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Un cuento de desamor para un fudanshi. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el yaoi esté con ustedes... que así sea mis pequeños pervertidos!!

Siento la hora, en mi defensa debo decir que he estado enferma desde el sábado, tengo una gripa del infierno, la doctora le puso un nombre que empieza con Rino@#$%ditis (sí los doctores no saben escribir legible) pero sí, sigo enferma (lo cuál me deprime, porque si no me compongo de aquí al viernes, no podré ir con mis primos a nadar). Eso es irrelevante, lo siento.

Lo importante es que ya estoy aquí, muy feliz y emocionada por el recibimiento de esta historia. Como lo explican las aclaraciones del capítulo anterior, cada capítulo indica en qué bloque estamos. Bueno, hoy es el bloque de Fujoshi Pervert!!! Oh yeah!!! Si hay algún fan de Kaori pedazo de Tsundere mal hecho tirándole a Yandere y su rubio idiota, entonces disfrútenlo. Si no... también, les va a gustar, en serio que sí ;)

Ya me callo, muchas gracias por supuesto y pues les amo mucho!!!

Disfrútenlo!!!

Capítulo 2.-Fujoshi Pervert: El futuro es ahora.

 

Tenía el papelito con los incisos frente a él y no era muy alentador. Observó al resto de sus compañeros, la mayoría contestaba con frenesí las preguntas, incluso Morina lo hacía, concentrada y con esa arruguita en su nariz que la hacía ver como un duende, de aquellos que te dan risa. Rin Aosaki, del otro lado del salón, parecía juguetear con su lápiz, pero a juzgar por su expresión, él ya había terminado de responder, no tenía nada de qué preocuparse. Hasta Kaori, el dulce chico que tenía por “novio” estaba metido en el examen, sus enormes ojos y su rostro de chica no prestaban atención a otra cosa. Solo él, solo Shouta no sabía qué responder. En primer lugar, consideraba las preguntas del test como algo estúpido. Algo tan simple como saber si te gustan las plantas no podía definir tu futuro como botánico. Estaba en lo cierto. ¿O no?

Maldito futuro, malditos test, maldito él que no sabía qué hacer con su vida. Shouta negó incontables veces frente al examen y solo atinó a poner su nombre. Miraba a los lados para evitar que alguien lo llegara a leer por accidente. La buena noticia era que los profesores se compadecían de él, cuando entregaban las pruebas o proyectos, ellos no gritaban su nombre a los cuatro vientos como otro lo haría, simplemente se mordían los labios reprimiendo la risa y decían un suave y fingido “Shouta”. Era más de lo que podía decir, suponía que esos adultos eran conscientes de la enorme vergüenza que pasaría.

El timbre sonó, mostrando que la clase había finalizado y era hora de devolver los test. La profesora de Orientación vocacional era una mujer alta y algo escuálida, al estilo de las caricaturas antiguas, con lentes enormes y voz chillona. Pero era amable, cosa rara en un profesor. Indicó a todos que fueran pasando sus exámenes y Shouta mandó el suyo vacío, por completo, a excepción de su flamante nombre, cabe especificar. La mujer recibió todos los papeles y les sonrió indicando que ya podían marcharse. En cuestión de minutos, el salón ya estaba vacío, solo estaban ella y por supuesto Morina junto a Rin y Kaori, su novio.

Sin pensarlo realmente y olvidándose de la presencia de la profesora, Shouta se acercó a Kaori y le plantó un rápido beso en los labios que solo provocó que el susodicho enrojeciera en exceso y que Morina, muriera, en forma hipotética claro está. Rin simplemente entrecerró los ojos con malicia despidiéndose, sin permitir que el obvio regaño de Kaori fuese expresado. Los tres le miraron partir, ese día tenía prisa al parecer y ellos nunca preguntaban qué era lo que hacía en cuanto terminaban las clases. Todos tenía derecho a sus secretos.

Una vez que el pelirrojo se fue, Shouta apretó la mano del castaño y estaba dispuesto a robarle otro beso cuando el aludido reaccionó y fue más rápido.

                —Shouta… la profesora está aquí—replicó avergonzado Kaori, pero sin una nota de reclamo.

                —No importa, está ocupada con los test—sonrió seductoramente y el sonrojo de Kaori aumentó—. Y dime… ¿Cómo te fue? ¿Aquella cosa resolvió tu “futuro”?

Lo último lo dijo con cierto sarcasmo y a ninguno de los dos les pasó desapercibido el tono. Con un apretón de manos y una mueca de Morina, ambos dedujeron lo obvio con el rubio idiota.

