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Freistaat Bayern por Mizuki_sama

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Capitulo 14

La mansión del conde de Diamond, un hombre honorable, respetado y cercano a la reina era sencillamente hermosa, era difícil hallar una representación más exquisita en el centro de la capital, y Charles no pudo menos que admirar en tranquilo silencio todo aquello, con sorpresa vio como a la entrada se elevaba un jardín bastante alto, no como los jardines comunes, que estaban con arbustos de rosas y amplios césped donde acomodar las fiestas de té, aquel jardín tenía arboles altos, y flores blancas regadas exquisitamente por el borde de un área de césped, además del camino perfectamente pavimentado por donde ingresaban los carruajes, era una vista un poco extraña, pero sí muy hermosa.

Por ello cuando vio a la dama frente a él, su madre y su hermana, no pudo menos que admirar su tranquila belleza, sus rasgos delicados y exquisitos, su elegante atractivo, su postura recta y elegante, unos ojos oscuros adornaban su hermosa cara, enmarcada por una larga cabellera de ébano, con sorpresa acepto que pocas veces había visto una persona más hermosa que la mujer que tenía en frente, así como nunca habría imaginado mejor marco para ella que aquella preciosa casa, había algo extraño, salvaje y astuto bajo el elegante saludo que ella les dio, pero ejerció la suficiente fascinación sobre la familia Xavier que ninguno de ellos pudo desconfiar realmente de ella.

Lady Diamond tuvo que hacer un esfuerzo titánico para que el dolor y la envidia no le cruzaran el rostro cuando vio, al fin y de frente, a Charles Xavier, "el amor no puede ser más hermoso" pensó al verlo, con un sentimiento de dolor naciéndole el pecho, una envidia abrazadora corroyéndole el alma al verlo, forzándose, a base de costumbres siempre practicadas, a darle la bienvenida a su excelencia, la marquesa.

-oh marquesa, es un profundo honor tenerla en mi casa, su excelencia, a usted y a sus hijos- saludo con una voz tan dulce como la miel, viendo que la mujer se alzaba un tanto a si misma al decir eso ella… - esperaba su visita con agrado, y es agradable contar con su presencia para el té – continuo mientras todos se sentaban y acomodaban con movimientos estudiados y repetitivos, ninguno era original, y jamás lo sería hay un modo que es elegante a la hora de tomar el té, cualquier otro intento es saboteado y considerado vulgar- sabemos que prefiere el campo - insinuó con delicadeza.

La marquesa asintió para luego dedicarse a un largo e interesante monologo sobre la vida en el campo, eso por supuesto, a lady Diamond, le interesaba más bien poco, nunca le había gustado el campo, pero procuro crear una hermosa primera impresión para con la mujer, su hija, que era muy bonita, rubia y de ojos azules…en otras palabras un belleza clásica, y por supuesto… en el omega, que inclinaba grácil la cabeza y participaba en la conversación cuando se lo requería, parecía pensativo y dulce, interesado y distraído, confuso en cierta medida, y aburrido en otra.

Lo comprendió y eso la atravesó de lado a lado, porque le dio miedo.

La sociedad era tan abrumadora, normas aquí, normas allá, una mujer, un doncel, un omega inteligentes sufrirían en ese ambiente, sabiendo que estaban atados a normas y reglas que los limitaban mucho mejor que las cadenas que detenían a los esclavos y convictos… porque las normas eran aceptadas y las actitudes vistas, porque las cadenas era visibles y las normas no, pero estaban bien colocadas en la mente humana.

Ella soltó una risa, de cortesía, con un chiste que la marquesa había contado y los demás rieron también, noto que la risa del joven era de compromiso, al igual que la de ella… "¿Cuántos años tiene?" se preguntó viéndolo a los ojos y sonriéndole con amabilidad, como si le agradara, como si entre ambos hubiese cierto agrado natural, nada complicado, ni forzado por los entresijos sociales, simple reconocimiento de dos personas atrapadas en una sociedad hipócrita, carente de emoción, demasiado cruel, demasiado suave, demasiado ocupada cuidándose a sí misma como para notar la perversidad de sus miembros, de lo que ocultaba, ese profundo secreto que la obligaba a ignorar que lo que hacía ella era perverso; aquello que obligaba a Charles a sonreír y no ver en la mente de aquella mujer que sin saber cómo, le agradaba, como si ella pudiese entender lo que pasaba en su mente, porque ella era una mujer, porque había nacido siendo una omega, porque lucia tan fría como la luna y parecía cálida como el sol, aquello que le obligaba a él a ignorar que su corazón latía extrañamente al recordar el baile al que había asistido hacía poco, que le hacía recordar los ojos del dux extranjero, la irónica mirada de Shadow, el baile con el marqués y sus ansias porque Wolf lo visitara, de que aquellas conversaciones con sus padre dejaran de serlo para que apareciera de una vez en su hogar, en su sala, como un invitado y hablara con él… aquello que le obligaba a esperar que otro realizara el primer acto porque actuar él sería demasiado atrevido, y debía esperar y ser cuidadoso, del mismo modo en que ella jugaba sus actos.

