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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaaa D: esto es una actualizacion flash! xDDD

Em...es un cap un tanto largo, espero que les guste. 

No he podido responder los reviews (pero los lei) pero estoy actualizando desde el cel ahora mismo (y no saaaben todo lo que tuve que hacer para pasar el puto archivo desde un pendrive al cel!) pero los respondere mañana! :( 

Em...como siempre, si encuentran errores haganmelo saber 

Espero que les guste! 

Abrazos! :3 

Capítulo 76: “Silencio”

La noche era fría y oscura. Frente a mí, la figura de un mar extenso e infinito me invitaba a sumergirme en él. Mis pies se movían rápidos, me quité la ropa y sin importarme el viento me adentré en las aguas. Sentí mi piel congelarse.

No sabía dónde estaba, pero estaba bien, tranquilo. La brisa, la luna, el silencio...toda esa armonía me permitía estar calmado, como sabía no lo había estado en mucho tiempo. Respiré hondo.

- ¿¡Qué estás haciendo, Aiden!?- alguien me llamó desde algún lugar, giré la vista.

¿Ethan? ¿Qué hacía él aquí?

Estaba de pie, lejos pero no lo suficiente como para no reconocerle. Ya no estaba dentro de ese recipiente de cristal, ya no parecía herido e incluso podía decir que se veía un poco más saludable, a pesar de una notable herida que tenía en la cabeza. Vestía una chaqueta de cuero negra que estaba sucia con barro y hierbas.

- ¡Idiota! ¡Te vas a congelar!-
sonrió, parecía estar burlándose de mí.

Me contagió con su sonrisa.

- ¡Ven y sácame de aquí, entonces! ¡Cobarde!- lo desafié y comencé a correr mar adentro, él intentó seguirme pero una ola me atrapó, tragué agua, me levanté, seguí corriendo, me siguió. Ambos parecíamos unos niños jugando en el agua. Se detuvo, me abrazó repentinamente.

Sus brazos…eran tan cálidos.

¿Podía…? ¿Podía simplemente quedarme allí?

Una ola nos arrastró a ambos.

Desperté.

Abrí los ojos y respiré hondo, como si el alma me volviese al cuerpo, como si ese sueño me hubiese quitado el aire ¿Por qué había sido un sueño, no? ¿Lo fue? ¿O quizás un recuerdo?

¿Por qué había soñado con Ethan?

- ¡Demonios!- una punzada en mi cabeza me hizo retorcer.

¿Era un recuerdo? Anteriormente me había visto a mí mismo en una playa, sobre los brazos de alguien.

La playa de mi sueño…era la misma que la de mi recuerdo.

¿Las manos que vi en mi recuerdo eran las de Ethan? ¿Había estado con él en esa playa?

Mi cabeza ardió un poco más. Debía dejar de pensar tanto o explotaría.

Estaba otra vez en la habitación de un hospital, confundido. Las murallas completamente blancas envolvían el lugar en un aura de tranquilidad y silencio. Me senté sobre la cama e intenté levantarme, pero mis pies no respondieron como debían.

- ¿Qué demo…?- Me asusté al ver que uno de mis tobillos estaba encadenado a ella.

Los recuerdos de lo ocurrido durante los días anteriores comenzaron a pasar rápidos por mi cabeza. Mi padre me había mentido y me había enviado a un calabozo por descubrir los laboratorios, también había encerrado a mi madre. Recordé el descubrimiento en ese lugar donde me tenían, recordé que atrapé a Allen en una mentira, que me había seguido, que me había atacado. 

Ethan dijo que estaba infectado…

Ethan...

Palpé mi mejilla y mi hombro para sentir solo la suavidad del algodón en un par de vendas. El miedo empezó a llenar cada espacio de mi cuerpo, una de mis manos dolió al temblar. Tenía la muñeca izquierda llena de vendas también.

Él...me había fracturado la muñeca con esa fuerza sobrehumana.

« ¿¡O irás a contarle todo a tu padre!? ¡De antemano te aviso que es él el que planeó todo esto!»

Las palabras de Allen...mi padre tenía la culpa de todo lo que había pasado.

Todo había sido verdad…

Estaba atrapado.