                —No contestaste nada. ¿Cierto?—agregó Morina cruzando los brazos.

                —Nada—respondió flamante el muchacho y Kaori le dio un zape.

                —¡Shouta! No lo tomes a la ligera, estamos a un paso de ser adultos y debemos definir qué es lo que haremos.

Shouta giró los ojos y evadió el tema abrazando a Kaori por detrás. El muchacho de los ojos grandes y rostro de chica tembló con la cercanía y clavó sus ojos en la profesora, quien seguía concentrada en revisar las pruebas. Maldita suerte la que tenían.

                —Tú lo tienes claro mi amor, pero yo no. A mí no me gusta preocuparme por esas cosas antes de tiempo, el futuro es ahora.

                —Esa es una vil excusa Shoutaro—dijo Morina limpiándose la sangre de la nariz. Verlos así de abrazados era hermoso, su corazón bombeaba sin control y producía más sangre de lo normal.

                —Concuerdo con Kanojo, estás evadiendo la cuestión, debes tener al menos una idea de lo que quieres en el futuro.

                —Eso es cierto—Shouta sonrió y acercó sus labios a su oído, lo que provocó que Kaori se estremeciera más y Morina contuviera un gritito para no llamar la atención de la profesora—. Sí tengo algo en mente, al menos contigo, eso es algo seguro, quiero que estés ahí.

Y sin darle tiempo de replicar o regañarle por las cursilerías que soltaba de esa boca, Shouta se apoderó de sus labios. La profesora, el futuro, los test y hasta la propia Morina desaparecieron de su mente, solo la sensación de sus labios sobre los suyos fue lo único que inundó sus sentidos. Las piernas le temblaron a Kaori y muy en su interior supo que si Shouta continuaba moviendo su lengua de esa forma en su boca, no pasaría mucho para que tuviese una erección. Aquello era demasiado y trató de quitárselo de encima sin mucho esfuerzo. Claro, el cuerpo siempre es un traidor, en todos los sentidos.

                —Esto es yaoi del bueno—susurró Morina dando brinquitos, limpiándose la sangre y mirando de reojo a la profesora en caso de que ésta levantara la mirada.

Los besos aumentaron su intensidad y cuando menos lo esperaba, Shouta ya estaba paseando sus manos por todos los rincones de su cuerpo. Kaori reprimió un gemidito. No iba a durar mucho si seguía así. Estaba por pedirle que le sacara de ese salón y lo encerrara en el armario del conserje para poder hacerle más cosas cuando un ruidito los distrajo. Al parecer el bolígrafo de la profesora se había caído y ella se inclinó para recogerlo.

Ambos se alejaron al instante, el más bajo rojo como una farola y Shouta rascándose la cabeza para poder inventar una excusa, en caso de que la mujer los hubiese visto. Solo Morina lucía tranquila con su pañuelo ensangrentado en la espalda. La profesora levantó la mirada y les sonrió mientras les preguntaba el motivo por el que seguían ahí. Morina negó y los tres salieron a toda prisa del salón.

Una vez en los pasillos, el par de novios se tomó de la mano y al instante Kaori reaccionó propinándole un buen golpe en la frente a Shouta. La Kaichou reprimió una risita y Shouta se indignó sin comprender nada.

                —¡Auch! ¿Y eso por qué fue?

                —Por ponernos en una situación así ímbecil. ¿Qué planeabas decir si nos descubrían? Eres un estúpido calenturiento.

                —Vale, vale, lo pillo—el rubio sonrió ladinamente y se burló—. Aunque déjame decirte que no te veías con muchas ganas de detenerme. Creo que también fue culpa tuya.

La carcajada de Morina sirvió para avergonzar más a Kaori, quien frunció el ceño y le miró mal mientras se alejaba a su siguiente clase. Shouta sonrió, le encantaba provocar al dulce Kaori Satou. También le siguió y Morina hizo lo mismo preparando más paquetes de Klenex. Shouta estaba acostumbrado al mismo escenario y no le aburría para nada el hecho de que Kaori se enfadara con él, se besaran un poco y después hicieran las paces repitiendo el ciclo.

Quizá su futuro no estaba definido todavía, pero era una verdad universal que lo único de lo que estaba seguro era de Kaori y de lo mucho que ansiaba que éste continuara ahí.

Su amor, era el único futuro que necesitaba en ese momento.

****

A Kaori le habían hablado de muchas situaciones incómodas y quizá también las había vivido. No era un experto y afortunadamente para él, Morina no estaba tan loca como Kobashi Kotori, de lo contrario sí estaría metido en aprietos constantemente. Muchas veces había compadecido a Hitono, la verdad sí podía ponerse en sus zapatos.

