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Freistaat Bayern por Mizuki_sama

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Capítulo 15

Verle cada día a la misma hora en un parque público, donde solo podía verle de lejos y su única aspiración podía ser un gesto de educado reconocimiento, había sido la única acción que podía hacer sin que su hermosa amante le armara un escándalo que, él reconocía con cierto pesar, tenía bastante derecho a hacerle.

Emma tenía derecho a sentirse ofendida con él, lo sabía, después de todo habían sido amantes durante un largo tiempo, se habían tratado incluso antes de la viudez de ella y era bastante normal, natural, que ella esperará una futura boda con él, ignorando en cierta medida las buenas costumbres, él mismo reconocía que había pensado en… una no muy lejana boda con ella.

En su mente aquello habría sido perfecto, ambos se conocían, eran miembros augustos de la hipócrita y dulce sociedad que los representaba, eran expertos de las maniobras sociales y conocían las confabulaciones como nadie, él por su título y crianza, ella por quién había sido su marido –si le reconocía alguna capacidad a la duquesa lo hacía de manera subconsciente, fruto del instinto animal más que del pensamiento frio y lógico como noble.

En fin, hasta antes de llegar a Baviera estaba seguro de que se llevarían muy bien si llegaban a casarse; por decirlo de algún modo, eran perfectos él uno para él otro y él la deseaba como pocas veces había deseado a nadie.

Y entonces había conocido a aquella hermosa joya Baviera y su mundo se había acabado tan rápido como un sueño, no podía imaginar cuan bajo se tenía que caer para actuar como él lo hacía en aquellos momentos, a lomos de un majestuoso animal, que lo llevaba como debía llevarse a los reyes, su cabalgadura era hermosa y honorable, no así él, y lo sabía, mientras avanzaba con una intención perfecta, aunque su aspecto era en apariencia tranquilo, alguien que le conociera bien habría sabido que era la misma expresión que toman los hombres cuando van a cometer un crimen terrible o una traición impronunciable.

Su caballo se acercó sin demora alguna en la misma dirección en la que pastaba tranquilamente el caballo de Xavier, el descabalgo a su caballo con un movimiento único y experto, sus dedos apenas rozando las crines del alazán que se inclinó, en cuanto su amo hizo el gesto, a pastar de los verdes pastos del parque, al tiempo que Lensherr recibía la mirada intrigada del doncel.

Nadie les veía, no podían, ocultos como estaban entre los árboles cuyas ramas bajas los cubrían como solo puede cubrirse un pecado, formando con sus sombras un lugar oculto de miradas ajenas.

En cierto modo Erick temía, era consciente ¡ay! De que su actuar –desleal- podía arruinar al muchacho si alguien los veía ahí solos y escondidos, aún más, sabía que su actuar era traicionero, el joven omega no tenía una idea aproximada de lo que iba a pasar.

Pero necesitaba aquello, verle, hablar con él, solo un poco, saber que no había sido un sueño.

-Dux Lensherr –su título y apellido fueron nombrados por una voz suave y cultivada, la del joven que buscaba, en un saludo que también era reconocimiento, no estaba muy lejos de su caballo, aunque estaba sentado sobre el césped, le miraba con los mismos ojos azules que recordaba desde el baile de su majestad, el dux le sostuvo la mirada sin emitir palabra; estaba, muy a su pesar, sorprendido y un poco inquieto, lo normal habría sido que el muchacho callara, en honor a su propia virtud y esperara a que él, Erick, hablara. Fue entones que recordó, con cierto infame placer, que el muchacho no entraba en la calificación de común.

Charles Xavier le miraba con gesto estudiado… un poco irónico, al mismo tiempo expresaban sus ojos una extrañeza natural a la situación, el joven no estaba seguro de entender nada, aún más por verse, una vez más, en una suerte de duelo de miradas con aquel noble extranjero, se preguntó con cierta diversión interna, si acaso había enfadado al caballero sin saberlo, el orgullo que chocaba en cada mirada le descubría un alma insistente incapaz de renunciar a la batalla, aun así eso no explicaba su estar allí.

Al fin, cediendo un poco, en honor a su educación y a lo que se esperaba de él, un omega al fin y al cabo, bajo lentamente los ojos, apartando la mirada de los fríos trozos de hielo y escarcha que eran los del noble extranjero, del pupilo de Marcial, del dux Lencherr.

-Marques Xavier- hablo al fin Lensherr, y su voz salió culta, elevada, orgullosa y con cierto toque de crueldad en la base, no una crueldad consciente sino un rastro inconsciente que forma parte de la personalidad de algunos hombres… ese algo que no pueden ocultar porque esta intrínsecamente unido a ellos.

-Es raro verle- contesto suavemente formando sus labios una titubeante sonrisa tras esperar el tiempo adecuado para contestar, esta vez se aseguró de que su voz estuviera en los tonos correctos, bajo pero también con un trasfondo de seguridad natural a la que era acreedor por su noble cuna -… aquí.

