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Strings & Piano por andherezu_rosui

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Notas del capitulo:

Hola aqui les dejo un capitulo mas de esta bella historia espero la disfruten!

Por cierto cree una pagina en facebook para publicar Drables y otras historias que no se pueden publicar por aqui aun es recien creada asi que por ahora no hay la gran cosa pero estare avisando por ahi los dias de actualizaciones y demas... Espero puedan darle un like y seguir la pagina me encuentran con mi nick Andherezu_rosui las estare viendo por ahi mas seguido...

Capítulo 10 Confesión de amor…  

 

No podía dormir…

No, después de haber sido testigo de semejante espectáculo…

Había sido mala idea acompañar al príncipe y a sus primos al salón de prácticas. Lo que era peor había sido un ingenuo al pensar, aunque fuera por un segundo que podía impresionar a el príncipe si tocaba para él…

Suspiro entre melancólico y frustrado por ser incapaz de regresar el tiempo y volver una vez más al salón de ensayos donde los primos del príncipe le habían dado una paliza “metafóricamente hablando” al cerrar los ojos podía recordar con claridad cada nota que aquellos dos habían interpretado de manera magistral para deleite del príncipe…

Realmente estaba sorprendido de que dos personas con capacidades especiales como ellos dieran un significado diferente a aquel termino… Sonrió con agrado al pensar que la música era un lenguaje universal…Una leve sonrisa se posó en sus labios de forma inconsciente al recordar que la música lo había llevado a Kushina-san aquella mañana algunos meses atrás... Ella lo había llamado encuentro destinado…

Aquel tierno pensar le hizo preguntarse si acaso el desino también había sido el autor de aquel encuentro con el príncipe incluso antes de ser presentados… Sacudió su cabeza en un gesto nervioso ante la posibilidad de que, si aquella vez no hubiese despertado tarde, habría desayunado con Kushina-san y sus hermanos como de costumbre, y no se le hubiese hecho tarde para llegar a la escuela. Habría llevado también su almuerzo y no habría tenido que comprar aquel pan para aguantar el hambre… Si hubiese hecho todo como era, no habría visto jamás a aquella joven declarar su amor a Kakashi… Ni se habría dado por enterado de su existencia hasta días después cuando serian presentados… Quizás ahora en vez de pelear por cualquier cosa, se llevarían bien y serian amigos…

Se cubrió el rostro con ambas manos en busca de aminorar el ruido de un largo suspiro, al recordar sentirse un cobarde por haber rechazado la oportunidad de tocar para el príncipe, después de que ambos primos suyos le demostraran el nivel que tenía que tener para siquiera ser considerado pianista delante de Kakashi… Se había quedado de ultimo en la sala contemplando por última vez el piano de cola negro, que por primera vez se veía imponente y tan lejano, y casi le había causado temor con su sola presencia…

Mientras lo observaba no pudo sacarse de la mente que, de algún modo curioso, aquel piano también parecía invitarlo a sentarse frente a él y enfrentar de una vez todos los miedos que habían nacido en él al ser capaz de escuchar la música de aquel par de mellizos talentosos… Pero, no se sintió con la confianza de lograrlo. No aún al menos… Mucho menos en la presencia de Kakashi…

Sintió un leve escalofrío cerca de su cuello, y trago en seco al no poder ignorar por más tiempo la acompasada respiración en su nuca… Apretó las sabanas con fuerza demás e intento nuevamente pensar en cualquier cosa antes que hacer nada con las extrañas sensaciones que aquella situación le estaban provocando y que también evitaba que durmiera o se quejara abiertamente.

Pero…

¡¿Cómo rayos habían terminado así?!

Chilló internamente al darse vuelta levemente alcanzando a ver de refilón el perfectamente simétrico rostro del ¡Príncipe! literalmente a menos de una almohada de distancia dormido plácidamente junto a él.

¡¿Qué alguien le explicara cómo demonios habían terminado en esa situación?! ¡Se suponía que él tenía el cuarto de huéspedes para pasar la noche! ¿Entonces? ¿Qué hacía recostado junto a Kakashi? ¡¿Cómo era posible aquello?!

