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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa, querubines :D

PRIMERO QUE NADA: DECIR que sé que dije que este sería el último capítulo. El caso es que...da para largo y decidí separarlo en dos partes. LA RAZÓN, simple, me he resfriado, me ha agarrado una gripe tremenda y aunque sabía que podría terminar el capítulo (con unas 16 páginas más o menos) y subirlo todo acá, decidí mejor dividirlo en dos y escribir la última -y más intensa- parte mientras me encuentre bien.

Así que tendrán que esperar una semanilla más para el capítulo final D_D Ahora...no sé si esta noticia les alegrará o les hará enfadar  (?) pero es para mejor, si trataba de escribir ahora de verdad no iba a ser un buen final. Por esa razón decidí subir hasta donde llevaba escrito antes de morir a manos de esta fea gripe x.x

Eso es todo.

Disfruten la primera mitad del capítulo final (?)

Nos leemos el próximo domingo :)

Abrazos !   

Capítulo 87: “Terminando en un comienzo”



Algo cálido me cayó sobre los ojos. Los volví a abrir y por un momento fui enceguecido por el líquido espeso que los cubría, tuve que pestañar varias veces para quitarlo de encima. El olor a hierro me inundó la nariz, dándome una cachetada que me aturdió. Era sangre, él estaba sangrando. Se estaba mordiendo el labio inferior tan fuerte que la sangre corría como un río por su mandíbula y caía como lluvia sobre mí. No dije nada, la voz simplemente no lograba salir de mi garganta y sentí que no era el momento para hablar. Sus ojos negros estaban fijos en los míos, la profundidad en ellos era infinita y aterradora. Otro montón de gotas rojas cayó sobre mi rostro, mezclándose con una nueva oleada de lágrimas que no podía frenar. Las manos de Ethan que sujetaban las mías con fuerza empezaron a temblar.

—¿Q-Qué estás haciendo? —sollocé en voz baja. Él abrió la boca y sus dientes liberaron su labio. Su pecho se infló cuando inspiró aire con desesperación, como si hubiese estado sumergido bajo el agua demasiado tiempo.

—Una vez te dije... —Su voz cansada, forzada y un poco menos ronca que antes me erizó hasta el último milímetro de piel. —Una vez te dije que prefería desgarrarme la mandíbula antes que morderte... —ahogué otro sollozo profundo y esta vez fui yo el que necesitó más aire en sus pulmones. Mis hombros se sacudieron en un intento por contener el llanto—. No voy a hacerte daño, Aiden...me dispararía antes de eso —vi como sus pupilas empezaban lentamente a volver a la normalidad, solo yo, que conocía al revés y al derecho esos ojos completamente negros podría reconocer el pequeño cambio que comenzaban a sufrir.

—Por dios...Ethan —fue todo lo que atiné a decir. Él sonrió y esta vez no fue esa sonrisa siniestra que vi cuando estaba mirando el cuerpo de Allen—. Creí que no volverías...creí que yo...creí que tendría que matarte. —sentí, literalmente cómo me volvía el alma al cuerpo y no pude evitar el llanto doloroso y ruidoso que empezó a brotar desde el fondo de mí, limpiándome desde dentro.

—Yo también lo creí —dijo y otra gota de sangre cayó sobre mí. Sus piernas aflojaron, sus manos me soltaron y las mías corrieron con desesperación a abrazarle. Me sujeté de su cuello como si fuera lo único firme que tenía en la vida y lo era, era justamente eso.

—No me hagas esto de nuevo— rogué y me abalancé sobre él para besarle. El sabor a sangre me llenó toda la boca, pero para mí en ese momento fue el sabor más delicioso que podía llegar a probar. Sus manos firmes rodearon mi espalda y me sujetaron como si yo fuese una criatura frágil que estaba a punto de romperse.

Estuve a punto de hacerlo.

—Nunca más —dijo aún con la voz ronca cuando nos separamos y su boca subió hasta mi cabello para besarlo—. Nunca más, Aiden. Lo prometo.

