-“se hacen locuras por amor”, dicen por ahí…-
La voz más conocida, odiada e inesperada que quisiera escuchar. Un movimiento en falso, la capa terminó aterrizando en el mármol.
Su cuerpo se congeló, pero debía actuar rápido, todavía estaba muy oscuro, su cabello seguía escondido, podía volver a cubrirse con la capa y ocultarse, no la había visto.
-¿y bien Grenger?, se cayó mi varita, alúmbranos con la tuya- ¿por qué sabía que era ella?
Tocó el piso buscándola con desesperación, ya había sido descubierta pero si él no estaba armado aún podía amenazarlo, sintió la capa de Harry en el piso y bajo ella un bulto delgado y largo: la varita. Recogió la capa, no podía permitir que la viera, si se enteraba de su existencia, quien sabe de qué sería capaz de hacer. La guardó velozmente en su alforja, cerró la bolsa y se propuso a recoger la varita, pero cuando la buscó, ésta ya no estaba.
-“lumus”. Vaya susto que me has dado, Grenger, creí por un momento haberme topado con Flith.- La luz de la varita arrojaba una peculiar luz verdosa alumbrando a un joven alto, delgado, de ojos gris profundo, con el cabello claro, rubio como destello de sol, sino fuese porque lo conocía bien, hubiera creído que era un joven atractivo.
Ella se quedó en el piso, estaba petrificada, su corazón latía muy fuerte, ¿cómo podría salir de este embrollo?, ¿la acusaría?, ¿la expulsarían?... El joven llevó una mano detrás de la nuca y se rascó un poco.
-Tranquila, esta vez el enemigo no soy yo- palabras increíblemente amables para un Malfoy- te vi en la tarde, sabía que planearías hacer algo para que Weasley dejara en paz a Potter, así que decidí seguirte, ¿qué encontraste?- ella no podía ni siquiera moverse.
-ya veo…- se inclinó hacia delante hasta quedar a un centímetro de ella- no voy a delatarte…- susurró. Levantó la cara hacia él, quería ver con sus propios ojos que era Draco quién le hablaba, se sentía engañada por sus oído. Al alzar el rostro la distancia entre ellos se acortó, quedaron peligrosamente cerca uno del otro.
Su corazón latió muy rápido y sus manos se tensaron, el rubio estaba a un movimiento de sus labios, pero ella parecía ser la única atribulada, él, a decir verdad, ni siquiera se inmutó, recogió un mechón de cabello que había salido de su lugar y recuperó su postura erecta.
-pensé que eras más inteligente- regresó a su forma normal de actuar, altanero y engreído, Hermione lo prefería así, sin ser un peligro. Se percató de que sus mejillas ardían por el sonrojo.- lo que salió del libro no fue cualquier tipo de humo, tú más que nadie deberías de saber qué era.
-“niebla de dulzura”…- farfulló, ¿cómo no se había dado cuenta antes?
-una poción volátil, saca el lado amable de cualquiera que la inhala, pero no te preocupes, el efecto ya ha pasado, puedes sacar esas estúpidas fantasías de tu mente y ponerte de pie, a no ser que quieras que te cargue como a una princesa- dijo el joven con un tono burlón, entre deprimido y serio, aunque seguía siendo molesto podía percibir una nota de debilidad en su voz.
-¿Por qué me has seguido?, ¿cómo sabes sobre la poción en el vapor?
-qué molestia, lo primero que haces es atacarme con preguntas. Uno, tú tienes algo que necesito, lamentablemente y aunque no me agrade la idea, eres la única que puede ayudarme; y dos, no eres la única que pone atención en clases, pero qué sería de mí si descubrieran que me intereso por la magia, seguramente me rebajarán a tu nivel de ñoña*.
-¿mi ayuda para qué?
-¿acaso eres lenta?, no respondas- tomó una bocanada de aire y cerró los ojos murmurando algo para sí mismo- es peligroso hablar aquí, vayamos a otro lado. No quiero que me vean contigo, tendremos que ocultar mejor tu cabello- aunque éste seguía dentro de la capa escolar de Hermione sujeto con una liga, su voluptuosidad salía a la luz, parecía una joroba en sus hombros.- no te haré daño, te lo dije antes: no soy el enemigo.
Se sentó en el piso a un lado de ella –gírate un poco, ya te dije que no te lastimaré- ella lo dudó por un momento pero terminó cediendo, no sabía cómo manejar aquella extraña situación- mamá suele hacer que la peine para ir al trabajo todas la mañanas, me he vuelto patéticamente bueno en acomodar el cabello- le decía mientras separaba su gran enmarañado cabello en tres gajos- creo que la mejor opción es trenzarlo, evitaremos que te reconozcan y castiguen y a mí pasar la vergüenza de que me vean contigo.
Era amable a la vez que seguía siendo el mismo grosero de siempre, un Malfoy particularmente agradable, ¿Por qué no era así siempre?
-me sorprende tu atención- dijo ella nerviosamente- nunca esperaría que me ayudaras así.
