-Como hoy va a llover, sacaré otra cobija para no tener frio.- caminé hacia mi armario para buscarla, según recuerdo ahí estaba.
-¿Vamos a dormir con dos?- me miró ya dentro de mi cama y cobijado.
-Sí.- contesté sacándola del armario.
-Creo que sería mejor si cada uno duerme con una cobija.- lo miré alzando una ceja. –Es decir, si dormimos cubiertos con las dos, y a la mitad de la noche o en media hora más te la quito, te quedarás sin cobija.- creo que tiene un punto.
-¿Estás seguro?- pregunté extendiéndola en la cama, la cobija que ya tenía Taemin la jaló hacia él para darle espacio a la que recién saqué.
-Sí, no quiero que te enfermes.- caminé para apagar el foco, apenas apagué el interruptor un relámpago más cayó, iluminando la habitación. En ese relampagueo vi que Taemin de nuevo se había cubierto hasta el cabello.
-Durmamos pronto.- caminé hacia la cama para entrar en ella. –No quiero que te estés asustando.-
-¡No me da miedo!- se descubrió para mirarme afilando sus ojos.
-Y yo soy la reina.- me aseguré de cobijarlo bien, luego de que la mía me cubrirá bien. –Es normal tener miedo.- susurré recostándome en mi almohada. ¿Cuál almohada? La mía la tiene Taemin.
-Pero sólo son relámpagos.- susurró apenado.
-Son descargas de electricidad muy potentes. Un relámpago es capaz de matar a una persona, así que es normal que les tengas miedo.- susurré para mirarlo, Taemin se giró sobre su costado derecho para mirarme.
-¿No crees que soy cobarde?- me miró a los ojos, pero negué lento.
-Creo que eres adorable.- sonreí.
-Gracias.- susurró. –Me gustó mucho salir a cenar.- sonrió mirándome.
-A mí también.- contesté. –Creí que iba a ser algo desastroso porque no tenía planeadas muchas cosas, pero todo salió bien.-
-Aunque el auto se nos haya perdido, fue todo muy divertido.- susurró bostezando. Me acerqué a él para abrazarlo, se acurrucó contra mi pecho. –Tu corazón se escucha muy bonito.-
-Es el tuyo.- susurré cerrando mis ojos.
-Gracias por el día de hoy.- sentí su respiración más tranquila. –Por estar conmigo.-
-No agradezcas.- susurré cobijándome más, incluso compartiéndole de mi cobija a él. –Hoy fue un día divertido.-
-¡Minho!- se sentó de golpe en la cama que me asustó.
-¿Qué?- pregunté mirándolo.
-Te amo.- sonrió para volverse a acostar. –Te amo mucho.-
…
-¡Regresa aquí!- le grité.
-¡Ven por mí!- dándome la espalda y moviendo su cadera de izquierda a derecha, mirándome por encima de su hombro.
-¡Te vas a enfermar!- sólo estuvimos una hora en la cama, hablando de lo que hicimos en el día y de cómo nos sentimos porque cuando comenzó a llover Taemin se levantó y me jaló de la mano para bajar hacia mi patio trasero.
“La lluvia siempre ha sido muy romántica”
Sólo que me solté antes de que la lluvia me alcanzara.
-¿Le tienes miedo a las gotas de lluvia?- seguía caminando o corriendo de un lado a otro, con las gotas de agua cayéndole en el cuerpo, ya hasta mi ropa que usa de pijama estaba empapada, se le pegaba mucho al cuerpo y noté, por sus pezones, que tiene frio.
-¡Sólo ven!- le rogué. –Te daré una toalla y haré un té para que no te enfermes.- si te enfermas no podrás tomar mi clase porque tus pulmones tendrán dificultad para tomar aire y quedarás exento, eso me podría traer problemas por las dobles interpretaciones.
-Minho~- pateó el suelo mirándome. –Ven acá.- temblé por su voz se hizo más seria, algo más grave. Pasé saliva. –Da un paso.-
-Lo haré pero no porque tú me hayas dicho, sino porque yo quiero.- después de aclararle, salí de la comodidad y protección de mi casa hacia la lluvia, las primeras gotas me calaron hasta en los huesos, las segundas también, a quién engaño, ¡tengo mucho frio!
-¡Vamos!- el calor de la mano de Taemin hizo mucho contraste en la temperatura de mi cuerpo, eso me hizo sentir más cómodo.
-Deberíamos de estar dormidos.- dije mientras era jalado por él, hasta quedarnos en el medio de mi patio.
-¿Cuando volverá a llover?- preguntó mirándome, se había abrazado a mi torso. –Yui siempre dijo que deberíamos de disfrutar los pequeños placeres de la vida. Los momentos cortos y efímeros. Como las estrellas fugaces. O cuando encestas un gol.- me miró a los ojos, los tenía brillantes y hermosos.
-O cuando me llega un avión de papel.- susurré.