-Mejor no digas nada.- susurró, sus manos comenzaron a estrujar mi pecho, sus dedos buscaron mis pezones hasta que los pellizcó. –No hagas ruido.- ¡cómo quiere que no haga ruido si él…! Lo intentaré.
Una de sus manos dejó de tomar mi pecho, pero bajó por mi abdomen hasta que entró por debajo de mi playera, sus manos estaban frías que di un leve saltito pero me gustó, porque la fricción contra su pelvis se sintió muy rica.
Mordí mi labio inferior cuando subió por mi pecho ahora desnudo para él, tocó mi pezoncito y tiró de él. Contraje las piernas y presioné mis mis labios. Tiro de mi piel unos segundos más, luego sólo la soltó y comenzó a rascarla, su uña se enterraba y esa sensación me comenzó a gustar.
Tuve que pasar saliva y suspirar quedito para que no nos escucharan.
La mano que estaba sobre la tela la deslizó también por mi abdomen hasta llegar a mi cinturón, bajé la mirada para ver cómo lo desabrochaba y metía su mano. Temblé al sentir el frio de su piel contra mi miembro.
Mis labios temblaron cuando su mano se enrolló en mi falo, comenzó a masturbarme al ritmo de las embestidas que seguía dándome, tuve que ponerme de puntitas para que pegara más su cuerpo, esas se sienten mejor.
Giré mi rostro por encima de mi hombro, sus labios atraparon a los míos en un beso intenso, sus labios se abrían y cerraban muy rápido que pronto me quedé sin aire en los pulmones pero él seguía besándome. Me aparté de él y tomé una bocana de aria profunda.
Salté asustado pero Minho tomó mis caderas aferrándome a él.
-Es sólo el timbre.- susurró separándose de mí pero no quiero que aquí termine. Yo no puedo satisfacerme solo. –Vamos a desayunar.- el calor de su cuerpo se alejó de mí. Tuve que pegar mis brazos al casillero para sostenerme, escuché el bullicio en los pasillos así que pronto nos verán.
En un rápido movimiento tomé la mano de Minho y lo jalé para abrir la puerta más próxima y entrar.
Tenía los ojos presionados porque puede ser un salón de clases pero no escuché nada así que los abrí lento. Sonreí.
-No era un mito.- presioné mi mano sobre la de Minho para caminar e ir hacia uno de los cubículos del baño, entonces ya no estoy tan perdido, este es el antiguo baño de niñas, el que está en desuso por falta de niñas, vaya, así que nos podemos quedar aquí un rato sin que nadie lo note.
Antes de entrar al pasillito de puertas Minho me detuvo y jaló hacia él, como no opuse fuerza terminé chocando contra su pecho, luego lo miré desde abajo.
-Vamos a desayunar.- sonreí amplio.
-¿Me vas a dar mi lechita?- pregunté mirándolo, deslizando mis manos por su pecho al tiempo que me hincaba frente a él. –Tengo mucha hambre.- abrí mi boca y asomé la lengua, Minho sólo negó sonriendo.
-Si la quieres, puedes tomarla.- sonreí mientras desataba su cinturón, desabroché el botón del pantalón y deslicé la cremallera hacia abajo, jale el borde del bóxer y terminé por asomar la punta de su miembro.
Comencé a masturbarlo lento, sin perder de vista sus ojos, sentía su miembro cada vez más erecto y caliente, moví mi mano más rápido haciendo que echara su cabeza hacia atrás y suspirara, sonreí por eso.
Me acerqué más a él, abrí mi boca y lamí su glande, él contrajo sus piernas y gimió.
Seguí lamiéndolo, tenía un sabor agridulce, que coma sólo helados de vainilla no serán suficientes para que sea completamente dulce su sabor, tendré que darle más nutella o asegurarme de que la coma para que esto sea delicioso.
-¿Lo hago mal, Entrenador Choi?- susurré sin dejar de masturbarlo.
-No.- gimió. –No lo haces mal.- sonrió para reanudar mi tarea. Pero esta vez no fue sólo el glande, sino que delineé con mi lengua el tronco de su miembro hasta que llegué a los testículos, lamí la separación de ambos e intenté succionarlo pero no pude.
Llevé mi mano libre a mi miembro para comenzar a estimularme también.
Regresé con un caminito de saliva a su glande, luego lo tomé entre mis labios y marqué un vaivén que sólo en esa parte de su miembro. Jugueteaba con mi lengua pasándola por toda la piel húmeda, embestía con la punta su orificio y terminé retirando su glande para morder la marca que dejó la circuncisión.
-Ah~ no hagas eso.- su mano estaba en mi cabello, sentía como me despeinaba y marcaba el vaivén que quería sentir pero aun no es el momento de engullir todo. Déjame disfrutarte.
-¿Lo hago mal, Entrenador Choi?- susurré contra su piel para volver a succionarla.
-Para nada~- susurró con sus ojos cerrados. Sonreí, lo hago de maravilla. Tomé de nuevo su glande para lamerlo un poco más también succioné levemente, pero terminé acomodándolo en mi boca para comenzar a empujar contra mí.
Sentía su miembro deslizarse por mi lengua hasta que tocó mi campanilla, presioné los labios y lo volví a sacar de mi boca para introducirlos de nuevo. Marqué un vaivén lento porque cuando tenía espacio en mi boca mi lengua volví a delinear su glande.
He descubierto que me encanta esa parte de él.
Las venitas de su falo las sentí más hincadas dentro de mi boca, presionando contra mis labios e interior de mis mejillas. Saqué su miembro por completo y me excité al ver el hilo de presemen y saliva mantenernos unidos hasta que se cortó.
Tomé su miembro, lo masturbé un poco más y cuando Minho abrió los ojos le sonreí porque nunca he dejado de mirar su rostro.