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Dos pensamientos, un sentimiento. por -DavidUke

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Notas del capitulo:

Aquí va la segunda parte de esta obra que estoy realizando. Espero que la disfruten.

   El día transcurría tal y como transcurrían los días para David, lentamente y sombríamente, eran días muy pesados para él, pero se había acostumbrado.

   Ellen lo esperaba en la puerta de su casa, a David le pareció raro, su madre nunca hacia eso, y menos en un día normal y corriente.

   — ¡Hijo mío!

   —Mamá... Deja tus cursilerías aquí en la calle...

   —Pero hijo, solo estaba preocupada por ti, son las doce y cincuenta, tu no llegas a esta hora.

   David percibió un gran aroma de falsedad, sabía que su madre estaba fingiendo.

   —Oh, Ellen, ¿Cómo estás?

   Y lo logro ver: Era ese hombre que estaba en su casa, Un hombre caucásico, tenía más de treinta años, pero no estaba seguro; tenía un contorno definido en su cara y era una persona atractiva, lo que David no entendió era por qué su madre se había enamorado de ese posible joven (porque creía que era joven) mientas que su madre tenía cuarenta y tantos años: eran esos cuarenta y tantos de estar viviendo, cuarenta y tantos de existencia, pero que, para David, ni siquiera tenía un mes de existencia en su vida, nunca se preocupó por él, nunca le importaba lo que hacía o decía.

   — ¿Quién es él? -Dijo David.

   — ¿El?

   —Si mamá, el...

   David logro notar un sentimiento de nerviosismo hacia su madre, sabía que no era su amigo, también sabía que trabajaban en el mismo lugar, también sabía que salían hacia tres meses, sabia muchas cosas de su madre, a pesar que ella no sabía de su hijo, apenas sabia de su existencia y de que estudiaba.

   — ¿El?

   —Si mamá...

   —Pues... Es un amigo...

   David chasqueó sus dientes en gesto de desagrado, Ellen lo noto enseguida, pero no sabía si era por disgusto, por rabia o porque no le agradaba, pero igualmente, no le daba mucha importancia.

   —Mamá... —Decía David mientras entraba a su casa— Hoy no voy a estar en la tarde.

—   ¿Por qué?

   David no le dijo por qué no iba a estar.

   — ¡David! —Grito su mamá desde afuera— Cuando salgas, recoge las llaves que están en el comedor y llévatelas, posiblemente, no llegue hoy.

   Era normal para David el quedarse solo en su casa, generalmente, si su madre trabajaba, llegaba tarde en la noche a su casa, pero cuando salía con muchos de sus "amiguitos", a veces duraba hasta tres días fuera de su casa; siempre le dejaba dinero al lado de una carta, explicándole que no iba a regresar temprano o, muchas veces, en días, pero le dejaba lo suficiente para que comiese y estuviese bien en esos días.

   La casa de David no era algo grande, era pequeña, con apenas tres habitaciones: la primera, de su madre; la segunda, de él; y la tercera y última habitación era la de huéspedes, aunque no llegaban casi huéspedes a la casa de David, su madre lo mando a construir, alegorizando que "Uno nunca sabe cuándo pueda llegar una visita, un familiar, un pariente lejano..."; la sala era un lugar amplio, agradecía que había un pequeño televisor donde podía ver algún programa, se entretenía viéndolos, a veces se reía de los contenidos, a veces le daba rabia las estupideces que decían, pero a pesar de ello, nunca dejaba de verlos, al menos así, sentía que algo le hablaba mientras hacia el aseo a su casa o mientras cocinaba.

 

   Eran las 3 de la tarde y Alexander no veía a David; saco la nota de su bolsillo, estaba arrugada, pero, podía leer lo que decía:

Alexander:

Hoy a las 3 de la tarde en la calle principal, mirando hacia el parque infantil.

   Y rectificó: estaba en la calle principal, mirando hacia el parque infantil, hasta que, de repente, llego David.

   —Hola— Dijo David, con su respiración alterada— ¿Estás aquí hace mucho?

   —Sí, pero no te preocupes.

   —Perdón.

   —No, no te preocupes, no pasó nada.

   —Entiendo…

   Alexander quedo perplejo cuando vio a David: nunca lo había visto sonreír.

   -¿Que paso?

   -Solo que, nunca te había visto sonreír- Dijo Alexander, con una pequeña sonrisa en su rostro.

   —Pareces un estúpido...

—   ¿Por qué?

   David hizo un gesto de burla.

   —Entiendo— Dijo Alexander, mirando fijamente su rostro— a veces no capto las "Cosas" rápidamente.

   David soltó una carcajada, Alexander sonrió, no sabía explicar ese momento con David: ¿Acaso hay algo más hermoso que su sonrisa? Pensaba, aunque, después de cierto tiempo, pensó sobre ese pensamiento: Puede ser algo que piensa cualquiera.

—   ¿Nos vamos?- Dijo David, mirándolo fijamente.

   —Si quieres.

—   ¿Cómo que si quiero? Es obvio de que quiero ir, a hacer el trabajo.

   Alexander le señaló la calle, por la cual, iban a caminar para llegar a la casa de él. David pensó que era un camino un poco largo en sí, pero cualquier salida ayudaba, a David, a despejar su mente, a no pensar en su desgraciada vida.

 

   Cuando llegaron a la casa de Alexander, David se sorprendió mucho: era una gran casa, tenía rejas, era una casa antigua, pero bien conservada.

—   ¿Entramos?

   —Claro- Decía David, admirado de aquella gran casa donde vivía Alexander.

   David estaba sorprendido de aquella casa tan lujosa, cuadros por doquier adornaban la casa, tenía una escalera que dividía el pasillo para ir a los cuartos, no era una casa, era una gran mansión, llena de lujos y detalles que la adornaban por dentro.

   — ¿Te gusta?

   —Bastante…— Decía David, sabía que era uno de sus grandes sueños tener una casa así.

   —Vamos por aquí, subamos a mi cuarto, ¿Vale?

   —Okey…

   Era una gran escalera, David quedó atónito cuando vio la habitación de Alexander, era grande, tenía todo lo que un adolescente quería en esos momentos: Juegos, televisor, computador, una gran cama…

—   ¿Te gusta?- Dijo en un tono burlesco.

   —Si…

—   ¿Nunca habías estado en una casa así?

   —No…

Notas finales:

Para la tercera parte les tengo algo que, a muchos, los conmoverá. Espero que les haya gustado.


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