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Touching it's an Advantage por Sherlockwsh

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—No freak. Sin Lestrade aquí no tienes autorización.— decía Donovan mientras caminaba a toda prisa atreves de los pasillos de Scotland Yard con una carpeta en las manos y una sonrisa en sus labios.


—Vamos Donovan, es importante. Seguro que Lestrade dejaría que Sherlock le echara un vistazo.— argumentaba John tras ella en un tono razonable aunque sabía que era inútil intentarlo. Entre ella y Sherlock había una enemistad tal, que ninguno desaprovecharía la oportunidad de fastidiar al otro. La verdad, solo actuaba por solidaridad con su mejor amigo.


— Seguro que sí, John. Pero como he dicho ya, Lestrade no está por aquí y este caso es clasificado. No puedo proporcionarles nada sin su autorización. Me jugaría el puesto si el superintendente se entera.— respondió con humildad en el rostro pero sus oscuros ojos brillaron de regocijo cuando estos se posaron en el detective quien la observaba con desprecio al detectarlo. La tensión en el aire podría cortarse con un cuchillo.


— En ocasiones…— inquirió el detective con su profunda voz de terciopelo que no auguraba nada bueno.— … me pregunto cómo te las arreglas para andar y hablar a la vez. No creí aquella masa blanda en tu cabeza a la que llamas cerebro, tuviera la capacidad de permitirte tal lujo.—soltó con aspereza y John tuvo que interponerse para evitar que Donovan se abalanzara sobre él.


— ¡Sherlock!— le reprendió sosteniéndola. Esta ultima apretaba la mandíbula enviándole miradas asesinas mientras intentaba liberarse del agarre que la apartaba de hundir sus puños en los estúpidos pómulos.— Donovan por el amor de dios, ya sabes como es. Tranquilízate.


— Oh…— continuo el detective con indiferencia.— Era de esperarse. Una solución tan primitiva como los ineptos que conforman Yard.— y si la mujer encontró algo de la cordura con las palabras del médico, volvió a perderla al instante. Incluso algunos oficiales de la estación se volvieron a mirarle con aire ofendido tras la última declaración. John no podría contener media estación de policía si esta decidía que Sherlock necesitaba recibir su merecido. Pero antes de que pudiera decir nada mas, el detective ya cruzaba la estancia con el abrigo ondeando en una brisa inexistente.


—¡Maldito Freak y su estúpido abrigo! — Aprovechando que John la soltaba, Donovan corrió alcanzando la esbelta figura. Atrapó y tiró del cuello del abrigo por la espalda para despojar a Sherlock de este, quien con la sorpresa marcada en el rostro no tuvo tiempo de hacer otra cosa que recuperar el equilibrio para no caer de espaldas. Se volvió para mirarla con altivez intentando borrar la molestia que hacía temblar su labio inferior pero la chica reía por lo bajo parada junto a un oficial quien también le miraba desafiante.


Con solemnidad, Sherlock retiro la bufanda de su cuello para delegarla a John bruscamente cuando este se acercaba mirando de uno a otro sin intervenir. El detective analizo la situación. No podía pelear por el abrigo allí sin terminar encerrado. Pedirlo de vuelta sería tan inútil como pedirle a Anderson que pensara. Por tanto, giro nuevamente sobre sus talones rumbo a la salida sin hacer comentario alguno con John apresurando el paso detrás de él. Era asombroso como en cuestión de segundos este ultimo podía perder de vista al hombre de cabellera rizada. En un momento cruzaba las puerta de cristal de la estación y al otro desaparecía de la acera sin dejar rastro. El médico miro a ambos lados de la calle jadeando con pesar.— ¿Sherlock? — pregunto pero no hubo respuesta. Maldita sea con ese hombre, de nuevo le dejaba al margen.— ¡Sherlock! — "¡Qué diablos!". Si no tenían un caso, mejor regresar a Baker Street y disfrutar de la momentánea paz si es que Sherlock no estaba allí. Pero de ser así, sabía que su compañero le esperaría para regresar juntos(ya que ir al mismo destino por separado no tratándose de un caso era poco práctico en opinión de su compañero de piso). Debía estar planeando alguna clase de venganza hacia Donovan. Quizá fuese en busca de Lestrade para quejarse. ¿Qué más daba? Ahora era su problema. No iba desperdiciar su noche libre después de una ardua y tediosa semana de casos. Se encogió de hombros y sin pensarlo, enrosco la bufanda alrededor de su cuello mientras iniciaba una alegre caminata a lo largo de calle.


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