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Sleeping Beauty por Angeline Victoria Schmid

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Notas del capitulo:

Capítulo bastante más largo de lo habitual, pero la verdad es que quería llegar al punto donde termina y no quería acortarlo.

Law tenía que reconocer que estaba enfadado con el mundo. A pesar del poco dolor que le había hecho sentir su felicidad matutina, todo había empeorado a la que había salido al bosque. Sus botas de piel se hundían en el barro del bosque, haciendo que tuviera que levantar los pies con fuerza cada vez que quería dar un paso, y sentía cada uno de los moratones haciéndole consciente de partes de su cuerpo que ni siquiera sabía que tenía. Aun así, las sonrisitas estúpidas estuvieron apareciendo de forma más o menos regular hasta media tarde, cuando fue consciente (una vez más) de cual era su lugar en el mundo y cual era el del príncipe. Desearía poder llamarlo “su príncipe”, pero ya tenía edad de sobras para saber que el pelirrojo nunca sería nada suyo. Probablemente el día anterior sólo había querido divertirse como seguro que había hecho muchas veces con otros chicos.

Estuvo llenándose la cabeza con esas cuestiones hasta bien entrada la noche. Estaba tan concentrado en imaginar como serían los hombres a los que Kid había besado que al desollar el único conejo esquelético que había conseguido cazar se llevó casi la mitad de la poca carne que tenía. Seguro que eran mucho más guapos. Quizás eran nobles. O quizás no, y simplemente los había sacado del servicio de su palacio. En realidad no le importaba su aspecto, lo que le molestaba era lo cercanos a él que podían llegar a ser. Al principio pensó que existía la posibilidad de que el tal Killer fuera uno de esos chicos, pero después decidió que no era posible, ya que estaba bastante seguro de que el único interés que el príncipe tenía en él era porque estaba lejos de su palacio y quería algo de compañía en la tienda de campaña que habían montado en los límites del bosque.

Cuando llegó la hora acordada, no fue junto al río, en lugar de eso se quedó sentado en la mesa un buen rato, e incluso se ofreció a hacer el turno de lavar platos de Sugar. La peliazul se sorprendió, porque el chico nunca se había ofrecido a hacer tareas demasiado femeninas, pero aceptó encantada. Estaba tan contenta que incluso le dio una uva. Salió de casa cuando se hubo asegurado de que sus tías dormían plácidamente y encontró a Kid con la espalda apoyada en un árbol y golpeando el suelo con el pie, visiblemente impaciente. Estaba claro que aunque al príncipe no le importaba llegar tarde, no soportaba ser él el que tuviera que esperar a los demás.

- ¿Por qué has tardado tanto? – Exigió saber.

- Mis tías no se dormían – Mintió -. ¿Dónde está tu amigo?

- En el campamento, esperándonos – Sin esperar su respuesta, le cogió la mano y empezó a caminar -. Tengo que decirte algo.

- ¿Qué pasa? – Preguntó sin ningún punto de inflexión el la voz, no estaba seguro de si quería saber qué era lo que tenía que decirle.

- Sé que prometí escribirte – Suspiró, las disculpas nunca habían sido lo suyo -. Pero olvidé que las palomas sólo saben llegar a los castillos.

- Ya – Law de verdad quería creerle, pero había pasado demasiado tiempo comiéndose la cabeza -… No importa.

- Pero he traído la carta – Añadió el pelirrojo con una sonrisa -. Dijiste que sabías leer, ¿no?

- ¡Claro que sé! – Replicó. Fijó la mirada en los preciosos ojos ambarinos, sonrojándose ligeramente por el hecho de recibir una carta, la primera que recibía en toda su vida – Ya te lo dije: sé leer.

- Entonces, toma – Sacó un sobre arrugado de un bolsillo y se lo dio -. Pero no dejes de caminar mientras lees.

El moreno observó que el sobre estaba cerrado con cera caliente y que tenía un sello estampado, típico de los nobles. Por un momento pensó en guardar el lacre como recuerdo, pero enseguida desechó la idea y lo rompió para poder sacar la carta.

