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La caja en el pastel por lady_chibineko

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Título: La caja en el pastel

Autor:
Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana y alumna de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)

Disclaimer: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la serie de novelas de Harry Potter son propiedad exclusiva de su autora J.K.Rowling y de la Warner Bros. Yo solo escribo sin fines de lucro y por diversión.

Advertencias: Este es un fanfic del tipo slash, lo que quiere decir relaciones chico-chico; si no es de agrado este tipo de lectura, por favor no sigan. Además pongo de manifiesto que aquí solo se toma hasta el quinto libro como referencia para los sucesos acontecidos, el sexto libro no tiene ninguna relevancia en esta historia y mucho menos el séptimo.

Anuncio: Segundo chapter por fin xD. Me demoré lo admito... pero como a much@s autor@s -_- me secuestro la cochina realidad. En fin, disfruten!...

Y ahora al fic...

Capítulo II: Dejando la caja limpia

01 de Agosto - 07:13 hrs.

Harry Potter caminaba hacia el comedor listo para desayunar, aunque eso si... con un extra para dicho desayuno para el resto de los comensales.  Dos enormes recipientes llenos de pastel para ser consumido por todos aquellos que le dieron tan 'adorable' sorpresa.

Y es que la noche anterior había sido 'peculiar' por decirlo de una manera suave.  Había disfrutado una porción de bizcocho de su pastel de cumpleaños al lado, ni más ni menos, que del profesor de Pociones de Hogwarts, el hombre que llevaba años expresando lo poco que apreciaba el siquiera verle la cara una vez a la semana, Severus Snape y nadie más. Y no, no había sido por súbito compañerismo, sino porque tenía que terminarse el pastel si o si para devolverle la caja mágica que por error había sido introducida dentro del enorme postre.  ¡Merlín! que la vida estaba cada día menos coherente.  En fin, por lo poco que logró sacarle a Snape de lo que en realidad había pasado, al parecer el plan se le había volteado por completo a los conspiradores de todo aquel complot, gracias al cielo; y ahora lo único que le interesaba eran dos cosas:

1) Dejar en claro que NO agradecía de ninguna manera que se metiesen en su vida a ese nivel.
2) Terminar con el bendito pastel encantado, lo cual solo iba a lograrse con la colaboración de MUCHA gente.

Llegó al comedor donde un no muy feliz Sirius Black negaba una y otra vez con aire compungido mientras que otros tantos agrupados a su alrededor miraban al hombre con cara de pena.  Aunque misteriosamente Remus Lupin no parecía en absoluto integrado a aquella orbe de pesar, pues muy al contrario se encontraba de lo más tranquilo, únicamente enfrascado en su desayuno, que a juzgar por el bigote de líquido oscuro que tenía sobre los labios constaba de leche chocolatada. Severus Snape brillaba por su ausencia.

- "Buenos días."- saludó ni bien entró al enorme comedor en donde por el momento solo la mesa de los profesores era ocupada.

- ¡Harry!."- llamó el animago compungido.

- "Sirius."- contestó Harry mientras notaba el montón de miradas compungidas ahora encima de él.

Excepto una vez más, por la de Remus quien al contrario sonrió como mil soles y soltó un.

- "¡Buenos días Harry!."- que hizo que el resto lo mirase maaaaal... no que eso importara mucho.

Harry suspiró y entonces, ignorando los intentos de hablarle de Sirius, decidió comenzar a repartir pastel a diestra y siniestra antes de comenzar cualquier conversación. Comenzando por Remus quien le aceptó encantado el pastel de cumpleaños acompañado del, al parecer muy gracioso comentario de:

- "¡Sobró!... y eso que Sirius dijo que de seguro y con algo de imaginación esas nueve capas de pastel iban a ser usadas a lo largo de toda la noche para todo menos ser comido. ¿Ya puedo decir 'Te lo dije' Sirius?."- preguntó el hombre lobo con una sonrisa burlonamente angelical, la cual le ganó una nueva ronda de malas miradas... una vez más, no que importara demasiado.

- "No ayudas Remus."- señaló en un casi siseo el animago a su supuesto mejor amigo, pero al lobo aquello le importó un reverendo pepino mientras hundía su cucharita para darle una probada al pastel.

Harry solo suspiró y siguió repartiendo los pedazos de pastel hasta que el penúltimo pedazo fue repartido.  Luego fue directo a Sirius y le entregó el último contenedor lleno con pastel casi por completo mientras lo miraba a los ojos de manera directa.

- "Nunca más Sirius ¿me escuchas? Nunca, jamás, ni en tus sueños más descabellados vuelvas a organizarme una 'sorpresita' igual o de lo contrario... Nunca más Sirius, hablo en serio."- y luego volteando hacia el resto de los presentes puntualizó- "Y lo mismo para ustedes. Jamás vuelvan a hacerlo."

Todos bajaron las miradas avergonzados al extremo. El regalo no había sido bien recibido después de todo y al parecer lo único que habían logrado hacer era rebalsar el vaso de la paciencia de Harry.

Harry había pensado en cientos de cosas para decir, docenas de extensos discursos que demostraran su molestia, su inconformidad con lo acontecido; pero de alguna manera al verlos bajar las miradas y comenzar a comer en silencio sus pasteles de desayuno era suficiente. Al parecer todos habían entendido.

- "Pero Harry..."

Bueno, casi todos.

- "Mira Harry, todo esto fue un malentendido. Las cosas no salieron como debían de salir."- de pronto Sirius estaba detrás del chico mientras trataba de justificarse- "Si hubieses conocido a Atala anoche entonces estarías de acuerdo conmigo, pero comió estos mariscos mágicos del Mar Muerto y cayó enferma y ni siquiera pudo avisar, pero en serio está deseosa de conocerte y..."

- "¡NO SIRIUS!."- lo cortó Harry de pronto de mal humor haciendo que el salón se hundiese en un profundo silencio, puesto que el resto no se atrevía ni a respirar. Sirius tan solo lo miró por completo anonadado, Harry no acostumbraba gritarle y mucho menos mandarlo a callar.

