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DIFICULTADES por Harcet

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Notas del capitulo:

Soy terrible. Espero puedan perdonarme (como si fuera posible, i know) Muchos abrazos y espero los tomates con ansias.

El calor se había apoderado de aquella tarde desierta, el sol empezó a quemarles bajo la tela de la ropa y Mello había comenzado a perder poco a poco la paciencia.

—¿Y bien?

Near apretó los labios y el polvo le cosquilleó en la nariz.

—¿Derecho a rehusamiento?

Mello sonrió. Y no es que le molestara secarse la frente cada tres minutos, pero Near no se movía ni mostraba ademán de hacerlo y aquello parecía ser suficiente para tentar su juicio. No precisamente por él, poco se interesaba en sí mismo cada vez que se encontraba con el albino; pero a Mihael realmente le preocupaba las consecuencias de exponerlo al sol. Le preocupaba Near.

Con un fuerte suspiro, Mello descansó ambos codos sobre el techo del mustang. Sí, quemaba. Se echó el cabello que le cubría la frente hacia atrás y frunciendo un poco el ceño le dijo:

—Oye, empiezo a pensar que no eres tan listo.

Near sonrió desde el otro lado del pavimento, sobre el camino de tierra que formaba el estacionamiento y enrolló uno de sus mechones blancos. Llevaba algunos botones sueltos debido al calor y los zapatos algo empolvados. A veces, Mello olvidaba que se trataba de una persona con discapacidad visual y de no ser porque encontraba su mirada perdida, pensó que sería capaz de cometer alguna estupidez.

—Escucha —dijo Mello, frotándose el cuello—, no es tan malo como parece, o... suena, o siente...

—Ya.

El rubio suspiró, sintiéndose derrotado. "¿Cómo vencer un temor inculcado desde pequeño?" pensó en lo que arrastraba los pies hacia él, con las manos en los bolsillos de sus vaqueros, creando una pequeña nube de tierra que hizo estornudar a Near y lo detuvo en seco.

Vaya, pensó; hasta para estornudar el mocoso era increíblemente silencioso.

—Oye ­—rugió Mello—, ¿tienes algún pañuelo? —le preguntó al escucharle estornudar por segunda vez.

Near palpó el bolsillo de su camisa blanca. Había olvidado pedir uno nuevo en el Centro.

—Estoy bien

—Espera.

Mihael trotó hacia el auto y abrió la guantera. Torció el gesto al notar la cantidad de polvo que yacía en ese lugar. Recordó que la última vez le había tocado a Matt limpiarlo y al parecer éste se había ahorrado el trabajo de hacerlo, distrayéndose con quién sabe que cosa. Gruñó de mala gana al pensarlo pero ya se las cobraría después. Terminó apartando algunas cosas que en ese momento le pareció un montón de basura hasta que finalmente logró encontrar algo. Tomó un paquete sellado de pañuelos desechables que alguna vez él o Matt habían dejado allí y lo examinó en lo que caminaba nuevamente hacia el albino.

—Usa esto.

Sacó uno y se lo entregó en la mano mientras continuaba examinando el resto, tratando de recordar cuándo rayos había comprado uno de esos.

—Gracias.

La nariz de Near había enrojecido y Mello tuvo que llevarse una mano a la boca para no soltar una carcajada. Miró al menor limpiarse y notó sus pestañas humedecidas. Y le resultó de lo más extraño; aquellas no eran tan claras como el blanco pero tampoco llegaban a ser oscuras totalmente. Quedó absorto en ellas, la curiosidad le había ganado por un momento y cuando Mello se dio cuenta de ello se removió en su lugar un tanto incómodo.

—¿Terminaste?

El menor asintió, dándole un último uso a su pañuelo, arrugándolo y guardándolo en el bolsillo de su prenda.

—Puedes arrojarlo dentro si quieres —soltó Mihael, rodeando el auto.

Nate dio un paso algo indeciso, luego dos y así, finalmente terminó acercándose al viejo mustang rojo de su compañero. Palpó el asiento un poco, tocando todo aquello que estuvo a su alcance antes de adentrarse al vehículo y Mello lo dejó; apoyando ambos brazos sobre el volante le observó entretenido.

De acuerdo, había logrado que se acercara al menos. ¿Qué debía decirle ahora? ¿Debía tratar de calmarlo? ¿Debía renunciar a esas alturas? Se sentía como aquella vez en la que Matt había llegado con Nazia -su pequeña Golden Retriever- a su departamento con la intención de encargársela por unos cuantos días debido a un viaje familiar. Mello nunca había cuidado tanto a alguien en su vida. Tampoco era bueno tomando decisiones.

Sonrió ante tal comparación.

—¿Estás listo?

Near se sostuvo del respaldar y tomó asiento con cuidado.

—Sí.

—Bien, entonces ponte el cinturón.

Mello no se había percatado de lo atrevido que había sonado aquello hasta que notó como el menor se esforzaba por pegar a su pecho aquella vieja tira de poliéster. No dijo nada y ágilmente le ayudó a abrocharlo, inclinándose más de lo previsto al sentir los suaves dedos del abino sobre sus manos. Procuró mirar al frente y sacó, extrañamente nervioso, las llaves de su bolsillo, girándola una vez metida en el contacto.