Y ella, lady Diamond también pensaba mientras el teté continuaba inexorable hasta su esperado desenlace, ese en el que se agradecía la visita, se terminaba de comentar las bodas de tal o cual personaje, el nombramiento de nuevo canciller y se pedía extender sus saludos hasta el esposo, el primo, el abuelo, la hermana… en su mente comenzó a tejerse la telaraña que tarde o temprano, le entregarían a Shadow el tesoro que ansiaba.

Desde su ventana observo el carruaje llevarse a los Xavier y ella comenzó a pensar, quizás unos libros, una salida en caballos… ¿Le gustarían los caballos?... un paseo, se anunciaba como un cortejo largo para la temporada, pero productivo…

Apretó los labios y corrió la cortina, cuando ellos desaparecieron de su vista, de repente y sin razón se encontró odiándolo todo, a Sebastián, a Charles, a sí misma, al amor y alma soledad que parecía nutrirse en su destino cuando todo aquello terminara.

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La duquesa Von Tomer se preciaba de ser una mujer paciente, por esa razón había dado una semana a sus díscolos familiares para que estos se decidieran a dar el primer paso, por lo que sabía, gracias a los chismes de la servidumbre, James si había hecho solicitud de visitar al joven, pero aún no lo hacía, dudaba de hecho que el marques se hubiera negado, pero Sebastián no había hecho absolutamente nada, por lo que ella sabía y eso… la molestaba.

Se preciaba de tener el talento de leer a las personas y saber que querían –y como lo querían-; era por eso que había optado por el hijo de Xavier, demasiadas virtudes y la mente necesaria para un miembro de la alta nobleza, aquella que dirigía el mundo desde sus altos castillos.

Pero sus sobrinos no hacían gran esfuerzo por moverse, por agradar lo que su piedad y gran dedicación, nacida de su amor filial la llevaba a hacer por el bien de ambos.

Era cierto, y no lo negaba, que había convertido en su mente a Charles Xavier en un premio para el que lo obtuviera, por que sospechaba que eso lo haría más atractivo aun para ambos, eran hombre de sociedad después de todo y debían ser dueños de mentes perversas y dedicadas.

Los llevo a un baile en el que sabía el joven resaltaría peligrosamente, cerca del dux Lensherr, el cual sin duda llamaría sobre su persona una curiosidad breve y peligrosa a la razón de sus antiguos actos y los malhadados rumores sobre su graciosa persona, después de eso no resultaría difícil que el muchacho se viese un tanto alterado, si los rumores y la información que tenía ella por sus propios medios, resultaba cierta, sin duda encontraría cierto interés sobre el hombre, y un omega como él, que había tenido trato con el antiguo arconte y que estaba bajo sospecha de haber guardado sentimientos por él, vería a Lensher como un usurpador, eso sin duda causaría cierto intercambio de miradas, un intercambio que provocaría interés o como menos curiosidad en aquellos hombres.

Después no sería difícil acercarse al marques que sin duda vería su ego dispuesto por el interés suyo, el del marques Wolf y el de Shadow, estos hallaría interesante al joven estaba segura, tanto tiempo limitado por las normas sociales y siendo terriblemente inteligente y sensible, cometería aquellos errores que la virtud no compromete y la sociedad está dispuesta a ignorar a veces cuando la fortuna que te precede es lo suficientemente grande y tu belleza lo suficientemente fascinante como para causar admiración y no envidia.

Envidia apreciables, claro.

Entonces ¿Por qué la demora?

No pudo menos que preguntarse si sus planes habrían salido mal, y recibió la taza de té de las manos de su fiel mayordomo mientras pensaba rápida como era, la posición del marques de Xavier era muy alta, demasiado alta si era sincera, suficiente para apoyar cualquier ascenso en la nobleza para cualquiera, era una unión perfecta desde un punto de vista político, una unión agradable, puesto que el muchacho sabía cuándo tener la boca cerrada y cuando hablar, una visión preciosa, era de rostro agradable.

Entonces, a que la demora ¿Creían acaso que otros no estaban interesados en él? Se preguntó tomando un sorbo de la bebida, rosas, y cerró los ojos, pensativa.

No podía intervenir demasiado y era consciente de eso, ya eran hombres e intervenir podía llegar a ser contraproducente.

-Mi lady –dijo el mayordomo apartándola de su abstracción – El dux Lensherr ha sido llamado a la cámara real –comento, era un confabulador nato, había apoyado a su marido en misiones peligrosas y cuando este había muerto se había quedado a su lado, protegiéndola, era consciente de los entramados políticos y reales que nadie más podía adivinar.

