Mi mamá se recupera, ChangMin es su visita diagonal enfermero y sé que está haciendo todo bien. Cuando charlamos dijo “deja redimirme, haré lo que no pude con tu papá” y eso me inspiró más confianza aun. Aunque la visita se había cerrado, en cuanto llegué de la parrillada y de cortar las hojas de los arbolitos de Jung, le llamé a ChangMin para saludar a mi mamá ella dijo que estaba bien, que había cenado y que habían ido de nuevo a curarle la herida.
Pero también me pidió que no culpara a Andy, claro, no le dije todo lo que pasó pero… no lo sé.
Me detuve en la casa de Taemin, bajé del auto y cerré la puerta, le puse alarma y comencé a caminar hacia s puerta. Espero que aun no se haya ido a la escuela.
Suspiré y me relajé, estar frente a su puerta siempre ha sido un momento de pánico.
Me sobresalté cuando su puerta se abrió.
-Buenos días.- saludé a su mamá. –¿Está Taemin o ya se fue a la escuela?-
-Está terminando de arreglarse.- ¿arreglarse para ir a la escuela? Es sólo ir a estudiar no a una pasarela. Aunque vamos, me da más pánico porque cuando lo vea sé que babearé.
-¡Tesoro! Minho está aquí, date prisa.- asentí mirando hacia la planta alta, esperando verlo.
-¡Ya voy!- asentí efusivamente.
-¿Cómo está tu mamá, hijo?- me giré sobre mis tobillos para mirar a su mamá, me estaba tendiendo una taza de té. –Gracias por confiar en mí y avisarme.- tomé la taza de té.
Suspiré corto y bajé la mirada, sentí que las lagrimas en mis ojos.
-No tenía a nadie más.- susurré.
-Me alegro de que tu mamá esté mejor, Andy me llamó ayer, YoungMi se recupera muy rápido.-
-Tiene al mejor enfermero del mundo.- contesté antes de beber del té. –Gracias por donar sangre.- la miré e hice una pequeña reverencia pero me tomó de los hombros para que dejara de hacerla. –Pero oye, estaba revisando el historial médico de Taemin.-
Eso ya no me gusta.
-Bueno, allá en Jeju…-
-Ya me voy.- sólo vi que Taemin bajó corriendo con su mochila, no, no, no, el té~
-Con permiso~- sentí mi espalda chocar contra la puerta de copiloto del auto.
-Buen día entrenador Choi.- temblé al sentir su aliento contra mis labios, luego su pequeña lengüita pasó sobre el inferior. –Vamos pronto a la escuela.- me mostró las llaves de mi auto, ¿en qué momento los tomó? –Yo conduzco.- asentí aun intentando saber cómo es que me las sacó.
Abrí la puerta de copiloto y entré, dejé la taza de té sobre el portavasos.
-¿Cómo dormiste?- pregunté mirándolo ponerse el cinturón de seguridad, así que lo imité poniéndome el mío.
-Ayer me quedé dormido muy pronto, lo siento.- me miró y luego miró hacia la calle para encender el auto. Sí, él sigue esas reglas de conducción tal y como se escribieron en el manual. -¿Fuiste a la parrillada?- preguntó poniendo el auto en marcha.
-¿Quieres que siga dando clases?- pregunté mirándolo, pero él no dejaba de mirar hacia la calle.
-Habías dicho que…-
-Pero eso fue lo que yo dije, qué es lo que tú opinas.- le sonreí.
-Yo quiero que tú estés bien.- contestó deteniéndonos en un semáforo. –Lo que decidas lo apoyaré.- ¿ha sí?
-Quiero hacer una trasferencia.- no me gusta tu madurez, si estás asustado por lo de mi mamá lo entenderé, será sólo un momento pero prefiero que seas el mismo de siempre.
El que se enoja y patea el suelo al fino que toma té y dice “exquisita elección, Minho”.
-¿A dónde?- preguntó poniéndonos en marcha.
-A CU.- dije aparentando seriedad. –Seguiré siendo entrenador pero ya no de preparatoria, quiso hacerlo para la Universidad.-
-¿Entrenador de Onew hyung?- preguntó con su vocecita.
-De Nicky el Mago.- el auto frenó súbitamente, y ese golpe en la guantera me dolió, sí, pero sé que a él le dolió más el volante.
-Oh.- susurró, sonreí divertido porque sé que se está conteniendo.
-Así que hoy les daré el papeleo.-
-Quédate.- contestó. –Quiero que sigas siendo entrenador, mi entrenador; pero no quiero que estés estresado, que me veas y tengas que ignorarme. Pero detesto a Nicky el Mago.- lo volteé a ver, noté que había puesto el auto en marcha. –¡No sé, no sé! No me pidas que hable en estas cosas.-
-Está bien.- contesté. –Te amo.- sonreí cuando aparcamos en el estacionamiento de la escuela. –No haré ninguna trasferencia, sólo… ¿recuerdas cuándo te hiciste esas perforaciones?-
-Dijiste que se me veían horribles.- contestó quitándose el cinturón de seguridad.