Near, por su parte, no dejaba de enrollarse el cabello. Aquella era una manera tan suya de calmar los nervios que invadían su cuerpo cada vez que sentía el vehículo temblar y hacer ruidos extraños bajo sus pies.

—¿Qué quieres escuchar?

Near se encogió de hombros. Mello continuó:

—Ayudará a que te relajes —dijo mientras encendía la radio y buscaba una buena emisora. Al no encontrar nada bueno decidió sacar algunos CDs que compró junto a Matt tiempo atrás—, ¿te gustan los temas clásicos?

—Claro.

Mihael suspiró ligeramente y colocando el disco, susurró:

—Aquí vamos.

La música empezó a sonar y con ella, el auto se puso en marcha. Near nunca se había sentido tan mareado. A pesar de haber sido solo una pequeña maniobra para adentrarse a la avenida, juró nunca haber sentido la cabeza darle tantas vueltas como en ese momento. Infló el pecho y Mello le miró entre divertido y preocupado. Intentó ser cauteloso con los cambios y evitó acelerar en todo momento, observando de vez en cuando al menor y cualquier señal que le indicara lo que sea.

—Matt y yo solemos escuchar las mismas canciones en cada viaje —soltó el rubio cuando el semáforo se iluminó de rojo—, oye, puedes bajar la ventanilla si quieres.

Y sin darle tiempo de responder Mello se inclinó y giró la manija dejando así entrar un poco de aire. Near giró el rostro hacia la calle y se sintió fresco.

Half The World Away de Oasis sonaba a todo volumen y Near tuvo una agradable sensación cuando notó el auto arrancar. El viento revolvía sus ondeados cabellos dejando su frente expuesta, cosa que Mello nunca había apreciado y le pareció gracioso verlo así. Poco a poco el menor iba soltándose y Mello dejó de lado el histérico rol de hermano mayor y pisó el acelerador al entrar a la carretera. Estaba desierta, lo que era aún mejor.

I would like to leave this city...

This old town don't smell too pretty and

I can feel the warning signs running around my mind.

A Near le gustaba aquella canción. Los acordes de la guitarra acústica se repetían una y otra vez en su cabeza provocando que deseara conocer más de la letra que parecía describir sus emociones de una manera precisa. Le preguntó el nombre del tema a Mello y él terminó contándole historias sobre la banda y una que otra anécdota con Matt. Para entonces Near ya no sentía miedo y pudo sonreír en dos ocasiones.

*

Ya había transcurrido media hora de viaje y ambos jovenes se habían perdido en una charla interminable sobre música, el tema favorito de Mello. Near lo notó al escucharle hablar tan animado sobre sus preferencias y los conciertos a los que había asistido -hechos bastante interesantes, debía decir. Ésta vez sonaba You Only Live Once de The Strokes y Mello le contó que eran los favoritos de Matt. Near asintió, diciéndole que era su estilo y Mello soltó una risotada, una que fue silenciada casi de golpe por la bocina del auto que se encontraba posicionado detrás de ellos. Mihael miró por el retrovisor y gruñó con ganas.

—Idiota.

Near ladeó el rostro, sin dejar de sobresaltarse por la desesperante bocina. Mello le dijo que se calmara, que era solo un idiota que deseaba sobrepasarlo sin éxito ya que habían otros autos que impedían el pase. Near asintió y se encogió en su asiento.

—¿Siempre lo hacen? —preguntó curioso.

—Siempre hay quien le gusta joder.

El albino sonrió al escucharle y abrazó sus piernas, pegándolas a su pecho. Aún podía oír el horrible sonido en la parte trasera. Cuando quiso decirle algo a Mello, sintió como algo se le revolvió dentro y el viento le golpeó el rostro con mayor fuerza.

—Estamos llegando al puente, Near.

Nate sujetó el cinturón con ambas manos mientras sentía como su cuerpo se inclinaba hacia atrás en lo que el vehículo subía. Aquella era una sensación única. Podía sentir la ligera presión en su cuerpo y sus cabellos golpearle en el rostro. Y entonces Mello habló:

—Hombre, esa cara que estás poniendo, es para fotografiarla —seguido de una carcajada. Near le oyó susurrar algo sobre el "idiota de atrás" y de un momento a otro, su cuerpo dio un ligero salto hacia adelante, ni tan brusco como para golpearse pero sí lo suficientemente rápido para asustarlo.

De pronto, el viento azotó su rostro del lado donde se encontraba Mello y el grito que éste pegó le hizo entender que el "idiota" había tomado la delantera.

—¡SERÁS IMBÉCIL!

Near no supo porqué pero era la primera vez que oía a Mello gritar y aquello le dio gracia. Mucha gracia. No pudo evitar mostrar los dientes blancos en una sonrisa que le hacía ver adorable. Mihael, por su parte y con medio cuerpo fuera del auto, parecía botar humo por las orejas de lo rojo y enojado que se encontraba; sin embargo, al ver la pequeña sonrisa de Near, se había quedado desconcertado.

