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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa, mis queridos y adorados querubines de mi
Estoy viva ._. 

En primer lugar quiero pedir disculpas por no haber actualizado el pasado domingo. Siendo sincera creo que pasé por una de las más horribles crisis de inspiración que he tenido en la vida! (y también por que estámos cerrando el semestre y prácticamente no he podido dormir) En estas dos últimas semanas me he transformado en un puto mapache xDDDD las ojeras me llegan hasta la mitad de la cara y ssdfsdfsdfs no hay maquillaje que pueda contra ellas! ._. 

En todo este tiempo no había podido escribir una palabra...de hecho la semana pasada pensé seriamente en pausar temporalmente el fic ._. y dije "ok...si no logro escribir nada para este domingo lo pausaré" xDDD pero nope, me obligué a escribir algo y (lamento si se les hace algo aburrido) aquí está. 

Lamento tampoco no haber contestado los reviews....de verdad no tenía nada de tiempo. Lo haré ahora mismo
Hemos llegado a los 500 reviews! asdasdaas estoy saltando en un pie ! xD jamás había recibido tanto apoyo por un fic, muchas gracias a todos. 

Espero que les guste el capítulo. 

Un abrazo

Capítulo 46: “Lejos”

 

Posé las manos abiertas a una distancia prudente del fuego y las sobé insistentemente entre ellas para que entraran en calor. Estábamos alrededor de una estufa a gas, sentados en cómodas sillas mientras tomábamos una taza de café. A mí nunca me ha gustado el café; no me gusta su amargura ni mucho menos su color, pero esta vez lo estaba disfrutando como nunca, como si de verdad me gustara.

Suspiré, relajado y miré a mí alrededor; todo parecía tan calmado y pacífico que era casi irreal. Casi todos estábamos ahí, conversando entre nosotros, presentándonos. Ayame y Yü habían insistido en la idea de “conocerse para entrar en confianza”

   —Bueno… —era mi turno. Le di un sorbo al café que tenía demasiada azúcar incluso para mi gusto y miré a toda esa gente que estaba ahí sentada a mí alrededor, viéndome. En total formábamos un grupo de alrededor de veinte, la mayoría jóvenes pertenecientes a “La Resistencia”, una especie de organización bastante grande, armados hasta los dientes como los cazadores, sólo que esta gente era mucho más civilizada. Allen y Eve no estaban con nosotros—. Soy Aiden. Tengo diecisiete años y antes del colapso yo…, bueno, no hacía mucho —dije con sinceridad. Mi vida había sido bastante aburrida antes del colapso. Oí algunas risas burlonas intentando parecer silenciosas, pero no me molestó como debería. Ayame obligó a sus compañeros a callar.

   —No creo que estés aquí por no hacer mucho —me sonrió—. Si fueras un simple muchacho no estarías vivo —correspondí la sonrisa. Ella trataba de animarme.

Di el pase a Teo para que se presentara.

   —Mi nombre es Teo Müller, tengo veinticuatro años y era licenciado en informática —declaró y casi me atraganté con el café al oír eso. No tenía idea de que Teo ya había terminado una carrera universitaria—. También soy amante de los videojuegos. 

   —Entonces te encantará saber que tenemos una consola aquí… —dijo Yü—. ¿Ya jugaste el nuevo Call of Duty? —Teo no pudo evitar sonreír cuando escuchó a la chica decir eso. Sí, Yü parecía la clase de chica que amaba los videojuegos.

   —¡Eso es genial! ¿Jugamos unas partidas luego?

   —Claro. Voy a volarte el trasero, pelirosa.

   —¡Eh! ¿Qué tienes contra mi cabello?

   —¡Nada, nada! —Las mejillas de Yü enrojecieron un poco mientras ella negaba con las manos energéticamente—. Me gusta tu cabello, es lindo.

   —G-Gracias… —balbuceó él y noté que también estaba rojo hasta las orejas. Di un pequeño respingo al darme cuenta de lo que estaba pasando ahí. ¡Un segundo! ¿Acaso ellos estaban coqueteando?

Cassie carraspeó la garganta.

Eve y Allen llegaron y se sentaron cerca de nosotros. Yü le hizo un gesto con la cabeza a los recién llegados para que se presentaran.