Pero no hoy, sin duda este era el día en que le tocaba a él pagar sus pecados.

Todo había comenzado relativamente bien. Ahora mismo la madre de Shouta le miraba con una dulce sonrisa, de aquellas que poseen las madres abnegadas de las series de televisión. Su padre, de igual modo, leía el periódico, cosa que le parecía ridícula si le preguntaban. Pasaban de las tres de la tarde. ¿Quién lee el periódico a esas horas? Sin embargo, el hombre también había sido amable con él y no le había llenado de las clásicas preguntas que se le hacen a un nuevo amigo de su hijo. El asunto era ese, que Kaori no era un nuevo “amigo” de Shouta y si lo analizaban, estaban bastante cerca de su aniversario como pareja. Wow, todo un año, el tiempo sí que vuela, se dijo removiéndose un poco avergonzado ante la sonrisa pícara del tarado de su novio.

El problema con la presencia de los mayores era la forma en la que habían sido descubiertos. Quizá la palabra “descubiertos” estaba mal empleada, pues los padres de Shouta aún no sabían nada de su “romance”, pero la cuestión había sido sencilla.

Después de clases, bromas, sangrados nasales por parte de Morina y regaños hacia Shouta y su irresponsabilidad, el rubio le había propuesto pasearse por su casa esa tarde. Según lo que él sabía, sus padres no estarían en toda la semana y pensaba prepararle una de sus comidas favoritas, aunadas al postre, porque como siempre, Shouta se lucía a la hora de cocinar, casi como si fuese un verdadero arte para él.

Kaori esfumó todo mal humor que hubiese estado en su cuerpo en cuanto Shouta dijo aquello. Nunca lo admitiría, pero amaba que cocinara para él, amaba todo lo que hacía. Además, jamás lo diría en voz alta, pero su subconsciente le decía que la “comida” bien era un excusa para poder tenerlo en su casa y… bueno… hacerle el amor.

Mientras iban en el autobús, Kaori no comprendía para nada el motivo de su vergüenza. Tener sexo era algo muy común en las parejas, no debía enrojecer y titubear cada vez que lo imaginaba o sucedía. Además, sabía muy bien que esa forma de ser tan mojigata no le llevaría a ningún lado con un amante del sexo como lo era Shouta. Maldito fuese mil veces por haber sido un ninfómano mujeriego en el pasado, eso se decía constantemente.

Sin embargo, sus planes de cocina y “sexo” se fueron a la borda cuando Shouta abrió la puerta y se encontró a sus padres ocupados en ella. Su mamá cocinando y su padre preparando algunos documentos en la mesa del comedor. En cuanto los vio Shouta se indignó y Kaori enrojeció por completo. No estaba preparado para algo así, conocer a los padres de su novio, sabía que con el tiempo que llevaban de relación, era algo que debía pasar tarde o temprano, pero Kaori anhelaba que fuese más tarde de lo que su ritmo cardiaco le permitía.

Los mayores le miraron con cordialidad y a Shouta no le quedó otro remedio que presentarlos. Dijo que Kaori era un “amigo” y ambos se sintieron demasiado incómodos con el nombramiento. Lo que planeaban hacer antes de descubrir que estaban ahí no era muy de amigos precisamente. Obviamente después le invitaron a comer y Kaori no se reusó, sería de mala educación y Shouta solo frunció el ceño sin hacer más.

De esa forma terminaron así, con semejante incomodidad.

                —Pensé que no estarían hasta el fin de semana—replicó Shouta cuidadosamente mientras tomaba una manzana y jugaba con ella.

Su madre le miró mal por jugar con la comida y le dio un ligero manotazo para que se detuviera.

                —Sabes que no debes hacer eso—Shouta torció la boca y mordisqueó la manzana. La mujer sonrió de acuerdo y respondió la pregunta de su hijo—. Íbamos a quedarnos una semana fuera de la ciudad, la compañía quiere a dos relacionistas públicos y nos ofrecieron la oportunidad.

                —Eso está bien—el rubio habló masticando y Kaori negó fulminándolo con la mirada.

                —No hables mientras comes Shouta—le regañó el castaño y su madre asintió de acuerdo.

                —Así es, tu amigo sí conoce de modales, deberías aprender.

El aludido giró los ojos y Kaori sonrió satisfecho. Fue su padre, quien bajó el periódico y agregó a la explicación un poco de seriedad.

                —Debimos volver antes de lo planeado por una llamada de mi hermana. Al parecer la transfirieron a la zona norte del país, pero no quiere llevarse a su hija todavía. Por eso me pidió ayuda, al menos en este semestre debemos hospedarla e inscribirla en una escuela.