¿Qué...? ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

Oí un ruido y volví a recostarme sobre la cama para fingir estar dormido. La puerta se abrió.

Volví a abrir los ojos cuando escuché el repiqueteo de unos tacones contra el suelo.

Una enfermera con una larga cabellera rubia sonrió al verme. Era alta pero delgada, muy joven. Parecía inexperta.

- ¿Cómo te sientes?- preguntó con un ligero acento alemán. La única oportunidad que tenía de salir de este lugar era con la ayuda de esa chica.

- Necesito...necesito ir al baño- dije en un susurro. Sus cejas se elevaron para mostrarme una mirada de lástima.

- N-No sé...- balbuceó – Me dijeron que no debía quitarte las esposas para nada...- su voz tembló al hablar - ¿E-Eres peligroso? ¿Por qué estás encadenado?-

- ¡No soy peligroso!-
mis manos negaron con entusiasmo – Solo...solo soy sonámbulo y la noche anterior me levanté de la cama y di a parar a un lugar que conocía...- solté una risa falsa, pero que al parecer ella se creyó – Me rompí la mejilla y el hombro al caer sobre unos tubos fluorescentes que estaban en el suelo para ser cambiados...-  le enseñé mis vendajes.

Me impresioné ante mi capacidad para mentir.

- Por favor...-
rogué – Si quieres acompáñame, no me importa- me sonrojé – Pero necesito ir al baño o voy a hacerme aquí...- la chica se mordió el labio inferior. La estaba convenciendo.

- Está bien-  caminó hasta un mesón que estaba en la sala y tomó las llaves que estaban sobre él – No es necesario que entre contigo- soltó una risita – Solo apresúrate en volver pronto. El señor Rossvet dijo que vendría y no debería verte en pie...-

- G-Gracias...-
introdujo la llave y el primer “clic” que emitieron las esposas fue el sonido más hermoso y relajante que escuchado en días. Algo golpeó la puerta y la chica se apartó de mí con brusquedad, dejando la llave puesta.

- Tápate el pie...- susurró y pasó las manos nerviosamente sobre su pulcro delantal en un intento de alejar los nervios. Se dirigió a la puerta para abrirla.

- Está todo bien aquí, señor Ross... ¡Ah!- inmediatamente después de abrirla, la rubia intentó volver a cerrar la puerta y cargó todo su peso contra ella - ¡Escóndete!- gritó mientras apoyaba sus manos contra la madera, algo la empujaba desde el otro lado. Sin entender nada moví la mano que tenía vendada para intentar abrir las esposas, pero mi torpeza con la zurda y las heridas hicieron que la pequeña pieza de metal terminase por caer al suelo.

La chica soltó un grito desgarrador y la puerta se abrió de golpe. Algo saltó sobre ella.

Un médico, lo reconocí por el delantal blanco que poco a poco se iba tiñendo de rojo. La hermosa chica rubia gritaba desesperadamente en el piso y yo no podía ayudarle. Sus gritos y alaridos cesaron cuando el tipo que le saltó encima le desgarró el cuello en una sola mordida y comenzó a devorársela. Supe que tenía que salir de ahí ahora mismo.

Doblé todo mi cuerpo para poder buscar la maldita llave debajo de la cama. Mi respiración aumentó y el pánico se empezó a apoderar de mí ¡Habían entrado zombies, joder! ¡Se supone que este era un lugar seguro!

- ¿¡Dónde está la puta llave!?- grité frustrado y en ese mismo instante me arrepentí. La bestia que se estaba comiendo a la chica posó sus aterradores ojos oscuros sobre mí y se levantó con lentitud. En tres segundos me estaría devorando a mí también si no la encontraba.

Papé algo metálico con la mano derecha ¡La llave! La levanté y nerviosamente la metí en las esposas. El segundo “clic” anunció mi libertad.

- ¡Suéltame!- me tomó con una de sus manos y me tiró con fuerza, pero me lo quité de encima justo a tiempo. Salté de la camilla y la empujé para que esta cayera sobreél . La bestia retrocedió y emitió un alarido que me aterró.

Solo la camilla nos separaba.

Y estas cosas eran hábiles, podría saltarla en cualquier momento.