¡Tranquilo! Se dijo intentado controlar los nervios y tensión que sentía, respirando profundamente para lograrlo. Era consciente de que de estar más cerca del príncipe este podría notar el ruidoso palpitar de su corazón y eso realmente sería muy vergonzoso. ¡Es una tragedia! Se quejó lloroso. Ni siquiera podía darse la vuelta para quedar de espalda al príncipe sin sentir que su cuello se erizaba al sentir el suave respirar de Kakashi.

Si tan solo Kushina-san no fuera tan perfeccionista podría haber vuelto a casa con ella, pero ella había llamado media hora después de que los demás decidieran que era hora de prepararse para descansar. Jiraya y Tsunade le habían informado, al final de la llamada, que en verdad Kushina no podría ir por él hasta el día siguiente, porque sus exámenes habían sido retrasados y era posible que para cuando hubiese concluido ya fuera demasiado tarde para hacer el camino de ida a casa de los Namikaze y después a su propia casa. Eso y que no permitiría nada más que un “Tré bien” como calificación para el ensamble que harían ella y sus hermanos junto a Minato-san sin más remedio sé resignó al hecho de pasar la noche en casa del príncipe, pero… ¿En la misma habitación? ¿En la misma cama? ¿Cómo demonios había terminado de ese modo? ¿Cuándo había accedido a una pijamada improvisada?

*

Minutos antes…

Tsunade se había acercado a la sala de ensayos para apurar a todos esos chiquillos a ir a dormir, pronto serian pasadas las once de la noche y que fuera sábado al día siguiente no significaba que estaba bien desvelarse.

- Kakashi. Es hora de dormir o mañana tendrás unas ojeras que arruinaran tu bello rostro. - Le dijo con tono de regaño.

-Pero tía! –Se quejó Kakashi

- ¡Pero nada jovencito! ¡Los gemelos deben estar cansados también! - Le llamó la atención a su sobrino quien desvió su mirada hacia la única mujer del grupo que llamaba su atención estirando su playera hacia abajo. Una sonrisa se formó en automático en la cara de la rubia mayor al comprender lo que su sobrina Mabui decía a un intrigado Kakashi que se limitó a arquear la ceja. – ¡Claro que no es problema querida! ¡Me encargare de prepararles todo!

- ¿Qué fue lo que dijo? –Pregunto curioso y extrañado Iruka a nadie en particular. Mabui al escucharle se lanzó hacia él y le tomo de las manos mirándole con sus enormes ojos verdes llenos de ilusión para seguidamente hacer lo mismo con Kakashi el cual tras unos breves segundos de recelo y un leve tic en la ceja dejo salir un suspiro cansino en rendición ante la joven.

-Mabui, dice que quiere dormir conmigo…- Dijo Kakashi mientras que Iruka pareció levemente aturdido ante aquella frase, pasando de la conmoción al nerviosismo al escuchar lo que dijo a continuación el príncipe. – Y quiere que tú también lo hagas…

La morena se giró nuevamente hacia Iruka clavándole nuevamente sus ojos ilusionados una vez más sin tregua mientras sostenía con firmeza su agarre en sus manos, y fue ahí cuando supo que nunca podría ganarle a esa mirada ni mucho menos decirle que no…

-Está bien… -Respondido con cierto dejo de frustración al ser efectivamente incapaz de negarse a Mabui que contenta soltó sus manos y levanto las suyas en una clara celebración para seguidamente correr a su hermano y contarle en la palma de su mano lo contenta que estaba. El mayor de los mellizos sirio con alegría contagiada por su hermana y celebro con ella que la velada tan buena que tenía tuviese un desenlacé así.

*

Después de eso Iruka recordó la mirada ladina que Mabui le dirigió al príncipe y seguidamente a él, por alguna razón aquella sonrisa zorruna que acompañaba su gesto le incomodo bastante en ese instante y ahora que lo pensaba mejor…

¡Todo era culpa de Mabui! ¡Esa muchacha parecía un pequeño ángel! Pero escondía una personalidad un poco sádica ¡Estaba seguro! No había nada mas De no ser por ella no estaría a segundos de un infarto por exceso de cercanía del príncipe.