A la atención de Law,

«Qué formal es cuando quiere.»

Como ya te he dicho, no se pueden enviar cartas al bosque, las palomas sólo saben llegar a los castillos y palacios para los cuales han sido adiestradas (cada paloma sólo sabe llegar a un castillo o un palacio), son aves muy listas, pero tampoco les puedes pedir milagros. Pensé en enviarte un cuervo, porque son más listos que las palomas, pero no tenemos ninguno en palacio, por aquello de, ya sabes, alas negras, palabras negras, la gente les tiene miedo, y ahora que hay una rebelión, no es extraño que los arqueros los abatan para que no podamos comunicarnos con nuestros aliados. De hecho, el Rey Doflamingo no sabe lo que está ocurriendo en París.

«¿Qué rebelión?» Que Law recordara, el pelirrojo no le había hablado de ninguna rebelión.

Como puedes imaginar, la cosa está complicada. Por el momento París aguanta, con el Consejo asesor de mi padre ocupándose de todo, mientras él está en algún sitio salvando Francia. O dejando que su ejército salve su reinado, mejor dicho.

Te echo de menos.

Law tuvo que leer esa misma frase dos veces para estar seguro de que realmente se refería a él, e incluso comprobó varias veces que la carta era para él y que no se trataba de ningún error o tomadura de pelo. Cuando supo que de verdad Kid decía echarle de menos, se sonrojó.

Te echo de menos. Por suerte, mientras estés leyendo estas líneas yo ya estaré a tu lado, disfrutando de tan agradable compañía.

«Kid considera agradable mi compañía...» Se fijó en que el pelirrojo le observaba detenidamente, y podía estar seguro de que había notado el rubor de sus mejillas. Apretó la carta dentro del puño y la convirtió en una bola sin darse cuenta.

- Eustass-ya – Susurró apoyando la frente en su hombro -… Yo también te he echado de menos.

- Ya lo sé – Respondió rodeándolo entre sus brazos.

- Es que eres tan – Se separó un poco de él y colocó las manos sobre su pecho, queriendo sentirle cerca pero a la vez queriendo alejarse de él. No podía decirle que creía que estaba enamorado de él, seguro que se reiría -… Eres muy bueno conmigo, siempre.

El pelirrojo no tuvo tiempo a responder, porque enseguida llegaron al calor de la hoguera que Killer había encendido para alejar a los animales y para no pasar tanto frío. Sólo estaban en octubre, pero esa noche era fría para estar a principios de otoño.

El rubio se levantó en cuanto los vio, y al contrario de lo que el menor había esperado, no se inclinó ante el príncipe. Kid no se quejó, así que supuso que debía tenerle bastante aprecio, aunque tampoco le decía nada cuando era él quien no lo hacía. Pero sí tuvo que inclinarse ante el desconocido, porque una de las manos pálidas del ambarino lo cogió por la nuca para obligarle a agachar la cabeza.

Los tres se sentaron junto al fuego e hicieron las presentaciones pertinentes. Killer era más simpático de lo que el moreno había esperado, y la verdad es que era bastante divertido. Estuvo riéndole las gracias durante un buen rato, sólo porque había comprobado que el pelirrojo se ponía celoso y ponía cara de enfadado, aunque no dijo nada. Bebieron algo de vino, y aunque Law sólo probó un par de tragos se volvió bastante risueño. Kid nunca le había visto reír de esa forma tan alegre, sin ninguna preocupación, y aunque verle así le hacía feliz, no le gustaba que fuera su amigo quien provocara esas risas. Al final, enfadado, se levantó y se fue a su tienda.

- Creo que será mejor que vayas – Dijo Killer un poco más serio.

- No lo sé – Dudó el menor -… Parece enfadado.

- Sí, pero no contigo – Lo animó -. Ve.

- Eustass-ya – Lo saludó el moreno metiendo la cabeza en la tienda -… ¿Puedo pasar?

- Pasa – Respondió sin mirarlo, ocupado intentando encender un brasero -. Puedes sentarte ahí.