Shouta escupió su manzana y los tres le miraron con ganas de zamparle un puñetazo. La brilante sonrisa que el rubio esbozó fue lo único que aplacó estas ganas, al menos en Kaori, quien no pudo evitar mirar embobado a su novio. Eso sí, con discreción, pues sus padres no podían llegar a enterarse de su “relación”.

                —¡Yoko-san vendrá! ¡Oh qué genial! ¡Es mi prima favorita!

                —Es la única que tienes—respondió su padre con soltura y agregó—. Al menos del lado de mi familia.

                —¡Eso es lo de menos!—tomó la mano de Kaori aún en la mesa y el castaño por poco hiperventila ante tal acción desenfrenada—. ¡Kaori! ¡Te va a encantar Yoko-chan! Es dos años menor pero eso es lo de menos, ella fue mi compañera de juegos toda mi infancia, en verdad es asombrosa. ¡Muero porque la conozcas!

Kaori medio sonrió y retiró su mano de la de Shouta antes de que sus padres notaran algo extraño. Tan ensimismado estaba en su emoción que ni siquiera se dio cuenta. Ambos padres sonrieron sin ser conscientes de nada y su madre decidió que era momento de calmar tal despliegue de emoción.

                —Me alegra que estés tan emocionado, porque serás el encargado de llevarla a todas partes Mimamada.

Si Kaori no se atragantó con la comida fue de puro milagro. Tuvo que taparse la boca y evitar lanzar una carcajada a escala mayor. No olvidaba para nada el nombre real de su novio, pero en ocasiones, su memoria bloqueaba las cosas vergonzosas. Shouta y su “particular” nombre era una de ellas. El mencionado rubio abrió la boca con la indignación en cada poro y su padre volvió a su periódico como si fuese lo más normal del mundo.

                —¡Mamá! ¡No me llames así! ¡Sabes que lo odio!

                —Sí y nunca he entendido el motivo, tienes un nombre tan bonito.

Se cubrió por completo con la servilleta y unas cuantas lágrimitas de risa se escurrían de sus ojos. Shouta por supuesto que lo miró como si lo odiara por estarse burlando de él y su madre ni siquiera prestó atención.

                —Toda la vida me preguntaré en qué mierda estabas pensando al llamarme de esa forma.

La mujer frunció el ceño y le dio otro manotazo en la cabeza. Kaori se mordió el labio para evitar reírse con ganas. La incomodidad se había esfumado, ahora mismo se sentía en un ambiente tan relajado, tan suyo, que sin duda hasta suspiró con una sonrisa ligera.

                —¡No digas palabrotas en esta casa Mimamada Shoutaro!

                —¡Mamá no lo repitas! ¿En serio estás orgullosa de semejante blasfemia? ¡Auch!—el rubio no continuó con sus reclamos, pues su madre le jaló la oreja con ganas.

Sin poder detenerse más, Kaori sonrió. Soltó una carcajada con ganas cubriéndose un poco con la boca. Shouta se sobó la oreja pero sonrió embobado con el rostro de su novio. La sonrisa de Kaori era tan preciosa, siempre había amado verlo sonreír así. Por su parte, su madre también se tranquilizó al verle sonreír y hasta su padre le dedicó su atención con un gesto sereno.

                —Deberías invitarlo más a menudo—comentó el hombre a su hijo.

                —Ciertamente, parece que es la primera vez que se ríe a rienda suelta—completó ella abrazando a su hijo.

Ambos adultos no eran tan tontos y desde el comienzo habían notado la incomodidad que caracterizaba los movimientos de Kaori. Por lo mismo ella había pensado que avergonzar a su hijo sería la única forma de relajar el ambiente y disipar la tensión. Lo habían logrado. Era una de las razones por las que Shouta amaba a sus padres, eran bastante perceptivos. Apretó la mano de su madre entre la suya y asintió.

                —Lo tendré en cuenta.

Shouta confiaba plenamente en que, algún día, él podría ser sincero con sus progenitores y confesarles cuán especial era Kaori Satou en realidad.

Y lo mucho que lo amaba quizá desde que lo vio por primera vez.

****

Estaban en su habitación.

Luego de comer y soportar las risas, los padres de Shouta habían alegado que debían salir para preparar todo lo necesario. Yoko Miyabi llegaría la próxima semana y debían darle una cálida bienvenida. A Kaori le daba muchísima curiosidad saber cómo era la prima de Shouta, pero prefería ser paciente y conocerla. A juzgar por el inmenso cariño que el rubio le tenía, debía ser una persona agradable.

