-No lo sé.- susurró, lo miré sin despegar su cabeza de su cuerpo, una lagrima cayó por el filo de su nariz. –Tengo miedo.- lo apreté contra mi cuerpo.
-No estás solo.- susurré abrazándolo.
-¿Entonces… por qué me siento así?-
-Yo estoy aquí.- susurré regañándolo. –Y mañana vendrá Jonghyun y Jinki, también podría venir Taemin.-
-No me refiero a eso.- dejé de abrazarlo porque talló sus ojos. –Sino que si ella se muere…-
-Minho.- tomé su mejilla para que me mirara. –Ella es una guerrera.-
-Estoy cansado.- cerró sus ojos y suspiró pero lo entiendo, porque según me estaba contando en el crucero no durmió porque Taemin quería estar haciendo Titanic, y ahora que llegó iba a descansar pero con todo esto…
No lo sé.
-¿Disculpen?- ambos volteamos hacia la puerta, era una enfermera. –¿Ambos se van a quedar?-
Minho se levantó de la silla frente a la cama de su mamá, ¿se irá ir?
-Soy su hijo.- contestó, relamí mi labio superior algo incomodo. –No puedo irme.-
Me levanté de la silla también para ir a su lado, quizá debería de marcharme por reglas del hospital, pero si lo hago, no sé que podría hacer Minho.
-Les traeré un par de cobijas.- dijo la enfermera, luego salió.
-Deberías de intentar dormir.- susurré acercándome a él, puse mi mano en su hombro haciendo que me mirara, al otro segundo ya me estaba abrazando, suspiré asintiendo, comprendiéndolo, lo apreté tan fuerte como pude. –No estás solo.- susurré, sentí que mi respiración se entrecortó igual que la suya.
-Si ella muere, sí lo estaré.- negué efusivamente.
-No digas eso.- susurré separándome de su cuerpo. –Tienes que ser positivo.- la puerta se abrió y ambos nos separamos aun más.
-Aquí están.- la enferma dejó las cobijas en la mesa que está cerca a la puerta. –En unos minutos vendrá mi compañera a revisar a la paciente.- fui por las cobijas, parecen ser calientes y cómodas.
-Gracias.- contesté sonriéndole.
Tomé las cobijas para regresar con Minho, ambas se las di, pero me regresó una.
-Es para ti.- contestó extendiendo la otra, sentí una punzada al corazón cuando cobijó a su mamá.
-Toma esta.- se la regresé. –No quiero que te enfermes.- susurré.
-No quiero dormir.- me la regresó. -Úsala tú.-
-Tienes que descansar.- lo miré pidiéndole que reconsiderara la idea de no dormir.
-No quiero dormir y despertar… y que ella ya no esté.- solté la cobija y lo abracé de nuevo.
-Sé que tienes miedo.- susurré. –Yo también lo tengo.-
-Gracias.- sentí sus brazos en mi espalda. –Por estar aquí.-
-Vamos.- tomé su mano para regresar a las sillas, porque aunque haya una pequeña sala de estar no quiere estar lejos de su mamá. –Si no quieres dormir de menos descansa.- hice que se sentara, yo acerqué más mi silla, abrí la cobija para que ambos nos cubriéramos. –Eres friolento, así que no reniegues.- él asintió lentamente, tomando el otro extremo de la cobija. –¿Cómo estuvo Jeju?- así se tendrá que relajar y olvidar todo este mal momento.
De alguna manera claro.
-Hice algunas tonterías allá.- contestó mirando a su mamá, pero de nuevo, no veía su rostro. Supongo que nadie le gustaría mirar a su madre en esas condiciones.
-¿Con Taemin?- pregunté recargando mi cabeza en su hombro.
-No.- ¿qué? –Con otra persona.- alcé las cejas sorprendido, pero no le diré nada, no en este momento de fragilidad. –Con otras dos personas.- wow.
-¿Cómo se llamaban?- o puede de que hayan sido cinco segundos y que no tengan un nombre.
-Nio y K.- bien, me equivoqué.
-¿Y qué tonterías hiciste? Yo también hice algunas.- sentí que sus manos se movían, así que intenté tomarlas, al hacerlo noté que estaban temblando. –Yo salí con algunos chicos.- no me gusta verlo tan frágil.
Si hay personas de barro, papel y metal, Minho es de Metal y no debería de estar así.
-Salí con Sandeul, ¿lo recuerdas? Fuimos a ver la obra de teatro.-
-¿Sí fuiste?- preguntó, me alegré porque ya no se escuchaba plano.
-Sí, quedamos en volver a salir pero no le he llamado.- probablemente tampoco lo haga. –También salí con Sungmin, ¿lo recuerdas? El chico de las donas.-