Me eché a llorar contra su pecho, lo había necesitado tanto que llegué a creer que no fueron horas si no años enteros los que estuvimos separados. El alivio que me provocaba verlo volver a mí era contradictorio, quería gritar y saltar de felicidad, quería continuar llorando ahí, quería culparlo por la demora, quería contarle lo que había ocurrido con Ethan e incluso quería culparlo por eso, aunque sabía que él no tenía nada que ver. El palpitar acelerado de su corazón golpeando contra su pecho desnudo fue lo que hizo que mis precipitadas y revolucionadas emociones comenzaran a calmarse. Él estaba bien, estaba vivo, estaba de vuelta.

Eso era en lo único en que debía enfocarme si no quería enloquecer. 

Sus manos me estrujaron con más fuerza. —Te amo, Aiden —dijo. Y entonces, la vida tiró un poco más de mí.

—Y yo a ti, Ethan —respiré profundamente e inhalé todo su olor, con miedo a dejar de sentirlo alguna vez.

—¿Cómo está tu ojo? —preguntó.

—C-Creo que está infectado.

—Déjame ver —sus manos quitaron el cabello de mi cara y los restos de venda que aún quedaban ahí, negándose a despegarse de mi herido rostro—. Uhm...está...se ve fatal.

—Estoy fatal —corregí.

­—Lo estamos —Se puso de pie y me ayudó a levantarme—. ¿Puedes caminar?  —sonreí.

—Creo que estoy hecho de hierro, Ethan. Podría echarme a correr en estos momentos —Era mentira, estaba cansado y creo que el hecho de no sentir las piernas solo era una mala señal. Me estremecí en un escalofrío cuando el estruendo de un derrumbe llegó desde lejos.  

—¿Dónde están los demás? —preguntó acelerado.

—En los alcantarillados, buscando un lugar seguro.

—¿Sabes cómo llegar?

—Sí, más o menos. Eden me dijo el camino. —Él tomó mi mano.

—Dijiste que podías correr, vamos —tiró de mí y su mano me obligó a mover las aletargadas piernas, nos dirigiríamos hacia la destruida puerta y una parte de mí no quería atravesarla, dos torres más allá estaba aún el cuerpo quemado de mi hermano. No quería romperme al verle de nuevo, no frente a Ethan.

Él se detuvo frente al cuerpo de Eve, había dejado de moverse hacia varios minutos ya y algo del angelical rostro con el que la conocí había vuelto a ella.

—Le inyectaste la cura —dijo, sonó como una acusación. Bajé la vista hacia el suelo y me fijé en las pálidas manos de la chica, no quería mirar a Ethan a los ojos. Sabía que la había cagado, era la única posibilidad que teníamos para acabar con esto y yo la había desperdiciado egoístamente para salvar mi vida.

—Se me lanzó encima —Me excusé—. Iba a matarme. No pensé cuando...
 
—Sólo no le digamos a Morgan que alguna vez existió una cura ¿sí? —interrumpió y apretó mi mano más fuerte.

—¿No te molesta, acaso? La he cagado.

—La habrías cagado si no te hubieses salvado, ella iba a matarte.

—No lo entiendo.

—Me habría molestado vivir sabiendo que no usaste esa cura para salvar tu vida. Me habría molestado un mundo sin ti —sentí mi rostro arder por la vergüenza, cuando creí que ya no podía sentirla.

—L-Lamento haberte disparado.

—Intentabas hacer lo que te pedí.

—A mí también me habría molestado un mundo sin ti —confesé y di un paso largo para pasar sobre el cuerpo de Eve sin pisarla. No esperé su respuesta, si decía algo más cursi de lo que ya había dicho me lanzaría sobre él y no lo soltaría nunca más—. Vamos —Pero antes de que pudiéramos continuar, fui yo el que se detuvo para mirar hacia un árbol que había sido alcanzado por el fuego que había encendido sobre Allen. El cuerpo del peliblanco seguía en el suelo, muerto. Todo su cuerpo parecía haber sido víctima del fuego y solo una mitad de su rostro ensangrentado se había salvado.

—¿Hice bien, no? —pregunté, intentando evitar el estúpido sentimiento de culpabilidad que se había comenzado a formar en mi interior. Había matado a tres personas en menos de dos horas. Bueno...si Allen y Eve podían considerarse personas hace algunas horas atrás.

