-Estábamos teniendo un debate sobre la existencia de las sirenas y los unicornios.- dije relajándome. –Los unicornios sí existen.- susurré mirando hacia el horizonte, en dónde el sol comenzaba a ponerse. –Estoy seguro.-
-¿Algunas vez has visto Los LunaCornios?- ¡claro que los he visto! Soy fanático de la Princesa Cola de Caballo.
-Cuando era niño.- contesté. Minho aun me llama “niño” así que no estoy mintiendo. No del todo.
-Yo también los miraba.- susurró dándome una uva.
-¿Ahora eres el musculoso que le da uvas a las chicas?- pregunté riendo, cortando una más.
-¡Por supuesto que no! Sólo que eran tuyas inicialmente.-
-Me llamo Lee Taemin.- contesté metiéndome una uva a la boca.
-Irene.- me tendió la mano, así que la estreché.
-Irene, la que cree en las sirenas.- susurré riendo levemente. Saqué mi celular para tomarle una fotografía. –Pásame tu número.- le di mi celular para que ella lo anotara.
-Y tú eres Taemin, el que cree en los unicornios.- susurro dándomelo. –Márcame para que se registre tu numero.- me dio el racimo de uvas para sacar el suyo. –Listo, te registraré como Unicornio.- empezó a reír mientras tecleaba.
-Entonces te puedo registrar como Sirena.- corté una uva más, me di cuenta de que sólo quedaban cinco, así que corté una última para dejarlo así. Las otras cuatro ella se las puede comer.
-¿Taemin?- ¡Minho! Volteé por encima de mi hombro, ahí estaba él. –¿Qué haces?-
-Estaba comiendo uvas.- le mostré el racimo, él asintió. –¿Te molesta?- no quiero que te enojes y de verdad esto pueda hacerse como cuando regresé de con Donghyun.
-No, sólo que estás muy cerca de la barandilla. Ten cuidado.- sonreí feliz por eso. –Desperté y no estabas, así que te busqué, pensé que estarías comiendo algo pero te encontré aquí.- me di cuenta de que se estaba cubriendo con una cobija, seguramente tiene mucho frio.
-¿Es tu hermano?- volteé a ver a Irene y le di el racimo de uvas.
-Es mi novio.- dije mirando a Minho, que sus cejas se alzaron con sorpresa, luego sonrió. –Choi Minho, Irene.- los presenté.
-Un gusto.- dijo Minho estrechando su mano con la de Irene.
-No creí que fuera tu novio.- dijo soltando la mano. –Pareces un santo, y diciéndome que crees en los unicornios lo que menos esperé fue que tuvieras uno.-
-Bueno, las apariencias engañan.- susurré riendo.
-No los molesto más, sólo como se me perdió lo estaba buscando.- Minho se acercó a mí para besarme la mejilla, su cabello ondeándose en el viento me hizo cosquillas. –Ten cuidado de no acercarte mucho a la barandilla, a veces no son tan fijas como crees.- soltó mi cintura para retroceder. –Un gusto conocerte, Irene.- hizo una reverencia. –Voy a seguir durmiendo.- me miró.
-¿Quieres que te lleve la cena?- pregunté mirándolo.
-No, no tengo mucha hambre. Pero cena tú, cuando tengas sueño ve a la habitación.- asentí efusivamente. –Me despiertas cuando llegues.- volví a asentir, luego Minho se giró para irse caminando.
-Tu novio no es celoso, ¿verdad?- escuché a Irene, dejé de verlo para mirarla a ella y su racimo de uvas, que ya no tenía nada.
-A veces.- susurré. –Con algunas personas lo es más que con otras.-
-¿No le dieron celos de mí?-
-Creo que no.- contesté, y si sí, aun no estoy entrenado para leer los celos en Minho. –Con algunas personas se le nota más, como cuando estoy con Niel.- bueno, antes se le notaban más.
-¿Quién es Niel?-
-Oh, Niel es mi ex.- me giré para recargarme en la barandilla. –Fue una relación muy tóxica. Me sentiré mal por decírtelo porque ya tienes una imagen de mí, pero, él y yo terminamos unas diecisiete veces al menos. Siempre hubo golpes e infidelidades. Fue algo muy tóxico pero yo seguía ahí para él.- reí nervioso, cuando lo digo es diferente, cada vez duele menos y se hace más cómico.
-Con él no es así, ¿verdad?- me miró esperando algo.
-No, con Minho es muy diferente, si hubiera sido Niel en ese tiempo, me hubiera jalado hasta la habitación en donde me hubiera golpeado. Pero Minho sólo me pidió que no me acercara a la barandilla.- sonreí nervioso. –No sabes cuánto lo amo.- reí un poco, me sentía feliz y algo tonto.
-Creo que no, pero que no se haya molestado por verte conmigo dice mucho, no de ti, sino de él. Parece que es buena persona, seguro te ha de hacer muy feliz.-
-No tienes idea de cuánto.-
-Se terminaron las uvas, te parece si vamos a buscar algo más para comer o si ya te quieres ir con él, también estará bien.- me separé de la barandilla para estirarme, luego la miré y asentí.
-Ayer lo dejé dormir muy tarde, si voy ahora y no se ha dormido no lo dejaré descansar, así que mejor dejaré que esté solito una hora, cuando vaya a la habitación tendrá que tener el sueño profundo y descasará lo necesario para bajar del crucero e ir al hotel.- comenzamos a caminar hacia el comedor, o de menos el salón en dónde había mucha comida hace rato.
-Ustedes son muy lindos.- susurró riendo.
-¿Verdad que sí?- pregunté apuntándole a donde había cogido las uvas.
-Pero tú eres más lindo que él.- reí mientras tomaba una platito de fresas.