-Me di cuenta de que Minho va a ser entrenador.- susurré molesto.
-¿Eso es malo? Has estado hablando de eso los últimos meses.- sacó su cuaderno así que yo también.
-Pero le va a dar clases a los otros grupos y no sé cuantos arrastrados lo quieran ligar.- abrí mi cuaderno y suspiré molesto. –¿Qué tal si las maestras también quieren con él?- de las niñas no tengo problemas porque es una escuela de varones pero las maestras son otra cosa.
-Minho no es tan atractivo.- reí por eso. –Así que relájate.-
-YoungMin.- lo llamé suspirando. –No puedo decir que KwangMin es feo porque eso también te llevaría.- sonreí.
-¿Quieres que te diga la verdad?- miré a YoungMin y asentí sonriendo. Aunque podría arrepentirme. –Minho es un percebe, incluso si alguien lo ligara no se daría cuenta. Ya lo veo, en educación física uno de los nuevos intentando ligarlo y él dice “¿tienes una basurita en el ojo? ¿quieres que te lleve a la enfermería?”- solté la carcajada pero guardé silencio cuando entró el profesor.
-Bien señoritos, soy su profesor de Biología así que pongan ese nombre en su cuaderno, espero que nos llevemos bien y hagan sus trabajos.- suspiré para tomar la lapicera azul de YoungMin y escribir el nombre de su materia.
-Buenos días profesor, me permite un momento.- ¡Minho! Me estiré en mi silla para alcanzar a verlo pero no puedo.
-Toma, ve y tíralo a la basura.- me entregó una hoja de papel, pero tengo una mejor idea. Hice un avión de papel y escribí algo dentro, luego caminé hacia la ventana, Minho y el profesor estaban dando la espalda. Metí la mano por la ventila para lanzarlo en su dirección.
Sonreí cuando le golpeó el cabello, luego me giré para que no me mirara.
-Ya estoy mejor.- sonreí regresando a mi asiento.
-¡Gracias!- escuché su voz y volteé rápido para verlo, pero sólo vi su espalda yéndose.
-Bien, antes del tema hay que presentarnos.- aplaudió ansioso, sólo sonreí autosuficiente porque seguro todos harán su presentación y perderemos tiempo.
-Luego nos toca el profesor Lee, ese siempre pasa con cien aunque estén dados de baja, después del receso me voy a mi casa.- susurró YoungMin.
-Yo también me voy a ir.- escuché detrás así que me giré para ver a KwangMin. –Casi todos se van a salir, además el reglamento dice que el primer día de clases no cuentan las asistencias.- asentí, eso sí es cierto.
-Igual no me puedo ir, mi mamá sigue trabajando aquí y no quiero que le den quejas, además, me pueden sacar del Comité Estudiantil y no quiero eso.- miré al profesor que estaba apuntando algo en el pizarrón.
-Yo sólo escuché “Me voy a quedar para esperar a Minho”.- sonreí feliz por eso mientras YoungMin se reía de mí. Luego suspiré y tomé sus lapiceras para comenzar a pasar lo que apuntaba el profe.
…
Genial, el casillero hasta el fin del mundo.
Bueno ni tanto, y de hecho tampoco tengo que ir al casillero, el mío sigue estado donde los últimos cuatro semestres pero estaba siguiendo a Minho, desde en la mañana se está escondiendo de mí y eso no me gusta.
Terminé con las mejillas infladas mientras giraba en otra esquina de los pasillos.
-Ya te encontraré.- susurré. Espero que sea pronto, no soportaré hasta el miércoles a la última hora. Aun faltan ammm creo que quince minutos para que den el timbre y todos salgan a desayunar, pude salir antes del salón porque terminé el trabajo inicial con YoungMin.
Eso de ser amigo del inteligente tiene sus ventajas.
Pero ya quiero ver a Minho~
Me recargué en los casillero para sacar mi celular y mirar la hora, ¿sería bueno mandarle un mensaje? No sé, preguntarle en dónde está o si está molesto. En la mañana… bueno je, je. Eso. Pero ahora estoy tranquilo y sólo quiero estar con él.
Me giré para pegar mi frente al casillero, no sé en qué parte de la escuela esté, no tengo a Minho, no lo voy a encontrar, no estoy con él, no sé si estaría bien ir a la sala de profesores y preguntar por él porque podrían regañarlo. Ash, no sé qué hacer y para colmo, no estoy con él.
Al inicio era divertido, me sentía como el gato y el ratón pero ahora ¡wow!
-¿Me estabas esperando?- miré por encima de mi hombro, ahí estaba él así que sonreí.
-¿Cómo adivinaste?- eché mi cuerpo hacia atrás para pegar mis pompis contra su pelvis. –¿Tú me estabas buscando?- comencé a mover lento mi cuerpo para comenzar a provocarlo.
-Quizás.- susurró en mi cuello, eso me dio asdasdas pero lo que terminó con esa sensación fueron sus labios apresando mi lóbulo.
Sus manos estaban en mi cadera ayudándome a mecerme.
-¿Debería de llamarte Entrenador?- susurré girado mi rostro para buscar sus labios. –¿O todavía no?- sus manos dejaron mi cadera para ir hacia mi pecho, se pegó a mi cuerpo de modo que quedé contra el casillero y él.