Por lo mismo, ahora estaban solos. En cuanto los mayores abandonaron su casa, Shouta tomó la muñeca de Kaori y lo arrastró a la habitación aún ante sus obvios reclamos. Kaori Satou no comprendía nada. ¿Acaso Shouta estaba pensando lo que creía? Era un idiota, eso lo sabía, pero había días en los que se pasaba en serio. Entrecerró sus ojos y una vez estuvo dentro de la habitación, se zafó de su agarre y cruzó los brazos mientras estaba a punto de regañarle por semejante comportamiento cuando el rubio de ojos negros como el carbón lo acorraló contra la pared y le robó uno de los besos más apasionados que en su vida le había dado.

Y mira que le había dado bastantes.

Su lengua era demasiado suave y le invadía todos los rincones de su boca. Trató de parpadear, trató de resistirse, trató de coordinar los movimientos en sus manos, en su cuerpo entero, pero simplemente no podía. Sus sentidos estaban dominados por esa boca, esos labios que parecían abrirse hambrientos a través de él. Por Jesucristo, dame… dame un… Dios… pensaba sin lograr hilar las ideas y cayó rendido ante él.

Kaori no podía evitarlo, era más fuerte que él. Shouta dominaba cada fibra de su ser, la arrastraba como un vendabal, como el viento choca contra la montaña e incluso la mueve. Del mismo modo era para él. Quizá era poco el tiempo que llevaba a su lado en comparación a otras parejas y quizá era demasiado joven para comprender los misterios del amor, pero él podía entenderlo, él podía intentarlo con todas sus fuerzas hasta tocar el cielo con las manos, como siempre le pasaba cuando Shouta le besaba, le miraba, le amaba.

El rubio que alguna vez en su vida fue un mujeriego incrédulo en el amor, intensificó sus besos en Kaori y con sus brazos lo aprisionó hasta llevarlo con prisa a la cama. El castaño se dejó conducir, sintió como su cuerpo era colocado con cuidado en el colchón y los labios de Shouta le abandonaban sólo para besar la piel de su cuello. Ahí fue cuando más o menos intentó reparar un poco la situación, ser la persona consciente, ya que al parecer, Shouta ya había lanzado la cordura por la borda.

                —Shouta… yo… espera… tus padres… ellos pueden volver… en cualquier momento… ahh…

El suspiro escapó de su garganta al sentir la escurridiza lengua del chico en la parte baja de su cuello, donde su hombro se conectaba al omóplato. El rubio idiota esbozó una ladina y seductora sonrisa mientras se relamía los labios, como si hubiese estado degustando un delicioso platillo antes de que él le interrumpiera. Sus piernas temblaron pero fingió que era fuerte.

                —Despreócupate, no estarán aquí hasta la noche—le robó otro rápido beso y descendió con su boca por su barbilla, su cuello, desabrochando su camisa al mismo tiempo.

                —¿Cómo puedes estar tan seguro?—entrecerró los ojos y frunció el ceño al darse cuenta que, prácticamente le estaba desnudando sin su permiso—. ¡No lo tomes a la ligera! ¡Shouta! Sería demasiado vergonzoso que ellos llegaran y… ¡Mierda! ¡Por la puta mierda!

La cara del chico se volvió completamente roja y cubrió su boca para evitar que los sonidos agudos de la misma se escaparan. Maldito estúpido, le dejó sin aliento, se tuvo que aferrar a algo para ser consciente de que aún estaban en la tierra. Shouta había jugueteado con su lengua en su ombligo y ahora mismo besaba su vientre, delineando la orilla del pantalón, disfrutando los gestos de su novio cada vez que se detenía o se movía con mayor fuerza.

                —Bien, me alegra que ya no te estés quejando—bromeó el más alto alternando su lengua encima de su ropa, en la zona de su entrepierna.

                —¡Cállate! ¡Pervertido! ¡Sucio!¡Enfermo! ¡Yo no…! Ahh… para… por favor… no… detente…

                —¿En serio quieres que me detenga?—el rubio sonrió con suficiencia y desabrochó su pantalón justo antes de bajarlo.

Kaori contribuyó a tal acto levantando sus caderas para que su ropa desapareciera, cosa curiosa, pues su boca y su cabeza decían no, pero el resto de su cuerpo pedía a gritos un “sí”. Shouta se colocó a horcadas encima de él y sin quitarle la mirada de encima, se quitó la playera arrojándola lejos. Al chico de los ojos grandes se le aceleró la respiración y si en algún lugar le quedaba todavía un poco de resistencia, ésta murió por completo.