- ¿Qué te pasa? – Preguntó tras sentarse a su lado, lejos de donde le había dicho – Hacía mucho tiempo que no te veía enfadado…

- Ya – Se encogió de hombros -. Últimamente parecía que te portabas como es debido y no te quejabas tanto.

- No me he quejado en ningún momento – Replicó, y aprovechó lo cerca que lo tenía para apoyar la cabeza en su hombro -. Sólo me reía.

En la imaginación de Kid, el moreno levantó la cabeza que había apoyado en su hombro y acercó los labios a los suyos para besarlos con suavidad, algo muy lejos de la realidad, porque el menor se limitó a escudriñarlo con sus preciosos ojos grises.

- Sí – Tuvo que reconocer -, pero conmigo nunca te ríes así.

- Tienes razón – Se separó un poco de él con los labios apretados en una fina línea, pensativo -. Pero eso es porque tú siempre me golpeas con la rama y me haces daño, no me cuentas cosas divertidas.

- ¿Quieres que te cuente cosas graciosas? – Tiró un poco de él para estrecharlo entre sus brazos -. Dime, ¿es eso lo que quieres?

- No – Negó con la cabeza sin separarse de él, rodeando su cuello con los brazos y buscando el hueco que quedaba para poder colocar la cabeza -. Nunca me cuentas nada, Eustass-ya – Su voz sonaba triste -. Hablando con Killer-ya me he dado cuenta de que no sé nada de lo que haces en palacio ni sobre qué te gusta hacer a parte de pelear con espadas.

- Yo tampoco sé nada de ti – Le susurró al oído -. Y tú nunca me has preguntado nada.

- La vida del campo es aburrida – Replicó -. No le interesa a nadie.

- A mí sí – Respondió separándose un poco para poder verle los ojos -. ¿Qué tal si me hablas de tu familia? – Intentó sonreír amablemente, pero no le salió muy bien – Después yo te hablaré de la mía.

- ¿Mi familia? – La pregunta le pareció lejana por un momento, pero al final sonrió tímidamente – Las casas de campo son pequeñas y la gente suele compartir una sola habitación, a veces incluso con los animales – Lo miró avergonzado, consciente de que aunque Kid ya hubiera visto su casa, no era lo que un príncipe habría esperado -. Mi casa es bastante grande y al principio allí vivía mi padre, que era leñador, con sus tres hermanas y mi madre. Mis padres murieron cuando yo era muy pequeño… Y por eso yo he vivido siempre con mis tías.

- ¿Cómo se llaman sus tías? – Quería saber más sobre Law, pero no quería preguntarle por sus padres por si se ponía triste -. ¿Te tratan bien?

- Monet, Sugar y Baby 5 – Se rió un poco por el nombre, consciente de que no era muy habitual -. La verdad es que siempre me han tratado bien, pero siguen tratándome como si fuera un niño pequeño, y no sé porqué. Nunca quieren que haga ningún amigo. El primero, Penguin, lo conocí cuando tenía 12 años, y fue a base de pedir mucho conocer a algún otro chico, para poder practicar con las espadas – Suspiró -. No es que me caiga mal, es muy buen chico aunque un poco atolondrado, pero me gustaría tener más libertad para conocer a otras personas – Miró al príncipe de soslayo -. A ti te conocí por casualidad, y por eso tengo un buen recuerdo – Se sonrojó al recordar como había huido desnudo y aquel primer sueño húmedo que había tenido -. Me alegro de que visitaras el bosque aquella mañana.

- Eso es porque aún eres un niño – Lo pinchó el pelirrojo, pero después le hizo cosquillas en los costados para hacerlo reír -. ¿Ves? Te ríes como un niño.

- ¡No es verdad! – Exclamó – Y es tu turno para hablar de tu familia.

- Sí, es cierto – Suspiró -. Pero déjame decirte algo antes. Creo que tus tías sólo se preocupan por ti – El nombre de esas mujeres le sonaba mucho, pero no sabía decir de qué -. Esas señoras deben cuidar de un chico muy atractivo – Acarició su espalda con suavidad -. Alguien podría querer a ese chico para si, y no tener buenas intenciones.

