.

—     Milo de Escorpión.

—     Soy yo.

Era él, Camus.

—     Nadie ha querido vender la máscara—le informó el de Escorpión.

—     Tal vez porque ya tenía comprador.

—     Lo pensé ¿sabes quien podría estar interesado?

—     Si, voy a verlos ¿quieres venir?

—     ¿Necesitas respaldos?—le preguntó en broma.

—     Es mera cortesía.

—     ¿Dónde nos vemos?

Con las señales que prontamente le dieron la llamada se terminó y el de cabellos azules se dispuso a alcanzar al otro hombre, bien valía la pena estar cerca de Camus, todo con él siempre era una gran aventura. Tuvo que reconocer que no esperaba volver a verlos, después de la manera en que habían terminado estar juntos no parecía una opción, pero ahí estaban, de nuevo formando una sensacional pareja.

Se vieron en las afueras de una propiedad privada, no hicieron esfuerzo alguno para evadir las cámaras de seguridad que parecían seguirlos, se trataba de una especie de alameda con tres casas en el interior de la alta muralla y el enrejado electrificado, mucha seguridad pero con el pasado que tenían sus habitantes apreciaban su privacidad sin duda.

—     ¿Por qué aquí Camus?

—     Vi la fotografía con la máscara con cuidado Milo.

Diciéndole eso le mostró la imagen que se había llevado de la casa, la había impreso en una hoja común y corriente, el de Escorpión la observó, se trataba de una pieza nada bonita desde el punto de vista estético, sabía que había sido una artesanía de siglos atrás que semejaba a como algunas culturas representaban al mal, como si fuera un mismo rostro dividido en dos partes, parte humana y parte un demonio, lo escalofriante era que ambas partes mostraban una expresión que se podría considerar maligna. Su valor económico y cultural resultaba incuestionable pero él, aún de tener la oportunidad, jamás hubiera tenido algo como eso.

—     Mira como Saga no estaba solo contento con la máscara—le explicaba el de Acuario—Se está regodeando con tenerla, investigué con quien había sido el conflicto por su posesión, la peleó en un largo juicio contra los Golden y les ganó.

—     ¿Los Golden? Esto no va a ser sencillo.

Esas palabras eran de atención, los Golden, eran conocidos por sus negocios, los cuales no eran muy legales, de hecho ese era un sobrenombre y semejaban más a una mafia que a una familia. Mientras ellos dos fueron miembros de la policía, en sus fuerzas especiales, estuvieron en operativos contra ellos.

—     Es máscara fue traída por alguien de los Golden hace bastante tiempo, a Cabo Sunión—le decía Camus mientras se acercaban a la entrada principal de la propiedad—Aunque parece que el viaje no fue muy legal, después de eso la máscara fue robada y con algo de tiempo reapareció en poder de Saga de Géminis.

—     Eso no pudo terminar bien.

—     Vino un juicio, las dos partes no cesaban de amenazarse, pero los Golden tuvieron problemas como recordaras.

Ya que ellos dos habían sido parte de esos problemas sin duda lo recordaba.

—     Ambas partes usaron toda la influencia que pudieron—continuaba el de Acuario—Pero los Golden perdieron una muy importante parte de su poder, al final Saga ganó y se quedó con la máscara, prácticamente se las quitó de las manos.

—     No debieron estar contentos con ese resultado—y para Milo quedó algo más en claro—Saga no puede permitirse que nada de esto se sepa, sería el hazmerreir de la comunidad, pelear tanto y gastar tanto dinero e influencia para que simplemente lo robaran en su propia casa.

Era verdad, la perspectiva del resultado de ese robo resultaba muy mala para alguien como Saga de Géminis. Por el momento ellos dos debían intentar rastrear algo sobre su misión.

—     Creo que si hablamos con los Golden tendremos una idea de lo ocurrido—decía el de Acuario.

—     ¿Crees que nos van a decir si cometieron un robo?—preguntaba Milo con incredulidad.

—     No creo que saliera de las cabezas esa idea y tampoco creo que quieran más problemas pero preguntar nos vendrá bien.

—     Vamos entonces.

Sin más se acercaron a la puerta principal, era el momento de reencontrarse con viejos conocidos. Llamaron por el intercomunicador con seguridad.

—     ¿Puedo ayudarlos?—se escuchaba una voz sin tono alguno.

—     Si, deseo hablar con Shura de Capricornio.

—     ¿Tiene cita?

—     Si, a nombre de Camus de Acuario.

En ese instante se escuchó de inmediato otra voz.

—     Si desea concertar una cita puedo hacerle un espacio para el lunes que viene, si no desea una cita le pido que se retire.