Busqué algo, algo en la habitación que pudiera servir para defenderme. Si hubiese tenido una pistola en ese momento habría sido más fácil, pero estaba completamente en desventaja ahora.

No había nada a mí alrededor. Solo una ventana.

Una ventana...

- Mierda...no de nuevo...-

Caminé sin darle la espalda a la bestia hacia la ventana. Gruñía mientras intentaba acercarse a mí. Solo se me ocurría una cosa y creo que era la idea más estúpida que he tenido en toda mi vida, pero valía la pena intentarlo. Miré mi mano vendada por unos instantes y supe que me arrepentiría después.

Empujó con fuerza la camilla y avanzó muchos metros, acorralándome. Mi cuerpo quedó suspendido en el aire, la espalda contra la muralla y las piernas contra la camilla, intentando empujarla para que él no se acercarse más.  Sin pensarlo golpeé el vidrio con la mano izquierda y dejé escapar un grito por el dolor al romperlo, un trozo había traspasado los vendajes y se me había clavado en la palma. Apreté los labios para contener el dolor.

La bestia empujó más fuerte y mis piernas cedieron. Con la mano vendada y que había comenzado a sangrar tomé un trozo de vidrio lo suficientemente grande como para atravesarle la cabeza y salté hacia el otro lado de la camilla para correr hacia la puerta. El solo hecho de empuñar ese trozo de cristal hacía que mi muñeca doliera como mil demonios, ni siquiera sabía si tendría la suficiente fuerza para atravesarle la piel. Pero no podía tomarlo con la derecha, me haría daño y me dejaría inútil. No podía arriesgarme a perder las dos manos.

- ¡Ven aquí, cabrón!- grité para llamar su atención mientras sentía como un remolino de adrenalina se metía en mi cuerpo y suprimía parcialmente el dolor, empuñé el vidrio con más fuerza y esto produjo que el que había atravesado los vendajes se clavara más adentro, pero no me importo. La bestia saltó la camilla con una habilidad sorprendente y se me abalanzó.

Mi cuerpo reaccionó primero que mi cabeza.

Le atravesé la frente, justo cuando iba a morderme.

Oí el pulso acelerado de mi corazón en mis oídos. Aparté con brusquedad al hombre que me había atacado y me agaché para tomarle el pulso a la chica.

- N-No...-

Estaba muerta, no pude evitar sentirme culpable. Nervioso y un poco confundido, caminé hasta la camilla y me senté sobre ella. El dolor, ahora más terrible y más punzante sobre mi muñeca comenzó a volver a medida que mi respiración se iba calmando.

Tenía que irme de este lugar ahora.

Me puse de pie, me quité el trozo de vidrio que había traspasado los vendajes y empecé a buscar en los cajones mi ropa, algo de alcohol y vendas para volver a curar mi muñeca izquierda.

- Unos antibióticos o antinflamatorios no me irían nada de mal...- murmuré para mí mismo al ver la velocidad con la que mi muñeca, ahora completamente inútil se inflamaba.  

Encontré toda mi ropa dentro de una bolsa hermética. La rompí y me apresuré en sacarla y reemplazar los ahora, harapos de hospital por los míos. Se sentía bien volver a usar mis zapatos.

Seguí rebuscando y logré encontrar una botellita de alcohol y un par de vendas. Los guardé en mi bolsillo. Continué hurgando en los cajones.

Un sonido me puso en alerta nuevamente. Un gruñido. Miré hacia atrás.

Mi cuerpo, en vez de responder, se paralizó.

La chica rubia que me había ayudado y a la que habían matado...había despertado.

¿Tan pronto? Quería irme antes de que lo hiciera. No quería matarla...

Obligándome a despertar de la impresión, me puse de pie y retrocedí unos pasos para intentar alejarme de ella. Su piel estaba completamente pálida y las venas en su rostro habían hecho desaparecer casi todos sus dulces rasgos. El traje de enfermera salpicado en sangre le daba un toque aún más aterrador. Salté la camilla nuevamente y la empujé contra ella. No quería matarla, no sabía si me atrevería a hacerlo. Hasta hace cinco minutos esa chica me estaba ayudando a librarme y ahora...