Un olor dulzón y a menta, se coló por su nariz. Seducido por ese peculiar olor olfateo el aire acercándose inconscientemente más al príncipe si se podía. Un sobresalto de su agobiado corazón lo hizo volver a su lugar en la cama casi temblando de la vergüenza. Mirando apenado de reojo si sus bruscos movimientos habían despertado a Kakashi, descubriendo que la impasible cara del pelo plata seguía serena.    

¡Waaa! ¡Qué vergonzoso! ¿Cómo demonios Kakashi podía dormir tan tranquilamente en esa situación? Pero ahora que lo pensaba mejor, quizás estaba siendo duro con Mabui, ciertamente ella había puesto esa carita de cachorro abandonado para que el cediera a la petición de la pijamada, y el truco le había funcionado no solo en él, sino que hasta Kakashi había terminado insistiendo como si fuera ley que debían hacer la dichosa pijamada. Pero había un autor más clandestino de aquella situación. ¡Tsunade-sama! Ella había sido la que había alentado como cualquier cosa la petición de la chica. Y Mabui había decidido hacer todo lo demás de forma inconsciente. ¡Sí Mabui tenía algo sádico en ella seguramente Tsunade-sama debía tener alguna vena súper sádica y había decidido usarla en su contra! ¡No había duda!  ¡¿Sí no como fue posible que sugiriera semejante cosa?! ¡A sabiendas de que el príncipe y el apenas se toleraban! 

Tras aquella loca decisión por parte de sus anfitriones y los invitados de Kakashi habían terminado en la habitación de este último, dejando en manos de Mabui la decisión del orden en el que dormirían los cuatro en la amplia cama del príncipe, quedando acomodados de la siguiente manera.

Bee al tener mala postura para poder dormir y la necesidad de tomar su bastón para tantear el camino hasta el baño quedo en la orilla del lado izquierdo, Mabui al ser su gemela y no poder dormir sin estar cerca de su hermano se acomodó junto a este en medio de la cama, Kakashi se acomodó junto a ella porque la misma Mabui había tirado de él para arrastrarlo a la cama y como él era el último de pie, termino durmiendo junto a el príncipe del lado derecho de la cama.

Había sido de más recalcar el hecho de que había puesto la mayor cantidad de espacio entre ambos, aunque como Tsunade había dicho para descartar la idea de que él podía dormir en cómodo sofá gris de la habitación, la cama del príncipe era lo suficientemente grande para los cuatro, sin llegar a ser incómoda para que ellos pudieran dormir juntos. De alguna forma comprobó que el príncipe se dormía con demasiada rapidez. Y al parecer sus primos no eran diferentes, cuando minutos después de apagar las luces las leves respiraciones de los tres peliblanco se dejaron escuchar de forma acompasada.

Sin embargo, él había terminado, estresado por el saberse junto al príncipe en la misma cama y a tan sólo unos cuantos centímetros de distancia. Habían pasado al menos unas cuatro horas desde que habían ido a dormir, el reloj digital en la pared marcaba las 2:30 a.m. y él ni por medio segundo había podido cerrar los ojos.

¡¿Cómo podría, después de que en algún punto de la noche el príncipe se hubiese girado sobre su costado y había terminado dándole la vista completa de su rostro relajado al dormir?!

“Oh, que largas pestañas tiene” Fue lo primero que pensó al instante para después negar efusivamente con la cabeza ¡Concéntrate! Se reprochó a sí mismo. Pero después pensamientos como “Sus labios son bastante delgados y delineados” o “Su piel parece tan tersa” asaltaron su mente y fue imposible para el volver a intentar dormir, sobre todo cuando se dio cuenta de que su corazón palpitaba a un ritmo alarmante y que un calorcillo subió a sus mejillas delatando un rubor, decidió al final rendirse y darle la espalda al príncipe dormido.