                —No… no te detengas, para nada—susurró perdido en cada pedazo de su piel y Shouta hizo un gesto complacido.

                —Bien… entonces… ya sabes qué hacer.

No se lo tuvo que decir dos veces. Mientras Shouta se levantaba de la cama buscando en uno de los cajones debajo de la misma, los condones y el lubricante, Kaori, más avergonzado que nunca, pero completamente excitado, se giró sobre su propio cuerpo para quedar de espaldas, con el pecho sobre la cama y una pequeña almohada como base en su vientre.

Nunca se lo diría de frente, pero le fascinaba cuando hacían ese “acuerdo”. La espera era excitante, con Shouta no sabía qué esperar. Su cuerpo expuesto ante él, si bien pudo haberle provocado pavor en otra época de su vida, ahora mismo le hacía sentir caliente, casi cachondo. Para bien o para mal, el hecho de que el rubio tarado hubiese llegado para enseñarle los beneficios del sexo, le había cambiado. En el pasado no soportaba que nadie le tocara, era mezquino, arisco, sin consideraciones y levemente sarcástico, todo producto de la espina que llevaba en el pecho, todo producto de los miedos e inseguridades que Hitono provocó con sus desastrozos actos.

Hablar de sexo aún le avergonzaba, le llenaba de absoluto bochorno, pero ya no le aterraba, ya no sentía esa horrenda ansiedad ante el hecho de que alguien se acercara más de lo propio. Incluso ya podía darse abrazos con Morina, cosa que en el pasado de verdad le había costado. Nunca profundizó en el tema, pero ciertamente la experiencia con Hitono le había traumatizado en todos los aspectos. El ámbito de las relaciones sexuales era el más dañado obviamente, además de su maltrecha autoestima.

Pero Shouta, con su estupidez, su infinita paciencia y su experiencia le había mostrado un nuevo mundo. Cada caricia, cada beso, cada vez que sentía como le llenaba el interior, le había hecho conocerse y reconocerse, perdonar y perdonarse, amar y amarse. Así, libre de los miedos, libre para ser todo lo sensual y provocativo que en su vida se hubiese animado.

Y esa era una de las múltiples razones por las que estaba tan perdidamente enamorado de él.

Escuchó el cierre de su pantalón ceder y también se percató de cómo Shouta abría el condón. Dio un gran suspiro sintiendo el cuerpo expectante y se relamió los labios, cosa que el mayor pudo notar muy bien. Entrecerró los ojos con perversión y se acercó hasta colocarse detrás de él, específicamente, sus labios detrás de su oído.

                —Si no te conociera, juraría que ansiabas esto más que yo.

Kaori frunció el ceño, pero su cuerpo entero vibró con el sonido de su voz.

                —No lo arruines con esa boca tuya.

                —Vale, usaré mi boca para otras cosas, me agrada la sugerencia—le ronroneó en un tono de voz más grave.

El chico de los ojos enormes y rostro de chica no tuvo tiempo para dar una respuesta sarcástica, pues Shouta se apresuró y comenzó a besar su espalda con suma lentitud, de aquellas que en la vida le había conocido. Lo grave no fue eso, no. Lo que hizo que Kaori no pudiese callar sus sonidos por mucho que lo intentara debido a la enorme vergüenza que sentía, fue que mientras le besaba, su escurridiza mano se había colado por la parte superior de la almohada y ahora le acariciaba el pene sin ningún rastro de pena. Claro, como él no era el que estaba lanzando improperios y gemidos al estilo de una mujer en trabajo de parto, podía darse el lujo de tocarle de esa forma, pero maldito fuese. Si le hacía eso por mucho tiempo, no le iba a durar nada la erección y vaya, aquello sonaba muy sucio, pero quería correrse sintiéndolo a él en su interior, no de otro modo.

Quizá el pervetido sea yo, se dijo completamente obnubilado en las sensaciones que la mano de su novio y su boca, le proporcionaban. Sus gemidos aumentaban acorde a la velocidad de sus movientos, el aire se le estaba acabando, sentía que se asfixiaba, pero en realidad era una falta agradable. Perdía el piso, pero ganaba algo más poderoso. Bien podría volverse asmático y no le importaría si era capaz de experimentar ese placer tan delicioso que acababa con sus neuronas y lo sumergía más allá de todo lo conocido. Y eso que aún no le hacía gran cosa, a la mierda, tenía que advertirle o todo acabaría muy mal.