- ¿Tú cre – La mano de Kid le pellizcó una nalga haciéndole dar un pequeño respingo, igual que el día anterior -…? ¡Eustass-ya! ¡No hagas eso!

- Está bien... Perdona – Lo miró atentamente, los príncipes no solían disculparse por nada, pero recordaba perfectamente aquella vez en que le había hecho llorar y al final el menor había acabado confesándole que sólo quería que le viera como a un igual -. No lo haré más.

- Bueno – Dijo con una pequeña sonrisa -. No importa.

- Ven aquí – Se tumbó en el lecho improvisado y tiró de Law para que se tumbara y seguir abrazándolo -. Mi familia es… Bueno, es algo complicada – Hizo una breve pausa, como si quisiera darle la oportunidad de decir algo, pero siguió hablando enseguida -. Imagino que sabrás que en la realeza es muy importante asegurar la línea de sucesión, por lo que los herederos al trono suelen casarse jóvenes con chicas aún más jóvenes – Suspiró -. Yo debería haberme casado hace un par de años con alguna chica 4 o 5 años más joven que yo, pero ya sabes que mis preferencias son un poco distintas a lo establecido – Le acarició una mejilla, pero no intentó besarle, ni siquiera tenía humor para eso -. Mi padre, Killer y toda la corte en general intentaron presentarme a chicas para que perdiera la virginidad, pero fue algo imposible. Simplemente no estoy interesado en mujeres – Suspiró con hastío una vez más -. Por suerte para mí, Killer es el único que se ha dado cuenta. Por mucho que mi padre sea el Rey – Clavó la mirada en el techo de lona -… Estoy seguro de que la bruja me habría denunciado a la Fe.

- ¿La bruja? – Lo cortó el moreno -. ¿Qué bruja?

- Bueno, no estoy seguro que de verdad sea una bruja – Respondió lentamente -… Si estuviera seguro, yo la habría denunciado a la Fe antes de que ella lo haga.

- ¿De verdad existen las brujas? – Preguntó con curiosidad, ignorando lo que el mayor acababa de decirle -. ¿Tiene la nariz larga y una verruga? Si no tiene verruga, no es una bruja.

- Claro – Respondió, y cuando se dio cuenta de en qué tipo de bruja estaba pensando Law empezó a reírse -. ¡No de esas, tonto! ¡Esas sólo existen en los cuentos para niños!

- No soy tonto – Dijo el ojigrís, pero no lo dijo con el mismo tono que solía utilizar para replicar. A veces Kid conseguía que se sintiera tonto de verdad -. Pero no sé qué otro tipo de brujas hay.

- No te pongas tan serio – Lo abrazó con más fuerza -. A veces se me olvida que no has crecido conmigo.

Se fijó en que el moreno sonreía un poquito. ¿Le alegraba que pensara en él como alguien que había estado a su lado? ¿O quizás era por el abrazo? Por un momento quiso besarle como había estado a punto de hacer la noche anterior, pero le había dicho que hablarían de sus vidas, y eso pensaba hacer. No quería cargarse un momento en el que realmente estaban compartiendo algo que no fuera un entrenamiento con espadas.

- Se llama Shyarly – Le colocó un mechón tras la oreja y se demoró en apartar la mano un poco más de lo que se habría considerado habitual -. Me sigue a todas partes, y todo el mundo sabe que mi padre estaba con ella antes de estar con mi madre. A ella aún le gusta, y aunque él pasa de ella, ella se sigue esforzando para llamar su atención.

- ¿Y tu madre? – Preguntó con curiosidad.

- Mi madre murió hace casi 10 años – Sonrió con tristeza -. Era muy guapa. Tenía la piel un poco tostada, no tanto como tú, pero muy bonita de todos modos. Tenía muchas pecas por aquí - Le rozó los pómulos con las puntas de los dedos y el menor se rió -. Y el pelo tan rojo como yo.