—Hiciste bien, Aiden —él volvió a tirar de mi mano y me obligó a seguir avanzando. Atravesamos la puerta destruida y poco a poco empecé a sentir como mis piernas entraban en calor, otra explosión lejana me obligó a hacerlas ir más rápido. Empezaba a concebir la idea de tener que vivir así para siempre, escapando, escondiéndome, corriendo. No importaba nada de eso mientras Ethan lo hiciera junto a mí—. Siempre lo has hecho bien —continuó cuando llevábamos varios minutos de silencio mientras recorríamos el maltrecho pasillo de la primera torre. Sus palabras intentaban animarme, intentaban darme un poco más de fuerza y yo sentí que las necesitaba.

 Llegamos al otro extremo y cruzamos el primer jardín, el olor a humo y a carne chamuscada me llegó de lleno cuando estábamos a punto de entrar en la segunda torre. Ethan también lo sintió, seguramente con mucha más intensidad que yo pero no dijo absolutamente nada. No sabía si iba a ser capaz de explicarle lo que había ocurrido con mi padre y con mi hermano, no sabía si iba a ser capaz de pasar de largo de su cuerpo, no sabía cuál iba a ser mi reacción cuando llegara. Me aterraba el no poder predecir mis propios actos.

Fue Ethan el que se detuvo de golpe bajo el umbral de la puerta cuando llegamos.

—¿Mataste a alguien más? —preguntó con lentitud, como si tomase precaución al pronunciar sus palabras.

—Es Ethan... —dije e instantáneamente su brazo se deslizó por mi espalda para apoyarla contra mi hombro—. Él estaba a punto de convertirse, mordió a mi padre y tuve que matarle. Me pidió que lo quemara —su mano me atrajo hacia él.

—Lamento no haber estado ahí... era un buen chico.

—Él dijo exactamente lo mismo de ti.

Él me soltó y avanzó hacia adelante. Yo me quedé ahí, mirando el cuerpo oscuro de mi hermano. Ethan caminó algunos metros hasta llegar a uno de los pocos rincones del jardín que no estaban destrozados por el fuego, la tormenta o la batalla. No supe lo que estaba haciendo hasta que le vi agacharse para arrancar un par de flores que habían sobrevivido a todo el caos y dirigirse nuevamente hacia mí.

—Toma —dijo, intentando suavizar su voz—. Vamos a enterrarlo —me sobresalté al oírlo.

—N-No podemos hacer eso, no hay tiempo.

—Lo necesitas —dijo caminando hacia un árbol. Dio algunos golpes con su bota contra el suelo—. La tierra está blanda, será más fácil —Me quedé helado cuando le vi agacharse nuevamente para empezar a cavar con sus propias manos. Era obvio que para él sería más fácil, la fuerza que tenía le facilitaría las cosas, pero no pude evitar el brote de lágrimas que empezó a escapar de mis ojos cuando le vi hacerlo. No sabía que necesitaba un entierro para mi hermano hasta que noté que el agujero comenzaba a tomar el tamaño para meter un cuerpo ahí. Joder, si lo necesitaba, él lo necesitaba, él se lo merecía y yo tenía el deber de hacerlo. Me acerqué hasta la sombra del árbol, dejé las flores a un lado y me arrodillé para ayudar a Ethan a cavar. La tierra estaba húmeda y fría, las manos no tardaron en embarrarse y una extraña sensación comenzó a brotar en mi interior. Estaba cavando una fosa para mi hermano pequeño, era tan antinatural que dolía, pero a la vez, me hacía pensar que él estaría feliz de recibir un entierro así. Quizás estaba enloqueciendo. Nadie querría algo como esto.

—Le adoraba —dije, mientras ejercía más fuerza para quitar un buen montón de tierra. Las manos heridas dolían al contacto con el barro, pero no me importaba. Otra vez volví a experimentar su pérdida. Los recuerdos junto a él acudieron a mi cabeza traicionera para hacerlos arder en mi interior. Supe en ese momento que ese dolor me acompañaría toda la vida, todos los días, a todas horas, hasta el momento de mi muerte.

—Lo sé —Los músculos de sus brazos se marcaron cuando quitó una última gran porción de tierra y la lanzó a un lado. En tan solo unos minutos ya había hecho todo el trabajo—. Vamos.