   —Me llamo Allen Winegood y ella es mi hermana, Evelyn. Ambos estábamos aquí de turistas cuando todo comenzó —me enderecé en mi lugar y le miré confundido. Su apellido no era Winegood, ¿o sí? Además… yo creía que Eve se llamaba sólo Eve.

Uno de los chicos de La Resistencia empezó a presentarse.

   —Eh, Allen —susurré apenas, para llamar su atención. Él se inclinó levemente hacia mí.

   —No confío en ellos, Aiden. Por eso les he mentido —aclaró antes de que le preguntase cualquier cosa. Me había leído la mente.

Sus dudas me parecieron razonables, tenía derecho a desconfiar.

   —Soy Ian Stone. ¡Es un gusto! —volví mi atención hacia el chico de cabello castaño para oír su historia. Hasta ahora habíamos hablado muy poco, pero su presencia se me hacía muy agradable y aún seguía recordándome a la de mi hermano—. Estaba a punto de terminar la escuela para entrar a la universidad cuando pasó todo esto. Nos encontró en una comida familiar… —hizo una pausa y tragó saliva—. Mi abuela de sesenta años fue la primera en ser mordida y después todo el resto de mi familia murió ese día —noté cómo el tono normalmente alegre que usaba había desaparecido de su voz—. Yo no… yo no debería estar vivo, ¿saben? Se supone que debí haber muerto junto a ellos —Alguien apoyó una mano en su hombro como señal de apoyo, pero él la quitó con suavidad—. Pero está bien así —continuó, un poco más animado ahora—. No importa si muero mañana, no tengo nada que perder. Estoy listo —notó mis ojos sobre él y me sonrió. No, no me gustaba que él pensara así.

   —Deberías valorar más tu vida —Allen fue el que habló.

   —Esto no es vida, Allen. ¿Qué más da? —contestó Ian. A Allen pareció desconcertarle esa respuesta.

   —Esto es tu nueva vida, Ian. ¿No te das cuenta? ¡Eres un sobreviviente! Deberías estar…

   —¿Orgulloso de mí mismo? ¡Olvídalo! —La juventud y naturalidad habían vuelto a la voz de Ian, pero sus palabras parecían estar cargadas de tristeza—. Si sobreviví fue por mera suerte. Vi morir a mis padres y a mis hermanos delante de mí. No me queda nada que proteger.

   —No mereces estar vivo, entonces —gruñó Allen, clavando sus ojos negros fulminantemente sobre Ian que pareció ignorarlo. Quise decir algo, eso había sido muy cruel.

Se formó un tenso silencio en el lugar.

   —¡Eh, chicos! —Chris se asomó por la puerta en el momento preciso para calmar los ánimos. Traía el brazo herido escondido tras su espalda. Me levanté para saludarle. Él se veía mucho mejor ahora; ya no estaba pálido y tampoco tenía ojeras—. Les tengo una sorpresa… —quitó el brazo escondido y lo levantó delante de nosotros. Esperé de todo menos lo que vi allí; esperaba una simple venda, o quizás un improvisado implante de mano hecho con silicona, no lo sé.

   —U-Un… —balbuceé. ¿Qué era eso?—. ¿¡Un garfio!?

Tenía que ser una broma.  

   —¡Genial!, ¿No? —La coleta que sujetaba su largo cabello castaño se sacudió en un movimiento alegre. Él parecía realmente feliz con esa cosa atada al brazo; la base de madera parecía sólida y hueca y era ahí donde parecía encajar el antebrazo mutilado. El garfio parecía realmente filoso y automáticamente a mi cabeza vino la imagen de Chris vestido como un pirata. No pude evitar reírme—. ¿¡Qué!? —preguntó él.

   —¡Sólo te falta el parche en el ojo y el perico! —gritó Ethan, entre carcajadas. Había interrumpido su tercera sopa instantánea sólo para burlarse de Chris—. Joder, esto está delicioso —le dio otro sorbo. Estaba seguro de que él podría comerse una cuarta…, y una quinta también. Comenzaba a preocuparme, Ethan empezaba a mostrar más hambre de lo habitual, justo como Allen había dicho. ¿Será que los efectos secundarios de los que él habló eran ciertos?

Tal vez eran sólo exageraciones mías. Desde que conozco a Ethan él ha mostrado un fanatismo inentendible por las sopas instantáneas.

