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Bomba de tiempo. por Baal

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Notas del capitulo:

¡Bueno! Llevo tiempo sin actualizar y me disculpo mucho. Sólo hasta ahora he tenido el tiempo de pasarme por aquí ¡Pero no desesperen! Estoy de vacaciones ahora y puede que me pase más seguidito a actualizar. Lamento mucho la demora y si pensaron que dejaría este proyecto botado ¡Pues no!

No es tan fácil librarse de mi *evil emoji*

Bien, quiero aclarar que de ahora en adelante comienza el fanfic en sí, lo anterior fue una pequeña introducción que Nora muy amable nos brindó.

Ahora publicaré la primera parte de un capítulo, que también es como una especie de preludio a la historia en sí.

También quiero avisar que de repente tendrá saltos importantes en el tiempo y puedan que se sientan algo confundidos incluso (¡espero que no!) Y lo lamento mucho, pero no encuentro otra forma de escribir.

PD: a los que siguen mi otro fanfic y de casualidad entraron a este porque ¡oh es Baal, la que dejó tirado el fanfic de no.6!, que no tengo tiempo hoy de publicar la continuación de aquel fic. ¡Pero paciencia, pequeños saltamontes! Me haré cargo.

Sin más preámbulos, el primer-tercer capítulo.

Dirige su mirada, un poco dudativo y tambaleante pues no quiere recibir algún otro regaño, y fija sus orbes en el cielo del atardecer, que en orden, tenía los colores rojo, naranja, rosado y púrpura, y en fila despedirán al sol de ése día. Pero su campo visual se extiende, observando con cautela lo que antes sólo veía. Y allí, en el pasto verde y brillante ve a una niña sentada con sus rodillas flectadas y su mentón apoyado en ellas. Le da la espalda al sol y a aquel hermoso espectáculo que la naturaleza les presentaba, como si aquello no le hiciese gracia alguna, o, aún peor, advierte él, ya no quiere percibir el lado bueno de su vida. Abraza sus piernas con gesto abatido y una expresión melancólica. El viento sopla fuerte, y el corto cabello negro oscila frente a su rostro y el vestido largo y blanco, frente a su cuerpo.  Duda si en realidad el vestido que lleva es blanco o no, estando de espaldas al horizonte, los rayos cálidos y rosas le pegan en la espalda, proporcionándole una sombra y cualidades extraordinarias.

Escucha pasos fuera de la habitación, pesados y rápidos, y él, temeroso corre y se cuela entre las sábanas de su cama. Siente la puerta crujir al abrirse, y ahora cerrarse. Curioso asoma la cabeza para ver de quién se trata, y para su alivio sólo es su amiga. La blonda, sorprendida y casi asustada por la repentina aparición del castaño ríe nerviosa.

—¿Qué hacías que no dormías? —Inquiere con curiosidad la pequeña, que se acerca animosamente a la cama del contrario, quien se dignó a elevar los hombros, sentándose.

—Sólo veía por el ventanal—Se decidió a hablar después, sucumbiendo ante la mirada retadora de la blonda — ¿Y tú? — Quiso cambiar el tema— ¿Qué hacías que no venías?

—Oh, pues lo de siempre — Se encogió de hombros también incorporándose, y a paso lento caminando hasta el gran y amplio ventanal de marco metálico que tenía la extensión de toda una pared. — Me escabullí al primer piso. Esta vez les fue algo fácil encontrarme — Chasqueó la lengua sin que le importase mucho su relato — Me encontró el doctor, así que supongo que estará todo bien.

No pudo evitar soltar una pequeña risa al ver el rostro contrariado del castaño. Pero  éste, a diferencia, no le hacía nada de gracia lo temeraria que podía resultar a veces su compañera. Estaba bien jugar y travesear un rato, ¡hasta él lo hacía! Pero lo que ella practicaba estaba al borde de lo suicida y si seguía así temía que se le pudiera implementar algún tipo de castigo o reprensión por los de bata blanca.

Los colores que pintaban del cielo desaparecieron ya, quedando sólo el morado que se tornaba ya más oscuro. A ambos niños les entristecía que pasaran éstos espectáculos tan fugazmente. El niño se paró tras ella. Había olvidado por completo a la niña que le daba la espalda al sol, aún así cuando aún quería seguir viéndola.  La buscó con brusquedad, moviéndose de aquí hasta allá.

—¿Qué buscas? — Con el entrecejo fruncido y una ceja alzada ve cada uno de los movimientos de  su compañero.