Harry suspiró profundo mirando a su padrino una vez más, algo en su interior le decía que después de todo las ganas de tomar desayuno se le habían quitado, pero no podía irse aún puesto que después de todo alguno de esos extensos discursos iba a ser usado.

- "Mira Sirius"- comenzó mientras evaluaba que iba a decir- "Yo sé que TU crees que me estás haciendo un favor... pero la verdad es que haces TODO lo contrario."- dijo por fin el chico algunas de las palabras que por tanto tiempo había deseado decir, aunque sin decir todo lo que en verdad deseaba- "Estas citas con personas que no conozco y salidas a lugares, por decirlo de manera suave, de dudosa reputación; en serio, no son lo mío. No quiero volver a escuchar de cabarets, ni bares de stripers, nada de citas a ciegas y mucho menos chicas metidas en pasteles o cajas o nada parecido.  No me agradan, no me hacen sentir cómodo... no voy a volver a salir contigo ni aunque de eso dependa mi vida entera, porque ya no confío en ti."- terminó de decir el joven hombre con tono cansado y añadió al final- "Y lo mismo va para todo el resto; soy un hombre adulto y tengo derecho a decidir lo que quiero para mi y lo que quiero es mi tranquilidad, así que háganme el favor y guárdense sus maravillosas ideas y planes para ustedes mismos."- Uf, eso había sido difícil... por decir lo menos, pero liberador a la vez.

Harry miró de nuevo la mesa, evaluó la compañía y finalmente decidió: No, no tenía hambre.

- "Y ahora si me disculpan, tengo un año entero de clases que terminar de planear y no tengo tiempo para perder. Sirius te agradeceré me tengas el recipiente limpio para mañana, cuando te lo cambiaré por otro con una cantidad similar de pastel desde que, tan bondadosamente, hechizaste el pastel para que no pueda ser desaparecido a menos que sea utilizado."- Harry inició su camino entonces hacia la salida, no sin antes voltear a ver al resto justo a dos pasos de la puerta para decir- "Lo mismo para el resto, van a comer mucho pastel estos días."- con lo cual finalmente desapareció.

01 de Agosto - 14:16 hrs

Luego del fallido desayuno y ese discurso/sermón/lo que sea que Harry le dio a Sirius con todo su corazón e hígado, el joven profesor de Defensa optó por ir a encerrarse en su habitación a seguir haciendo aquello que llevaba haciendo durante las vacaciones escolares de los últimos años: seguir preparando sus clases de manera casi obsesiva para que durante todo el próximo año las cosas salieran a la perfección, especialmente con esos...

Sus pensamientos fueron de pronto interrumpidos por tres toques concisos y fuertes a la puerta de entrada.  Harry frunció el entrecejo. ¿Sirius?. No, Sirius golpeaba la puerta sin misericordia y hacía espectáculos de desesperación si no le respondían dentro de los primeros 5 segundos. Alguien más entonces, tal vez Minerva o Albus buscando excusarse por el entuerto de la noche anterior, no que Harry pensase que ellos pudiesen decir algo que los excusara, pero conociéndolos igual iban a seguir fastidiando a pesar de sus palabras de la mañana.

Otros tres golpes y Harry suspiró parándose en medio del nido de papeles, pergaminos y libros alrededor suyo.

- "Un momento, ya voy."- dijo con voz cansada, más bien fastidiada.

Otras posibilidades pasaron por su mente mientras se dirigía a su destino: Hagrid, Remus... ¿Poppy?, todo era posible. Todo menos quien realmente lo encaró al otro lado del pesado portón.

- "¿Snape?."- dijo algo sorprendido, absolutamente extrañado al verlo nuevamente en tan poco tiempo, teniendo en cuenta que incluso en época de clases apenas y se lo cruzaba.

Snape rodó los ojos ante aquel recibimiento.

- "Potter."- casi escupió mientras ingresaba a la habitación y paseaba sus ojos por todo el lugar hasta posarlos donde reposaba el pastel de cumpleaños de la noche anterior, protegido por un hechizo, obviamente, y con su preciada caja aún dentro.  El hombre bufó con obvia molestia.

- "Aún está cubierta por esa... cosa..."- no pudo evitar gruñir y Harry solo rodó los ojos, cerró la puerta y decidió volver a lo que estaba haciendo.

¡Por supuesto que Snape iba a venir a chequear su caja mágica! Harry ni se molestó en volver a explicarle al hombre el porqué iba a tardar en devolverle la dichosa cosa por un tiempo, ya la noche anterior había tenido una larga conversación unilateral en la que durante casi una hora el otro supuesto participante solo se había dedicado a gruñir y lanzar malas miradas para por fin salir cual tromba de aire de la habitación sin siquiera mediar una despedida al final.

Harry había suspirado en ese momento y volvió a hacerlo en el presente. Un carraspeo irritado lo sacó de sus pensamientos y de su trabajo. Solo porque era muy educado, el menor por fin se dedicó a mirar a Snape quien tenía el reclamo claro en tan solo las facciones de su rostro ¡Qué manera de reclamar sin una sola palabra de por medio!.

- "Cuando se termine el pastel Snape le daré su caja y estoy trabajando en que ello ocurra. No tengo, además, donde poner tanto bizcocho de todos modos."

El hombre lanzó entonces un bufido irritado y Harry supuso que, al igual que la noche anterior, el profesor de Pociones iba a salir hecho una bola de furia de sus habitaciones. Pues se equivocó... la bola de furia se cruzó de brazos y se fue a sentar directo al sofá que estaba al lado de donde Harry tenía su nido de papeles y estaba trabajando.

El profesor de Defensa entonces decidió ignorar al otro por su propia salud mental y seguir en lo suyo, así que por el siguiente par de horas se olvidó completamente de la presencia del otro allí y se embebió en su plan curricular, en preparar trabajos especiales para cada año y por supuesto en evitar que estos trabajos sean repetitivos con los de años pasados; innovación por sobre todo era una de sus metas cada año.  No fue hasta que su organismo algo resentido le pidió suplir necesidades tan básicas como ir al baño, conseguir algo de comer y tal vez un café que salió de su mundo personal y notó el par de ojos oscuros aún encima suyo. Harry no pudo evitar dar una mirada extrañada al otro, aunque no pudo hacer nada más puesto que ni bien Snape reparó en que su presencia había sido nuevamente notada tan solo se levantó y salió del lugar sin decir una palabra.

