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Sleeping Beauty por Angeline Victoria Schmid

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Notas del capitulo:

La verdad es que he tardado mucho en escribir este capítulo, me faltaba la inspiración y me enganchaba mucho más de lo normal; pero aquí está, y sé que estábais deseando leer esta escena ;)

Apretó los ojos con fuerza, como cuando los primeros rayos de sol entraban por la ventana pero a él le apetecía seguir durmiendo, incluso pensó en desperezarse un poco, pero entonces su nariz notó algo que no debía estar allí: el aroma de Kid.


Sus ojos se abrieron de repente en una muy mal disimulada sorpresa, ya que aun con sentir al pelirrojo tan cerca no esperaba que estuviera ahí de verdad. Sin querer, su mano fue directamente hacia sus propios labios, ¿había sido real ese beso o sólo lo había soñado? Los brazos de Kid le envolvieron con fuerza, sus labios le cubrieron la cara de besos.


- Soy un estúpido - Dijo el príncipe -. No debería haberme ido anoche.


- ¿Por qué te marchaste? - Preguntó el moreno, incapaz de decir nada más mientras correspondía a ese abrazos - ¿Por qué no te quedaste conmigo?


- Creía - No quería decirle que hasta ese momento no se había dado cuenta de que le amaba, porque no sabía lo que sentía el moreno -... Creía que si me quedaba me estaría aprovechando de ti.


- Oh - El menor desvió la mirada -,  pero no lo habrías hecho.


- Lo sé - El ambarino intentó sonreír.


Seguramente sonreír debería haber sido fácil tras ver que Law no había muerto. Probablemente debería haberse sorprendido en el mismo momento en el que le había visto apretar los ojos con fuerza. Pero no lo hizo. Algo en el cerebro del pelirrojo había hecho un clic inesperado, haciendo que su mente corriera a través de sus recuerdos. Ciertos acontecimientos que creía haber olvidado reaparecieron en su memoria:


- Oír bien todos vosotros - Empezó Moria -. El príncipe sí crecerá dotado de gran inteligencia y don de palabra, podrá ser amado por cuantos lo conozcan... Pero, al cumplir 16 años, antes de que el Sol se ponga, se pinchará el dedo con el huso de una rueca... ¡Y morirá!


La reina se puso histérica, el Rey Doflamingo intentó por todos los medios que se detuviera al hechicero, y una de las hadas intentó arreglarlo con su don.


- Dulce príncipe - Empezó con dulzura -, si por ese desdichado hechizo te ha de herir el huso de una rueca, que haya un rayo de esperanza en el don que te concedo. No la muerte, sólo en un profundo sueño la fatal profecía se cumplirá, y de ese sueño hechicero despertarás al calor del primer beso de amor.


La mañana siguiente, el bebé había desaparecido.


Kid hizo un esfuerzo por recordar el aspecto del recién nacido, buscando rasgos similares a los del joven que tenía delante. Vio en él los cabellos negros como una noche sin luna, los ojos grises y brillantes como el acero de las mejores espadas, y vio también la piel morena propia de un plebeyo excepto porque era igual de morena en los lugares que la ropa cubría. Era como si el Sol le hubiera besado toda la piel.


- Law - Lo llamó con una diminuta sonrisa forzada -, parecías totalmente dormido, ¿qué te pasaba?


Necesitaba saber si sus sospechas eran ciertas. Le sonaba que el nombre del príncipe era Law, y que las hadas eran 3, justo como las tías del ojigrís. Se exprimió el cerebro para saber si el chico había dicho los nombres de sus tías, y en caso afirmativo, si estos coincidían con el de las hadas.


- Ah, pues la verdad es que fue algo extraño... - Se le escapó una risa forzada -. Yo salí de la cabaña porque un hombre y una chica me pidieron ayuda, pero de repente sentí que mi cuerpo no respondía. Lo único que recuerdo es que me pinché el dedo con el huso de una rueca y, después - Se encogió de hombros intentando quitarle importancia -..., soy incapaz de recordar nada más. Todo se volvió negro.


- Ya veo - Respondió con un hilo de voz -... Sí, es algo extraño.