Me puse de pie para tomar el cuerpo de mi hermano aún con el miedo latente de que  aquella hermosa estatua de arcilla negra pudiera romperse y esperé a que Ethan le tomara de los pies, casi con el mismo cuidado que yo. Nos movimos con lentitud para lanzarlo lo más suavemente posible dentro de la fosa. No hubo ceremonia, no hubo palabras, todas las había dicho dentro de mí y no sabía si sería capaz de echarlas fuera sin quebrarme en mil pedazos. Tapamos la ahora ocupada tumba con cuidado de que la tierra quedara compacta en su interior. Me agaché para tomar las flores y las dejé sobre la elevación de tierra, me quedé ahí, viéndolas por varios minutos. Oí el ruido de Ethan haciendo algo pero no tomé atención, debía grabarme aquellas flores para siempre en mi cabeza. No iba a olvidarlas nunca, no iba a olvidar nunca a mi hermano.

No iba a olvidar nunca el virus que lo mató. El que me obligó a matarle.

—Adiós, hermanito —susurré en voz baja y di unas palmadas en la tierra antes de levantarme para seguir nuestro camino. Me sobrecogí en un escalofrío cuando me giré para buscar a Ethan y le encontré de pie a un lado del árbol, con una sonrisa en el rostro que intentaba sacarme de mis propias cenizas. Tenía uno de sus cuchillos en la mano, había quitado un trozo de la corteza, dejando un espacio desnudo y liso que tenía la usual forma de corazón. Tendió el cuchillo hasta mí.

—Vamos, tómalo —dijo. Mis manos temblaron cuando lo hice.  

«Ethan Rossvet» fue lo que grabé sobre el árbol en letras irregulares y apenas entendibles, pero puse todo mi amor en ellas. Él merecía una lápida también, él merecía todo lo que yo no le pude dar. El tronco era tan fuerte y duro que casi rompe la punta del filo, estaba seguro que resistiría a fuertes tormentas y vientos y su nombre seguiría grabado ahí, para siempre.

Cuando terminé, me abracé a Ethan.

 —Gracias.

—Era lo mínimo que podía... —su voz se detuvo cuando ambos nos separamos al oír un ruido, un característico, aterrador y familiar ruido que puso todos mis sentidos en alerta otra vez.

—¿Cuántos? —pregunté. Intenté parecer fuerte, pero estaba temblando por dentro.

—Tres. Están atorados, intentaron entrar todos a la vez por la puerta.

—Voy.

—No estás en condiciones de pelear.

—Puedo hacerlo —me separé completamente de él y caminé hacia la puerta que después tendríamos que atravesar. Ahí estaban, tres de esas bestias atascados en posiciones incómodas, todos tratando de llegar hasta donde estábamos nosotros. Los odiaba, los odiaba más que nunca ahora. Me acerqué con precaución, lentamente, ellos no podrían morderme a menos que pudieran resolver el enredo de piernas y brazos que tenían bajo el estrecho y derrumbado umbral, y sabía que no podían hacerlo. Empujé la única mano en la que me quedaban fuerzas y enterré el cuchillo en el ojo de uno de ellos y luego, dentro del ojo, lo dirigí hacia arriba. Por algún motivo, mientras más cerca de la frente les dabas, más rápido morían. Cuando dejó de moverse, quité el cuchillo y se lo clavé al segundo que soltó un rugido antes de que lo atravesara por completo, quizás hace algunos meses ese grito me hubiese aterrado, pero ya no.

 Me había acostumbrado a vivir con el miedo.

Quité el cuchillo y moví mi brazo hacia atrás para impulsarme sobre el tercero, en ese momento, algo lo empujó hacia mí. Todo se desarmó y el peso de la bestia cayó sobre mí, apenas sí pude mantener el equilibrio para no caer los dos, intenté quitármelo pero sus manos fueron más rápidas y buscaron donde sujetarse para asegurar un mordida, me tomó de los hombros y se abalanzó sobre mí. Oí el blando sonido de la carne y el ruido de un cuerpo chocando contra el suelo.

—Te dije que no estabas en condiciones —Ethan estaba arrodillado en la tierra, había llegado justo a tiempo para alejar al muerto de mí y azotar su cabeza contra el suelo. Abrí la boca para verbalizar una disculpa cuando por el rabillo del ojo noté a otro monstruo avanzando hacia nosotros, un cuarto que no había visto y que seguramente estaba detrás de los demás. Mis piernas se movieron automáticamente para empujarle con mi hombro contra una muralla y apuñalarle la cabeza.