'Raro' fue la palabra que rondó la mente del más joven, pero una vez más sus necesidades básicas pedían ser atendidas y lo dejó pasar. Tenía cosas más importantes en las cuales pensar después de todo.

02 de Agosto - 15:33 hrs

Tres golpes en la puerta sacaron la atención de Harry de lo que ese día lo tenía embebido. ¿No podía ser.. o si?... Noooo.

Reprimiendo un suspiro se levantó del nido de papeles de ese día y abrió la puerta y ¡oh sorpresa! Si era.

Snape se dio paso dentro de la habitación sin siquiera molestarse en mirar mal al dueño de esta, simplemente se paró frente al aún extenso pastel notando que efectivamente una parte equivalente a lo desaparecido el día anterior se notaba faltante. Y por supuesto el que no fuese a comer usualmente al comedor del colegio no quería decir que no supiese que el otro llevaba dos días atiborrando del pastel a todo el mundo; especialmente al mal bicho de Black (al cual secretamente esperaba que se le pudriesen y cayesen todos los dientes de tanto dulce, cosa que por supuesto no iba a suceder ya que Poppy estaba en plena campaña de medicina dental mágica ¡Esa mujer!) pero aún faltaba mucho para que el dulce desapareciese del todo. El oscuro profesor suspiró y se fue a sentar en el sofá del día anterior, obviamente dispuesto a rumiar en silencio su mal humor.

Harry rodó los ojos e hizo algo que no hizo el día anterior pero si el ante anterior. Cogió un par de platitos y sirvió dos porciones de pastel, pasándole una a Snape quien enarcó una ceja mientras tomaba el platito que le era extendido.  Harry entonces recordó: Mucho dulce. Y suspirando de manera casi caricaturesca quitó la crema chantilly con su cucharita y sin molestarse en nada más fue a sentarse en medio de su nido de papeles una vez más.

Volverían a pasar un par de horas antes de que Snape se marchase, dejando el platito sucio pero vacío sobre uno de los cojines del sofá, claramente protestando al no haberlo limpiado mágicamente antes de irse. No que a Harry le importase mucho por supuesto.

Cuando al día siguiente Snape volvió a presentarse en su puerta entre las 18 y las 19 horas ante un Harry más despeinado de lo usual y pasó a sentarse al sofá luego de una vez más darle una larga y silenciosa mirada a su caja aún cubierta de pastel, Harry rodó los ojos antes de cerrar la puerta y acuclillándose por sobre su nido de pergaminos llenos de ideas y planes para el siguiente año curricular, tomó un pedacito de pergamino y garabateó algunas letras pasándoselo luego a Snape antes de cortar dos tajadas de pastel, retirar el chantilly de una de ellas y pasárselo al hombre que lo miraba de manera interrogante.

- "Es la contraseña de mi habitación por si no se lo había figurado... pierdo la ilación de mis ideas mientras voy a abrir la estúpida puerta."- refunfuñó el ojiverde ante la ceja que se alzó ante sus palabras anteriores- "Y como es obvio que va a seguir viniendo hasta que la condenada caja le sea devuelta y sin hora fija"- continuó el otro de manera ahora sarcástica ante lo cual Snape soltó un bufido exasperado- "Pues ni modo. Ya cambiaré la contraseña cuando toda esta tortura termine."- y con eso volvió a su trabajo de espaldas a Snape puesto que mientras terminaba de hablar ya había comenzado a sentarse.

El de ojos negros volvió a resoplar en fastidio, sin embargo no replicó nada mientras le daba una probadita a la nueva porción de pastel que le había sido servida.  No pudo evitar sonreir sin embargo al releer lo escrito en el pedacito de pergamino.

'Estúpido pastel'

Nunca contraseña más adecuada, sin lugar a dudas.

Y entonces Snape se dedicó a hacer lo mismo que había hecho el día anterior de manera silenciosa y curiosa: ver al chico trabajar en su plan curricular. Nunca, en todos los años que Potter llevaba de profesor, mucho menos en los años en los que fue su alumno, Snape se hubiese imaginado ver a alguien trabajar en sus clases de la misma manera en la que él mismo lo hiciese en sus primeros años (valga, en su primera década) como profesor. Era no solo sorprendente sino en cierto sentido relajante ver a alguien tan adicto y devoto al trabajo como lo era él; que si bien ya no se pasaba horas de horas en sus momentos libres haciendo lo que Potter hacía era solo porque con tantos años en el oficio (y sin su otro trabajo como doble espía), lo tenía todo bajo control. No otro Gilderoy Lockhart entonces, era bueno saberlo... aunque aún faltaba ver si el resultado a todo ese trabajo valía la pena, nadie aseguraba que el curso fuese bueno aunque Potter llevase ya algunos años en eso, después de todo nunca se había tomado la molestia de ver los resultados de Defensa contra las Artes Oscuras desde que el muchacho llevaba la tutela de la asignatura por... bueno, obvias razones.

Un par de horas después y otro platito sucio dejado en un cojín del sofá, el profesor de Pociones se retiraba del lugar con un fru fru de su túnica mientras la puerta se cerraba sin que el dueño de la habitación siquiera levantase la mirada ni por error.

09 de Agosto - 22:14 hrs

Era tarde y lo sabía, pero aún así no se sentía tranquilo con la idea de no ir, lo cual era absolutamente ridículo y risible sin lugar a dudas y aún así estaba revisando que todo estuviese en orden antes de partir a las habitaciones de Potter.  Todo listo, currícula para los alumnos de sexto terminada, ingredientes de pociones para los mismos separados... tenía entonces 20 largos días para terminar con los planes curriculares de los 7mo curso con toda la tranquilidad del mundo.