                —Shouta… yo… en serio… me gusta… me gusta mucho esto pero… ahh… si no… para… detente… te juro que no puedo más…ahh… Shouta… por favor… ahh…ahhh

Pareciera que habló con una piedra o en su defecto, con la pared, pues Shouta no solo no se detuvo, todo lo contrario, la intensidad en su mano fue creciendo y su boca siguió bajando hasta llegar a su trasero. Ahí, encargándose de que Kaori pudiese ver su expresión, le hizo una mirada burlona relamiéndose los labios. Maldito, está jugando conmigo, se la voy a cortar, no importa lo mucho que la quiera en mi, se la voy a cortar, amenazó en su mirada, y ni así fue frenado.

Lo siguiente que supo fue que Shouta lamía su entrada y expandía la misma con su lengua, además de sus dedos. Fue tan placentero, la forma que él tenía de saber cada punto sensible era impresionante, le descifraba hasta en ese aspecto y siempre le volvía loco. Sabía dónde tocar y dónde no para evitar el dolor. Con él no sentía dolor, su cuerpo simplemente explotaba por dentro cada vez que el tipo daba con un lugar sumamente sensible. Se tuvo que morder la lengua y ni así fue suficiente para contenerse. Shouta lo sabía, precisamente por ello hacía todo ese juego previo, le gustaba mucho molestarlo a la hora del sexo, le encantaba explorar cada rincón de su ser hasta llevarlo al límite, todo para que el clímax fuese insuperable.

Cuando estuvo seguro que la preparación iba a destrozarle y que Kaori no duraría demasiado de ese modo, el rubio dejó de torturarle y besó su cabeza, su cabello en realidad, que siempre le embriagaba con su aroma. Se colocó justo donde debía estar y poco a poco fue introduciéndose mientras decía unas cuantas palabras conciliadoras.

                —Esta bién mi Kaori Satou, no te haré esperar más.

Y con tal sentencia, entró por completo en él, arrancándole un grito y obligándolo a apretar las sábanas y después los dedos de sus pies. Kaori cerró los ojos y esperó a que dejara de doler, Shouta mientras tanto acariciaba su cabeza, sus orejas y susurraba en su oído de vez en cuando. Claro, con semejantes muestras de cariño, le parecía ridículo que Shouta pensara que se iba a calmar. ¿En serio no se daba cuenta que más que el sexo y el placer, era la delicadeza de sus actos lo que le hacía sentir más allá de todo lo terrenal? Obviamente era una pregunta tonta, si Shouta lo supiera, se frenaría. O quizá no, conociendo su naturaleza jodelona, quizá le seguiría diciendo todas esas cosas y más con tal de verlo sucumbir ante él.

                —Shouta… yo… sabes… ya puedes moverte…—le indicó con voz suave, hasta tímida y el aludido sonrió de forma diferente a la habitual. Era la clase de sonrisas que embobaban al castaño y le robaban el aliento, aunque nunca lo admitiera, claro está.

Y no tuvo que decirle nada para saber que obedecería. En cuanto trató de corresponder esa sonrisa, con algo más parecido a una mueca o risa tétrica, Shouta le miró con suma dulzura y comenzó a moverse. Le envistió despacio primero, guiado por sus amplios conocimientos en los aspectos del sexo. Ciertamente Kaori era el primer hombre con el que estaba de esa forma, el sexo era muy parecido entre hombres y mujeres. Una de las mayores cualidades que tenía a la hora de “relacionarse” con las chicas era su esmerado cuidado en hacerlas sentir. Siempre fue así.

Pero con Kaori no solo quería ser cuidadoso por un protocolo común, su novio lo merecía y quería transmitirle lo especial que era sin tener que pronunciar las tétricas palabras. Sí, sí, era un cursi de mierda, en serio no comprendía qué había sido del Shouta arrogante y orgulloso que se jactaba de jamás ser fiel a ninguna chica. Aunque bueno, la respuesta era muy sencilla.

El idiota arrogante se había enamorado, así de simple.

Los gemidos de Kaori lo regresaron a la realidad e incrementó la velocidad deseoso de darse alivio también. La entrada y salida siempre era placentera, esa fricción, esa humedad mezclada a la aspereza y sin dejar de lado los espasmos del cuerpo de su amante, sus sonidos, sus lágrimas cargadas de placer. Porque lo leía en sus ojos, a Kaori Satou le gustaba mucho la forma en como él hacía las cosas. En su vida creyó estar tan compenetrado con alguien no solo en cuerpo, si no también en alma. Puedes parar con la cursilería al menos en este momento, se regañó mientras dejaba escapar un sonido ronco. Cada vez le costaba más mantener la cordura, el interior de Kaori le apretaba más y más conforme pasaba el tiempo y él no podía parar de envestir aunque el castaño se lo rogara de rodillas, hipotéticamente, claro está.

