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Sleeping Beauty por Angeline Victoria Schmid

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Notas del capitulo:

Cuando terminé el capítulo anterior, pensaba que este me costaría mucho de escribir, que más allá del enlace entre la última escena del capítulo anterior y la primera de este no sabría qué escribir, pero realmente a la hora de la verdad no ha sido tan complicado y me ha salido prácticamente solo.

Lo que había empezado como un pequeño experimento para atrapar jabalíes utilizando sólo poleas de madera y cuerdas se había convertido en lo más divertido que había hecho en meses, y es que estaba claro que todo es mejor cuando pasa en el momento apropiado. Aun así, no se rió. Tenía que aguantarse, o de lo contrario el pelirrojo sabría que sin querer se había convertido en su presa. Sonriendo con malicia, decidió que lo mejor era que lo dejara un buen rato colgando. Quizás si le subía la sangre a la cabeza, se volvería más atento y amable con él. Pensar en dejarlo colgando toda la noche le parecía muy gracioso, pero quizás era excesivo, no sabía lo que podía pasarle.


Se quedó un buen rato escondido detrás del árbol al que había atado la cuerda, observando como Kid se balanceaba para intentar doblarse y agarrarse a la rama. Pues bien, ya que eso terminaría con la diversión, decidió que ese sería el momento escogido para hacerlo bajar. Cortaría la cuerda, y ya está. Tal vez primero lo saludaría para hacerle saber que había estado allí todo el tiempo y que podía haberle ayudado perfectamente.


- Oh, vaya, qué rápido lo has conseguido - Dijo saliendo de su escondite en cuanto Kid estuvo bien agarrado a la rama -. Ya no estás del revés, qué pena.


- ¡¿Has sido tú?! - El ambarino prácticamente había escupido -. ¡Bájame de una vez! ¡Corta la cuerda!


- Siempre tan exigente... - Suspiró -. Verás, has arruinado la trampa que había puesto para un jabalí. Y ni siquiera podré cazar ningún conejo - Cogió una piedra del suelo y se la tiró, fallando el lanzamiento expresamente -. ¡Eres demasiado ruidoso!


- ¡Bien! ¡Fantástico! ¡Ahora tírame cosas! - Le gritó Kid, frotando la cuerda contra la rama para intentar sesgarla de algún modo.


- ¡Es lo que te mereces! - Mierda, mierda, mierda. Sabía que estaba a punto de estallar, haciéndole pagar el haberle abandonado de esa forma.


- ¡¿Pero qué coño te pasa?! - Espetó el pelirrojo.


Más harto de oírle que otra cosa, sacó el cuchillo que llevaba en el cinto y lo clavó en el tronco del pobre árbol, cortando la cuerda y dejando la marca. Se alejó unos pasos avergonzado por su actitud y se sentó sobre una roca. El ruido del príncipe al caer contra el suelo sin parecerle nada divertido.


- Eh, chico sin nombre - Dijo Kid poniéndole una mano sobre el hombro, hablando con más suavidad de la que era habitual en él.


- Vete - Respondió dándole la espalda.


- ¿Por qué? Antes no hablabas así - Otra vez ese tono de voz que viniendo del mayor podía considerarse hasta amable.


- ¿Y qué? Tú no me conoces, así soy yo - Espetó levantándose para alejarse y, esta vez, recoger el cuchillo e irse de verdad.


- ¿A qué viene todo esto? - Preguntó al final. No era que fuera estúpido, pero no sabía a qué venía todo eso.


- ¡He dicho que te vayas! - Gritó girándose a mirarle a la cara, sus ojos grises prácticamente llameantes -. ¡No tuviste problemas en hacerlo la última vez!


Así que se trataba de eso... Quería acercarse a él y abrazarle. De verdad quería. Pero... ¿Que importaba? Allí no había nadie más. Se acercó a él y le abrazó la cintura desde atrás con un solo brazo, impidiendo que se marchara. El menor dejó de respirar un momento, y Kid sonrió contento, sabiendo que había conseguido lo que quería.