Severus Snape suspiró mientras se alisaba un poco la túnica y estiraba los brazos ¿Que estaba haciendo?. Yendo a revisar el progreso en la limpieza de su caja mágica, se respondió a si mismo... pero por alguna razón esa excusa, tan manoseada, repetida desde un principio pues... como que comenzaba a ya no sonar tan... cierta.

Pero decidió no pensar en eso, no más por lo menos, no por el momento. En lugar de eso salió de sus habitaciones y camino (no a paso apurado se dijo a si mismo, nunca a paso apurado) hacia las habitaciones del joven profesor de DCAO y una vez frente al cuadro que protegía la puerta de entrada volvió a pronunciar la contraseña con el mismo atisbo de humor que siempre lo asaltaba al decir 'Estúpido pastel' cada día. ¿Sería por eso que volvía?.

*No Severus, basta* Se dijo a si mismo mientras traspasaba las puertas al interior solo para encontrar... bueno si, un desorden como siempre, pero en medio de ese desorden... si, se encontraba Potter para no variar; con una mínima diferencia: En lugar de estar en el suelo en medio de su nido de papeles, pergaminos y libros se encontraba sentado en una silla frente a su escritorio en cuya superficie había un desorden de papeles, pergaminos y libros que esta vez le servían de almohada improvisada al durmiente joven hombre y el hombre de oscuras túnicas tuvo que alzar la vista a donde sabía se encontraba un reloj para revisar que no fuese tan tarde.  No, solo las 10:30 de la noche, minutos más minutos menos, no tan tarde; pero el chico andaba por lo visto en su quinto sueño porque ni un pelo de su despeinada cabellera se le levantó mientras el otro avanzaba al interior del lugar y daba una revisada con la mirada por el mismo. Algo se le detuvo en el pecho cuando notó un platito con una porción de pastel servida en él sobre uno de los cojines del sofá... una porción sin la cubierta de crema chantilly.

Severus carraspeó un poco inseguro de que hacer, sin embargo avanzó por la habitación hasta llegar a donde se encontraba el dulce y tomó el platito entre sus manos con un suspiro, algo inseguro de que hacer a continuación.  Sus pies entonces chocaron contra los pergaminos y papeles regados en el piso donde tantas veces había visto a Potter sentado los últimos días, el 'nido' de Potter como había llegado a catalogarlo el mayor. Se agachó un poco y tomó un par de pergaminos, se sentó en el sofá y observó al otro dormir.

Bueno, tenía que terminar el dulce y él era lento para comer cosas dulces, por eso demoraba más de una hora con una mísera porción y no era como si se fuese a quedar viendo al chico dormir mientras terminaba el pastel así que sacando sus ojos de encima del chico los desvió hacia la caja aún cubierta por poco más de cinco capas del bendito 'Estúpido pastel' y suspiró. Todo lo hacía por tener su caja de vuelta.

Así que con una mano alzó el par de pergaminos para leerlos mientras que con la otra maniobraba la cucharita para atacar la fuente de caries que reposaba en el plato. A ver que maravillas había decidido hacer Potter con los pobres alumnos de... séptimo, si de séptimo de Slytherin y Hufflepuff, por supuesto solo para pasar el rato.

10 de Agosto - 06:08 hrs

Harry despertó todo legañoso y babeado sobre sus apuntes para el sexto curso del grupo Gryffindor - Hufflepuff que le tocaba ese año y al darse cuenta de ese hecho casi entra en pánico mientras tomaba la varita y limpiaba de baba los apuntes. El alma le entró al cuerpo un par de minutos después al notar que efectivamente nada se había dañado de manera irreparable y sus ideas estaban a salvo, lo cual era bueno porque esa currícula por fin estaba terminada con su propio visto bueno y todo. Se estiró sobre su sitio entonces cual gato y decidió pararse para ayudar a que la sangre volviera a circular por sus adormecidos miembros mientras trataba de recordar lo que había estado haciendo el día anterior justo antes de dormirse.  Pues planeando clases por supuesto... y tal vez esperando a cierto oscuro profesor que nunca se presento.

Suspiró recordando la porción servida y olvidada sobre el sofá y volteó para recoger el plato seguramente ya atacado por hormigas... o hadas glotonas... lo que fuese. Cuál fue su sorpresa al encontrarlo vacio y justo encima de unos cuantos pergaminos y papeles dejados sobre el sofá, lugar donde Harry nunca, NUNCA dejaba papeles. Se acercó y su sorpresa aumentó incluso al notar en una letra que no era la suya pero que recordaba bastante bien de sus años como estudiante, un montón de 'recomendaciones' garabateadas por todos lados. Harry se sentó sobre el sofá y comenzó a revisar todos aquellos apuntes uno por uno y con infinita paciencia y atención aún en medio de su sorpresa.

10 de Agosto - 07:19 hrs

Unos golpes en la puerta de sus habitaciones interrumpieron a Severus mientras limpiaba algunos envases de vidrio para sus ingredientes. Dejó con cuidado el vial que limpiaba para ir a atender la puerta tras la cual se encontró a un increíblemente despeinado Harry Potter que blandía unos, ahora conocidos pergaminos para cierto profesor prácticamente en frente de sus narices.

*Allí está*- pensó el profesor mayor con desgano y sin querer analizar el porqué mientras se adelantaba a lo que estaba a punto de pasar- *Me metí con su trabajo y por supuesto eso me ha hecho ganar, y con justa razón, la expulsión de sus habitaciones.*- lo cual era por supuesto completamente justo porque en su lugar Snape hubiese hecho no solo eso (aunque para comenzar nunca hubiese dado a Potter la contraseña de sus aposentos) sino que de paso lo hubiese maldecido mientras le decía hasta de que se iba a morir en sus siguientes 10 encarnaciones. A él no le gustaba que se metiesen con su trabajo, por supuesto al muchacho al que le había hecho la vida imposible durante toda su estancia como estudiante y que había resultado no ser un profesor tan mediocre por lo que había leído la noche anterior, tampoco le iba a gustar.

