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DIFICULTADES por Harcet

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—Nate, ¿estás bien?

Near, quien había estado jugando con un pequeño muñeco de cerámica entre sus pálidos dedos, hundió un poco el rostro entre sus rodillas al oír la voz de Halle a su lado. Hizo una pequeña mueca, apenas visible.

—Lo estoy —respondió, pero aún podía sentir aquel nudo fastidioso en el estómago.

Una ligera brisa ingresó por la ventana y le meció los cabellos. El sol parecía esconderse cada vez más rápido aquellos días, pensó.

—¿Deseas que te traiga algo...?

—Estoy bien, gracias —susurró el albino, colocando el pequeño muñeco sobre su mesita de noche. Cogió la manta que se encontraba cubriéndole las piernas y la apartó un poco—, iré por una taza de chocolate.

La mujer se inclinó hacia él y lo tomó del brazo, un poco sorprendida por la repentina decisión del albino en salir de la habitación.

—Puedo acompañarte.

—No es necesario, puedo ir solo, estaré bien.

Halle dudó un poco pero terminó asintiendo y le alcanzó los zapatos. Near agradeció y una vez se los puso, caminó hacia la puerta rozando las frías baldosas de la pared con sus dedos, como solía hacer cada vez que decidía pasar un momento fuera. Y ésta vez sentía que de verdad lo necesitaba.

Y es que desde que Mello dejó de visitarle por las tardes, Near debía confesar que empezaba a sentirse solo. Otra vez. Y aquello le provocaba un molesto nudo en el estómago, un nudo que le hacía cuestionarse a sí mismo ya que jamás había logrado sentirse así. Con nada. Por nadie.

"¿Preocupación, acaso?" ¿Estaría preocupado por Mello, quien le había comentado que se acercaban las fechas de sus exámenes, sus entregas de proyectos y demás...?

O tal vez...

Solo lo extrañaba. Extrañaba a Mello, así de simple. Extrañaba discutir con él, charlar sobre su día, sobre la desagradable comida de la cafetería, sobre su escuela, sobre las estupideces de Matt. Simplemente extrañaba a Mello.

Y no se avergonzaba por ello... Pero sí dolía. Dolía el imaginar no poder charlar con él de nuevo.

Una mueca involuntaria se apoderó de su rostro de tan solo pensarlo. 

Rozó la última baldosa antes de ingresar al área del patio central, en donde se encontraba la cafetería. Dio un paso al frente y elevó las manos con cuidado, consciente de que se encontraba al aire libre y completamente solo. No había nadie en la cafetería a esas horas y aquello le hizo pensar que tal vez había sido una mala idea. Últimamente se dejaba llevar demasiado por sus emociones, y eso no resultaba nada bueno. No para él al menos.

Unos cuantos pasos más y estaría a salvo en las mesas. Pero un mal cálculo y una banquilla que no recordó se encontraba allí le hicieron tropezar. Su cuerpo perdió el equilibrio y lo impulsó hacia adelante, haciéndole elevar las manos instintivamente para amortiguar la caída. Pero el sonido del aire escapando por sus pulmones con brusquedad le hizo doler un poco el pecho, eso y las firmes manos que rodearon su abdomen para evitar tocase el suelo le provocaron un dolor agudo en el estómago.

Todo había resultado tan rápido.

—Oye —escuchó detrás suyo—, no puedo creer que seas tan descuidado.

Se acomodó un poco la ropa y jugó con uno de sus mechones, disculpándose.

—¿Mello?

—No deberías andar por aquí a esta hora, mucho menos solo. ¿Estás bien?

Near asintió, frotándose el brazo. Su corazón empezó a latir fuertemente.

—¿No deberías estar en la escuela?

Mello sonrió.

—Mis exámenes concluyeron hoy —Near frunció un poco el ceño—. Hey, ¿qué pasa con esa mueca? ¿en qué diablos pensabas mientras caminabas solo por ahí haciendo caras raras? —se burló.

Near volvió a enrollar un mechón de cabello entre sus dedos y encogiéndose en su lugar soltó sin ninguna pena:

—Pensaba en ti.

Mello calló sus carcajadas inmediatamente, remplazándolas por un torpe carraspeo que le dejó sin aire. Las orejas empezaron a quemarle de pronto al oír algo tan repentino como aquello.

—De acuerdo —se reincorporó, aún agitado—, ¿y tanto te desagrado como para poner una cara como esa? —fue lo mejor que se le ocurrió. Estaba avergonzado.

Near sonrió.

—Pensé que ya no vendrías.

Mihael contempló por un momento el rostro de Near. Parecía realmente preocupado, incluso notó sus ojeras un poco más marcadas  y no pudo evitar sentirse mal. Cogió a Near del hombro y lo apegó a su pecho.

—Vamos, te llevaré a tu habitación.

 

*

 

—Entonces... te veo mañana.

Ya de noche, Mello se puso de pie y dejó la taza que sostenía con ambas manos sobre la mesita de noche de Near. Tomó la del albino que aún tenía un poco de chocolate y la dejó también.

—Está bien, gracias.

—Bien, debo irme —Near asintió y Mello le observó con cierta serenidad en el rostro—Oye.

El menor giró el rostro en su dirección y se sobresaltó ligeramente al sentir la mano de Mello rozándole la mejilla.