-Sorprendente- fue la respuesta de la dama -¿continúan las sospechas sobre el antiguo arconte? –pregunto al aire, viendo como este realizaba movimientos exactos acomodándolo todo.

-solo un par de sospechas sin importancia, al parecer piensan que el joven hijo de Xavier podría saber algo –comento al aire, causando que la mujer frunciera el ceño, Charless Xavier era un doncel, la posición, como la suya, naturalmente era mantenerse atrás, brillar con la dulzura y belleza y si participaban en algún plan de aquellos a menudo se esperaba que fueran capaces de detenerse allí donde la cortesía y la virtud se los exigía.

Siempre respetando su posición inferior.

-Una sospecha arriesgada –comento, seriamente.

-Por supuesto, un par de palabras mal dichas y Xavier empezará a cortar cabezas, incluidas alguna de la casa real –sonrió el mayordomo cambiando el juego de té –Su sobrina llegara en media hora, quizás deba cambiar el té.

-Quizás.

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Emma había sido siempre maravillosa, era dueña de una belleza magnifica, educada en las mejores casa, la duquesa había sabido que la joven estaba destinada a un futuro brillante, por ello la había entregado al arconte de Aría, un hombre poderoso, extranjero, y letal.

Sin honor.

Pero rico como creso y poderoso como ninguno.

Se la había dado sabiendo que la haría importante, rica… e infeliz.

No era que pretendiera nada más que eso para su hermosa nieta, en su mundo, la felicidad y el amor eran cosas que nunca se llegaban a tener por completo, no así el poder, la ambición y la fortuna, esas si eran cosas factibles de tener a mano.

Por ello se confundía, con lo que su nieta le contaba, amaba desesperadamente a Lensherr,

Pero era claro que tras llegar a Baviera, alguien había logrado su atención y lo tenía fascinado, Erick se alejaba cada vez más de Emma y esta no sabía cómo retenerlo, su afecto, sus ganas de estar con él era rechazados.

-Cada vez me soporta menos –gimió con la voz atenazada en lágrimas, sin saber qué hacer, la duquesa frunció los labios.

-y en respuesta tú te atas más a él, ¿Me equivoco? –pregunto, tomando un sorbo del delicioso té de jazmín que el mayordomo les había servido.

-Es que no sé qué hacer ¿Qué hago mal? –gimió ella, desesperada, la marquesa contuvo el gesto de asco al oír aquello, ella como una mujer que siempre había sido amada, también despreciaba a aquellos que suplicaban el amor ajeno.

-Ese es tu error –soltó acida- que no sabes que hacer, querida hija mía… A ningún hombre le agrada que lo atosiguen de amor, lo suyo es perseguir y tú…

La miro con profundo desprecio, un desprecio tal que le helo la sangre a la mujer que allí estaba oyéndola.

-Tú le has dado todo… a cambio de nada.

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Charles volvió a sacudirse por novena vez en lo que iba la tarde, mientras continuaba cabalgando por el parque, tenía la espalda recta y sus movimientos iban en armonía con el caballo, no quería decir que fuese incomodo, mientras continuaba cabalgando en compañía de su hermana, con la vigilante mirada de su madre y la institutriz sobre ambos, Raven sonreía perfecta y sus ojos parecían brillar aquella mañana, Charless tenía la sospecha con haber vuelto a cruzarse de nuevo con aquel hombre, Charless sabía que se llamaba Azazel, y era temido, ya que siempre iba cubierto de cuerpo completo, con aquel traje negro, sin embargo ambos, Raven y él, eran conscientes de que miraba a Raven y cabalgaba a esas horas para verla.

Solo cabía la pregunta de cuándo se acercaría, al fin, a hablarles.

Aun así, aquel día tampoco se había acercado y Charless se encontraba disfrutando del paseo cuando vio aparecer, por la otra vuelta un hermoso alazán negro como la noche, y orgulloso cómo un rey, sobre el arrogante animal iba el dux Erick Lensherr, su aspecto era regio e imponente, como siempre, Charless estaba acostumbrado a verle, desde que había empezado a cabalgar en el parque había notado que el dux, en compañía de algunos otros solía ir a cabalgar, a menudo en compañía de Emma Suffore, lo que menudo llamaba la atención del joven hijo del marques, no de la mejor manera pero tenía su atención, como cada vez que los veía, Charless asió con más fuerza las riendas del caballo, pero sus manos temblaron al darse cuenta de una cosa realmente extraña.

El dux continuaba cabalgando, aquella tarde iba solo.

Notas finales:

Sé que he demorado una vida, y que el capitulo no abarca todo lo que ustedes quisieran, pero espero de corazón que aun haya alguién entre los lectores interesado en esta historia, por mi parte, no estoy dispuesta a abandonar aunque demore. 


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