Se paró entonces erguido y listo para recibir lo que le fuesen a dar. Sabía cuando tomar lo que se merecía.

- "Usted..."- comenzó entonces el ojiverde- "¡Entro ayer a mis habitaciones!."

Severus rodó los ojos y resopló. Obvio que lo había hecho, pero se mantuvo quiero esperando lo que se suponía iba a venir a continuación... ¿Lo haría vomitar algo asqueroso o le pondría pústulas de sepa Merlín que cosa por todo el cuerpo?.

- "¡Y leyó y escribió en mis pergaminos de las clases para el séptimo curso!."- oh por Morgana, como demoraba este chico ¿Iría a hacerlo sudar baba?. Snape enarcó una ceja sabiendo que esas tonterías de quinceañeros eran después de todo, de seguro, lo único que se le iba a ocurrir a Potter en lugar de verdaderos castigos.

Pero entonces Potter hizo algo por completo inesperado para Snape, algo que sin duda el oscuro profesor NUNCA JAMAS hubiese pensado en hacer en estar en la misma posición del chico.  Potter sonrió... ¡SONRIÓ!

- "¡Gracias!."- dijo entonces el muchacho aún blandiendo los pergaminos aunque ahora por todos lados- "¡Sus recomendaciones son fantásticas! ¡Me ha dado las respuestas a un montón de cosas que he intentado resolver por mi mismo estos años y de las que aún no estaba seguro!."- y si, seguía blandiendo los pergaminos y saltoneando por todos lados y... comenzaba a darse media vuelta pero seguía hablando- "Si pudiese revisar un par de cosas cuando pase hoy se lo agradeceré en serio ¡De verdad!... ¡Lo veo luego!."- y con eso el joven hombre corrió camino a la salida de las mazmorras, dejando a Snape soberanamente confundido.

Por fin el hombre tan solo suspiró mientras cerraba la puerta de nuevo y se seguía preguntando que carajos acababa de suceder.

Al parecer igual iba a ir ese día por los aposentos de Potter... quizás en la tarde o inicios de la noche, aún tenía mucho material que limpiar de manera obsesivamente compulsiva.

Días antes...

03 de Agosto - 13:15 hrs

Hacía mucho tiempo que Remus no se sentía tan infeliz.  Supuso que ahora que Harry había descubierto la última treta de Sirius & cia para inmiscuirse en su vida y había dado un ultimátum del tamaño de Hogwarts a todos ellos por fin claudicarían con sus intentos de entrometerse en la vida del chico, con lo que Sirius tendría la cabeza más despejada para fijarse en otros aspectos de la vida y en otras personas de paso, con lo que Remus tendría a su amigo más tiempo para él como en los viejos tiempos, CON LO QUE... Sirius por fin se daría cuenta de los sentimientos del profesor de Duelo para con él.

Oh, pobre e inocente Remus.  Lo único que había sucedido era que Sirius se había empecinado más aún con todo el asunto de 'Ayuda a Harry a encontrar una vida', con lo cual ahora Remus veía incluso menos a Sirius y por lo tanto se sentía... miserable. Y eso teniendo en cuenta que el animago andaba en el comedor ese día.

Y lo peor de todo era que encima de sentirse miserable se sentía solitario, porque todos los demás habían copiado a Sirius y ahora más que nunca trataban de urdir nuevas estratagemas para conseguirle una persona 'adecuada' al joven profesor y por lo tanto el pobre licántropo, defensor de la libertad de Harry desde un primer momento, había sido soberanamente excluido de dichos planes y de esa manera exiliado e ignorado.

O por lo menos así se sentía Remus, que en lugar de ir a almorzar a esa hora al comedor en medio de todos los profesores y sin embargo más solo que un hongo, había decidido ir con una bandeja con su almuerzo a los jardines del colegio y almorzar allí solo mientras se revolcaba en dicha soledad, sin nadie al lado y con sus viejos sentimientos por Sirius como única compañía. Sentimientos que, si era honesto consigo mismo, estaban allí más que nada por costumbre que por otra cosa, habían pasado demasiados años de añoranza por el animago y tal vez no sabía cómo dejarlos de lado pero por lo menos estaban allí y le quedaban de compañía. Muy bien, encima de solitario, patético; podía vivir con eso suponía.

Tan embebido en su miseria se encontraba el hombre lobo que no reparó en la sombra que de pronto lo cubrió hasta que una voz profunda lo saludó con un

- "Buenas tardes Remus."- haciéndolo subir la vista con el tenedor con puré y asado a medio camino de su boca.

No era ni más ni menos que Kingsley Shacklebolt quien lo saludaba con una sonrisa de oreja a oreja que dejaba ver esa dentadura de marfil a la perfección.  Remus bajó el tenedor a su plato.

- "¡Kingsley!."- saludó sorprendido, olvidando su miseria de momento- "Que tal, buenas tardes a ti también ¿Qué haces por aquí?."

Y cuando el ahora jefe de aurores mostró cierto recipiente plástico bastante familiar a Remus, este resopló.

- "Así que Sirius está haciendo trampa con el pastel que se supone EL debe de comerse."- rezongó el castaño con una súbita molestia comenzando a inundarlo.

Molestia que se disipó por completo cuando de pronto el otro comenzó a reírse de manera fácil y a la vez profunda.

- "Que puedo decir... Sirius se las ha arreglado para enviar ayer al Ministerio un montón de pastel con Arthur y como pasé por allí, terminé llevándome el envase con el último pedazo.  De paso me ofrecí a venir aquí a devolverlo tras escuchar pedazos de la historia."- dijo con un brillo travieso en los ojos- "Hacía años que no me reía tanto, muero porque me cuenten la versión completa. ¿Está Sirius?."

Remus hizo un puchero ante la mención del Tarado... oh! nuevo sobrenombre, recordar no olvidarlo.