No se hubiese detenido ni siquiera aunque la tierra temblara y ellos desaparecieran.

                —Maldición… Shouta… ugh… ya no puedo… ahh…mmm… Shouta…

Ni yo, pensó fugazmente y una vez más coló su mano en su miembro para acariciarlo y así lograr que se corriera de una buena vez. La maniobra dio resultado, pues Kaori se desgañitó por completo y al instante sintió como su mano se llenaba de su semilla mientras él mismo lo dejaba salir. A Kaori le temblaron los brazos y sin poderlo evitar se desplomó en el colchón, pero Shouta negó. Estaba muy equivocado si pensaba que ya habían terminado.

Esto apenas comenzaba.

****

                —¿Estás seguro de que te sientes bien, Kaori?—preguntó la mujer por millonésima vez y el castaño, envuelto en sus sábanas asintió con una dulce sonrisa.

                —Claro que sí, Shoutaro-san, muchas gracias, lamento todas las molestias.

Ella agitó una mano y negó girando los ojos mientras agregaba con chanza:

                —Ni siquiera lo digas, no son molestias, eres amigo de nuestro hijo, siempre puedes quedarte cuando lo desees y más si te sientes enfermo.

Kaori enrojeció un poco y se tronó los dedos de sus manos para calmar su nerviosismo.

                —De nuevo mil gracias.

                —Mamá, déja de asfixiarlo, nunca descansará—replicó Shouta en tono condescendiente.

El chico le fulminó con la mirada, no tenía derecho a decir algo así. Era precisamente el culpable de que ahora no pudiese salir de esa cama y hubiesen tenido que inventar la patética excusa de que se sentía mal. Estúpido Shouta, realmente te pasaste, le regañó en su mente, aunque claro, una parte de él estuviese muy satisfecha. Pero bueno, la parte adolorida era mayor.

La madre del rubio en cuestión también miró mal a su hijo y casi al instante le jaloneó la oreja en modo de reprimenda mientras Shouta se quejaba. Kaori sonrió maliciosamente y agregó en broma en su cabeza: Si le jalara también la polla, se lo agradecería mucho, quiero que le duela tanto como a mí me duele el trasero.

                —No me hables de ese modo jovencito y deja que Kaori descanse, vale. Largo, a la habitación de invitados.

                —Sí, sí, lo que digas—le dio el avionazo y ella cruzó los brazos imponiéndose. Shouta torció el gesto y se despidió—. Bien Kaori, nos vemos mañana.

Chocaron las manos como si fueran viejos amigos de juerga y justo cuando la mujer salía de la habitación con una sonrisa cálida, Shouta susurró por lo bajo “Volveré en la noche” mientras la seguía. Kaori negó y agregó un “Ni se te ocurra”. El rubio sonrió ladinamente burlándose una vez más de él y de plano Kaori optó por mostrarle el dedo de en medio con cara de pocos amigos. Shouta solo contuvo la carcajada y él acarició el puente de su nariz. Ese tipo era imposible, de verdad imposible. Mientras se lamentaba, encondida en un rincón de la comisura de sus labios, estaba su sonrisa. Shouta era imposible, pero era “su” imposible.

En  ese ambiente de chanza y cierta felicidad jamás se hubiese percatado de que se avecinaba una tormenta.

Y una de las grandes.

Notas finales:

No había tenido la oportunidad de mostrar a los padres de Shouta y me dije "la segunda temporada es una buena ocasión". Así tratamos de comprender en qué rayos pensaba su madre al llamar a su hijo de esa forma. Ay Mimamada, pobrecito Mimamada (Basta Miny!!! Hasta me apena decirlo a mí!!!)

Espero que el intento de lemon hecho con 38° grados de temperatura (hey exagerada) les haya gustado, si no me aventaré de un puente (no lo haré jaja pero sí me sentiré mal)

Ustedes qué piensan de la llegada de Yoko? Realmente generará problemas? O sólo son mis tendencias a ponerles frases infartantes durante la historia para hacerles pasar un mal rato (Miny, algún día encontrarán tu dirección y te golpearán). Me disculpo por eso, en serio, pero cuéntenme sus opiniones al respecto.

Muchas gracias, ya lo saben, los amo mucho, son mi motivo para escribir y esforzarme (la gripa la pone cursi) el punto es que se los agradezco de corazón, espero que el capi les haya gustado y nos vemos en el próximo.

A estas alturas yo supongo que se imaginan sobre quiénes es el próximo capítulo ;)

Los amo mucho, gracias en verdad y nos vemos el miércoles.

Bye bye


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