   —¡Atentos! —Un hombre que no había visto antes entró en la habitación. Medía casi dos metros y no debía superar los treinta años, quizás tenía la misma edad de Ethan, pero se veía cinco veces más rudo que él. Traía un chaleco antibalas sobre la camiseta negra y eso sólo hacía que sus fibrosos hombros destacaran aún más. Yü, Ayame y otros jóvenes más se pusieron inmediatamente de pie al verlo. No tuve que mirarlo demasiado para darme cuenta que él era el que mandaba en este lugar. O al menos era superior a ellas.

Sonrió al vernos.

   —Ustedes deben ser los nuevos —dijo y yo asentí torpemente con la cabeza. No era como si alguien me hubiese preguntado si quería o no unirme a esta “Resistencia”, pero no había de otra—. Mi nombre es Steve… —Él recorrió a los “nuevos” con la mirada rápidamente, analizándonos. Era pelirrojo, traía el cabello muy corto—. En estos momentos yo soy su superior —aclaró en un tono grave y dirigió una mirada a toda la multitud que estaba ahí—. Necesito al grupo de Yü —ordenó e inmediatamente todos obedecieron y comenzaron a alejarse, dejando a tan sólo un pequeño grupo de diez o doce personas, incluyéndonos.

   —Capitán —Yü hizo una especie de saludo militar.

   —Descansa, soldado —Ella obedeció y adoptó una postura más natural.

Él se dirigió a todos.

   —¿Ustedes dijeron que iban hacia el Great Bridge, no? Pues justamente al grupo de Yü y Ann se les ha asignado ir allí —Los ojos de Steve, una mezcla entre castaño y verde, se cruzaron con los de la chica asiática—. Sé que es peligroso, por eso voy a acompañarles —Le dio una pequeña palmada en el hombro a Yü—. Puedes estar tranquilo, chico. Mañana los esperaré a las siete de la mañana en la puerta —La respuesta fue un “sí” al unísono y luego de eso, el hombre se marchó.

Las chicas comenzaron a moverse al instante.

   —¿Qué acaba de pasar? —me paré al lado de Ethan, confundido. Él pasó su brazo por mi cuello y me abrazó repentinamente. Me sobresalté en un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal. Aún no me acostumbraba.

   —Creo que nuestra estadía aquí será corta —contestó Ethan.

   —Debemos reunirnos con un segundo grupo cerca del Great Bridge —aclaró Yü, mientras elevaba sus brazos para comenzar a quitarse la camiseta para cambiarse de ropa. Instintivamente, me llevé las manos a los ojos para cubrirlos. Con las chicas de Alexa  había sido suficiente. No me agradaba nada esto de ver chicas desnudas—. ¿Por qué te cubres, marica? —gruñó.

   —¿¡A quién le llamas…!? —Sin quererlo, quité las manos para responderle. Entonces me di cuenta.

Creo que todos nos habíamos equivocado con Yü.

En su pecho… no había nada. Absolutamente nada.

“Puedes estar tranquilo, chico”, le había dicho el capitán.

Vi cómo el rostro de Teo pasaba por todos los colores hasta quedarse en rojo, como un tomate. —¿U-Un chico? —balbuceó y el rostro de Yü se deformó en una mueca de indignación al oír esa pregunta. Tomó sus armas y se largó, gruñendo que nos mataría si no nos encontrábamos a las siete de la mañana en punto frente a la puerta principal.

   —¡Claro que es un chico! —Ayame rompió la tensión del momento con una carcajada—. Es por eso que le molesta cuando le tratan como a una chica —le dio una palmada a Teo sobre el hombro—. No se preocupen, siempre lo confunden. Se le pasará el enfado en un par de horas —dio media vuelta y tomó su pistola, seguramente para marcharse tras su amigo—. Buenas noches, chicos. Los espero mañana.

Sentí que se me caía la cara al suelo por la vergüenza. Pero todos esos sentimientos se esfumaron cuando vi el rostro de Teo. Entonces no pude evitar reírme.

   —Has coqueteado con un chico sin darte cuenta —me burlé. Él me miró confundido y aparentemente en shock. Oh sí, lo había hecho y él lo sabía.

   —He coqueteado con un chico… —repitió él—. Demonios.