—     No—fue la respuesta sin más del de Acuario.

—     Si no se retira llamaremos a la policía.

—     Perfecto—dijo el caballero sin inmutarse—Y puede decirles que Milo de Escorpión también está aquí.

Con eso los dos se apoyaron en la puerta de manera desafiante.

A un par de minutos la puerta principal se abrió y aparecieron un par de tipos, uno de mediana edad y gran tamaño, de gordo nada, puro músculo, y el otro con un aspecto más agresivo pero más pequeño. Viejos conocidos para los dos, de cierta manera, pues tenían que saber quienes eran todos ellos.

—     Vaya, nos envían todo un comité de bienvenida—decía Camus.

—     Será mejor que se larguen—decía uno de manera amenazadora.

No tardaron en reconocer a Death Mask de Cáncer quien no tenía ningún motivo para alegrarse de verlos.

—     Que malos modales pero los dejaré pasar por todo lo que hemos vivido—continuaba el de Acuario en calma—Quiero hablar con alguien que si sepa lo que buscamos.

—     Aún puedo partirte la cara a ti y a tu noviecito.

—     No te exaltes Death Mask, no te hace bien—le decía Milo—Tan solo queremos hacer un par de preguntas.

—     Aquí tengo tus respuestas—decía levantando el puño.

Así que eso iba contra el de Escorpión, no parecía que se pudiera ser pacífico con ese individuo, al menos su padre tenía modales, él solo era un patán.

—     Será mejor que se retiren—decía el más alto.

Lo reconocieron como Aldebarán de Tauro y que actuaba más sensato, siempre lo había hecho a pesar de lo cerca que estuvo de tener una condena mucho más larga de la que purgó en prisión, fue de los pocos que no buscó un trato para salvarse durante los juicios, tenían que reconocerle su lealtad.

—     Solo queremos ver a Shura—decía el de Acuario—No es un asunto personal el venir aquí.

—     Disculpen si en esta casa no se les recibe como personas gratas—mencionaba Aldebarán—Será mejor que se retiren sin escándalos.

—     No nos obligarán sin la policía—lanzó el de Escorpión.

—     ¿En serio?—preguntaba el de Cáncer como si fuera broma.

—     Death Mask—intentó detenerlo el de Tauro.

Pero el hombre que también tenía los cabellos azules, aunque cortos, parecía querer demostrar algo y fue hacia ellos de manera amenazadora.

—     O se largan o se la cargan…

No pudo terminar la amenaza pues Camus lanzó una patada de giro inversa, le dio en la cabeza y solo lo vieron caer desplomado sin sentido. Milo no podía menos que reconocerle que seguía teniendo su patada, lo había visto romper más que madera con eso, así que había medido no golpear con toda su fuerza. Definitivamente el mismo hombre que él conociera, sin adivinar nunca como iba a reaccionar.

—     ¿En qué íbamos?—preguntó Camus como si no hubiera hecho nada.

—     Le diré a Shura que desean verlo—fue la respuesta del de Tauro.

—     Gracias.

Vieron como se echaba sobre el hombro al otro que estaba sin sentido y un segundo después apareció otro hombre que los guió a un salón donde debían esperar, miraban la casa, había cambiado, la última vez que estuvieron ahí fue cuando arrestaron a uno de ellos y buscaban evidencias de sus negocios en la propiedad. Por lo demás era un buen sitio, bastante cómodo y elegante, dedicado a recuerdos familiares por las múltiples fotografías en el lugar, seguían siendo una familia.

 

**********

 

La puerta se abrió y apareció alguien que no era un desconocido para ninguno de los dos.

—     Así que vienes a visitarnos una vez más Camus y tu también Milo.

Quien les hablaba era un hombre de ojos verdes y cabellos negros, sabían bien de quien se trataba.

—     No los veía desde el juicio contra mi tío.

—     Nos da gusto ver que estás bien Shura—dijo Milo—Pero venimos por más que una visita.

—     Eso supuse, Camus, tan apuesto como siempre, sigo teniendo razón en que a nadie le lucían los pantalones de montar como a ti—le decía con una sonrisa abierta.

—     Queremos hablar de Saga de Géminis—aclaró de inmediato el de Acuario sin querer escuchar más con esa sonrisita de parte del otro.

—     ¿Saga de Géminis?—preguntaba el de Capricornio—No sé porque yo debería saber algo.

—     Tal vez porque después de pelear por años por la Máscara de Cabo Sunión les ganó.

—     Sobornó a todo el sistema legal que es diferente a ganarnos.

—     Pero él se quedó con la máscara—aclaró Milo— ¿De verdad no quedaron resentidos por eso?