Saltó la camilla cuando la empujé y cayó sobre mí. Su boca, gimiendo y gruñendo intentó alcanzarme. La sostuve con los brazos, el izquierdo flaqueó. Sus dientes rechinaban de forma violenta. Iba a comerme si no la mataba ahora.

Busqué con la mirada el trozo de vidrio que había usado anteriormente, no estaba por ningún lado. Empujé con las piernas a la chica y la aparté de mí, me puse de pie y corrí hacia la ventana para intentar quitar otro trozo. Ella corrió tras de mí y me embistió, caí contra la ventana.

Dejé escapar un grito y se me nubló la vista. El dolor que sentí en ese momento fue insufrible, me había clavado un montón de vidrio. Me aparté de la ventana e intenté correr hacia la puerta, caí al suelo. Me llevé las manos al rostro.

El dolor era demasiado, comencé a sentirme mareado. Sentí el peso de la chica encima, dejé de luchar.

- ¡Aiden!- oí la puerta abriéndose bruscamente y algo saltó hacia nosotros. La rubia cayó a mi lado e intentó alcanzarme, di media vuelta y le di la espalda justo a tiempo, su rostro explotó de pronto y me llenó de sangre. Le habían aplastado la cabeza.

Si me hubiese salpicado sobre las heridas, quizás podría haberme contagiado.

- ¡Dios, Aiden! ¿¡Qué ocurrió!?- esa voz se me hacía familiar...

- ¿E-Ethan?- con dificultad logré reconocer el cabello y los ojos completamente negros. Me tomó con brusquedad y me ayudó a levantarme. Todo me daba vueltas.

- ¿Ethan? ¿¡Aiden!? ¡Oh por dios!- un chico de cabellos mieles y ojos violeta me miró asustado al entrar tras Ethan. Reconocía esa cara...

¿Cómo se llamaba?

- ¡Cállate, Jack!- gritó Ethan y le hizo un gesto al chico para que cerrara la boca.

- ¡P-Pero Ethan! ¡Tenemos que...!-

- ¿Ethan estás bi...?-
un chico de cabello largo entró en el lugar y salió inmediatamente al verme. Su reacción fue extraña. Algo estaba ocurriendo.

- Jack, necesito que salgas y que no dejes que nadie entre...- ordenó el pelinegro y me observó con una mueca nerviosa en el rostro – Dile a los demás que cuiden la entrada a los pasillos...tendremos que...-

- Entiendo-
el chico de ojos violeta salió corriendo de la habitación y cerró la puerta con brusquedad. Empecé a sentirme nervioso. 


- ¿Cómo te sientes, Aiden?-

- Me caí sobre una ventana quebrada-

- Me di cuenta...-
suspiró y me levantó para dejarme sobre una camilla – Mira...voy...voy a quitarte todos esos trozos de vidrio de encima...solo, tan solo déjame...- él parecía muy nervioso también. Arrastró la camilla hacia un lugar apartado de la habitación y empezó a hurgar en los cajones. Abrió la puerta del baño y comenzó a lavarse las manos.

- ¡Mantente despierto!- ordenó y el rumor del agua corriendo me trajo una extraña sensación - ¿¡Cómo te sientes ahora!?-

Fiebre...

- Me arde mucho la cara...- llevé las manos a mi rostro.

- ¡No!- gritó y salió del baño – N-No te toques ahí...-

Algo...algo iba mal. Me senté sobre la camilla.

- ¿¡Qué me ocurre en el rostro!?-

- Nada...solo vuelve a recostarte, voy a quitarte los vidrios-

- ¿¡Qué demonios ocurre!?-
la vista se me nubló aún más y llevé la mano a mi cabello para apartar un poco que me caía sobre el ojo derecho y que no me dejaba ver bien. Lo tiré todo hacia atrás.

Pero seguía sin ver...

Todo mi cuerpo empezó a temblar.

- ¿Es...es mi ojo, no?- me puse de pie a pesar de que él intentó impedirlo - ¿¡Qué...qué tiene!?- una desesperación terrible me invadió. Corrí hacia el baño.

- ¡Espera, Aiden!- Ethan me siguió. Me planté frente al espejo.