Mierda, mierda, mierda. Que fuera un príncipe le dificultaba mucho las cosas, y encima no era un príncipe cualquiera, ese era el príncipe. No era que temiera la cólera de Doflamingo, pero tampoco le entusiasmaba ser quien la sufriera. Frunció un poco el ceño antes de hablar, no del todo convencido por la alternativa que se la había ocurrido pero bastante satisfecho por parte de lo que comportaba si Law estaba de acuerdo.


- Oye - Le besó la comisura de los labios con suavidad -... ¿Qué te parece si nos vamos de aquí y te vienes conmigo a mi reino?


- ¿Eh? - El moreno se apartó un poco, aunque la idea de marcharse para no volver con Kid le entusiasmaba - ¡Sí! ¿Por qué no?


No era que el menor no hubiera pensado en sus tías, pero la idea de algo de libertad era muy tentadora. Además... Tanto él como Kid parecían bien predispuestos a que sus sueños se cumplieran. Estaba tan convencido de ello que hasta se le escapó la risa tonta. Tiró un poco de su brazo para que se colocara sobre él y poder besarle tanto como quisiera con toda la comodidad del mundo.


Antes de que pudiera darse cuenta, una de las manos pálidas del ambarino ya se habían colado bajo su camisa y le acariciaba un costado con suavidad, haciendo que sintiera una corriente eléctrica por todo su cuerpo, y es que nadie, ni siquiera Kid, le había tocado nunca de esa forma. Sus labios no se separaban de los suyos más que para respirar, desgastándose mutuamente. No importaba que esos fueran los primeros besos del moreno, su lengua no pensaba dejarse dominar con tanta facilidad.


La postura hacía que el menor sintiera el miembro erecto del pelirrojo contra su ingle, y casi sin darse cuenta empezó a frotarse contra él. Los jadeos escapaban de sus labios haciendo que se avergonzara, en parte por lo obsceno del sonido y en parte porque aunque ambas erecciones se rozaran lo hacían con la ropa de por medio. Kid no tardó en perder la poca paciencia que tenía y se separó de él para quitarse la camisa, momento que el ojigrís aprovechó para quitarse la suya.


Hacía algo de frío, pero no les importaba, el contacto de la piel del otro se encargaba de mantener el calor. Cuando por fin el pelirrojo deshizo las lazadas del pantalón de Law para poder desnudarlo del todo, el menor se tapó la cara con las manos, ocultando unas mejillas tan rojas como el cabello de príncipe.


- Mírame - Ordenó Kid, y al ver que no le obedecía le apartó las manos él mismo -. Sabes lo que quiero hacerte, ¿verdad?


- Sí... - Respondió débilmente pero mostrando algo de seguridad al clavar la mirada en los ojos ambarinos que le observaban detenidamente.


- ¿Nervioso - Preguntó sin rastro de burla en su voz -? Irá bien, no te preocupes...


Antes de que el mayor pudiera decir nada más, el moreno se colocó a cuatro patas sobre el colchón, regalándole unas buenas vistas. Como respuesta, el pelirrojo le dio un besito en una nalga y apoyó la punta de su miembro en la entrada del contrario.


- ¿Estás seguro de que tú también lo quieres - Preguntó con suavidad -? No quiero que te sientas obligado, si no quieres no pasa nada.


- Cállate - Realmente se estaba esforzando para que los nervios no le tiñeran la voz -, y hazlo de una vez.


- Está bien, está bien - Esta vez sí se rió -... Pero quiero verte la cara mientrastanto.


Con más cuidado del que habría sido más habitual en él, cogió el brazo de Law para sentarlo frente a él y aprovechó para recorrer su cuerpo con la mirada. Habría esperado que el menor lo mirara con timidez, pero en lugar de eso parecía que los nervios iniciales de la primera vez hubieran desaparecido por completo, y ahora sus preciosos ojos grises lo miraban casi con ferocidad.


Sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento, le dio un beso en una mano y después llevó esa misma mano tostada hasta su miembro para que lo masturbara mientras él le hacía lo mismo. Sonrió un poco al ver su expresión concentrada, pero no tardó en perderla cuando se le escapó el primer gemido. Era la primera vez que probaba las manos de Law y ya las adoraba, pero no estaba dispuesto a ser el único que disfrutara, de modo que aumentó el ritmo de los movimientos de su mano para intentar que la expresión del moreno cambiara.