- Seguro que era preciosa – No le costó nada imaginarse a una mujer de piel morena y cabello rojo ataviada en un precioso vestido de seda -. ¿Y tenía los ojos del color del ámbar como tú?

- No – Suspiró -. Los tenía marrones, los ojos ambarinos son de mi padre, igual que mi piel.

- Seguro que él también es muy atractivo – Dijo, porque de verdad se estaba imaginando a un hombre atractivo aunque entrado en años.

- No – Replicó -. Es muy feo.

- Y – Intentó cambiar de tema para alejar el silencio incómodo que ahora llenaba la tienda -… ¿Cómo es tu casa?

- El palacio es muy grande – Respondió amargamente -. Pero parece pequeño porque siempre está abarrotado de miembros de la corte. A mi padre le gusta la ostentación y siempre está invitando a otros nobles a pasar unas semanas con nosotros, por no hablar de los que viven siempre con nosotros, como la familia de Killer.

- ¿La familia de Killer-ya vive en el palacio? – Le costaba entender que en un hogar pudieran convivir varias familias además de los dueños y el servicio - ¿Por qué?

- Su padre es miembro del consejo, así que mientras su hermano mayor regenta el castillo en su nombre, el resto de la familia vive en el palacio real – Explicó -. Y hay otras familias así.

Estuvieron hablando hasta que Killer decidió que era hora de dormir y apagó el fuego. El rubio se marchó a su tienda, y a pesar de que seguramente podrían haber seguido charlando en voz baja, el campamento quedó sumido en un profundo silencio.

Kid estaba muy guapo mientras dormía, totalmente tranquilo, y al menor le gustaba observarlo en ese estado. El abrazo que antes lo había estado aprisionando se había aflojado un poco, pero aun así los brazos del príncipe le rodeaban la cintura, y el moreno sabía que no podría marcharse sin despertarle. Pero tampoco tenía intención de marcharse sin despedirse.

Acarició la curva del cuello con extrema suavidad, consciente de que algo en su interior hacía que allí donde tocaban las yemas de sus dedos deseara poder tocar con la piel aun más fina de sus labios. Le acarició una oreja, la mandíbula y sus labios se entreabrieron en cuanto los tocó. Quería besarlos, pero estando Kid dormido… No estaba seguro de si de verdad quería robarle un beso.

Al final, tras un buen rato cavilando, escondió la cara en su pecho y se dispuso a dormir con el aroma de su cuerpo llenándole las fosas nasales. Inconscientemente, los brazos del mayor volvieron a estrecharlo con fuerza, definitivamente no queriendo que se marchara, y Law le estuvo acariciando uno de los brazos hasta que se quedó dormido.

Se despertaron con las primeras luces pero a pesar de que el Sol aún estaba bajo, Law sabía que sus tías se levantaban pronto y tenía que llegar antes de que notaran su ausencia, si es que no la habían notado ya.

Se despidió con prisas, pero prometieron verse ese mismo día para entrenar como hacían todos lo días.

***

Cuando llegó a la cabaña del leñador, sus tres tías lo esperaban en la puerta, las tres con cara de enfadada, y no le pasó por alto lo que Monet tenía en la mano: la piel de lobo.

- No sabíamos que cazaras lobos, Law – Dijo ella en cuanto tuvo al chico delante -. Di la verdad, ¿de dónde lo sacaste?

- Fue un regalo – Tragó saliva y se abrazó a si mismo, sintiendo frío de repente -. Me la regaló un amigo.

- ¿Un amigo? – Preguntó Baby 5 sorprendida - ¿Penguin sabe cazar?

- Es imposible – Respondió la peliverde antes de que el moreno pudiera responder -. Este animal ha sido desollado por un experto.

- Parece cálida – Sugar alargó la mano hacia la piel para tocarla -. Y es suave.

- ¡Es mía! – Exclamó furioso y se la quitó de las manos, apretándola contra su cuerpo para que no se la quitaran de nuevo.

