Mi control no paraba de vibrar hasta que en la pantalla apareció el Loser para mí. Relamí mis labios porque realmente me siento un perdedor, ¡¿cómo diablos se me olvidó la fecha?!
-Tendrás que hacerme papas fritas.-
-Con todo el respeto que usted merece Sr. Andy, pero las papas fritas es lo menos que me importa ahora.- dejé el control sobre la mesa de centro, caminé hacia la puerta principal, y tomé las llaves de casa, también mi chaqueta que estaba colgada sobre mi perchero, a un lado de la puerta. –Si me disculpa, tengo que retirarme.- tomé la perilla de mi puerta y giré para abrir.
-Si crees que esa es la decisión correcta, adelante.- aunque quería sentir eso como un incentivo, me supo todo lo contrario, en ese caso, ¿será correcto ir con Taemin?
-Lo creo.- contesté.
…
Me erguí bien porque la puerta de Taemin se estaba abriendo.
Apenas se abrió ligeramente, afilé mi mirada para buscarlo dentro pero todo estaba oscuro.
-Que no hay nadie.- sonreí al escuchar su susurro, eso sólo me confirma que alguien más ha estado viniendo a buscarlo. Sonreí cuando la puerta se abrió un poco más, noté el rostro de Taemin ligeramente triste, eso me partió el alma. –¿Minho?- antes de que abriera la puerta por completo, entré en ese espacio reducido, pero aun así logré empujarla un poco para pasar mejor.
Sentí que Taemin recargó su cabellera en mi hombro, mejor dicho, su frente en mi hombro.
-Llegué tarde.- de nuevo. –Lo lamento.- me limité a abrazarlo, él me correspondió al instante.
-No sé cómo me siento.- susurró soltándome. –Lo extraño.- antes de que se alejara por completo de mí tomé su mano y tiré de ella para que volviera a acercarse a mí.
-Yo lo sé.- susurré.
-Quisiera ser como tú.- susurró tallando sus ojos con su mano libre, luego miró hacia su sala de estar así que caminé hacia ella, Taemin sólo aferró su mano a la mía.
-¿Cómo yo?- pregunté entrando a la sala de estar, dejando que Taemin se sentara en uno de los sofás.
-Para no extrañar a mi papá.-
Bien, no sé cómo me siento, una parte de mí sitió un pinchazo pero la otra no.
-No es que no lo extrañe.- susurré soltando su mano para que se sentara más cómodo, yo me agaché frente a él. –Es solo que…- Taemin me miró, noté lo cansado que está. –Es diferente.-
-¿Por qué es diferente?- estiró su mano hasta que tocó mi mejilla, instintivamente ladeó mi rostro para sentir mejor su calidez. –¿Minho?-
-No lo sé.- susurré mirando sus ojos. –Sólo…- tengo controlados mis sentimientos y emociones que a veces me hace ver indiferente frente algunas situaciones. –Llevo la mitad de mi vida sin él.-
-Dime lo que pensaste.- susurró deslizando sus dedos hacia mis labios. –Por favor.-
-No es nada.- contesté sonriendo, sintiendo como la yema de su índice tensaba mi comisura derecha. –Estaba contando cuantos años llevo sin él para poderte decir lo que dije.-
-Minho.- susurró de nuevo delineando con su dedo mi labio inferior. –Quiero volver a verlo.- noté como una lágrima corría por su mejilla, pero él estaba sonriendo. –¿Tú no?-
-No sé cómo sería mi vida ahora si él estuviera aquí.- y lo que es más importante, no sé si me gustaría.
Miré a Taemin, me di cuenta de que estaba bostezando así que me levanté del suelo.
-Descansa un poco.- susurré mirando hacia la planta alta. –Te traeré una cobija.-
Subí las escaleras y caminé hacia la habitación de Taemin, no sé por qué pero llamé a la puerta y tras tres segundos abrí, en efecto estaba vacía, sólo entré, tomó la primera cobija que vi y regresé. Bajé las escaleras notando como Taemin estaba recostado en el sofá.
Probablemente mirando hacia la nada.
-Siempre creo que está de operativo, por eso no está en casa.- susurró mirándome.
-Todo está bien.- susurré abriendo la cobija para cubrirlo con ella. –Es normal pensar todo eso.- me volví a sentar frente a él, en el suelo. –Inicialmente yo también creía que estaba trabajando.-
-¿Qué estabas haciendo?- me preguntó mirándome pero sin despegar su mejilla del cojín. –Te dije que hoy era tu día.-
-No importa lo que estaba haciendo.- susurré sonriéndole.
-¿Era importante?-
-No.- negué levemente. –Es algo que hago todos los días, sólo estaba comiendo.-
-Hay un poco de cereal en la cocina, por si aún tienes hambre.-
Aunque me enterneció eso, terminé alzando una ceja.
-¿De la princesa unicornio?- pregunté sonriendo, levantándome del suelo y sacudiendo mi ropa.
-Te amo tanto que te compartiré de mi cereal.- sonreía porque lo escuché más animado. –Pero no te lo acabes.-