Había creído ingenuamente que ese simple acto le daría paz y podría al fin conciliar el sueño, pero…

¡No podía dormir! ¡No cuando la respiración del príncipe comenzó a chocar con su cuello causándole escalofríos y sensaciones en su cuerpo demasiado vergonzosas para mencionarlas!

Se sentó abatido en la cama contemplando a los tres chicos dormidos como si la situación fuese normal y suspiró desganado. Al contemplar el rostro del príncipe nuevamente se fijó en sus facciones finas una vez más y en sus largas pestañas que sobresalían por mucho de sus ojos, su expresión parecía inocente al contemplarle de esa manera. Su expresión altanera y arrogante no estaba en su rostro durmiente dejando sólo una bella imagen que bien podría salir de un cuadro.

Volvió su vista a la peliblanca al lado de Kakashi que dormía mientras sostenía la mano de su hermano en la suya y con la otra acariciaba el suave cabello del príncipe. O al menos él pensaba que era suave. ¿Se atrevería a comprobarlo? Se preguntó estirando su mano hacia su objetivo contrayéndola asustado al ver que el príncipe se removía en sueños aún dormido.

¡¿En qué rayos estaba pensando?! ¡Será idiota! Se regañó mentalmente. ¡Era todo! ¡Necesitaba tranquilizarse! ¡Necesitaba poner distancia entre ellos!

De todos modos, no podía dormir. Iría a buscar algún vaso con agua a la cocina y ya de perdida vería que hacer para poder pasar el rato. Salió lo más silenciosamente posible de la habitación pensando que nadie se había dado cuenta de que estaba despierto y que había abandonado su lado en la cama del príncipe…

*

El clic de la puerta al cerrarse le indicó a Kakashi que era seguro abrir los ojos y levantarse sin que el delfín supiera que todo ese tiempo estuvo consciente de que él estaba despierto. Paso una de sus manos por su cabello revuelto en un gesto cansado.

Había sido difícil disimular que dormía cuando no era el caso, lo había dejado agotado psicológicamente. Sobre todo, cuando sintió que el delfín se removía sobre él y sintió bastante pánico cuando le escucho olfatear a su alrededor. Decir que casi se delata hubiese sido poco. Una parte de él se negaba a pensar que Iruka había olido su cabello mientras creía que estaba dormido… ¿enserio había olido su cabello? Por un leve segundo se preocupó por su olor y sin poder evitarlo se olfateo la playera del pijama suspirando aliviado al notar que olía tan fresco como recién bañado.

En ese momento había estado a punto de abrir los ojos y burlarse del moreno como últimamente era su costumbre, pero decidió que podría ser vergonzoso para el también si no lo hacía bien así que desistió.

Por otro lado, le preocupaba aquel comportamiento errático del chico, después de todo por la tarde lucia enfermo. Y a pesar de que quería ser su acompañante había rechazado con su lenguaje corporal y aquella abrumada mirada la oportunidad de hacerle tragar sus palabras cuando le ofreció el piano para que le mostrara después de que sus primos lo hicieron.

Miró con cautela a sus primos dormidos y después fijo su vista en la puerta cerrada de la habitación por donde el delfín había salido se preguntó francamente curioso en que estaban pensado su tía y su prima para sugerir el dormir todos juntos esa noche. Y recordó como duras penas logro disimular el alivio que sintió al escuchar que el delfín había aceptado. 

Sintió un leve ardor en sus mejillas y la cubrió con su mano al recordar el calor del delfín junto a él y los leves espasmos que daba cada vez que su respiración chocaba con su piel. Llevó la otra mano a su pecho cuando sintió que su corazón parecía botar como loco casi saltando en espasmos firmes y rápidos sin control. ¿Qué le estaba pasando? Se pregunto sin decidirse a ir tras el delfín y se quedó mirando la puerta de la habitación sintiendo el ritmo acelerado de su corazón, sin querer admitir que se debía a la reciente cercanía de aquel bullicioso delfín. 

*

Ajeno al príncipe en la habitación. Iruka camino por el pasillo a tientas en la oscuridad, guiándose por las paredes y la tenue luz de luna que entraba por las ventanas. Bajo por las escaleras con cuidado de no tropezar, consiguiendo el vaso con agua en la cocina sin mayor problema, pero no quería regresar a la habitación una vez que se lo termino. Fue hacia la estancia a pesar de que sabía que era grosero pasearse por la casa de la gente que seguía dormida.