La caída contra la ventana había sido más dura de lo que pude haber pensado. Tenía cristales clavados en los hombros, en los brazos y en el rostro. Pero había uno que resaltaba entre toda la sangre que tenía encima.

Un vidrio me había atravesado el ojo. Las manos de Ethan cayeron sobre mis hombros.

- Te dije que no te vieras...-

Respiré varias veces para intentar mantener la calma.

- ¿Vas a retirar los trozos de vidrios?-

- Si, eso pretendo... ¿recuerdas cuando se te dislocó la rótula?-
sus ojos oscuros se clavaron en los míos a través del espejo.

-
 N-No...No recuerdo- respondí. Por un momento vi una mueca triste sobre su rostro que duró tan solo unos segundos, no tardó en reemplazarla por una sonrisa. Dirigió una de sus manos a mi cabeza y me acarició el cabello sucio. Empecé a sentirme más tranquilo.

- Esa vez no tenía idea cómo tenía que hacerlo, al final tú me diste instrucciones-

- Entonces ve por unos guantes que hay en uno de los cajones-
dije sin mirarlo, tan solo podía ver ese trozo de vidrio clavado en mi ojo que ya había dejado de sentir y lamentarme porque sabía que iba a perderlo. Estaba aterrado y nervioso, pero no pretendía detenerme a llorar por algo que era inevitable – Si encuentras unas pinzas estaría genial...-

- Espérame aquí-

- Está bien-

Le sentí correr hacia la habitación nuevamente.  Yo mismo me quité los vidrios de los hombros y de los brazos, encendí el grifo y me lavé la cara con cuidado para limpiar la sangre y así facilitarle el trabajo a Ethan. Aún no le había preguntado cómo había logrado salir del lugar en el que estaba, ni sabía que iba a hacer yo cuando saliese de este lugar. Solo tenía claro una cosa, tenía que ir por mi madre y sacarla de aquí, debíamos salir juntos.

El pelinegro volvió al baño junto a los guantes y unas pinzas que no eran precisamente quirúrgicas.

- Estaban en un cosmetiquero...- explicó – Seguramente eran de la enfermera que te estaba atacando cuando llegué...-

- Eso servirá...-
di media vuelta y me senté sobre el lavamanos para darle un mejor ángulo. Ethan encendió la luz del baño y se acercó a mi rostro para verme mejor.

- ¿Va a dolerte?- preguntó.

- Creo que ya he sobrepasado el umbral de dolor, en teoría no debería dolerme-

- ¿Te duele ahora?-

- No siento nada-


- Está bien...- exhaló varias veces y sacudió los hombros de arriba abajo para intentar relajarse - ¿Sabes? Una cosa es acomodar un hueso que está fuera de lugar y otra muy distinta es quitarte un montón de vidrios del ojo...-

- Creo que lo perdí-
interrumpí.

- ¿Qué?-

- No veo absolutamente nada y sé que no es por la inflamación...creo que me atravesó todo el ojo...-

- E-Está bien...no me des más detalles-
se acercó a mi rostro con las pequeñas pinzas metálicas con decoraciones rosas, pero las dejó a un lado – N-No...Creo que este trozo...- tiró del elástico en la muñeca de los guantes, como lo haría un médico – Tendré que...quitarlo...yo mismo- sentí una punzada.

- ¡Ah!-

- ¿Estás bien? Ya quité una-
el dolor no tardó en volver, quizás era mala idea quitar los trozos de vidrio, pero era lo único que podíamos hacer. Un hilo de sangre me corrió por la mejilla – Mierda... ¿E-Esto es grave, Aiden?-

- N-No lo es...sigue-

- Está bien...-
la vista se me hacía cada vez más borrosa, y no era precisamente por haber perdido la visión en un ojo, sino porque estaba mareado, quizás había perdido mucha sangre, quizás el dolor había sido demasiado. No tenía idea, pero todo esto no tenía buena pinta.

- Ethan...-

- ¿Si?-
el chico volvió a tomar las pinzas y retiró un trozo que estaba enterrado en el párpado. Ahogué un gemido.

- Creo que deberías simplemente quitarlo de ahí...- sugerí.

