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DIFICULTADES por Harcet

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Notas del capitulo:

¡Muchachon@s!

Antes de que empiecen los tomates, solo quiero que decir que un "me disculpo" no es suficiente para expresar toda la pena que siento por haber dejado las actualizaciones varadas por tanto tiempo, por no haber podido responder el hermoso apoyo hacia esta desconsiderada demente. No saben lo feliz que me siento al dejarme caer de nueva cuenta por aquí, y agradecerles por todo. Me ahorraré todo tipo de explicaciones por ahora, ya nos leeremos más abajito.

Espero disfruten el raro capitulo y como dice mi maestro... "paciencia".

Una vez más, les agradezco tanto por sus palabras, son increíbles, EN SERIO, muchísimas gracias chicas♥

El sonido de la alarma se oyó hasta en el lugar más recóndito de la –aparentemente– sencilla habitación de Mello. Un ensordecedor pitido acompañado de unas letras exageradamente rojas anunciaban las 6 con 5 de un jueves por la mañana, lo que le llevó a estirar un poco el brazo para así poder silenciar aquel sonido tan molesto con la simplicidad de un pequeño botón situado en la parte posterior de aquel extraño aparato.

Soltó un largo suspiro.

En toda la noche, Mello no había despegado la mirada del techo y ni se molestó en hacerlo si quiera al entrar la mañana. Con los ojos bien abiertos, se acomodó entre las sábanas y por primera vez en 6 horas, Mihael se desvió hacia la ventana, contemplando como el cielo azul de la madrugada se traslucía a través del visillo e iluminaba su habitación con una suave variación de tonalidades ciánicas. ¿Hace cuánto no veía el sol ponerse de tan deslumbrante manera? Había olvidado el bello tono que el cielo adquiría al amanecer y lo silenciosas que resultaban las calles a esas horas.

Mihael frunció un poco el ceño y fijó la mirada en aquello en lo que, al parecer, recaía toda la culpa de su desvelo, la razón por la cual no había logrado conciliar el sueño. Fijó la mirada en su mano elevada por enésima vez, preguntándose también si acaso existía la posibilidad de alcanzar un grado más elevado de ridiculez.

No, no la hay…

Los párpados le pesaban increíblemente, pero aún así, Mello sentía que no podía pegar ojo, ¿por qué? Se cubrió el rostro con la almohada e inmediatamente un sonido gutural se perdió en ella, contra su boca. De un movimiento algo brusco, se incorporó en la orilla de la cama y despeinó su rubia melena, frotándose la frente con la yema de sus dedos, notando a la vez como una repentina sensación de mareo o vértigo aparecía y le nublaba los sentidos. Estaba cansado, deseaba faltar a clases pero descartó dicha idea al recordar las pesadas materias que le tocaba llevar aquel día. Gruñó y esperó unos segundos para ponerse de pie (con cuidado ésta vez), dejó atrás las sábanas e involuntariamente cogió el móvil que yacía sobre su escritorio.

Finalmente, Mello revisó su bandeja con desgana para, luego de unos minutos, arrastrar los pies hasta el baño y adentrarse en él con una toalla blanca sobre los hombros.

*

—Diablos, Mello— la “delicada” voz de Matt provocó que varias personas giraran el rostro en su dirección, totalmente curiosas, mientras el pelirrojo intentaba no escupir aquello que se encontraba dentro de su boca—, luces terrible.

Solo un gesto por parte del rubio bastaba para saber que era su deber callar antes de que ocurriera alguna tragedia.

—¿Pesadillas otra vez? —insistió el muchacho mientras pinchaba algunos trozos de sus waffles y se los llevaba a la boca, embutiéndose.

El rubio negó con la cabeza mientras lanzaba su mochila a un lado y tomaba asiento frente a su amigo. Ni el olor a café lograba siquiera despertarlo un poco de aquel trance en el que se encontraba. Se cruzó de brazos sobre la mesa y se limitó a observar como su mejor amigo se atragantaba el desayuno.