—     Solo era una máscara—decía el de ojos verdes—Miren a su alrededor ¿Creen que necesitamos de algo como eso?

—     ¿No?

Por unos momentos solo se miraron los tres, definitivamente se conocían, no en vano ellos dos habían tenido que ver en los arrestos de varios familiares de Shura, sin más el de su tío, Manigoldo, padre de Death Mask. Parte del poder perdido de los Golden estaba ligado a las actividades que ejercieron cuando eran policías y parecía que ya no querían problemas pero siempre quedaban posibilidades de que alguien de la familia no comprendiera el mensaje.

—     Alguien robó la máscara—dijo directamente Milo—No han pedido rescate y no la han intentado vender, la posibilidad que queda es la de alguien quien tenía el interés y los medios suficientes para robarla y esconderla. Suena a algo que hacen en esta familia.

—     He luchado los últimos años en hacer legal a mi familia—fue la respuesta de Shura—No me arriesgaré a perder todo eso por una pequeña e insignificante revancha.

—     ¿Legal?—preguntaba el de Escorpión—Sus empresas lavaban tanto dinero que era imposible no notarlo.

—     Nuestros abogados responderán a eso—respondió sin inmutarse el de cabellos oscuros.

—     ¿Qué hay de los demás? ¿De los más jóvenes?—quiso saber el de Acuario— ¿Están conformes con eso?

—     Hablan más de lo que hacen—reconoció el de ojos verdes—Ya no somos la misma familia—parecía tener pesar en esas palabras.

Los dos detectives lo miraron atentamente, sabían leer a la gente a veces y esa era una de las ocasiones, era cierto, Shura no quería que su familia fuera lo que había sido, no más, entre los que habían muerto y habían sido apresados no le quedaba la tentación siquiera de moverse en los mismos círculos. Aparte debía ver lo que eran las generaciones siguientes, chicos que hablaban mucho, y no tan chicos como Death Mask, su padre había sido un peligro, un hombre inteligente y escurridizo, su hijo no era más que un fantoche. Nunca más serían nada de lo que en verdad habían sido en esa ciudad. Debía ser descorazonador darse cuenta de ello.

—     Mi familia no ha tenido nada que ver—aseguró Shura—Y si alguien lo ha hecho personalmente me encargaré.

—     ¿Quiere decir que nos llamarás?—preguntó Milo.

—     Si me disculpan tengo una agenda ocupada—respondió con una sonrisa el de ojos verdes—Un placer haberlos visto.

Estaba en claro que la entrevista se terminaba ahí, no tenía sentido alargar las cosas y ambos salieron del lugar, aunque ahora sabían algunas cosas más. Al dirigirse a sus vehículos tenían que comentar el resultado de su búsqueda.

—     Pues si alguien está metido en esto no es Shura—decía Milo.

—     No, y no creo que sea uno de los adultos pero los niños, son otra cuestión—decía Camus—Creo que buscaré un poco más, alguien debió ayudarlos a entrar a la casa para hacerlo.

—     ¿Lo crees?

—     No había señales de entrada forzada, no dejaron huellas y sabían del sistema de seguridad, tuvieron que contar con ayuda interna.

—     Uno de los Golden contraviniendo las órdenes directas de Shura, no parece muy sensato.

—     Viste a Death Mask ¿De verdad crees que los otros serán más listos?

Tuvo que darle la razón.

Justo en ese momento el teléfono del de Escorpión empezó a llamar con insistencia, tomó la llamada.

—     Milo de Escorpión.

Fuera lo que fuera el de Acuario no lo comprendía pues veía a su compañero intentar escuchar y pedir calma.

—     Cálmese, no puedo entenderlo—pedía.

Pasaron unos instantes y al final pudo hablar de nuevo.

—     Vamos hacia allá enseguida—dijo y terminó con la llamada.

—     ¿Qué pasó?—preguntaba Camus.

—     Era Shaka de Virgo—respondió refiriéndose al esposo de Saga—Dice que han llamado a su casa amenazándolo.

Se miraron por un segundo, estaban en un negocio en que nunca dejaba de suceder algo y se pusieron en camino de inmediato.

 

**********

 

Llegaron a la propiedad manejando por el camino con velocidad pero todo se veía exactamente igual, no tardaron en pasar hasta la casa donde se encontraron con la puerta principal trabada aunque sin señales de nada más, llamaron de un par de golpes y aguardaron.

—     ¿Quién es?—preguntaba una voz, era Shaka.

—     Milo de Escorpión.

Se escucharon los seguros al ser abiertos y quedaron ante la imagen del de Virgo, lo vieron casi lloriqueando y por lo demás estaba en una especie de conjunto entallado y con un trago en la mano.