Pero no había podido dejar de pensar en lo que había ocurrido esa tarde, el sonido mágico de la música del piano interpretado por aquel par de chicos, que él príncipe pareció disfrutar al máximo. Sintió envidia de que aquellos mellizos consiguieran cautivar al príncipe como lo habían hecho.

Se preguntó ¿Cómo podría igualar aquella técnica que esos dos habían seguramente pasado años en perfeccionar? Su experiencia y la de ellos era en definitiva su peor desventaja. Parado en medio de la estancia como un zombi, camino hasta el salón de música donde aquel precioso piano descansaba. No encendió las luces pues la luna iluminaba perfectamente aquel instrumento, sin saber muy bien lo que estaba haciendo se sentó en la butaca del piano y la ajusto. Levantó la capota y contemplo con solemnidad las teclas de blanco jaspe, punteadas de negro dividiendo las octavas del teclado de mármol.

-…..-

Presionó la llave sol para comprobar el sonido dulce y afinado que salía del piano negro, el mismo que había escuchado esa tarde producido esta vez por él y no por aquel par de genios musicales, que aun con su discapacidad y todo lograron que el piano sonara tan maravillosamente. Se cuestionó por un segundo lo que estaba a punto de hacer, sin considerar por más de lo debido que sus acciones despertarían a las personas que dormían placidas en las habitaciones. Y sin más…

Sus dedos comenzaron a deslizarse sobre las teclas. Lentamente… Suave… Cómo sí se tratará de un suspiro… Tímidamente el piano comenzó a crear una melodía… Clair de lune… Debussy… Uno de los compositores que más le gustaban. No era Chopin, porque aún no había conseguido dominarlo, su técnica aún no era tan buena. Pero su Debussy era por mucho su mejor interpretación.

Las notas eran claras y lentas al principio, la luna llena alumbrando la oscura noche, era su reflector a través de la ventana sumiéndole en el dulce sonido que creaban sus dedos, como si fuera prisionero del sonido que el mismo ayudaba a crear, perdiéndose en la dulzura de aquella pieza. Cerró los ojos y soltó un suspiro satisfecho, sintiendo la emoción desbordante al contemplar los rayos de luna reflejados por la ventana del salón al abrirlos de nuevo, mirando la bella luna plateada tocó hasta que la melodía se acercó a su irremediable final. Tocó para apaciguar un poco aquel ritmo acelerado de su corazón al recordar en la luna la cabellera plateada del príncipe y sus ganas de poder tocar las hebras plateadas de su cabello, dejando salir aquel sentimiento de tímida incomodad al saber que al subir a la habitación de nuevo tendría que volver a dormir junto al príncipe. Tendría que acurrucarse y cerrar los ojos mientras inhalaba su aroma a menta, mientras controlaba con cada respiración los agitados latidos de su corazón, orando en silencio que no se diera cuenta. Pidiendo a los cielos que la mañana llegara rápida y al mismo tiempo deseando que no llegara. Deseando que el momento durase para siempre…

Sintió un leve dolor en el pecho al descubrir con su música lo que estaba pasándole… Logró ponerle nombre a aquel confuso sentimiento de irritación y admiración, de anhelo y agobio, de nervios y vergüenza… Aquel sentimiento que lo había llevado a comportarse tan fuera de sí mismo solo con él... Llevó su mirada absorta a la luna plateada preguntándose con seriedad que era aquello que sentía en su pecho al pensar en aquella idea… Al pensar en dormir junto al príncipe… ¿Qué era aquel calor que nacía en su pecho al pensar en él? ¿Acaso era…?