- Perdóname, chico sin nombre - Le susurró suavemente al oído.


- Perdóname, chico sin nombre - Repitió Law hablando en tono agudo y rompiendo el abrazo -. Tengo un nombre, ¿sabes?


- ¡Un nombre que no conozco! - Exclamó el príncipe, enseguida, era exasperante.


- ¡Law! ¡Me llamo Law! ¡Te lo dije cuando te fuiste! - Estaba gritando otra vez -. Pero claro, el señor no podía esperar a marcharse. Tenía prisa para volver a casa. ¿Dónde fuiste? ¿A follarte a alguna campesina?


- Oh... - El ambarino no pudo evitar sonreír -. ¿Son celos eso que veo?


- ¡¡No!! - Estaba fuera de si -. ¿Qué te crees que soy? ¿Una mujer?


En su mente, Kid cogió la cara tostada del moreno y le estampó los labios, besándolo apasionadamente y estrechándolo contra su cuerpo. Y es que si estaba esperando el momento adecuado para besarle, era ese. Pero su mente fue más rápida que sus manos, porque empezó a desnudarle inmediatamente, dejándolo expuesto ante él, dispuesto a follárselo allí mismo, haciendo que su polla se pusiera dura sólo de pensarlo.


Evidentemente, el ojigrís no se dio cuenta, y creyendo que no le respondería y dando la conversación por terminada, empezó a marcharse.


- ¡Espera, Law! - Exclamó cuando se dio cuenta de la situación.


- Mañana a la hora de siempre en el sitio de siempre - Respondió el menor sin girarse ni dejar de caminar -. ¡Y no estoy celoso!


- Sí, lo estás - Dijo en voz baja creyendo que ya estaba demasiado lejos para oírle -. Hasta mañana.


- ¡Te he oído!


***


Al día siguiente, Law cambió un poco su rutina habitual. Primero fue a entrenar con su amigo Penguin, después colocó algunas trampas simples que no necesitaban que estuviera pendiente de ellas para funcionar, se quitó la desastrosa camiseta que llevaba y se subió los pantalones hasta media pantorrilla para pescar.


Pescar con las manos era difícil y hacía falta mucha velocidad, cosa que al moreno aún le faltaba. Era más rápido que antes, sí, cazar le había venido bien para eso, pero aún no era lo bastante rápido como para pescar. Tendrían que seguir sin comer pescado hasta que el ojigrís pudiera pescarlo con las manos desnudas o sus tías se dignaran a comprar una caña en el pueblo.


Así fue como la risa de Kid le llegó a los oídos. Estaba ridículo, seguro. Puso los ojos en blanco, un príncipe como él no sabía lo que era tener una dieta pobre o tener que buscarse la comida uno mismo. Siempre lo había tenido todo. Los nobles aprendían a luchar para aprender a competir en las justas, cazaban por diversión y nunca, nunca les faltaba alguien que les hiciera cualquier cosa que quisieran. Había oído que incluso les ponían babero y les daban de comer en la boca como si fueran bebés toda su vida. Ignorándolo, siguió intentando pescar hasta que la fría espada del pelirrojo se clavó en uno de los peces que nadaban rápidamente esquivando las manos tostadas que intentaban apresarlos.


El ambarino alzó las cejas en sorpresa cuando el menor se giró. Sólo le hizo falta echar un vistazo para darse cuenta de que estaba cambiando. No era sólo por algo de vello facial que le había visto el día anterior, sino también la musculatura. Si consiguió apartar la mirada de sus abdominales, fue porque vio el ligero sonrojo en las mejillas del ojigrís, que aumentó cuando el pelirrojo tiró de su brazo para acercarlo a él.


- Haz fuerza - Ordenó mientras le palpaba los abdominales, y por algún motivo, Law lo hizo -. Están duros.