- "Si, si... está. Hoy decidió venir para hablar con los otros profesores, pero seguro te ignorará al igual que el resto mientras planean como meterse donde nadie los ha llamado... o tal vez sea peor y traten de meterte en sus planes de arruinarle el hígado a Harry. Como sea está en el comedor."- dijo entonces el hombre lobo de mal talante y Shacklebolt enarcó una ceja. Conocía desde hacía años a Remus y si había algo que nunca había atestiguado, entre otras cosas, era a Remus despotricar contra su 'amado' Sirius de esa manera. Le lanzó una mirada evaluativa al licántropo en cuestión y de pronto y ante el asombro del otro, el lugar de seguir su camino decidió sentarse al lado de este y volver a brindarle una sonrisa que borró de un plumazo el ceño fruncido del profesor de Duelo. Buena señal en los estándares de cierto auror que de pronto veía la oportunidad que tanto había buscado desde hacía algunos 'años'.

- "Ah bueno, no me gusta interrumpir los planes de otros... y tu pareces bastante informado de lo que ha ocurrido. ¿Te importa si te acompaño un rato? No me molestaría que fueses tu quien me contase que sucedió, estoy seguro de que igual me voy a reír."- y si, el hombre esbozó otra sonrisa con aquella deslumbrante dentadura y Remus no pudo evitar tragar con dificultad lo que en ese momento estaba comiendo mientras sentía algo raro acomodarse en medio de su estómago.

- "Eh... si, pues si puedo contarte lo que sucedió pero"- el castaño tragó un poco- "Mi opinión está parcializada... soy la oposición."

Sin embargo Kingsley solo lo miró incluso más interesado de ser posible y ante eso Remus decidió contar las cosas desde su punto de vista.

Positivamente hablando, Remus podía decir con toda sinceridad que jamás había escuchado a alguien reír con tanta naturalidad a carcajada limpia y sin lastimarse la mandíbula como lo había hecho el auror esa tarde. E increíblemente, luego de eso Remus olvidó volver a sentirse miserable otra vez.

14 de Agosto - 21:47 hrs

Harry se estiró por sobre su nido de papeles de ese día, que era prácticamente lo último del quinto curso de Gryffindor - Slytherin (una combinación explosiva y si... era un poco desordenado para hacer sus currículas pero él mismo se entendía lo que era suficiente para continuar) cuando levantó la vista hacia el reloj al tiempo que sonaba su estómago.

Snape, que estaba sentado en lo que a esas alturas era SU sofá, alzó una ceja y luego rodó los ojos. Por supuesto que al mocoso le iba a sonar el estómago, el muy criminal apenas y había tocado la comida ese día mientras se volvía loco pensando en todos los problemas que podían darse al poner leones y serpientes en la misma clase, cosa de la que él mismo como profesor de Pociones había sufrido bastante, pero tampoco era para tanto. En realidad Potter había estado así desde que llevaba dándole los últimos retoque a la currícula del quinto curso por casi 4 días, era un alivio que por fin hubiese terminado o lo iba a hechizar para que se quedase tranquilo.

El estómago de Potter volvió a sonar y Snape volvió a rodar los ojos mientras bajaba lo que era por fin el resultado final de la currícula de segundo año: Gryffindor-Ravenclaw y Slytherin-Hufflepuff.

- "Pídale algo a los elfos y ya."- dijo entonces con fastidio, Harry tan solo le lanzó una mirada pero no hizo nada en ese momento.

Momentos después se paró mientras se pasaba las manos por el desordenado cabello.

- "Creo que mejor me voy a la cocina, allí hay de todo y no tengo idea de que pedir ahora."- murmuró el chico mientras se encaminaba a la salida. Snape tan solo suspiró, dejó lo que estaba revisando de lado y se paró dispuesto a seguir al león. Nada del otro mundo.

Ambos caminaron sin prisas y a la par con rumbo a las cocinas y Harry no pudo evitar darle una mirada al hombre mayor, mirada que le fue devuelta por esos ojos oscuros y ambos a la vez esbozaron un par de sonrisas conocedoras. Porque en esos últimos días ambos habían pasado de ser dos perfectos desconocidos a dos colegas que se podría decir que estaban llegando a ser amigos y Harry sería un mentiroso de primera si negase lo mucho que le agradaba ese nuevo conocimiento y lo cómodo que se sentía trabajando con Snape en ese momento.  Algo le pronosticaba aguas mansas en cuanto a su trato desde el próximo curso, lo cual sonaba condenadamente bien.

Había sido toda una revelación para Harry, pero estar al lado de Snape cuando este expresaba algo sobre algún tema con esa lengua filosa y sarcástica en lugar de ser el receptor de esas palabras había sido una experiencia totalmente diferente a cualquier otra. Harry no había podido evitar reír ante los comentarios llenos de humor negro de Snape sobre lo que pensaba sobre Dumbledore y algunos colegas profesores, acerca de temas de actualidad o incluso sobre las opiniones de Snape en el ámbito culinario de Hogsmade, e increíblemente estaba completamente de acuerdo con la mayoría de esas opiniones.

No, Severus Snape no era una persona calmada y buena en el fondo una vez que era por fin llegado a conocer, era un hombre de ideas claras, de honor y lealtad era cierto; pero también era sarcástico y cortante, era decidido y hasta egoísta cuando se decidía a que algo iba a ser suyo, y exudaba un humor negro y retorcido en más de un sentido y que el cielo amparase al mundo mágico si es que alguien decía lo contrario.

Y para Harry Potter todo aquello era un verdadero bálsamo y le encantaba.

Era cierto que el resto era como una familia para el Gryffindor, pero una familia un tanto empalagosa entre el cariño desmedido de Hagrid, los dulces muggles y consejos casi nunca pedidos de Dumbledore, los excesivos cuidados de Poppy y la lista seguía y seguía. Tener a alguien que viese una bandada de hipogrifos venir en tu dirección y decirte claramente lo jodido que estabas en lugar de darte esperanzas sacadas hasta debajo de las rocas era sin duda refrescante.

Sip, Harry había desarrollado en esos días, sin lugar a dudas, un gusto especial por pasar el tiempo con su colega a cargo del curso de Pociones.