- Ngh - Se le escapó casi de inmediato -... Ah... Así...


- ¿Te gusta? - Preguntó sólo para poder oír la respuesta.


- S-Sí - Se esforzó en responder -... Ngh... No pares.


- Yngh... ¿Qué tal si - Apretó el glande con la mano libre - hago esto?


- ¡Ah! - Estaba claro que le gustaba, porque trató de hacer lo mismo, ganándose otro de los gemidos del pelirrojo.


Pronto, el glande del príncipe estuvo cubierto por el líquido seminal, y el ojigrís parecía más que dispuesto a dejarse hacer lo que tenía en mente. Era hora de pasar a algo más duro. Colocó a Law de espaldas contra el colchón y se colocó entre sus piernas, pero no iba a ir a lo bruto, iba a ir tan despacio como su cordura le permitiera.


- Law - Colocó una de sus piernas sobre su hombro y empezó a acariciar su entrada con el dedo índice -, esto podría dolerte un poco.


Antes de que le diera tiempo a asustarse ya tenía un dedo en su interior. No dejó de mirarle a los ojos en ningún momento, pendiente de todas sus expresiones para no propasarse en ningún momento. Si para el menor era demasiado doloroso, pararía.


Pero no parecía dolerle, así que no sólo empezó a mover el dígito sino que además añadió un segundo dedo sin problemas.


- Au - Se le escapó, y enseguida cerró la boca avergonzado -... Estoy bien.


- Pararé en cuanto me lo pidas - Le recordó -, no quiero hacerte daño.


- Lo sé - Sonrió un poquito, feliz porque esas palabras hacían que se sintiera más seguro -, pero estoy bien. Sigue.


La luz de la luna se colaba a través de los cristales iluminando la estancia con suavidad, pero lejos de darle un aspecto tétrico a la escena, le daba un aire de romanticismo y misterio. Kid nunca había sido una persona romántica, pero ver el cuerpo tostado de Law moviéndose bajo el suyo en contraste con la pálida luz que tocaba su cuerpo desnudo era algo muy erótico que podía despertarle el romanticismo incluso a él. Llevaba mucho tiempo esperando ese momento, y seguramente fue por eso que el gemido que escapó de los labios del moreno cuando por fin encontró la próstata le sonó dulce como la voz melódica de una princesa que se enamora por primera vez.


El pelirrojo empezó a separar los dedos para intentar dilatar lo máximo posible al ojigrís, aunque aun con todas las atenciones que le estaba dedicando no estaba seguro de que fuera capaz de aguantarlo. Cuando consideró que era suficiente, introdujo el tercer dígito, y esta vez esperó antes de moverlos.


- Te prometo que cuando deje de dolerte te gustará - Le aseguró el mayor besando sus párpados para intentar tranquilizarlo -. Ya casi está.


- No sé - Quería confiar en él, de verdad quería -... No esperaba que doliera tan - Sus ojos se abrieron de par en par cuando los dedos que tenía en su interior golpearon su próstata una vez más - ¡Ah!


- ¿Mejor - Preguntó, y después empezó a repartir besos por sus mejillas -? Si no estás mejor, puedo abrazarte toda la noche y ya está.


- Sí - Sonrió un poco y lo abrazó mientras besaba sus labios una vez más -... Quiero seguir.


El menor no pudo evitar quejarse cuando el pelirrojo retiró los dedos. La protesta, pero, no duró mucho tiempo, porque antes de que pudiera darse cuenta, los dedos que segundos antes habían estado en su interior habían sido sustituidos por el miembro del mayor. En sus sueños el dolor de la primera vez nunca había existido, por lo que lo que estaba sintiendo era mucho más doloroso de lo que había imaginado, pero no tanto como esperaba después de haber sentido esos dedos moviéndose en su interior. Él, además, no estaba dispuesto a que el príncipe lo tomara por alguien débil, por lo que clavó los ojos en la mirada ambarina del otro y separó las piernas tanto como pudo, intentando que la punta del miembro que tenía en el interior se convirtiera en la mayor extensión de éste posible.


El príncipe sabía que estaba a punto de perder el control. Se estaba esforzando mucho por ser paciente, cuidadoso e ir despacio, pero sabía que eso no sería así durante muchos minutos así.