- Ven al comedor, cariño – Dijo la morena con suavidad, haciéndose a un lado para que el chico pudiera entrar -. Tenemos que hablar contigo.

- No puedes salir por la noche – Inquirió Monet en cuanto estuvieron dentro -. Sabes que es peligroso.

- Y no debes hablar con extraños – Susurró Baby 5 -. Podrían hacerte daño.

- Llevo 3 años entrenando con Penguin – Replicó el ojigrís -. Soy fuerte.

- Sí, lo eres – Respondió el hada con la misma suavidad de antes -. Pero no eres invencible.

Por el rabillo del ojo, el chico vio que Monet cogía la barra de madera que solían utilizar para barrar la puerta las noches que había tormenta para que el viento no la abriera y el comedor se les llenara de agua.

- Monet, yo lo haré – Dijo Baby 5 en cuanto la vio -. Me lo llevaré a su habitación.

La peliverde asintió, así que Law subió a su habitación en silencio, consciente de lo que iba a pasar una vez la puerta se cerrara tras él.

- Dime, ¿dónde has estado? – Preguntó con suavidad tras sentarse sobre la cama y dejar la barra a un lado - ¿Dónde has pasado la noche?

- Con un amigo – Respondió sin atreverse a decir mucho más-… Lo conocí hace algún tiempo, con él mejoro mucho más que con Penguin.

- ¿Entrenas siempre con él?

- No, no – Suspiró -… Él sólo pasa cortas temporadas en el bosque.

- Oh – Se sorprendió, aunque enseguida se le ocurrió quién podía ser -. ¿Es el hijo de un mercader?

- No, él es - Y se lo contó todo, todo lo que había ocurrido en ese último año, incluso habló de sus sentimientos y del beso que habían estado a punto de darse, omitiendo sólo los sueño que había tenido -… No se lo digas a Monet, por favor.

- Law, esto es…

- ¡Por favor, Baby 5! – Se arrodilló ante ella y la miró con expresión suplicante - ¡No puede saberlo nadie más!

- Está bien – Accedió al final -. Ahora te golpearé, y tú gritarás, de lo contrario subirá Monet, y ella te golpeará hasta marcarte. Quítate la camisa.

El chico se quitó la camisa y le dio la espalda. A continuación se puso de rodillas en el suelo, esperando el primer golpe.

- Es bueno que estés lleno de moratones, porque así Monet creerá que te los he hecho yo. ¿Estás listo? – Susurró, y antes de que el moreno pudiera decir nada, le asestó el primer golpe.

Law gritó con cada uno de los diez golpes que recibió, pero no lo hizo porque su tía se lo hubiera recomendado, sino porque aunque sabía que con la peliverde sería peor, los golpes de la morena no eran poca cosa. Cuando hubo terminado, Baby 5 le puso la piel de lobo por encima para abrigarlo y lo miró con una sonrisa triste.

- No puedo dejar que vayas – Le colocó un mechón tras la oreja y se alejó de él -. Lo siento mucho.

Y cerró la puerta con llave para dejarlo a solas con la oscuridad de sus pensamientos.

***

Durante los tres días siguientes, Kid pasó mucho tiempo junto al río esperando ver la silueta del moreno acercándose, listo para entrenar, pero no apareció. Era todo muy extraño, porque el moreno nunca había desaparecido sin avisar, eso era mucho más propio de él, y no recordaba haberlo hecho enfadar.

- Nos vamos – Le dijo a Killer la noche del tercer día -. Recoge tus cosas.

- ¿No quieres esperar para ver si mañana aparece? – Preguntó el rubio.

- No hace falta.

Partieron cuando aún faltaban horas para que saliera el Sol, como dos ladrones huyendo de sus perseguidores en plena noche, con la única diferencia de que el príncipe llevaba una antorcha improvisada por si los lobos se acercaban demasiado, sin saber que en la cabaña del leñador, Law llevaba tres días negándose a comer.

Notas finales:

En el próximo capítulo habrá un salto temporal, el momento esperado se acerca ;). ¿Reviews?


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