-No lo es tanto- fue la respuesta del dux, tras dudar un poco, lo que sorprendió a su interlocutor –os he seguido –confeso observando tranquilamente la reacción del muchacho con cierta expectativa.

Charles elevo la mirada de vuelta, con particular velocidad, hasta verle a los ojos, su expresión siendo pura y franca sorpresa, antes de apartar los ojos de los suyos con la misma velocidad, había cierto grado de escandalizada sorpresa en sus ojos y en la forma en que sus labios habían temblado por un segundo; se mordió el labio inferior tras el temblor, a fin de evitarlo una segunda vez, y tras una duda breve volvió a verle, esperando, sin hablar, que el hombre se explicara.

No iba a caer una segunda vez en aquel juego.

"Que hace aquí" preguntaba él con el mentón elevado y los labios formando una delgada línea de desdén y desprecio "nada demasiado criminal, os he seguido, por tanto señor mío, dígame ¿Qué hacemos aquí?" había contestado Marcial, con aquella sonrisa imposible con la mirada presa en la suya, con ese ofrecimiento silencioso con que inclinaba el cuerpo como si le ofreciera…

"¡Basta!" se ordenó a sí mismo mientras miraba al rubio, no caería ni recordaría, Marcial era un crimen que se mantendría silencioso en su pasado sin importar que, y sostendría la mirada de Lensherr hasta que este contestará, porque… porque no eran la misma persona y no había razones para temerle… ¿Verdad?

Mientras tanto Erick había esperado algo más, una respuesta, quizás… por eso pregunto, un poco herido en su orgullo por la falta de palabras.

-¿No tiene nada que decir? – las palabras escaparon de sus labios con cierto toque de cinismo, parecía un reclamo, una burla y una pregunta simple a la vez, el omega le devolvió impasible la mirada.

-Su excelencia –sonrió tras decir la cortesía dedicada al título del noble, por otro lado, había ahora en sus ojos un brillo divertido y quizás desdeñoso –si tuviera algo que decir sería –tomo un poco de aire y su hermoso rostro asumió un gesto de indignada decencia –podéis explicaros señor o yo puedo gritar en defesa propia –hubo un parpadeo cuando su expresión libero una sonrisa burlona a la que siguieron palabras demasiado sabías a su parecer- la última opción, que está amparada en la virtud, me sumiría en una vergüenza inmerecida, pero mi caballo está bien entrenado –sus labios se sumieron en un gesto de deliberada incomodidad, antes de volver a sonreír –así que podéis hablar, me temo que es la opción más sabia de todas –termino, su voz era tranquila, su gesto sereno, y su mirada, aunque amable, también era cauta.

Erick sonrió a su vez, sinceramente turbado por el muchacho, una vez más sentía que se enfrentaba a alguien que deliberadamente estaba dispuesto a hacerle guerra y que, sin embargo y a pesar de las circunstancias, aun lograba divertirlo y atraerlo.

Pero no era una atracción sabia, no podía serlo, había algo en aquellos ojos que le hacían pensar en tormentas, en huracanes.

En guerras.

.

.

.

Logan sabía que había cometido un error al acudir a la fiesta de té de lady Von Tomer, no muy lejos de él la duquesa conversaba animadamente con Emma Suffore y Sebastian Shaw, "animada" era un modo de decir, por lo que veía Shaw intentaba mantener la conversación mientras Suffore dirigía de cuando en cuando miradas ansiosas hacía la lejana puerta.

Logan sospechaba, de lejos eso sí, las razones de su prima pero aun así eso no lo libraba del aburrimiento, lo único que podía pensar en todo caso era que Suffore estaba cayendo demasiado bajo si admitía aun debilidad por el extranjero y su ausencia, demostrar de modo tan evidente semejante cosa era un descaro sin límites; suspiro de repente, quizá por haber sentido la mirada inquisitiva de la duquesa, a quién había dicho entre líneas que aquella noche tenía cita con el marqués, Logan no negaba que charles Xavier era un sueño con todas las letras pero tampoco iba a ocultarse a sí mismo el hecho de que estar siendo vigilado con lupa para casarlo fuese cómodo, aunque el señuelo era harto encantador y deseable.

Es decir, de haberse dado las cosas de modo diferente él, sin ninguna duda, habría sabido inclinar de manera más sabía la tez y solicitar al muchacho, que después de todo había quedado encantado con él casi tanto como él mismo, empero, la duquesa lo tenía con los nervios de punta con la sospecha de que había otras cosas bajo la mesa.

Volvió una vez más su atención a la condesa Brooke, una mujer fascinante, si le permitían la palabra aunque quizás demasiado… fascinante, su hermosa hija, que también los acompañaba, había heredado la belleza de la madre pero no tanto su capacidad al hablar, por el momento las tres frases que había compartido con ella eran tan insulsas que sentía la frustración recorrerle las venas, sabía que era un modo cruel de hacerle notar con que terminaría casado si no se apresuraba con Xavier, pero de vuelta… él no era un hombre capaz de aceptar las exigencias de una mujer, sobre todo de una como Alessa Von Tomer, si uno se rendía una vez con ese tipo de mujeres se rendiría el resto de las veces y eso… no estaba en sus planes.