-…- Una sonrisa tierna se formó en su cara al aceptar lo que su música decía con cada nota. Había sido obvio al menos para el mismo ahora lo era, pero nadie tendría que saber jamás lo que sin darse cuenta había nacido en él… Pues quería permanecer junto al príncipe, sin tener que pelear con él para llamar su atención. Sin tener que demostrarle que era digno de estar a su lado. Sin tener que pedir ser reconocido… Solo quería estar cerca, lo suficiente para al menos llamarse su amigo…

-Debo estar enfermo… -Susurró siguiendo con su interpretación.

Este último pensamiento coloco un sonrojo tenue en sus mejillas, al permitirse tener ese deseo. Como si se estuviera justificando así mismo pensar en Kakashi de esa manera. Sin obligarse a negar lo que había comenzado a sentir por él desde que lo vio por accidente aquella mañana. Hasta que su interpretación alcanzo su final...

Sintió un poco de nostalgia al terminar. Sintió que no había durado mucho y supo que sus deseos aún seguían latiendo dentro de él. Se preguntó así mismo y a la luna ¿Cómo podría disimular sus sentimientos ahora?

Escuchó el chasquido de la puerta al abrirse y se quedó quieto entre asustado y arrepentido por ser atrapado ahí a esas horas de la noche.

- ¿Iruka? –Escuchó que la tersa voz del príncipe le llamaba sacándole otro respingo avergonzado al no saber que decir ni como mirarlo ahora a la cara. Pues no solo lo habían descubierto despierto y medio zombi tocando el piano, sino que también lo había hecho el causante de sus desvelos, la persona a la que menos quería decepcionar con una interpretación mediocre…

No quería mirar el rostro del príncipe y encontrar en él rastros de decepción o desapruebo, pero su nombre pronunciado nuevamente le obligo a mirarle por inercia y al hacerlo sintió sus mejillas calentarse por la vergüenza y confusión al descubrir otro tipo de emoción en aquel par de perlas negras que el príncipe tenía por ojos.

Kakashi lo miraba con emoción dibujada en su rostro, sus ojos mostraban una rara mezcla de desconcierto y perplejidad.

Ahí estaba la mirada que había deseado fuera para él. Aquellos ojos negros como la noche le miraban como si por primera vez hubiesen notado que existía. Le miraban con incredulidad y con emoción al mismo tiempo. Esos ojos negros le permitieron hundirse y perder el sentido del tiempo, hasta casi marearlo.

Aquel precioso cabello plateado. Fue repentinamente iluminado por los rayos de la luna y sin querer su mente formo un pensamiento, que le hizo pensar nuevamente porque sentía aquel nervioso palpitar cada vez que el príncipe lo veía a él, cada vez que se acercaba, cada vez que deseaba tocarle…

“Es hermoso…”

Y con ese simple pensamiento, al fin admitió. Que se había enamorado. Loca y profundamente de ese arrogante príncipe de ojos negros con cabellos de luna. Por primera vez supo lo que significaba estar perdido en amor… Mientras saboreaba la impotencia de no poder admitirlo en voz alta… Convirtiendo en un secreto sus recién nacidos sentimientos… Su primer amor… Guardado a cal y canto…

Tenía miedo. Al escuchar nuevamente su nombre ser llamado tan suavemente por su príncipe supo que estaba perdido… ¿Qué haría? ¿Cómo haría para que el príncipe no se diera cuenta de lo que apenas había descubierto? ¿Cómo ocultaría su corazón de esos profundos ojos negros?

Solo bastaba que Kakashi encendiera la luz para ver el sonrojo en sus mejillas con claridad para darse cuenta de lo nervioso que estaba, del temblor que sacudía con leves espasmos su cuerpo ante la expectativa de lo que el príncipe le diría… Se encogió en su ser al sentir la cercanía de Kakashi que intentaba llamar su atención y le hablaba sin que el entendiera en si lo que le decía, sus propios nervios estaban acabando con él y le impedían responder…

Sintió la suave mano de Kakashi posarse en su hombro sobresaltándose en el acto.

- ¡Iruka! ¡¿Estas bien?! ¿Qué te sucede? ¡Oye!

-No me pasa nada…- Logró susurrar acomplejado por el calor de la mano en su hombro.

- ¡No lo parece! ¡Mírame! – Le ordenó enfadado y el desobedeció evadiendo la mirada oscura de su príncipe.