   —Y de seguro te ha gustado —lancé ese comentario ya lejos, riéndome mientras me dirigía al baño para lavarme la cara y alejarme un poco de la tensión que había dejado Yü antes de irse. Anoté mentalmente pedirle disculpas más adelante por confundirlo con una chica.

Pero no era precisamente la situación de Yü lo que me había puesto los nervios de punta de pronto. Mañana partiríamos al Great Bridge. Había pasado tanto tiempo buscando la manera de salir de este infierno, que había olvidado que nuestro objetivo era llegar a ese puente, llegar al Great Bridge; donde se hallaba un campamento de supervivientes que podrían ayudarnos. ¿Será que parte de La Resistencia también estaba ahí?

Por fin todo parecía estar mejorando. Entonces, ¿Por qué estaba tan nervioso?

   —Aiden… —di un respingo al oír la voz de Allen.

   —A-Allen, ¿qué haces…? —apagué el grifo cuando me di cuenta de que él cerró la puerta tras de sí—. ¿Estás bien? —Una capa de ojeras se había formado bajo sus ojos oscuros. Me hice a un lado para que él volviera a abrir el grifo que yo había cerrado y se mojara el rostro varias veces.

   —Sólo me duele un poco la cabeza —contestó. En su voz también pude notar el cansancio.

   —Déjame ver… —le detuve y mi mano buscó su frente para tomarle la temperatura. Estaba ardiendo—. Creo que cogerás un resfriado. Lo siento, debí haberte contagiado.

   —Ya lo creo —su mano acarició la mía y yo la quité de su frente cuando sentí su tacto frío. Mis nervios sólo aumentaron.

   —C-Creo que es mejor que me vaya a dormir. Tú también deberías, estás cansado —intenté pasar por su lado para salir, pero él me agarró del brazo—. ¿Allen?

   —Aiden, lo lamento —dijo.

   —¿De qué estás hablan…? —Mi boca de pronto se calló sola y tardé en darme cuenta de que fueron sus fríos labios los que los silenciaron. Intenté alejarme pero él se aferró a mí con fuerza y me tomó por los hombros. Mi espalda se topó contra una pared y sus labios, que poco a poco parecían tomar temperatura, se entreabrieron húmedos para profundizar el beso. Mi cuerpo vibró en un escalofrío y un extraño y agradable sabor invadió mis pupilas gustativas. Sólo reaccioné cuando sentí la calidez de su lengua dentro de mí, cerré los ojos con fuerza y sólo una imagen se mantuvo clara en mi mente—. ¡E-Espera, Allen! —logré apartarme de él y con el forcejeo una botella de jabón cayó al suelo.

   —No me pidas que espere. No hay tiempo —Sus labios volvieron a besarme y sus brazos me apresaron aún más en un abrazo obligado. Un horrible sentimiento de culpa me invadió entonces. Esto no era correcto, no lo era.

Ethan…

   —¡No puedo! —grité y alejé mi cara de la suya, para que no volviera a besarme. Entonces sus labios cambiaron de rumbo y su lengua se deslizó por mi cuello, causándome un nuevo estremecimiento, y ese escalofrío, por algún motivo, me obligó a mirar sobre mi hombro.

Y como suele ocurrir en estas situaciones… ahí estaba. Mirándonos con ojos heridos.

   —¡E-Ethan! —chillé con torpeza y logré empujar a Allen para alejarlo de mí.

Jamás había visto una expresión así en el rostro de Ethan. Estaba de pie bajo el umbral, con los brazos y hombros tan tensos que parecían estar hechos de piedra. La curvatura invertida que formaban sus labios parecía inamovible, congelada y espesa. Sus ojos escupían fuego, odio y… parecían muy dolidos.

Allen se apartó completamente de mí.

   —E-E-Ethan… —balbuceé, notando cómo la voz me temblaba de manera ridícula y estaba a punto de quebrar en llanto—. E-Eth… yo…yo no…

   —No sueltes una maldita palabra —gruñó con voz seca y grave. No pude decir nada más. Avanzó hacia nosotros y pasó de mí para llegar hasta Allen, se quedó frente a él y le lanzó una de sus fulminantes miradas, a las que al parecer el peliblanco era inmune. Hasta que un puñetazo le obligó a girar el rostro—. ¡Te dije que no te le acercaras! —gritó, furioso. Muchas cosas cayeron al suelo; no pude pararlo, Ethan se lanzó sobre Allen, tirándolo al suelo y golpeándolo una y otra vez. Allen lo empujó de vuelta y con una fuerza brutal se lo quitó de encima en un movimiento ágil, saltando sobre él e invirtiendo la posición para darle un puñetazo y, en cosa de segundos, ambos habían comenzado una nueva pelea, causando un gran escándalo.