- ¿Qué cosa?-

- El ojo...-

- ¿¡Quieres que te quite el ojo!? ¿¡Estás loco!?-

- ¿¡Acaso no viste que entraron zombies!?-
alcé la voz – Si te quedas aquí para retirar todos los trozos pequeños tardarás mucho tiempo y nos comerán a ambos, si los dejas se me infectará el jodido ojo, me subirá la fiebre y tendrás que dejarme atrás...- la garganta me tembló al terminar de hablar, estaba aterrado pero no quería demostrarlo – Casi no siento el lado derecho del rostro, salvo por las punzadas de los vidrios, y ya perdí la visión, aprovecha y quítalo de cuajo...-

Ethan se apartó hacia atrás y se llevó las manos a la cabeza.

- ¿¡Cómo se supone que haga eso!?-


- Vi a un tipo en YouTube haciéndolo con dos dedos ¿cómo no podrás hacerlo?-

- Dios, Aiden...no me pidas esto...-

- Si tuviera las dos manos en condiciones lo haría yo, Ethan-

- ¿Sabes si hay anestesia por aquí?-

- ¡Solo hazlo, demonios!-
se me quebró la voz y todo mi cuerpo empezó a temblar – O moriremos los dos por quedarnos aquí...-

El pelinegro tomó aire.

- Voy a tomarme el tiempo que quiera para retirar los trozos...- se acercó con brusquedad a mí y sus manos envueltas en látex dudaron y temblaron frente a mi destrozado ojo – Yo también vi ese video y no me parece buena idea...nos quedaremos aquí -

- Van a matarnos-


- Voy a protegerte...- sentí la presión de sus dedos sobre mi pómulo, vi que los introdujo un poco pero no logré sentirlos. Aun así me  sentí horriblemente nervioso y si seguía temblando de esta forma solo le haría el trabajo más difícil. Quizás forzarle a que me quitase el ojo era algo exagerado...

- Dime, Ethan...-

- ¿Si?-
logró quitar otro trozo.

- ¿Cómo nos conocimos...?-
sentí una punzada y mis párpados se cerraron, él apartó sus manos – Lo siento...- volví a abrirlos. Dos de sus dedos lo tomaron para mantenerlos abierto. Intentó sonreír.

- Creo que fue veinte de octubre...- comenzó y volvió a introducir uno de sus dedos y empezó a empujar para quitar uno. Respiré varias veces para mantenerme calmo, como solía hacerlo cuando tenía crisis de pánico – Yo estaba refugiándome en un aeropuerto junto a las chicas cuando oí que las rejas que nos protegían se estaban viniendo abajo, alguien las había tirado...con una molotov ¿lo puedes creer?-

- ¿Q-Quién...?-

- Tú, por supuesto...-

- A-Ah ¿sí?-

- Subí al techo de uno de los hangares y te vi corriendo como una damisela en apuros, habías dejado entrar a toda un horda de ellos...-

- L-Lo siento...-

- Acabaste con varios...-
suspiró y sus dedos tomaron las pinzas para seguir trabajando. Oí algo parecido a la carne siendo aplastada ­– Pero al final te superaron y casi te devoran...-

Hice un esfuerzo por no cerrar los ojos ante una nueva punzada. Imágenes empezaron a atravesar mi cabeza.

Creo que si recordaba algo de eso.

- Tú les disparaste a todos, me saltaste encima y me pusiste un cuchillo en el cuello-  dije. Se detuvo.

- ¿L-Lo recuerdas?- sonrió.

- Un poco... ¡Ah! ¡Demonios!-

- Lo siento...ya casi termino-  


- ¿Sangra?-

- No mucho aún...pero tendremos que vendarte y buscar la forma de desinfectar....-

- Hay alcohol en mi bolsillo-
sus ojos negros me lanzaron una mirada molesta.

- No voy a lanzarte alcohol en el ojo-

- Oh sí, tendrás que hacerlo... ¿por qué te preocupas tanto de lo que me pueda pasar?-
interrogué.

- Porque te amo- soltó sin más mientras las pinzas quitaban otro trozo de vidrio. En su voz no hubo ninguna pizca de burla. Mi pulso se disparó y casi se me cortó la respiración.