- Law, yo - Murmuró, consciente de que su impulsividad habitual iba a estallar en cualquier momento -... Deseaba mucho esto. Lo sabes, ¿no?


- S-Sí - Consiguió responder entre gemidos, a esas alturas más de placer que de dolor -. Y-Yo tamngh... ¡Ah!


Bien, si el chico estaba gimiendo de esa forma era evidente que ya no necesitaba contenerse más. Empezó a embestir con fuerza mientras devoraba con ansias los labios del otro como si fuera el último ser humano del mundo, como si de verdad pretendiera fundirse con él en una sola persona. Sabía que el menor sentía que podría partirse en dos en cualquier momento, pero ya no le importaba. En ese momento lo único que existía para él eran los gemidos del ojigrís llenándole los oídos, las uñas que se clavaban con fuerza en su espalda, la torpeza del chico moviendo las caderas bajo las suyas.


Y de repente, paró. Paró y dejó que el moreno moviera las caderas bajo su cuerpo e intentara sentirlo aún más adentro, que luchara por no separarse de su miembro, que le demostrara que estaba tan ansioso de su cuerpo como él mismo lo estaba del suyo, que demostrara cuanto le deseaba.


Y así fue. Law aún no se había quitado de encima la torpeza de la primera vez, pero aun así no pensaba parar hasta que su cuerpo no diera más de si. Estaba a punto de correrse, pero no le importaba. Seguiría hasta que el pelirrojo no pudiera más.


- Kid, voy a...


Pero no obtuvo respuesta. En lugar de contestar, el ambarino sonrió con una suavidad que nunca le había visto, agarró sus caderas con ambas manos para alzarlas un poco y empezó a embestir prácticamente con rabia. Quería terminar junto al menor, y por muchas ganas que le tuviera, tenía más aguante que él. Lo soltó sólo el tiempo necesario para cogerle una mano y que ésta le acariciara el rostro, el cuello, el pecho y por último pellizcara uno de sus pezones, provocando que se mordiera el labio para disimular un gemido.


No tenía necesidad de esconder lo que estaba sintiendo en ese momento, pero aun así, que lo oyera gemir por un mero pellizco... Quiso mirar hacia otro lado pero no lo hizo, queriendo no perderse la expresión de Law cuando ambos se vaciaran, y es que sabía que había alcanzado el punto en el que se correría cuando las paredes del menor se estrecharan alrededor de su miembro.


Cuando hubieron terminado, Kid se fijó en la preciosa sonrisa que adornaba la cara del moreno, y no pudo evitar besarle la frente, las mejillas y los labios. No era consciente de la expresión de profunda felicidad que tenía en la cara. Se notaba que el ojigrís estaba exhausto, pero el mayor no quiso mencionarlo, limitándose a salir de su interior con cuidado y a acariciarle los costados con mucha suavidad, como si lo que acabaran de hacer no fuera algo prohibido y se tratara de algo totalmente inocente.


El príncipe esperó a que Law se durmiera antes de mencionar las palabras que hacía horas que se habían encallado en su garganta y que temía decir más que nada en el mundo, porque sabía que la confesión de ese secreto podría significar la perdición de ambas, y aunque su vida había dejado de preocuparle hacía demasiado tiempo, la de su amor le importaba más que nada.


- Te amo tanto, Law - Le susurró al oído mientras le acariciaba las mejillas -... Te amo, te amo, te amo.


Pero Law no estaba dormido.

Notas finales:

Espero que os haya gustado mucho y recibir algunos reviews (positivos o negativos, como siempre, pero si son negativos que sean constructivos por favor). Es posible que vuelva a tardar en publicar porque tengo exámenes justo la segunda semana de exámenes (o puede ser que eso me de inspiración infinita, nunca se sabe), yo aviso por si acaso.

Es la primera vez que hago este porque nunca ninguno de mis fics (ni aquí ni en FanFiction) ha recibido tantos reviews, pero he decidido que me apuntaré a lo que hacen otras autoras y la persona que me deje el review número 50 tendrá una sorpresa que le explicaré por correo (si me es posible, que aún no le usado nunca y no sé como va) o en el próximo capítulo del fic, así que por favor dejad el review logueadas (no importa que no tengas ningún fic publicado, puedes crear la cuenta para dejar el review) para que pueda enviar el correo.


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