—¿Qué es gracioso?

—Me asustaste, Mello.

El rubio soltó un gracioso soplido y empezó a reír. Near soltó algo parecido a una risa y Mello trató de mantener los ojos fijos en la carretera a pesar de la sensación extraña en su estómago. Near había reído. Su voz se había escuchado fina y calmada. Sus labios se habían estirado mostrando sus adorables dientes y notó un par de hoyuelos adornando sus mejillas. Debía estar soñando.

—Es un idiota — dijo Near.

—Lo es.

Suspiró, tratando de olvidar el 'mal rato' que le había hecho pasar hace un momento. Al parecer, las cosas habían tomado otro rumbo y la sorpresa de aquel día se la había llevado él. Near le había ganado. Pisó el acelerador y le subió a la música. Hard to explain le sacó una sonrisa y finalmente, Mihael se dedicó a la autopista el resto del camino aún con la sonrisa sincera de Near en su cabeza.

***

—Llegamos —dijo mientras quitaba la llave del contacto y la guardaba en el bolsillo. Near desabrochó el cinturón, casi dándose en la cara con él—. Cuidado, ¿estás bien?

Near asintió sin prestarle mucha atención, estaba ansioso por bajar del auto y Mello sonrió al notarlo. Se inclinó para coger algo del asiento trasero y bajaron juntos.

El ambiente era distinto, la brisa era más fresca y el sonido de las aves podía oírse con facilidad por lo que Near dedujo que se encontraban en un lugar muy apartado. Tal vez en el campo. Mello le sujetó el hombro y empezó recordándole ciertas cosas de cuando se conocieron en el Centro. Ambos cruzaron el gran portón que daba la bienvenida al lugar y se sentaron en un escalón de cemento que encontraron por allí.

—Este es uno de mis lugares favoritos —confesó Mello, apoyando ambos codos sobre las rodillas y observando todo a su alrededor—, coincidencia o no, este lugar es apartado y tranquilo. Cerca hay una calle que da a los suburbios. Un amigo vive cerca de aquí.

Near oía todo sin soltar una palabra. Mello lo había llevado a uno de sus lugares, aquello era un gesto bastante significativo. Pero, ¿por qué él? ¿había algo más en todo aquello?, se preguntaba mientras jugaba con su cabello.

—Cuando me comentaste lo de tu madre aquella vez, hubo algo que me decía que debía traerte aquí. La verdad no lo pensé mucho, y pues, aquí estamos.

Near elevó ligeramente el rosto y Mello lo siguió con la mirada en todo momento, atento.

—Estamos...

—Así es, hemos venido a visitar a tu madre, Near.

Si dijera que aquello lo veía venir de alguna manera, mentiría. Un gesto de ese tamaño no había pasado por su mente. Near nunca imaginó caminar en el lugar en donde se encontraba su fallecida madre. Nunca imaginó que algún día podría ir y llevarle las flores más hermosas mientras confesaba cuánta falta le hacía. Mello había cumplido todo aquello y Near era un manojo de emociones que no supo como controlar ésta vez.

—Ten —dijo Mello y le entregó un par de rosas que Near reconoció al tacto—, vamos.

El sol iba ocultándose poco a poco entre los árboles, formando sombras extrañas y de diferentes tamaños en el pavimento. Las nubes adquirieron un rosa muy suave y hermoso, deteniendo a Mello unos segundos por tan agradable vista. Pensó en cuánto deseaba que Near la apreciara también. Ambos caminaron entre las lápidas hasta que Mello le indicó que la había encontrado. Limpió un poco la marmolina y leyó mejor el nombre que se encontraba tallado.

Era ella.

El albino se acercó y palpó el material con cuidado, rozando con la yema de sus pálidos dedos el nombre de la persona que más amaba. Sonrió con nostalgia.

Mello aguardó paciente, observando como Near, inmóvil sobre el césped, parecía susurrar una que otra palabra. Cuando éste le indicó que podían volver, en el camino, Mello le pidió que lo esperara un momento, diciéndole que había olvidado su yasquero en el cemento.

Los botines de Mihael hacían ruido contra el jardín, deteniéndose de golpe frente a una placa tallada en madera. Las flores que reposaban a su lado habían sido cambiadas hace poco pero aún así, Mello se inclinó luego de unos segundos y acomodó una rosa entre ellas. Miró por última vez el nombre allí escrito y susurrándolo por última vez, se alejó, alcanzando al albino que lo esperaba con curiosidad.

Volverían pronto, se dijo, como cada semana, como cada mes lo hacía tan solo para dejarle rosas a la persona que sabía estaría allí para él en todo momento.

 

~Descanse en paz,

Eva  Keehl.~

Notas finales:

Si alguien aquí ultiliza wattpad* sabrá que no me encuentro muy "actualizada" por estos lares, de alguna manera. Cuadernazos bien mereceidos. Espero les guste y sigamos con la historia, que poco a poco se pone cada vez más interesante. Damn it.

 


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