"maldita sea" no podía soportarlo, su ego sufría casi tanto como…

¿Cómo tus pecados? Le pregunto una voz burlona o más bien la voz de su consciencia al tiempo que un aroma a jazmines le llegaba, un perfume que reconoció y dio media vuelta, no estaba lejos, pero eran ellos, Lord y Lady Summer en compañía de su hijo, el futuro heredero del señorío.

Lo reconoció también, era incapaz de no hacerlo, después de todo… era un alfa conocido y reconocido, joven, elegante, altivo y orgulloso… con quién definitivamente no iba a compartir palabras, dio de nueva cuenta media vuelta y miro a la dama, que lo miraba extrañada por su actitud.

-Perdóneme mi lady, acabo de recordar que tenía una cita importante, le pido mil perdones… disfrute la fiesta –y así, en medio de lo que parecía una falta de cortesía única, se apartó de la mujer y camino en dirección a la anfitriona, demasiado ocupada con la conversación con su sobrina y sobrino como para notar que iba hacía ellos, lamentablemente… él tenía los sentidos demasiado desarrollados y pudo oír lo que decían.

-Debo estar de acuerdo con Sebastián querida, no es raro que un hombre busque compañías ajenas a sus parejas, eso no implica que él ya no te quiera, aun así… te recomendaría ser discreta, más no puedes hacer… simplemente no caigas en el ridículo –termino la mujer.

Solo podían hablar de una persona "Erick Lensher" "Arconte" "dux Lensherr" el mismo que le habían señalado a investigar, se preguntó si era el destino o algo peor.

"Debo salir de aquí…"

-Querida tía –dijo, tono amable y palabras muy afectuosas algo contrario a su costumbre, cuándo la dama lo miro de reojo una vez estuvo lo suficientemente cerca, era necesario disculpar su futura ausencia, por lo menos esa noche obtendría el permiso que deseaba… creía eso al menos.

Debía mantener enterrada el hacha de guerra con aquella mujer, debía hacerlo.

.

.

.

Probablemente era demasiado joven aun, Charles no podía evitarlo, sentir curiosidad por aquello era algo perfectamente natural posiblemente por lo rara que era la actitud de aquel hombre.

Era evidente que había venido siguiéndolo y que su paso era cuidadoso, no estaba de más notar que también estaban ocultos por las ramas bajas de aquellos árboles, ocultos de las miradas ávidas de otros nobles y muy lejos de aquella dama con la que sin duda Erick Lensherr tenía tratos… sin duda íntimos.

¿Qué podía pensar? No era tan modesto como para ignorar que era quizás demasiado atractivo, no era tan tonto como para creer que la atención de aquel hombre era inocente ni tampoco tan cínico como para pensar que no había una razón decente tras aquello.

Debía aceptarlo él también se hallaba fascinado por aquel hombre, mucho más que con los otros, había algo en él que le causaba curiosidad, ansiedad, temor.

Era el hombre del que se sospechaba había asesinado al arconte de Aria, a Marcial… posiblemente por obtener su puesto y a su mujer, pero aquello era demasiado simple y aunque las sospechas le habían llegado a la frente, él había entendido que era demasiado simple y estúpido pensar que solo había sido por eso, un hombre como Erick Lensherr, alguien como el hombre que veía en aquellos momentos no actuaría de modo tan torpe ni aunque sus razones fueran torpes, estaba seguro, se recordó a si mismo que aquel hombre era visto con desconfianza por sus propios compatriotas, y a todo aquello… no creía que hubiese venido a hablar de Marcial "Que tontería, ¿Por qué calla?".

-¿Su excelencia? –pregunto, ante el silencio del dux, preguntándose si acaso en realidad se habían topado por pura y simple casualidad, no imposible… Lensherr había confesado haberle seguido, la expresión entre pensativa, irónica y curiosa del caballero le confundía, quizás por lo directa que era su mirada, el hombre soltó las riendas del caballo, permitiéndole pastar silencioso mientras se acercaba a él, que estaba sentado en el césped.

-Es usted una criatura extraña, Charles –conteste simplemente mientras se sentaba cerca suyo, aunque no al lado, como si estuvieran en un picnic, el omega se tensó levemente, mirándole con cierta desconfianza por medio segundo antes de relajarse – le seguí porque quería verle y hablar, por decirlo de algún modo, usted y yo tenemos una conversación pendiente, si no se ha olvidado de ello –el omega no pudo menos que mirarle confundido ¿Pendiente?

-perdonara usted mi falta de memoria, señor Lensherr, yo no recuerdo ninguna conversación pendiente –contesto, mirándole, esa confianza increíblemente alta en sí mismo le recordaba a alguien y Charles no era como entonces había sido, había aprendido, y bien.


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