- ¿Qué has dicho?-

- Que te amo, Aiden...-
repitió y un escalofrío me recorrió la espalda. Él hablaba en serio.

- ¿Acaso...nosotros?-

- No hablemos de eso ahora, no quiero que te sientas presionado...-
se acercó un poco más a mi rostro para trabajar mejor y sus labios quedaron a solo centímetros de mí. Tragué saliva, nervioso e intenté apartar la mirada de ellos, eran carnosos y parecían suaves...

¿Se sentirían igual si los tocaba?

- ¿Qué estás haciendo?- se detuvo. Aparté la mano bruscamente, sin darme cuenta había acercado mis dedos para rozarlos.

- ¡L-Lo siento!-

Él solo dejó escapar una risa.

- Terminé...- lanzó la pinza lejos

- ¿Cómo sabes que no queda ninguno?-

- Veo que tampoco recuerdas mis sentidos desarrollados...-

- ¿De qué hablas?-

- Luego hablaremos de eso...-
metió la mano en el bolsillo de mi chaqueta y no pude evitar sobresaltarme.

- ¿¡Qué haces!?- instintivamente llevé una mano contra su pecho para apartarlo de mí, pero él la tomó antes.

- El alcohol...- y sacó la pequeña botellita de mi bolsillo al mismo tiempo que soltaba mi mano – Estás muy nervioso, no pienso hacerte nada malo...-

- Lo sé...- hice una mueca infantil – Pero no puedo evitarlo, me pones nervioso estando tan cerca-

- ¿Tienes miedo de mí?-

- ¿¡Yo!? ¿¡Tenerte miedo!? No seas ridículo...-

- Pues deberías temerme...-
masculló y abrió la pequeña botellita - ¿Quieres saber algo?-

- ¿Qué cosa?-

- Sí había un nosotros...-

- ¿De qué hablas?-
empecé a incomodarme. Su boca pasó por mi mejilla y se posó cerca de mi oído. Sentí como se me helaba la sangre.

- Tú sabes de qué hablo...- susurró y mi cuerpo entero tembló en un escalofrío.

- ¡Ah! ¡Joder!- me retorcí por un repentino dolor. Él había roseado alcohol sobre mi ojo - ¡Duele, hijo de...!- callé cuando me abrazó repentinamente.

- Tenía que hacerlo mientras no mirabas...- dijo y yo no respondí nada. Solo me quedé ahí, sus brazos eran fuertes y me daban una extraña sensación de tranquilidad – Vamos a salir de aquí, Aiden...- mis manos temblaron antes de estrecharlas contra su espalda ¿Era verdad todo lo que había dicho?

- ¡Ethan! ¡Problemas!- alguien gritó desde afuera y golpeó la puerta. Nos separamos cuando escuchamos unos disparos.

- ¡Vamos!- bajé del lavamanos y me dispuse a salir de ahí rápido. Su mano me atrapó antes.

- Espera...- nuevamente introdujo su mano en mi bolsillo y sacó algo, las vendas. Claro, vendas, se me había olvidado. Las puso alrededor de mi cabeza y mi ojo derecho.

- Gracias...-

- Vamos...-
caminó rápido hasta la puerta y la abrió sin mirar siquiera que había fuera. Le seguí.

- ¡Agáchate!- ordenó y desenfundó un arma, comenzando a disparar. Los pasillos era un verdadero caos, había muchas personas ahí y todo estaba casi a oscuras. No entendí nada, solo supe que había una balacera.

- ¡Ethan! ¡Tenemos que salir de aquí!- le tiré de la manga de la chaqueta para cubrirnos tras unos botes de basura.

- ¡Tenemos que separarnos y reagruparnos fuera!- un chico se arrastró hasta donde estábamos. Le miré confundido, era Ethan...es decir, idéntico. Él llevaba el cabello tomado– Amy y las chicas están afuera de todas formas, iré por ellas...son muchos hombres-

- ¿Cuántos?-


- Me alegra que estés bien, Aiden...- el chico hizo una pausa para sonreírme – No sé...treinta, creo que nos superan...- continuó.