—Te he pedido un café —dijo el pelirrojo con dificultad debido al gran trozo de galleta que tenía en la boca. Mello hizo una mueca.

—Cállate y come, Jeevas —gruñó observando sus mejillas rellenas de waffles, Matt rió y Mello desvió la mirada hacia el gran cristal que los separaba del estacionamiento.

El día estaba soleado, las personas usaban sombreros de paja e incluso integraban sombrillas a sus caminatas, algunos niños llevaban graciosos rastros de protector solar en las mejillas y el sonido típico de las aves por las mañanas parecía alegrar a cualquiera que pasara por allí. Un día muy bonito. ¿Por qué a él no le resultaba así? Miró a su alrededor por unos minutos, aprovechando la concentración de Matt en sus queridos waffles. Y como un acto casi instintivo que en realidad no alcanzó a comprender, sus ojos se posaron en una pequeña mesa al lado de la puerta principal de aquella cafetería.

“Vamos a comprar algo.”

El recuerdo de ambos jóvenes sentados, tomando un par de batidos y discutiendo diversos temas en aquel lugar invadió su mente como si se tratase de un súbito ataque, provocándole un pequeño “malestar” en la boca del estómago. Apretó ligeramente el puño y sacudió sus cabellos, algo enojado por imaginar e inventarse cosas tan ridículas por razones que ni él mismo lograba descifrar.

Sin saber realmente qué hacer, miró a Matt y notó como éste le observaba atento con la boca repleta de waffles. Parecía un hámster.

—¿Qué…?

El pelirrojo tragó y le dedicó una sonrisa.

—¿Te gustó la salida de aquella vez?

El corazón de Mello se detuvo al oír tales palabras salir de los labios de su amigo. Sintió el rostro arder en fuego. ¿Cómo demonios se las arreglaba para enterarse de todo aquello que pasara por su mente? Estúpido y astuto pelirrojo.

—¿Qué?

—Pregunté si te gustó la salida de aquella vez. Ya sabes, ¿fue agradable?

Mello desvió la mirada de inmediato, hacia la ventana.

—¿De qué hablas? No fue nada…

Matt cortó otro pedazo de waffle, con moderación esta vez.

—No me diste los detalles.

—¿Debería hacerlo? —preguntó inmediatamente Mello, mirándole ésta vez con el rostro apoyado sobre una de sus manos.

El pelirrojo soltó una carcajada al notar las penosas reacciones de Mello. Desde que su amigo le mencionó la pequeña salida que tuvo con aquel albino, había algo extraño en su comportamiento. ¿Debía preguntar acaso? ¿Sería buena idea hacerlo? Se limitó entonces a observarlo, a contemplar esos ojos azules y sus mejillas teñidas de rosa, ¿se había ruborizado? Menuda idea.

El silencio los cubrió a ambos, el ambiente había cambiado y Matt no pudo hacer más que intentar ignorar ideas y cambiar tema. Al cabo de unos minutos, una agradable muchacha llegó con una taza de café en mano y se la entregó a Mello. Éste cogió la taza con cuidado y con unas cuantas cucharadas de azúcar, se apresuró en terminarlo antes de que a Matt se le ocurriera preguntar algo más.

En menos de 5 minutos, ambos jóvenes se encontraban pagando la cuenta y dirigiéndose a la puerta de salida, dispuestos a llegar tarde a clases.

*

“Vamos, ¡di algo!”

El sol empezaba a despedirse, dejando que su típico y encantador tono anaranjado cubriera la ciudad desde el horizonte. Eran las 6 con 27 de la tarde y el parque ya se encontraba casi vacío. Las personas empezaban a retornar a sus hogares y los locales empezaban a encender sus más brillantes luces, dando bienvenida a la noche. Un día bastante tranquilo. Bastante bueno. Debía ser. Mello pudo percibir el aroma a pan y bizcochuelos recién horneados de las grandes panaderías cercanas y no pudo evitar suspirar.

—Huele bien…

Asintió, intentando sonreír. ¿Qué más podía hacer? No podía permanecer con esa cara de pocos amigos que lograba espantar a medio mundo, o tal vez solo a Matt —lo cual era perfecto— por más que lo deseara. Y es que los nervios tampoco le ayudaban mucho que digamos.