—¿Ah? — Se detuvo en seco, aprovechando para rascarse la nuca, infantil— Había una niña, súper pálida—indica—, con el cabello hasta el hombro y negro. —La recordaba con gracia y admiración— Hoy tenía puesto un vestido blanco, supongo, y largo. ¿Te suena? — Miró con atención a la blonda, guardando un cajón lleno de esperanzas en su corazón sin poder leer su rostro. Y no sabía por qué, pero de un momento a otro, al verla no pudo reprimir las ganas por, ¿protegerla? No lo sabía con exactitud.

Ella se mordió el labio inferior, titubeante —Hay muchas niñas con esas características. No sé a cual te refieres, con exactitud.

Y él nunca se creyó más decepcionado. ¿Pero por qué? ¿Por qué quería saben tanto el paradero de aquella chica? Con  un nudo en la garganta y con la pesadumbre que solía sentir cuando le decían que no habría postre para él, se fue a su cama y se tapó hasta la cabeza. Al menos, fue gratificante verla, aunque sea un poco, y quizá, una única vez.

La blonda se le quedó mirando por un rato. Algo de gracia le hacía el berrinche de su compañero, pero de todos modos no podía dejar de sentirse molesta por la intromisión de él. ¿Por qué quería saber tanto de aquella chica? Nunc a nadie había deparado en Siete, sólo ella.

 Suspiró decidida, no hacía falta preocuparse y amargarse por algo que tuvo resuelto desde el principio. Y aunque conociera a otras personas, aquello, no representaría problemas para la blonda. Total, Siete, sólo confiaba en ella. En ella y en nadie más. No era como si de repente se iría con Seis si se conocieran. Siete la quería mucho.

Y ella quería a Siete.

Siete y Uno se querían. Por lo tanto, nadie más entraría en el marco por un largo tiempo.

Y eso le bastaba. No le molestaba ser egoísta si de siete se tratara. Aunque, diariamente siempre pusiera las necesidades y deseos de los demás por sobre los suyos y le fuera difícil despedirse de su naturaleza generosa. Pero, a  lo mejor ya era hora de tener a algo para ella, ¿no? Y si a Siete no le molestaba no creía que fuera un gran problema.

No era un gran problema. Sin embargo, ¿por qué se cuestionaba ahora siquiera dejar que Siete conociera y viviera? Gruñó por lo bajo y decidió imitar a su compañero. Con un deje de molestia y confusión se metió debajo de las tapas y durmió. Pensando en Siete.

Ptsssss.

Sentía que apenas si podía despegar un párpado del otro. Moría de sueño y era literal. ¿Qué hora serían? ¿Las cinco de la mañana? ¿Y si era sí, por qué este mocoso la despertaba gritándole en la oreja y aplastándola con su peso?  Indignada, se retuerce bajo las sabanas y logra derribar al niño que cae de bruces al suelo de madera, haciéndolo crujir. No siente alaridos, intuye que está bien.

—Uno.  Ella está aquí — Hiso una severa pausa, sentándose sin algo de dificultad en el suelo, la blonda termina por abrir los ojos— La niña por la cual te pregunté hace algunas horas.

Se sorprendió al ver a la blonda, que, hace algunos segundos atrás lo hubiese matado por unos minutos más de sueño, pegar un enérgico respingo y salir de su cama a velocidad de cohete. Torció el gesto, debería ser él el entusiasmado, en la habitación. Era él el único interesado en la pelinegra. Prefirió no darle más vueltas al asunto que le acongojaba y caminó hasta el ventanal.

La niña desde abajo observaba a Uno, e incluso parecía ¿feliz? Claro, las sonrisas por lo general eran causadas por estados de dichas.  El castaño no pudo evitar sonreír también. Era una de las sonrisas más lindas que había visto, desplazando por completo la de su compañera, ¡y vaya que tenía una sonrisa muy linda! Pero ésta, en particular, tenía algo de sobrenatural. Ve girar sin previo aviso el rostro de la pelinegra que pasó de ver las orbes de su compañera a las de él, directo. 

Uno también la ve, y se siente consternada, contrariada, molesta, iracunda, pero sobre todo triste. ¿Por qué Siete lo miraría  a él con tanta intensidad, cuando hace apenas algunas horas había jurado que sus oscuros orbes serían sola y exclusivamente para ella?

¿Por qué?...

…Nora.

Notas finales:

Lo de siempre.

Saben que los reviews me fascinan mucho porque son el motor que funciona en mi para seguir escribiendo. Además, me gusta saber que mi trabajo puede gustar a algunos.

¡Lots of love!


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