-¡¿Qué dijiste qué?!-
-¿Recuerdas Jeju?- susurró bajando la mirada, en ese momento abandoné mi cólera para mirarlo. –No me gustó cómo tirabas de tu cabello y me mataba saber que yo te provocaba ese dolor. Sí, tengamos el juego de roles pero que sea porque el sexólogo dice que estás saludable.-
-La última vez que intimamos no me lastimé, no me dolió la cabeza ni me sentí incómodo, no creo que sea necesario ir con alguien más.- sentí que mis mejillas estaban completamente rojas.
-Vamos a ir los dos juntos, yo también voy a entrar contigo.-
-Eso me da más vergüenza.- susurré desviando la mirada. –Porque estarás ahí, no es como que me duela es estómago por lo que cocinaste sino que me duele la cabeza mientras lo estamos haciendo…. No sé si me explico.- sentí su mano bajo mi mentón haciendo que elevara la mirada. –¿Qué debó de sentir?-
-Tengo una idea.- dijo sonriéndome. –Diremos que yo tengo la cefalea pero actuaré tímido para que tú digas mis síntomas, así engañaremos al médico y tú estarás más cómodo.-
-No estoy seguro.- musité.
-Disculpe, aquí está la cuenta.- ambos miramos hacia la mesera y ella sonrió, seguramente porque la miré mientras tenía el pucherito.
-Gracias.- contestó Minho, además de que se levantó para sacar su billetera de la bolsa del pantalón. Yo suspiré un poco más para tranquilizarme. –Tome.- le entregó una tarjeta y ella se marchó. –El banco dijo que me ya tenía derecho a una tarjeta de crédito y la tomé. La estaré pagando una vez al mes.- asentí lentamente. –Te leí la duda en la cara.-
-¿Y por qué no lees mi vergüenza? No sé cómo me siento al respecto de tu cita.-
-Taeil me hubiera acompañado.-
No se diga más.
…
-Estoy nervioso.- susurré moviendo mis piernas inquieto, también estaba dejando caer las yemas de mis dedos sobre mis rodillas. Oh, y mordía mis labios.
-Tranquilo, no pasará nada.- sentí la mano de Minho sobre una de mis temblorosas rodillas. –Pero también estoy nervioso.-
-No me ayudas mucho diciéndome eso.- contesté negando mientras lo miraba, de fondo noté a la chica de la recepción acercarse a nosotros. –Minho, vámonos, dejé comida en la estufa y la lavadora con ropa.- me levanté y tiré de su mano pero no logré mucho.
-¿La pareja Choi?- ¿cómo?
-Sí.-
-Ya pueden pasar, el Doctor los espera.-
-Gracias.- contestó Minho, su mano presionó la mía para tirar de mí e ir hacia el consultorio, extrañamente me sentía feliz. Flotando, “la pareja Choi” qué bonito sonó eso. ¡Qué bonito se ha de haber visto escrito en su agenda! –Buenas tardes.-
Espera, no.
-Minho.- susurré antes de que soltara mi mano. –Me estoy asustando.- pero aun así caminamos hacia el escritorio del médico.
-Soy Choi Minho y él es mi pareja, Lee Taemin.- asentí efusivamente mientras estrechaba mi mano con la del Doctor.
-Bienvenidos, primero permítanme felicitarlos por haberse presentado y por haber pensado en acudir con un sexólogo.- alcé las cejas sorprendido y miré a Minho, él estaba haciendo una pequeña reverencia así que lo imité. –Mucha gente aún tiene el tabú o el miedo y deciden cerrarse a la experiencia, frente a mí tengo a dos personas muy valiosas.-
-Gracias.- contesté menos nervioso.
-Mi nombre es Ishihara Takamasa, ¿en qué puedo orientarles?- nos miró a ambos, pero como miré a Minho toda la tensión se centró en él.
Sentí que mi corazón comenzaba a latir con fuerza y cada vez más rápido, además de que mis manos sudaban y mi boca se había secado. Y la incomodidad incrementaba tras los microsegundos en especial, cuando Minho separó los labios.
-Tengo cefalea orgásmica.-
Trágame tierra.
-Desde hace un tiempo, hace poco más de dos meses que comencé a sentir las molestias.- sé que parezco firme y consciente pero por dentro estoy llorando, llorando a mares como en los animes que ve YoungMin. –Lo consulté con un médico pero sólo me dijo que dejara de intimar, sin embargo, aún sigo teniendo molestias.- ¡¿cómo puede decirlo tan así?!
-Bien Minho, primero como parte médica tenemos que hacerte una pequeña valoración de rutina.-
-¿Nos la puede hacer a ambos?- preguntó Minho levantándose de su asiento porque el médico le había pedido ir a una camilla. –Es que todo hace juntos.- le sonrió pero hasta yo vi que era un poco mucho muy fingida.
-Por supuesto.-