- "¿Y esa sonrisa Potter? ¿Pensando en lo que va a devorar una vez que lleguemos con los elfos?."- preguntó el otro con una ceja alzada y una sonrisa maliciosa rondando en sus facciones.

Harry decidió que aún con el buen trato entre ellos igual no debía de tentar a la suerte, no fuese a ser que Snape tomase sus pensamientos por el camino que no era y le cortase su reciente amistad por cualquier cosa.

- "Sip, es difícil elegir entre tantas cosas buenas metidas en esa cocina."

Snape solo soltó otra sonrisa medio malosa mientras murmuraba un 'mocoso' entre dientes. A Harry por supuesto no le interesó, no se lo iba a tomar a mal; ya no.

Y el chico estaba a punto de esbozar una sonrisita burlona por su lado cuando el brazo extendido del otro a la altura de su pecho lo detuvo y pronto una mano sobre su boca lo silenciaba al tiempo que Snape le hacía un gesto para que se mantuviese callado y mirase hacia su derecha más adelante.  Las cejas de Harry se alzaron hasta perderse bajo el flequillo de su cabello al ver a Remus salir del cuadro que daba a la cocina muy bien acompañado del auror Kingsley Shacklebolt con obvio destino al portón de salida del castillo, conversando y riendo sin que nada mas alrededor les importase.

Ambos profesores se dieron una fugaz mirada a los ojos antes de, por mutuo acuerdo, esconderse tras una columna para evitar ser vistos; tras lo cual comenzaron a seguir a los otros dos a razonable distancia sin razón alguna al parecer... aunque por parte de Snape era porque hacía tiempo que no utilizaba sus dotes de espía y la ocasión parecía ser lo suficientemente buena y para Harry... porque el brillo de diversión en los ojos negros que lo acompañaban había sido suficiente, aunque no se lo fuese a aceptar ni a sí mismo.

- "Gracias por la cena una vez más Remus."- escucharon entonces decir al auror- "Juro que es como volver a mis días de estudiante, ningún lugar en el mundo mágico puede igualar la sazón de Hogwarts."

Remus rió ante el comentario y desmereció el asunto con un gesto de su mano.

- "No es a mí en todo caso a quien debes de agradecer, yo no muevo ni un dedo para hacer cosa alguna. Son los elfos los que cocinan."

- "Pero eres tu quien me deja entrar."- replicó el otro mientras doblaban la esquina de un pasillo, tras lo cual el auror se quedó parado en ese lugar de pronto- "Así que me gustaría compensarte."- dijo de pronto con una brillante sonrisa.

Remus parpadeó confundido.

- "¿Compensarme?."- repitió un poco confundido, la sonrisa del otro solo se intensificó aún más.

- "¿Tienes el fin de semana libre cierto? Tu mismo me lo dijiste. Te invito a comer el sábado a Hogsmade entonces, acaban de estrenar nuevo menú en las Tres Escobas y a pesar de todo los rumores dicen que no está tan mal."

Remus parpadeó un poco impactado, eso no se lo esperaba.

- "Wow... yo... no sé qué decir."- sep, eso Remus no se lo esperaba.

- "Que tal si dices que si."- y entonces Kingsley decidió arriesgarlo todo y aprovechando el estado de estupefacción de Remus se acercó un poco de más y... lo besó, terminando así de aturdir al licántropo.  Fue un beso suave, corto y bastante inocente, pero un beso al fin y al cabo.  Al acabar este Remus tenía la cara roja como un tomate- "Te veo el sábado entonces. Hasta entonces."

Y sin esperar que el castaño reaccionase, el auror se fue camino a la salida con una sonrisa en los labios.

Remus por su parte tardó un poquito más en despabilar y al hacerlo lo único a lo que atinó fue a tocarse los labios mientras murmuraba un "Hasta el sábado." y procedía a caminar, presumiblemente, a sus habitaciones... pero la hacía de manera tan irregular y chocándose con las paredes y cambiando de rumbo tan seguido que su destino final parecía un poco incierto.

Por su parte Harry y Snape fueron testigos de aquello y estaban que no se lo creían. Finalmente Harry soltó una sonrisa por su parte cuando ya Remus no se encontraba ni medianamente cerca y con emoción avivó con un

- "¡Eso Moony!"

Con lo cual Snape enarcó una ceja y Harry lo miró desafiante.

- "¿Qué?."- preguntó con fingida altanería.

- "¿Animado por la idea de haber encontrando un aliado para cuando por fin se anime a 'salir del closet', Potter?"

Y entonces Harry perdió no solo toda fingida pose de altanería, sino de paso todo el color del rostro.

- "¿Como... cuando...?."

Snape solo miró a Harry con una sonrisa semi burlona antes de decir.

- "Aparentemente la caja permite que lo que sucede fuera de esta pueda ser escuchado desde el interior... incluyendo confesiones de un mago cumpleañero en medio de sus veintes acerca de cómo no toma valor para confesar sus inclinaciones ante su padrino."

- "Oh Merlín..."- se quejó el ojiverde al borde del desmayo- "Yo... yo..."- no sabía ni que decir.

Severus desmereció todo el asunto con un gesto de fastidio.

- "Usted profesor Potter es gay, aprenda a vivir con ello y deje a los demás tranquilos; no hace falta tanta alharaca."- dijo el hombre con un bufido antes de retomar su camino a la cocina- "Y apúrese en saciar su apetito o nunca terminará con sus currículas y por lo tanto yo tampoco."- y con eso se fue.

Harry se quedó alucinado por un momento antes de darse cuenta que a la descripción de Snape podía aumentarle el que era abierto de mente... gracias a todos los grandes magos de la antigüedad. Luego de recuperar el aliento no dudó en seguir al otro a la cocina y atiborrarse de comida con la seguridad de que no iba a perder a su recientemente adquirido colega/compañero/amigo tan fácilmente.

15 de Agosto - 15:38 hrs

Harry estaba más que feliz, emocionado. Gracias a la ayuda de Snape iba a terminar de estar seguro de dejar sus currículas para el año venidero en perfecto orden con varios días de anticipación al inicio de clases. Con suerte dejándole hasta una semana de descanso.