- No tanto como los tuyos... - No necesitaba tocarlos para darse cuenta, eran más prominentes que los suyos.


- Aún no tienes los 15 - Contestó el príncipe sin dejar de tocar, era agradable -. Pero fíjate, si haces fuerza, se marcan.


Levantó la vista cuando oyó un sonido abandonando esos labios que se moría por saborear. ¿Era eso un jadeo? No, era imposible, nadie jadearía por tan poco, por mucho que sin darse cuenta sus dedos habían llegado hasta el borde del pantalón. No era posible que fuera tan sensible, por muy virgen que fuera. Porque era virgen, seguro. Él, el príncipe Eustass Kid sería el primero en tenerlo. Y el último, a poder ser. Si eso realmente había sido lo que le había parecido, ¿cómo sería cuando se la metiera? Mierda, su cuerpo respondía a su imaginación otra vez. Hasta que lo conoció, que alguien fuera capaz de ponérsela tan dura en un momento también le había parecido increíble. Sonrió.


Sonrió porque se le ocurrió una buena manera de comprobar si lo que había oído era realmente un jadeo y, además, podía pasarlo como parte del entrenamiento. Con esa misma sonrisa, se abalanzó sobre él y lo tiró al suelo. Enseguida lo agarró por las muñecas, inmovilizándose.


- ¿¡Qué haces!? - Se quejó el moreno aún sorprendido.


- El entreno empieza cada día a la misma hora - Le susurró con suavidad al oído, y luego se separó para recuperar el tono autoritario de siempre -. Libérate.


Lo tenía preso de tal forma que al ojigrís no le quedaría más remedio que mover caderas y piernas para intentar huir, frotándose contra las suyas quisiera o no. Si el primer roce lo hacía sonrojar o jadear, sabría que no se había confundido.


El eco amplificó el sonido de su risa cuando oyó los jadeos y vio el rubor que ahora llenaba las mejillas del chico, aumentando a causa de la risa del pelirrojo. Se acercó a su oreja para volver a susurrar, consciente de que eso le molestaría:


- Dime Law... ¿Por qué estás tan rojo como mi pelo?


No iba a decírselo, pero con tanto roce, el ambarino tenía que morderse las mejillas por dentro para poder resistir la tentación de jadear él también. La tenía aún más dura que antes, y a juzgar por lo que notaba cada vez que sus caderas se tocaban, el otro también estaba duro.


No esperaba, pero, recibir un escupitajo en plena cara. Soltó un poco el agarre que tenía en una de sus muñecas para pasar a aprisionarlas a ambas con una sola mano y le puso la espada en el cuello.


- ¿Qué coño te crees que haces? - Preguntó claramente cabreado -. No tengo porque ayudarte. Soy el príncipe Eustass Kid y un día seré el Rey. No tengo porque aguantar las faltas de respeto de una sucia rata plebeya como tú - Escupía las palabras sin pararse a pensar en el daño que podía estar haciendo con ellas -. Estás por debajo de mí tanto como persona como en fuerza, ¿qué esperas conseguir?


No había pasado ni una milésima de segundo que ya se había dado cuenta de que la había cagado. Law estaba llorando. Y era culpa suya. Suya y de nadie más. Lo soltó de inmediato, dejando que se levantara y se fuera alejando lentamente de él, con el orgullo herido y siendo consciente por primera vez de cual era su lugar.


El mayor sabía que no se había equivocado con lo que había dicho. No le había mentido. Socialmente hablando, a su lado la posición del moreno era comparable a la de un insecto, con la diferencia de que los campesinos pagaban impuestos con los que la nobleza se enriquecía. Pero no tenía porqué ser tan cruel. Tampoco tenía la necesidad de decírselo.