Las manos de Ethan cayeron sobre mis hombros cuando el cuarto zombie se desparramaba por la muralla hasta llegar al suelo.

—Deja de jugar a hacerte el héroe —dijo en tono brusco y sus uñas se clavaron levemente en el cuero de la chaqueta que traía puesta —Te necesito vivo para cuando salgamos de esta mierda.

—Nunca saldremos de esta mierda, Ethan.

—Aiden...

Pero no me importaba estar atrapado ahí para siempre. No lo dije. Una de sus manos se deslizó por mi brazo hasta tomar la mía, me tomó tan fuerte que mis piernas no pudieron resistirse cuando comenzó a correr conmigo agarrado del brazo, más rápido de lo que podía soportar.

—¡Muévete! —ordenó y tiró más bruscamente de mí. Intenté llevar su ritmo pero prácticamente me llevaba arrastrando. Una parte de mí quería quedarse en ese lugar, una parte de mí tenía miedo de salir y encontrar más caos del que ahora había. Fui tirado hacia abajo cuando una explosión hizo volar en pedazos las ventanas del pasillo en el que estábamos y Ethan rodeó mi cabeza con sus brazos para protegerme, las murallas crujieron y el suelo tembló. Estábamos cada vez más cerca del verdadero desastre—. Vamos a salir de aquí, Aiden —masculló Ethan mientras me obligaba a ponerme de pie—. Lo prometo.

—No prometas cosas que no sabes si podrás cumplir.

—Lo haré.

—¡Ethan! ¡Aiden! —una voz familiar se coló unos metros delante del pasillo. La figura de Sam apareció como una visión iluminada, casi angelical. Traía un rifle francotirador en las manos que se sacudía con violencia mientras corría hacia nosotros con una mueca indescifrable en el rostro, que parecía tan angustiada como feliz a la vez. Cuando llegó, tiró el arma al suelo y apoyó sus manos sobre sus rodillas para jadear e intentar recuperar el aire, solo entonces me di cuenta que le habían disparado en el hombro derecho, ahí tenía algunas vendas por donde se había comenzado a filtrar sangre—. Joder ¿Cuánto más pensaban tardar?

—L-Lo sentimos...nosotros.

—Escuchen, no tenemos tiempo —interrumpió y sus palabras despertaron mis sentidos y un primitivo nerviosismo en mi interior. Tragué saliva—. Encontramos un aeródromo.

—¿¡Podremos salir de aquí!?  —Ethan avanzó un paso y me arrastró con él.

—Podrán salir de aquí, Morgan y Yü piensan quedarse.

—¿Y tú? —el rostro de Sam se sonrojó levemente cuando Ethan le hizo esa pregunta. 

—B-Bueno... —balbuceó—. Yo pensaba...ir con ustedes...necesito salir de esta ciudad de mierda. Y-Ya lo he hablado con los demás —sé que tal vez en algún otro momento me habría molestado esta escena, pero no había tiempo si quiera de sentir celos, teníamos que ser rápidos. Tomé a Sam del brazo para llamar su atención.

—Sam ¿Tienen un piloto?

—Por eso mismo les estaba buscando. Necesitamos irnos ya, tenemos pensado secuestrar a un piloto pero eso tiene que ser antes de que no quede ninguno, joder, ellos se están yendo, están evacuando todo el maldito lugar —le solté y él volvió a tomar su arma para indicarnos el camino, comenzamos a correr otra vez.

—Hay algunos hombres cuidando el perímetro aeródromo —dijo e hizo una seña con la mano para que dobláramos por un pasillo—. Pero podremos abatirlos fácilmente y si todo se pone feo y ellos nos superan, tendremos a Ethan para cargárselos a todos.

—Creo que estás poniendo demasiada confianza en mí.

—Mierda, no puedo hacer otra cosa. Por aquí, agáchense. —ordenó y nosotros obedecimos al instante. Habíamos doblado por un pasillo que no parecía tener alguna puerta conectora cerca, solo la de las habitaciones cerradas que estaban alrededor.  Solo entonces entendí que estábamos tomado un atajo. Asomé levemente la cabeza por una ventana a la que ya no le quedaban vidrios para ver afuera, no había jardines ni torres por ese lado, solo una reja a pocos metros de nosotros y tras ella, el aeródromo.

