-¿Así lo hacías cuándo terminabas aquí?- susurré sonriendo pero contraje las piernas, las sentía temblar. Minho puso su mano sobre mi cadera y por más que deseé que simulara estar penetrándome sólo me sostenía para no caer.
-Me imaginaba que lo hacías tú.- susurró tan erótico que no tuve el orgasmos sólo porque presionó mi glande. –Pero no era tu mano.-
-¿Qué era?- pregunté relamiendo mis labios.
-Tu boca.- sonreí divertido pero fruncí el entrecejo porque siento que de nuevo viene el orgasmo. –Como lo estaba haciendo hace minutos.-
-¿Te gusta que lo haga así?- susurré y retiré mi mano de la suya para entregarme a él. –¿Que te coma?-
-Me encanta.-
Mi respiración se entrecortó, sentí que mi corazón latió más fuerte mientras liberaba y disfrutaba de mi orgasmo. La mano de Minho aún estaba sobre mi falo, me daba un poco de risa por cómo terminamos así en lugar de mi cama: haciéndolo. Estúpido médico y su cuarentena.
-¿Te dolió?- entreabrí los ojos para mirarlo y negar lento.
-Me encantó.- quise girarme para estar frente a él pero me lo impidió.
-Espera.- susurró, negué lento un poco divertido porque noté que estaba cortando papel higiénico.
-Yo puedo hacerlo.- contesté.
-Pero yo quiero hacerlo.- me miró mostrándome el trozo de papel, así que me encogí de hombros sonriendo. Minho caminó hacia mí, de nuevo quedé de espalda contra su pecho, miré hacia abajo para ver cómo lo hacía, sus manos son muy grandes. Todo en él es grande. –Listo.- sonreí.
-Si te amo y megamo ahora nos queda corto, ¿qué puedo decirte? ¿Te jurisquiero?- tomé sus manos mientras me abrochaba el cinturón. –¿Te súperquiero?-
-Sólo dime con tus ojos cuánto me amas.- susurró tomando mis manos para levantarlas hasta sus labios, ahora sí, sentí que mis mejillas se pusieron rojas o moradas cuando besó el dorso de mi mano derecha. –Porque ya no necesito más palabras.-
Quería decirle algo, recordarle que lo amo, que inventaría palabras por él pero sólo presioné mis labios mientras lo miraba.
Minho me sonrió.
Sentí que una lágrima corría por mi mejilla así que intenté secarla, pero él la beso, retirándola por completo.
Suspiré sin dejar de verlo pero negué al finalizar.
-¿Cómo pude vivir todos estos años sin estar a tu lado?- pregunté alzando mis brazos para poderlo abrazar. –Sin tu calor ni todo lo que eres.-
-Dicen que toda las personas llegan a ti en cierto momento de tu vida.- sentí sus manos en mi cadera así que las tomé para quitarlas de ahí, a cambio de poderlo abrazar y que me abrazara. –Y siento que ese avión de papel llegó en el momento justo.- me sonrió.
-Minho~ ¿te das cuenta de que estás siendo un cursi justo ahora?- pregunté contra su piel, entrelazando mis dedos con los suyo. –Y estamos en el baño.-
-No es la primera vez que estamos en un baño.- susurró presionando mis manos con las suyas. –Lavemos nuestras manos para regresar a la sala de estar.-
-Está bien.- susurré soltándolo para girarme, pero es imposible no tener momentos cursis con él porque enjabonamos nuestras manos juntos, él estaba tras de mí así que podría ser como esa escenas en las películas cuando están haciendo figuras de barro y el chico se pone tras ella para ayudarle. Sólo que nosotros nos estamos lavando las manos.
-Regresemos al sofá.- lo escuché así que asentí sonriendo. Salimos del baño, me aseguré de cerrarlo y de que todo estuviera limpio, luego caminé tras de él para regresar a la sala de estar.
-¿No quieres ir a la cama?- susurré apuntado hacia la planta alta, porque ya se acostó de nuevo en el sofá.. –Para que estés más cómodo.-
-Así estoy bien.- susurró. –¿Quieres ir tú?-
-No.- contesté caminando hacia él para acostarme a su lado, pero casi sobre su pecho. –Descansa Minho.- susurré escuchando los latidos de su corazón.
-También descansa.- susurró abrazándome, yo sólo me acurruque contra su pecho. –Sueña conmigo.-
-Nú- sonreí divertido. –Tú vas a soñar conmigo.-
….
Entreabrí los ojos y fruncí el entrecejo, sentí que mi corazón latía fuete ¡porque está temblando! No espera, aquí no es zona sísmica así que terminé por levantarme.
-No.- susurré al ver como Minho temblaba compulsivamente. –¿Minho?- susurré moviéndolo de hombro, je, je, me quedé dormido en su pecho después de todo, je, je, ¡pero concéntrate! Eso no es importante ahora.
-Minho, ¿estás bien?- lo moví de nuevo porque no parece despertar pero tampoco deja de temblar, sentí que mi pierna comenzaba a moverse por el miedo. Está temblando demasiado y no abre sus ojos.
¿Qué hago?
Me estoy asustado y no estoy ayudándolo en nada.
-Minho, por favor despierta.- lo moví más fuerte, entré en pánico porque también está temblando mi voz, y él no dejó de hacerlo pero tampoco abre sus ojos. –¿Qué hago? Qué hago.- susurré desesperado, no puedo despertarlo, no sé cómo hacerlo sin lastimarlo.
Tampoco sé si está sufriendo pero no me gusta verlo así.