Lo que más le dolía era ver como se alejaba. No estaba huyendo como la primera vez que se vieron. Ni siquiera estaba corriendo. Se alejaba lentamente cabizbajo, como si realmente creyera en sus palabras, como si no fuera nada y su sola presencia en el mundo fuera una molestia. Pero eso le daba una oportunidad que no pensaba desaprovechar.


Lo abrazó con fuerza desde atrás, sin estar dispuesto a soltarlo. Podía y debía obligarle a escucharle.


- Los chicos sin nombre no entendéis nada, eh - Dijo con suavidad, pero al ver que no obtenía respuesta, siguió hablando -. ¿No ves que habría matado a cualquiera por menos de lo que has hecho tú? La primera vez que te vi... Bueno, a la mayoría les habría cortado la mano. Y ahora, primero les habría cortado la lengua y después los habría matado.


- Sé que no soy nada a tu lado, pero... - Se giró para abrazarlo con fuerza, las palabras interrumpidas por los sollozos que se le escapaban de vez en cuando -. Yo... No quería creerlo. Sólo... Quería que me vieras como a un igual.


- Tienes madera de noble, Law - Respondió mientras le colocaba algún que otro mechón tras la oreja y le acariciaba las mejillas con suavidad -. Ojalá hubieras nacido en un castillo.


- Eso lo dices para consolarme - Contestó el menor de inmediato, y aunque las lágrimas salían brotando de sus ojos, se atrevió a sonreír un poquito.


- Y Law, otra cosa... - Disimuladamente, una mano bajó hasta el borde de su pantalón -. Ve con cuidado con esto, la pena para esta desviación es la hoguera.


El ojigrís se apartó asustado de que alguien hubiera descubierto el secreto que durante meses había estado intentando ocultar. Pero allí no había nadie, ¿verdad?


- Espera - Le cogió la mano y, tras asegurarse de que realmente no tenían compañía -. Yo..., no se lo diré a nadie - Suspiró y dejó que los dedos del moreno rozaran su erección y lo miró con una sonrisita triste.


- Debes pensar que soy tonto, pero... - Sonrió más alegremente -. Me alegro.


Claro que el príncipe interpretó mal las palabras del moreno, porque lo que Law quería decir era que se alegraba de saber que a su alrededor había una persona con la misma condición, que seguramente sufría de los mismos miedos y que quizás, sólo quizás, al ser alguien más mayor podría ayudarle a sobrellevarlo mejor. Obviamente, no tenía intención de hablarle de los sueños que había tenido.


Los labios de Kid se acercaron peligrosamente a los del ojigrís, sorprendiéndose al ver que el otro bajaba la cabeza para evitar aquel beso.


- No - Dijo Law, escueto.


- ¿No quieres? - Lo cierto es que estaba sorprendido, ahora que sabía que ambos eran iguales, creía que todo sería más fácil -. ¿Te gusta tu amigo?


- No - Volvió a contestar, esta vez negando con la cabeza. Penguin no le gustaba nada.


- ¿Es por lo que te he dicho? - Preguntó -. Me he pasado mucho, lo siento.


- No, yo... - Respondió apartando la mirada.


- ¿No te gusto? - Esa era la pregunta que menos ganas tenía de hacerle, porque temía la respuesta más que a ninguna otra.


- ... - Sus respuestas decían no, pero sus ojos abiertos en señal de sorpresa y el sonrojo que llenaba sus mejillas decían sí -. Lo siento pero... No puedo.


- ¿Por qué? - Al menos no le había dicho que no.


- Tengo miedo, Kid - Era la primera vez que lo llamaba por su nombre de pila, y lo hizo mirándole a los ojos, y el pelirrojo realmente pudo ver el terror brillando en ellos.

Notas finales:

Tengo que confesar que cuando estaba escribiendo la última escena, cuando Kid se enfada, iba a hacer que pegara a Law un poquito, pero después me ha salido la vena romanticona y he pensado que aunque se enfadara con él, nuestro "príncipe" no haría eso. Y menos mal que lo he cambiado. ¿Reviews?


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