Ethan se puso de pie repentinamente y me tomó del brazo.

- Iremos por aquí, nos encontramos fuera...debemos dispersarnos-

- ¡Está bien!-

El brazo de Ethan me arrastró lejos de los disparos antes de que me diera cuenta. Mis piernas comenzaron a correr a una velocidad sorprendente, como si desde siempre hubiesen estado acostumbradas a moverse así, a escapar, a huir.

- ¿¡Qué fue eso!?- pregunté mientras corría a su lado.

- Yo tampoco entiendo mucho, apenas me dejaron libre hace unos minutos... ¡Cuidado!- tomó mi cabeza y me obligó a bajarla. Una bala pasó rozando muy cerca – ¡Nos están siguiendo! ¡Por aquí!- tomó mi mano y me obligó a doblar por un pasillo. Bajamos unas escaleras.

- ¿Sabes siquiera a dónde vas?-

- No tengo idea, ven-
nos detuvimos frente a una puerta metálica que parecía pesada. Él la abrió con una sola mano. Reconocí un símbolo sobre el metal que me alarmó –Entra...- me empujó dentro de la habitación.

- ¡E-Espera!-
cuando giré para protestar, él ya había cerrado la puerta y estaba empujando un refrigerador para ponerlo contra la puerta. Me rodeé a mí mismo con las manos para evitar el frío y miré hacia todos lados. Carne envasada, botellas, muchos refrigeradores y cajas muy bien cerradas con la palabra peligro escrita que no me atrevería a abrir.

- ¡Nos encerraste en un frigorífico, idiota!-

- ¿¡Habrías preferido que te dispararan acaso!?-

Caí al suelo y me llevé las manos al pecho para intentar calmar los latidos. Estaba al borde de un ataque de nervios ¿Qué había sido ese escape? ¿Qué había pasado allá afuera? ¿Por qué demonios nos intentaron disparar?

- ¿Qué-Qué está pasando...?- la voz se me quebró inevitablemente.

- No sé...- se quitó la chaqueta de cuero y me la lanzó – Toma...-

- Vas a congelarte...-

- No, no voy a hacerlo. El virus no me dejará-
- ¿¡Estás infectado!?-
me arrastré con las manos para retroceder. Una mueca dolida se dibujó en su rostro.

- ¡Sí! ¡Lo estoy! ¡Y ese jodido virus me salvó la vida luego de que me mordieron en la iglesia! ¿¡O acaso no recuerdas lo que ocurrió en la iglesia tampoco!? –

- Yo...yo no...-

- ¡Éramos amantes, Aiden!-
gritó

 
Sus palabras...me confundieron.

- ¡Allen dijo exactamente lo mismo!-

- ¡Allen es un idiota!-
dio un golpe sobre una muralla. Todo el lugar resonó estruendosamente - ¡Mírame a los malditos ojos y dime que no recuerdas absolutamente nada!-

La respiración se me cortó cuando me lanzó esa mirada. Esos ojos, tan oscuros, tan profundos...me hacían temblar cada vez que los clavaba sobre mí. Moví la vista hacia el suelo.

- N-No sé...- comencé, nervioso – Hoy tuve un sueño y tú estabas allí...en la playa...-

- Estuvimos en una playa justo antes de entrar a la iglesia, mientras escapábamos de unas cazadoras... ¿Quién crees que te dibujó ese tatuaje que tienes en el pecho?-


- ¿Fuiste tú?-

- Para tapar las heridas que te dejó Noah...porque me sentía responsable...-

Guardé silencio. El parecía saber muchas cosas, muchas cosas de mí ¿Debía yo recordarlas todas? El pelinegro se arrastró por el refrigerador que trancaba la puerta hasta caer sentado en el suelo frio.

- Lo siento...quisiera poder recordar todo...- intenté disculparme.

- No es tu culpa...- fue todo lo que dijo antes de esconder la cabeza entre sus piernas.

Él también guardó silencio. Quizás eso era lo que necesitábamos en ese momento.

Silencio…

Notas finales:

Criticas? Comentarios? Pueden dejarlo todo en un lindo, o no tan lindo review :3 


Nos leemos el prox dom! 

Besos :3 


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