—Tienes algo de chocolate —susurró.

Near asintió, dejándose limpiar, ignorando el hecho de que el rubio parecía haber explotado internamente por lo rojo que se encontraba.

Terminó de ayudarle y colocó ambas manos en los bolsillos, despidiéndose.

—Gracias.

Ya en la puerta, Mello agradeció a las encargadas por haberle dejado ingresar fuera del horario y cruzó la avenida, aún con las mejillas coloreadas y recriminándose internamente sobre lo que acababa de hacer.

Habían sido unas semanas difíciles para él también, se dijo, desde la boba cena en casa de los padres de Matt hasta su terrible concentración en la semana de evaluaciones. Y es que no podía sacarse los últimos acontecimientos de la cabeza. Había sido una total tortura. Y con Near... 

Todo era diferente.

Todo era tan distinto. Por fin podía decirlo, pensarlo sin sentir culpa o sentirse sucio y despreciable como lo había hecho semanas atrás. Mello sentía que podía estar tranquilo tras haber discutido las cosas con Matt. Ya no se sentía tan solo y desquiciado.

 

***

 

—Mello.

Habían pasado unos cuantos minutos y Mello se negaba a mirar a su amigo a los ojos. Simplemente no podía, no después de haberle confesado algo como aquello. Se sentía fatal.

—Mello, mírame.

Elevó un poco el rostro, entonces, buscando la incómoda mirada de Matt sobre él, pero lo único que encontró fue una sonrisa despreocupada. Aquella sonrisa característica de su mejor amigo.

—Mello, sabes que puedes contarme lo que sea...

Mihael asintió, desviando la mirada.

—Matt...

—...Y  te agradezco la confianza que me tienes al decidir hacerlo —interrumpió él, colocando ambas manos sobre los hombros del rubio—, pero quiero recalcar algo antes... y es que estás equivocado si piensas que te trataré diferente o te veré con otros ojos. Mi amistad no varía por nada. Eres mi mejor amigo Mello.

Mello sonrió con desgana, frotándose el brazo debido a lo incómodo que se encontraba.

—Y me imagino lo difícil que debieron haber sido estos días para ti. Lamento haberme resentido contigo.

—Está bien, olvida eso.

Matt sonrió.

—No deberías preocuparte por lo que los demás piensen, ¿sabes? —hizo una mueca señalando dentro de la casa—. No te tortures de esa forma. ¿A quién le importa? Eres una increíble persona Mello, olvida lo demás. No estás solo —dijo y Mello lo miró a los ojos—, nos tienes a Alice y a mí.

Mihael curvó los labios, aún encogido en su lugar y asintió, recibiendo un cálido abrazo por parte de Mail. Le devolvió el gesto a su amigo y supo allí mismo que tenía toda la razón. Los tenía a ambos... y para Mello... aquello era todo lo que necesitaba para estar bien.

—Gracias.

 

***

 

Mello sintió ganas de arrancarse el cabello allí mismo. Sus rostro ardía y un calor abrumador se apoderó de él de repente. Aquel contacto lo había estremecido, pero no se arrepentía para nada. Aún podía sentir la piel suave y blanca de Near rozando sus dedos...

Mierda, ¡¿qué diablos estoy pensando?!

Mello aceleró el paso hacia su departamento, llegando en unos cuantos minutos y encontrándose con la figura de Matt esperándolo en la puerta del condominio, iluminado tan solo por la luz de aquellos faroles viejos.

—Hey, ¿todo bien? demoraste un poco—preguntó el pelirrojo mientras aplastaba la colilla de su cigarrillo—, oye, ¿estás bien? estás algo rojo...

—Él está bien —respondió Mello un tanto ido, rodeando a Matt para así poder abrir la reja del viejo edificio—, es lo que me importa —susurró mientras ingresaba al condominio.

Matt abrió los ojos cual búho y siguió a su amigo, casi corriendo para poder alcanzarlo.

—¿Eh? ¿He escuchado bien? ¡¿Mello?! 

—Cállate.

—Ay Dios —gritó Matt, subiendo las escaleras mientras se burlaba una y otra vez de su mejor amigo—, ¡eres una ternura!

—¡Cállate Matt!

Una vez dentro ambos se libraron de chaquetas y zapatos mientras cogían un par de sodas del frigorífico y se tumbaban sobre el sofá. Matt no paraba de contemplar a su amigo, pensando en lo feliz que le hacía verlo de buen humor nuevamente. Hacía tiempo no compartían un momento como ese.

—¿Hablaste con Elle?

Mello bebió un sorbo de su refresco de cola. El cabello rubio empezaba a cubrirle los ojos.

—Sí —respondió, contemplando la alfombra bajo sus pies—, empezará a hacer los papeles dentro de unas semanas.

Matt asintió y también bebió de su refresco. Miró a Mello y le lanzó el yasquero que tenía entre los dedos. Mihael frunció el ceño.

—Todo estará bien. No pongas esa cara.

Mello suspiró. Sabía que todos sus planes requerirían de un proceso bastante largo, pero él estaba dispuesto a hacer lo que estuviera a su alcance para que las cosas resultaran como él lo deseaba.

Cogió el yasquero y lo contempló en silencio.

"Eso espero, Matt..."


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