—¿Deseas… comer algo?

Las mejillas le ardían increíblemente, algo totalmente desconocido para él. Mihael observó de reojo a su acompañante. Aquella muchacha que no dejaba de juguetear tímidamente con el pequeño colgante en su cartera. Su largo cabello castaño se mecía encantadoramente a la vez que observaba a su alrededor, un tanto nerviosa.

—Claro.

Era cierto que en un principio Mello no supo cómo reaccionar ante la extraña situación que se le había presentado, o mejor dicho, su amigo Matt había provocado excusándose de lo que creía sería una ayuda para él. Claro. Perfecto. Sería hombre muerto, definitivamente.

Pero debía olvidarlo por el momento e ir a lo más importante: Estaba allí con Ella ahora, invitándole lo que sea que ella deseara para comer. Y había esperado tanto para poder hacerlo. No, no podía ignorar aquella oportunidad.

Las calles empezaban a oscurecerse cada vez más rápido y Mello se sintió ridículo por el simple hecho de llevar puesto el uniforme. Una razón más por la cual asesinar a su mejor amigo sería una grandiosa idea. Aflojó un poco el nudo de la corbata y metió ambas manos a los bolsillos. Ella estaba hermosa como siempre. Miraba de un lado a otro, indecisa, leyendo el nombre de las dulcerías en voz alta sin darse cuenta, ¿y qué si lo hacía? Su voz era una de las más melodiosas que había oído jamás. Sus pequeños labios moviéndose a cada palabra, sus ojos verdes atentos en los ventanales, sus tímidas manos jugueteando entre ellas y…

Espera…

¡Cuidado!

.

.

.

—¿Estás bien?

—S-sí…

“Oh”

Sorpresa.

De no ser porque ambos se encontraban bastante cerca, aquella caída hubiera traído con ella graves consecuencias. Un torpe agradecimiento acompañado de unas orejas tiernamente enrojecidas le fue suficiente. Todo estaba bien. Al parecer.

Con un leve sonrojo deslizó los dedos aún enredados con otros más pequeños. Se dedicaron una apenada sonrisa y con el poco aire que tenía en los pulmones, soltó un suspiro, sonriendo; cubriendo con la serena curvatura de sus labios aquel nudo emocional que traía encima y que poco a poco parecía acabar con sus nervios. Y que no sabía porqué.

Y en lo que les tomó incorporarse de aquel tropezón, Mihael aprovechó la oportunidad para ocultar lo extraño que había sentido, bajo un ceño fruncido y una rápida mirada al vacío, la piel de su mano.

—Ven, entremos.

Notas finales:

Final extraño detected.

¡Harcet ha vuelto! Realmente no merezco perdón. Primero, quiero que sepan que NO estoy dispuesta a dejar varada esta cuenta, tal vez tarde meses en actualizar pero tarde o temprano terminaré haciéndolo. Dejaré de prometer fechas exactas, pero no dejaré de escribir, se los aseguro.

¿Mis excusas? Tal vez muchas, entre ellas... He estado tan atareada, problemas, estudio, trabajos, actividades extra en las cuales estoy demasiado metida y pues... esto es algo vergonzoso puesto que nunca me ha sucedido pero... tuve problemas para ingresar a mi cuenta y... olvidélacontraseña cof cof, problemas... Para que vean que tan mal estuve. ¡Menudo lío! Me tomó varios intentos, muchos intentos (luchar contra el terco e indeciso Hotmail no es fácil). Pero lo logré, y aquí estoy.

Diversos motivos... pero todo está bien y estaré rondando por aquí nuevamente. L@s quiero mucho, son increíbles. Muchas gracias a quien se tomó el tiempito de leerme, como dije anteriormente, para mí es demasiado♥ Espero tengan una bonita semana y cualquier cosita, duda, etc, ya saben, nos leemos por aquí o por Ask♥ Apapachos de os♥

Kira: Meaw


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