—     Que bueno que por fin llegó—decía aún con tono preocupado—Estábamos aterrados.

—     ¿Y su hijo?—preguntó Camus al no verlo ahí.

—     Está en la parte de atrás…o su habitación…no lo sé…

El de Acuario no pudo sino pensar en lo bueno que era que estaban tan aterrados que no necesitaban estar juntos.

El hombre rubio caminaba y los guiaba a un sitio muy específico, el bar, de inmediato abría una botella y se preparaba otro trago.

—     Háblenos de la llamada—le pidió el de Acuario.

—     Creí que se trataba de un amigo—respondió Shaka pero únicamente mirando a Milo—dijimos que nos veríamos para salir desde el día de ayer, solo iríamos de compras y por un trago, tal vez ir a otro lugar, conocer un nuevo sitio, siempre lo hacemos y…

—     Por favor, concéntrese en la llamada—le pidió el de Escorpión.

—     Era la voz de un hombre—dijo bebiendo un trago largo— ¿No quiere un trago?

No pudieron sino pensar que ese hombre si que era disperso.

—     Buscaré al chico—dijo Camus sin ánimos de aguantar esos devaneos.

Milo sabía que lo dejaba a solas porque el de largos cabellos dorados no hablaría con él presente, necesita un caballero y el de Escorpión lo era. Maldita suerte que tenía. Vio como el de los cabellos rubios lo miraba, con una sonrisa tensa y un brillo extraño en los ojos.

—     ¿Le dije que me parece atractivo?—decía Shaka.

—     Me lo dijo.

—     Es cierto.

Lo decía ladeando la cabeza y las caderas, como si posara.

—     Sígame hablando de la llamada—pedía Milo.

—     Era una voz desagradable—decía el otro dejando de lado por un instante su pose—Dijo que tenía la máscara y que más valía que dejáramos de buscarla, que sabía de los detectives, que haría algo…—parecía a punto de ponerse nervioso de nuevo—Me dijo como iba vestido esta mañana, que estaba muy cerca y no lo notábamos siquiera, que nos mataría si seguíamos…

—     ¿Llamó a la policía?

—     No, mi esposo se enojaría si lo hiciera.

—     En este tipo de casos llamar a la policía es lo correcto.

—     En esta casa todo lo que se hace es como Saga lo dice—lanzó con enfado y bebió otro trago—El muy infeliz.

—     ¿La voz le pareció conocida?

—     No quiero hablar más de esto—decía el rubio yendo a su lado—Necesito a alguien aquí.

Con eso parecía decir que no la había reconocido, ese hombre rubio resultaba una nulidad para dar información pertinente.

—     Revisaremos la casa—aseguró el de Escorpión—Veremos que no haya peligro pero estoy seguro que nada sucederá, solo buscaban asustar con una llamada de ese tipo.

—     Gracias—decía Shaka tocándole el brazo y sin quietarle la intensa mirada de encima.

—     Tal vez sea mejor que vaya a descansar.

—     No hace falta—decía sonriendo.

—     Sería lo mejor.

Definitivamente ya no estaba buscando solo seguridad, el de Escorpión lo sabía y no era del tipo que le gustara enredarse en ese tipo de situaciones, mucho menos con un cliente, con los hombres generalmente era amable pero distante pero sin saber porqué eso parecía gustar incluso, era mejor alejarse mientras fuera prudente hacerlo. No era ciego y se daba cuenta perfectamente de que el rubio era atractivo, se veía que buscaba seguir siéndolo, pero actuaba como si quisiera reafirmarlo con necesidad, que aún les gustaba a los hombres.

—     Debería ir a su habitación, descanse, intente dormir un poco—le sugería el de Escorpión.

—     No necesito descansar—decía Shaka acariciándolo por la barbilla.

—     Su hijo está en esta misma casa—le recordó el detective—También mi compañero.

—     Para lo que me importa quien esté en la casa.

—     Aunque no hubiera nadie no estoy aquí para eso, su esposo me contrató para algo más.

—     ¿Tiene que contratarlo para hacer algo más?—le preguntaba el rubio con cierto enfado.

—     Vaya a descansar, lo necesita.

Pero en ese justo instante el de cabellos dorados se apretó contra su cuerpo y lo besó, pero el de Escorpión lo tomó por los hombros y lo apartó de un solo movimiento con firmeza.

—     Descanse, le hace falta.

—     Jódase—lanzó Shaka con furia.

Salió molesto de la habitación y solo en ese momento el de Escorpión se dio cuenta que en la otra entrada dos personas más habían contemplado toda la escena, Camus y el joven Shun.

 

**********

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Si nada sucede lo sigo la semana entrante.

Nos leemos.

 


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