   —D-Deténganse… —balbuceé. ¿Por qué demonios se estaban golpeando?—. ¡Chicos! —La cortina del baño cayó al suelo sobre ellos y aun así ambos continuaron la pelea. Allen volvió a golpearle en el estómago, justo donde le había dado una patada antes, Ethan se tambaleó y Allen lo sujetó por el hombro para devolverle cada uno de los golpes que el pelinegro le había dado. Ethan le agarró del cuello de la camiseta y lo empujó contra una pared.

Iban a matarse…

   —¡Chicos, deténganse! —grité con todas mis fuerzas. Un estruendo me obligó a agacharme y taparme los oídos. Fue el ya familiar sonido de una bala.

La pelea cesó.

   —¿¡Qué mierda está pasando aquí!? —reconocí la gruesa voz del capitán Steve que, sin cuidado caminó hasta donde estaban ambos y tomó a Ethan por el hombro y lo apartó con brusquedad—. ¿¡En qué demonios están pensando, bestias!? ¡Golpeándose entre ustedes! ¡Afuera hay guerra y caos y ustedes aquí gastando sus energías!—Sus gritos podrían aterrorizar a cualquiera—. ¡Usen la maldita cabeza para algo además de pensar en matarse mutuamente! —Él parecía cabreado, realmente cabreado—. ¡Vayan a dormir, zánganos! —agarró de la ropa a Allen y prácticamente lo arrastró hacia fuera.

No me di cuenta cuando mis manos habían comenzado a temblar. Me puse de pie con algo de terror aun por culpa de esa bala disparada al aire y quise correr hacia Ethan y explicarle lo que había sucedido, pero su hombro chocó contra mí fuertemente cuando pasó por mi lado sin siquiera mirarme y eso me indicó que él no querría hablar ahora. Afuera había un pequeño grupo de personas atraídas por el sonido del arma disparada.

La amargura llenó mi garganta y formó un nudo en ella.

   —E-Ethan… —Cuando el tembloroso y frágil hilo de voz logró salir de mí para intentar llamarlo, él estaba demasiado lejos.

Lo que él había visto… No, no era así. Debía explicárselo.

   —Dios, ¿Qué ha pasado? —Ian llegó a mi lado, seguramente atraído también por el ruido—. ¿Estás bien, Aiden? Estás pálido… —No pude responder a ninguna de sus preguntas. Tomó mi rostro y me dio una pequeña palmadita que me hizo despertar un poco. Sonrió—. ¿Qué tal si te guío a los dormitorios? —me tomó por los hombros y me llevó hasta fuera del lavabo, ignorando a ese pequeño grupo de curiosos que aún seguían allí. Me dejé arrastrar en silencio, las manos de Ian sobre mis hombros eran lo único que, de alguna forma, me mantenían lejos de las lágrimas. No quería llorar frente a nadie, menos frente a un chico que me recordaba a mi hermano menor—. Bien, veo que no puedes hablar —suspiró—. Está bien, hoy ha sido un día horroroso. Verás cómo todo mejora mañana —intentó animarme cuando nos encontramos frente a unos colchones que estaban desplegados sobre el suelo, dentro de lo que antes debió haber sido un gimnasio. Reconocí la luz anaranjada de uno de los cigarrillos de Ethan iluminando el otro extremo del lugar a oscuras. Le di vagamente las gracias a Ian y me recosté sobre el colchón.

Esa noche sería la primera en la que dormiríamos tan lejos el uno del otro.

Cuando Ian se fue, las lágrimas corrieron solas por mi rostro. Cerré los ojos y sólo un pensamiento se mantuvo claro en mi mente.

Ethan se hallaba muy lejos de mí ahora.

Notas finales:

SAFDJADSHJDSHJSHJ CRISIS AMOROSAS! LAS AMO
¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas a los personajes? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review

Besos! :3 


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