- ¡Estoy bien!

- ¡¿Entonces porque no me miras?! ¿Tanto te desagrada que me preocupe por ti? – Le reprocho con tono dolido, logrando que así pudiera fijar su mirada en él, y de paso sentir un leve estremecimiento al saber que él se preocupaba por el…

-No es eso… Ya te dije que estoy bien…

*

Realmente no podía confiar en él se dijo Kakashi. Lo que Iruka decía no concordaba con su apariencia. Se veía confundido, asustado y hasta en algún punto pareció asqueado. Se sintió herido al ver como evadía su mirada y también como rechazaba su toque. Aquella melodía que había escuchado había sido magnifica…

Quería volver a escucharla… Pero su delfín aprecia ajeno a su presencia… Odiaba que le rechazara de esa forma y odiaba que de todas formas intentara restarle importancia a lo que pasaba. Su cara enrojecida le causaba preocupación, había sido un necio al no querer tomar la medicina solo porque él había sido quien se la dio. Sintió el temblor en de su cuerpo bajo su mano y con resignación la retiro de él dispuesto a regresar a la habitación sin decir nada más.

Jamás espero que el mismo castaño fuese ahora quien le retuviera al tomarle de la playera para evitar que diera otro paso lejos de él. Se quedó inmóvil sin girarse a verle y espero paciente a que el delfín le hablara.

-No te enfades… Lo que menos quiero… Es que te vuelvas a enfadar conmigo…

- ¿Porque? –Le interrogo serio sin voltearle a ver aún. No quería confundirse más por culpa de ese chico y mucho menos quería sentir aquel dolor en su pecho al pensar que el castaño le repelía a tal grado. –¡Tú me odias no es así!

- ¡Eso no es cierto! ¡Yo…! –Dijo exaltado sorprendiéndole con su tono de voz tan ansioso que no tuvo más remedio que darle la cara al castaño. – No sé cómo tratar contigo… No sé cómo acercarme siempre pienso que estas molestándome incluso cuando quieres ayudarme… Incluso antes primero dijiste que no me querías cerca de ti o tus primos y después cambiaste de opinión… Me confundes y me enfadas, pero no te odio… Si lo hiciera no me molestaría con tantos problemas para convertirme en tu acompañante… No sé qué es lo que tengo que hacer para conseguirlo ahora que escuche a tus primos tocar sé que mi técnica es insuficiente, me aterre al verte ahí parado escuchándome… Seguro no querrás darme una audición después de escucharme tocar…

La mirada esquiva y la frustración en la voz de Iruka le dijeron a Kakashi que el chico no mentía. Sin embargo, había algo que no tenia sentido en todo su discurso.

- ¿Te puedo preguntar algo?

- ¡Lo acabas de hacer! – Le respondió con reproche el castaño soltándole le dé la playera. Una sonrisa inconsciente se formó en su rostro al escuchar la esquiva respuesta.

-Iruka… ¿Acaso lo de ahora era una confesión de amor?

Sus palabras habían salido con suavidad y sin prejuicios, solo era una pregunta que buscaba una respuesta del joven moreno que sin poder ocultarse de el al ser iluminado por la luz de luna le miraba atónito y sonrojado hasta las orejas… Sin saber porque al verle en ese estado Kakashi no pudo más que acercarse al castaño hasta juntar sus frentes sin despegar su mirada ónice de aquellos ojos chocolate que desorbitados buscaban un punto donde posarse.

-Si no puedes decir nada, entonces deja que tu piano me lo diga mientras tocas una pieza conmigo… Quiero averiguar qué es lo que está pasando con nosotros en este momento… Quiero confirmar con mis propios oídos que tu música es real…

Ninguno sabía que estaba pasando. No tenía idea de cómo habían llegado hasta ahí. Pero lo que si sabían era que la siguiente pieza que tocaran debían hacerla juntos… Para descubrir si su música era capaz de llegar al corazón del otro en una confesión de amor…

 

Continuará…

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer espero les haya gustado! 

Nos vemos en la que sigue 

Chao!!


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