-ni yo, no es algo planeado. Pero si quiero que me ayudes necesito tratarte bien, es la regla de la conveniencia. Ya está, vámonos.- tomó su mano y la ayudó a ponerse de pie, sin soltarla, la guío entre la obscuridad. Una perfecta trenza delgada, que llegaba hasta su espalda baja, rebotaba al movimiento de sus pasos, la recogió y escondió bajo la capa.
El contacto de su mano era extraño, era cálida, y su agarre firme, nunca hubiera pensado tomarse de la mano con él, era la última persona con la que hubiese fantaseado una circunstancia como tal. Salieron de la biblioteca, le pidió que recogiera sus zapatos, dijo que era peligroso dejarlos ahí. Caminaron por un corredor vacío, sólo lleno de retratos aclarados con la luz más tenue que la varita del joven podía producir, pero él conocía el camino, la iluminación era un apoyo para las pisadas de Hermione.
Pronto notó dónde estaba, las pareces húmedas y el aroma a sal la hicieron percatarse de que habían entrado a las mazmorras, ¿pero por qué estaban ahí?, ¿la encerraría en lo que traía a Snape? Se detuvieron frente a uno de los muro, él la miró de soslayó.
-agacha la cabeza si ves gente, no le hables a nadie y no voltees a ningún lado. Si no obedeces ten por seguro que Mcgonagall se enterará de tu visita nocturna a la biblioteca.- ella tragó saliva.
“Serpientes de agua”, articuló Draco, con un estruendo el muro se abrió dejando ver una sala lujosamente adornada, los detalles de lo muebles de piel negra estaban bañados en oro, la luz era clara, un gran ventanal rodeaba la sala dando una espléndida vista al Lago negro, se quedó atónita, estaba en la sala común de Slytherin pero pronto recodó las palabras de Draco e hizo todo lo que le pidió, a pesar de la hora que era, la sala se encontraba muy animada, aunque todos leían o jugaban ajedrez mágico sin dirigirse la mirada.
-Draco, es muy tarde, ¿dónde estabas?- escuchó la voz de un chico acercarse, sintió la presión de la mano del rubio sobre la suya obligándola a retroceder detrás de él- ¿quién está contigo?
-nadie importante, Curtis, un invitado solamente, no quiero que nadie me moleste, estaré en mi cuarto.
-cl…claro, lo que digas- buscó la mirada de Hermione, pero Draco se interpuso en el camino. "Es muy delgado para ser un chico" pensaba el muchacho Curtis, un joven alto y con mirada solemne.- Pansy te ha estado buscando.
-no le digas que he vuelto- caminaron hasta unas escaleras de madera, subieron por ellas, Hem no levantó la mirada ni una sola vez. Abrió la gran puerta de roble, tras ella una amplia habitación, más lujosa que la sala común, resplandecía en plata y oro.- papá se encargó de hacerme sentir como en casa, no fue fácil convencer a Dumbledore de tener mi propio cuarto. Ya puedes relajarte.
¿Cómo podría hacer algo así? Estando con Malfoy, un chico, en una habitación, solo ellos dos, a las tres de la mañana. Él caminó hacia un diván y se acostó sobre el mueble.
-dime qué necesitamos.
-¿disculpa?
-es verdad, aún no te lo he dicho. Quieres hacer que Weasley se alejé de Potter, tenemos ese objetivo en común, quiero a Potter para mí, así como tú a ese pecoso simplón.- no podía darle credito a esas palabras, estaba siendo engañada por sus oídos una vez más, pero en esta ocasión no había poción a quien culpar, Malfoy Draco enamorado de su amigo de toda la infancia.- cierra la boca, se meterá una mosca. ¿Enserio piensas sorprenderte de todo lo que diga?, te diré algo, no soy lo que piensas, ¿viste a ese chico? Ha estado en esta habitación más de una vez, pero su cuerpo no me satisface, necesito algo más excitante, como mi peor enemigo.- enamorado… podría olvidarse de esa palabra, Malfoy resultó ser un ninfómano.
-no puedo ayudarte a dañar a mi mejor amigo.
-no has entendido la situación, si no lo haces, tu querido Weasley te apartará del camino, perderás a ambos y no tendrás a nadie con quien estar. Pero si me ayudas, conseguirás salir con ese mediocre y yo conseguiré el placer de la carne, es un trato justo.
Era su mejor amigo a cambio de un poco de amor, Ron nunca la había mirado antes, estaba sujetándose de tan sólo palabras, su única esperanza era algo incierto, algo que se había desvanecido después de ser pronunciado.
-es una posición más difícil de lo que creí.
-no hay nada que no consigamos en el despacho de Snape.
-no me refiero a eso, me refiero al modo de preparación, luna llena, velas, esencias; el ambiente en general debe ser preciso.
-tengo todo el dinero que quiera a mi disposición, podrás pedir cualquier cosa necesaria. ¿Vas a entregarme a Harry, o no?
Vio un extraño brilló en aquellos ojos plateados, algo de lo que nunca antes se había percatado. Él le extendió su mano… ella titubeó… pero ese resplandor no podía engañarla.
-Trato hecho- apretó la mano de Draco al estrecharla.
El joven sonrió de lado.
….