Los labios de Sam se juntaron para silbar una melodía. Cinco segundos después, la puerta de una habitación se abrió lentamente y la silueta de Amy apareció tras ella. Corrió hacia mí y me abrazó, sus hombros se sacudieron de arriba abajo cuando empezó a sollozar.

Aún no había olvidado cómo me había defendido de los hombres que nos atacaron y cómo la golpearon por eso, solo esperaba que ella sí lo olvidara algún día. Levanté su malherido rostro y le acaricié la mejilla.

—Pronto vamos a salir de aquí —susurré y limpié un poco de sangre que había sobre su labio. Ella asintió con la cabeza y ahogó otro sollozo. Me obligué a mí mismo a creer en mis palabras. Tenía que hacerlo, por ella.

—¡Abercrombie, quédate quieto! —Eden, Teo, Morgan y los demás salieron de la misma habitación luego de que el perro lo hizo, Chris le traía atado con una cuerda al cuello en un nudo que no dolía, pero seguramente le incomodaba al pobre Abercrombie que seguramente se había acostumbrado a andar libre en el último tiempo.

Ninguno de ellos cargaba el cuerpo de Ayame. Intenté pensar que ya la habían enterrado, intenté pensar que había sido un funeral digno para ella.

—Me alegra que estés bien, Aiden —Morgan habló y me sonrió. Un nudo se me hizo en el estómago cuando correspondí su sonrisa sabiendo que me había encargado de hacer desaparecer la única muestra de la cura.  

Eden carraspeó la garganta.

—Esto es lo que haremos... —Se dirigió a Ethan y a mí, hablando en voz baja, seguramente a los demás le había repetido el mismo plan una y otra vez antes de que llegáramos—. ¿Ven a los hombres que están allá? Ya los he contado, son diez, antes eran más pero hace un rato una horda de muertos logró entrar y mataron a varios. Tienen miedo, están nerviosos y están más pendientes del frente, jamás esperarán un ataque por el costado. Saldremos por estas ventanas e intentaremos dispararles tras la reja. Todos estamos armados ¿No? ¿Estás armado, Aiden?

—Huh...yo... —llevé las manos a mi cinturón instintivamente para buscar el arma que Ayame me había dado, pero no la encontré ahí, si no que la vi frente a mis ojos cuando Ethan la tendió hacia mí.

—La tiraste ¿recuerdas?

—Gracias.

—¿Están todos listos? —inspiré aire y el corazón comenzó a golpear más fuerte dentro de mi pecho. Cargué todo mi peso en la mano que no tenía herida y pasé al otro lado de la baranda cuando todos hicieron lo mismo e intenté hacer el menos ruido posible cuando mis botas tocaron el mojado pavimento de las afueras del aeródromo. Corrimos hacia la reja y nos agachamos para esperar la orden y disparar, les estábamos asechando.

—Terminaremos donde empezamos —habló la voz de Ethan. Crucé una mirada con él y luego con Ivy y Claire, solo nosotros cuatro podríamos entender el significado de esa frase. Ahí nos habíamos conocido, en un aeropuerto y aunque este era infinitamente más pequeño, al menos para mí, significaba algo importante.

Ahora deseaba intensamente volver a esos días.

—Armas... —Eden dio la orden y se escuchó el característico sonido de las armas cargando. Levanté la mía y apunté a uno de los hombres que estaban haciendo guardia a unos cincuenta metros de nosotros. En qué momento me había decidido a matar a una persona, en qué momento había obtenido la frialdad para hacerlo era algo que no iba a preguntarme en ese momento. Eran ellos o nosotros, nada más.

«Ellos o nosotros...»  repetí para mí mismo.

Notas finales:

Eh, eh ¿Quienes fueron los poca fe que creyeron que Ethan iba a matar a Aiden? En serio lo creyeron? No soy capaz de hacer algo TAN MALO! >___<

Críticas, comentarios, preguntas (olvidé responderle una a ElOtroGato :( perdóname x3) Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review 


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Abrazos ! 


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