-¿Lo hice bien, Entrenador Choi?- susurré pero antes de que volviera a tomar su miembro en mi boca, él tomó mis mejillas e hizo que me levantara.
-No lo hiciste mal.- susurró antes de besarme, pero era lento esta vez pude sentir sus labios de gomita abrirse y cerrarse contra los míos, los suyos estaban partidos; los sentí por los pellejitos que se separaban de ellos así que antes de terminar el beso, tomé con mis dientes uno y jalé lento para arrancarlo. –Ah~- le sonreí mientras veía como salía poca sangre de donde abrí.
-Me encantas.- susurré sonriendo para caminar hacia los lavamanos, puse mis manos sobre ellos e incliné mi pecho para estar más cómodo. –Entrenador~- comencé a mecer mi cadera de un lado a otro.
Por el espejo vi que Minho se acercó a mí, tomó mi cadera y sus manos se deslizaron hacia mi vientre para abrir mi pantalón y bajarlo hasta debajo de mis pompis, sus manos regresaron a mi miembro, luego lo tomaron para masturbarme un poco, a penas lo estaba disfrutado cuando me soltó.
Pero sentí que las deslizó hacia mis pompis por lo que las levanté un poco más.
Tomó el borde de mi bóxer y tiró de ello hasta dejar descubierta mi piel, masajeó mis pompis, las estrujaba, sobaba y separaba hasta que tocó mi entrada.
-¿Aun estamos entrenando?- pregunté mirándolo por el espejo.
-Ya no.- sentí su glande contra mi piel, pasé saliva, vamos, vamos. –Si seguimos entrenando te podrías cansar y la actividad no la harás adecuadamente.- ¡sólo penétrame!
Empujé mis caderas contra él para que comenzara a entrar en mí, relamí mis labios al sentir que lo estaba haciendo pero resoplé molesto cuando retrocedió.
Me iba a quejar pero el reflejo de Minho desapareció, sentí que separó mis pompis con sus manos y sopló en mi entrada. Ahh~ vamos, eso también me gusta.
-Pero tengo que asegurarme de que hayas entrenado bien, sino te lesionarás.- ¡sólo hazlo!
-Entrenador~- presioné mis ojos al sentir su legüita que a comparación de sus manos, sí estaba caliente, pero además, húmeda. Suspiré para no gemir porque estaba dándome lengüetazos demasiado excitantes, abría más mis pompis, sentía su nariz rozar contra mi piel y mi entrada cada vez más húmeda. –Ahh~- presionó sus pulgares cerca de mi entrada y así su lengua entró mejor. –Minho.- susurré.
Su lengua se movía rápido contra mi piel, sentí que me expandía con cada suspiro que daba y él no se detenía. Llevé mi mano hacia mi miembro para comenzar a masturbarme, cerré los ojos disfrutando de la sensación.
También me encanta su lengua.
-Ya estás listo.- susurró.
-No es cierto.- quiero seguir sintiéndome así.
-Tienes razón, me faltó un poco más.-
-¡Ahh!- su lengua no dejaba de moverse en mi entrada, me sentía húmedo, me sentía listo pero me encanta cómo se siente. –¡Mmm!- presioné mis manos contra mi glande para no dejar salir el semen y que caiga al suelo, el calor de Minho se fue y su reflejo apareció detrás de mí.
-Eso también nos servirá.- le sentí sobre mi espalda, su pecho con la tonta ropa hasta que tocó mi mano húmeda, la abrí y el semen que había expulsado él lo tomó de alguna manera, al menos la mayoría. Abrió su mano y en el espejo vi cómo lo lamía.
-Dios~- susurré extasiado.
Con su mano húmeda de mi semen y saliva siguió dilatándome, pero mecí mi cadera hacia atrás para que lo hiciera más rápido o se diera cuenta que ya estoy listo. De preferencia lo segundo.
-Entrenador~- susurré.
Sentí su glande contra mi entrada, ahora la sensación fue diferente, me gustó más. Comenzó a empujar poco a poco hasta que sentí sus testículos golpear contra mí.
¡Me encanta la sensación! Es como sentirse pleno, como “Llévame ahora, estoy listo” no sé, sólo me encanta.
Presioné los ojos porque comenzó a moverse lento, sentía como mis paredes quedaban solas al salir de mi cuerpo pero se volvían a llenar con su falo.
-Más.- susurré y él me obedeció, sus embestidas se volvieron más fuertes y constates que sentí miedo pues los golpeteos hacen eco. –Ah~ ah, ah… Minho.-
Tomaba mis caderas y las golpeaba fuerte, sentía que con cada embestida me acomodaba el estomago de manera diferente. De repente se detuvo.
Me levantó en el aire para sentarme en el lavamanos, no puedo abrir mis piernas porque tengo el pantalón por eso sólo las pasé a su hombro derecho, volvió a acomodar su glande contra mí para embestirme. Me recargué en mis codos para estar más cómodo, veía su rostro cada que entreabría los ojos y cada cuando miraba la puerta que se no abriera.
Presioné mi esfínter, eso lo hice gemir.
Estiré uno de mis brazos para tomar su mejilla y jalarlo hacia mi rostro.
-Más fuerte.- susurré, él asintió para erguirse de nuevo, sus embestidas aumentaron considerablemente que ya no podía contraer mi esfínter, mordí mi labio para no dejar salir ningún gemido pero el aire se atora en mis pulmones, si no lo hago me va a doler la cabeza otra vez.
Perdóname.