Aunque no estaba seguro de en que podría invertir dicho tiempo... ya pensaría en algo.

Por lo pronto la información reunida en la biblioteca, que era de donde regresaba, de uno de los textos recomendados por Snape le iba a servir perfectamente para los alumnos del cuarto curso de las casas Ravenclaw-Slytherin. El ojiverde esbozó una pequeña sonrisita triunfal al pensar que ese año iba a tener donde quería a esos pequeños...

- "Profesor Potter..."- de pronto una voz femenina lo sacó de sus pensamientos.

Al alzar la vista, Harry se topó con una joven tal vez un par de años menor que él, una belleza de piel tostada por el sol, ojos color miel, un cabello a juego y vestida con una túnica tan ajustada que no dejaba nada a la imaginación.

Por supuesto que eso no afectó para nada a Harry, quien se preguntó más bien que querría una mujer tan joven hablar con él, seguro no era madre de uno de sus alumnos aún... ¿una hermana preocupada tal vez? De cualquier manera esbozó su mejor sonrisa hacia la dama en cuestión antes de introducirse él mismo en la conversación que obviamente iba a venir a continuación.

- "Así es señorita, soy el profesor Potter del curso de Defensa contra las Artes Oscuras. ¿En qué puedo ayudarle?."- preguntó el otro con aire bastante profesional y presentándose como si realmente ser profesor de DCAO fuese lo más importante y representativo en su vida, y es que así había elegido él que las cosas debían de ser.

Sin embargo la joven solo parpadeó un poco confundida ante la presentación, obviamente que lo conocía como todos los conocían por ser el salvador del mundo mágico. Tras un momento la joven continuó.

- "Mi nombre es Atala... venía a disculparme por, usted sabe... el haber arruinado su sorpresa de cumpleaños."- dijo la muchacha finalmente y la boca de Harry dibujó una perfecta 'O' al entender por fin quien era ella, lo cual llevó sus pensamientos por supuesto al estúpido pastel del cual quedaban aún dos capas y de las cuales por lo menos una tenía el nombre de Sirius casi grabado de alguna manera, tras lo cual esbozó de pronto una sonrisa fácil que dejó completamente desubicada a la damita en cuestión.

- "¡Ya veo!... no hay problema, no hay ningún problema."- dijo sin embargo el joven desmereciendo el asunto con un ademán sencillo- "Culpo de todo a Sirius, él tiene la habilidad de hacer que la gente haga cosas fuera de lo normal cuando quiere... si yo lo sabré."- dijo el otro recordando especialmente las veces que su padrino lo había convencido para ir a lugares que no deseaba ni pisar gracias a ese encanto innato que hacía que pocas personas pudiesen decirle que no. Finalmente el joven hombre sonrió retornando del tren de sus pensamientos y volvió a enfocarse en la joven- "Sin embargo le agradezco mucho que se haya molestado en venir en persona solo por eso, es muy gentil de su parte."

La muchacha volvió a mirar a Harry como si éste hubiese dicho algo completamente ilógico, por lo cual tras un par de segundos aclaró la garganta y sonrió de nuevo.

- "Bueno, en realidad... quería disculparme como es debido, tal vez invitarlo a tomar algo en compensación."

Y al escuchar aquello, Harry que había vuelto a retomar el rumbo al notar a la joven seguirlo y teniendo en cuenta lo apurado que estaba tan solo sonrió encantador mientras pensaba como rechazar la propuesta sin afectar a la joven que tan amablemente había llegado para disculparse por la barbaridad de Sirius.

- "Wow, eso es... muy amable de su parte, gracias."- comenzó entonces y luego dio un suspiro realmente largo a continuación, tan solo para soltar- "Pero no tengo ni idea de cuándo estaré libre ¡Esto de ser profesor me tiene completamente consumido!. Si hubiese sabido cuando era estudiante de lo sacrificada que era esta clase de carrera creo que me hubiese contenido de ser tan laberintoso de joven."- dijo con otra sonrisa, esta vez una clara sonrisa de disculpa y la joven, ya frente a la puerta de salida del colegio, parecía haberse quedado sin palabras.

El joven profesor aprovechó aquello para terminar de desenredarse del problema y así poder ir a terminar de ordenar otro par de curriculas que lo estaban esperando.

- "Bueno, creo que puedo acompañarla hasta el área de desaparición ya que fue tan amable de venir hasta aquí. ¿Continuamos?."

La joven, cada vez más corta de palabras ante las acciones del profesor, por completo ciego a sus intentos de seducción, solo pudo asentir y retomar el camino, pensando en lo que le iría a decir a Sirius cuando le preguntase como le fue al mostrarle a Harry de 'lo que se perdió' en su cumpleaños. Decidió hacer un último intento cuando una conocida figura usualmente envuelta en una túnica negra comenzó a aproximarse a ellos.

La pobre casi muere de un shock al ver a Potter esbozar tremenda sonrisa mientras saludaba al otro alzando una mano. Casi queda definitivamente fulminada al ver a Snape devolver el saludo y encima esbozar a su vez una pequeña, burlona sonrisita... pero sonrisa al fin. No pudo decir nada después de eso, no por lo menos antes de llegar a la zona de desaparición y cuando era ya muy tarde para intentar otra cosa.

- "Entonces aquí me despido Atala, fue un gusto de verdad haberte conocido. Nos estamos viendo."- dijo el otro con aquella sonrisa aún estampada en el rostro.

La chica solo asintió y se despidió torpemente ¡Nunca le había sucedido algo como aquello!. Y solo le quedó desaparecerse con destino a Hogsmade mientras Harry Potter daba la media vuelta y volvía al castillo. Que contrariedad.

Harry por su parte volvió sobre sus pasos y no se sorprendió para nada al ver a Severus esperándolo allí con una ceja alzada de manera burlona y una cesta de ingredientes frescos recién colectados colgada de su brazo.

- "¿Cambiando de bando señor Potter? Bueno, supongo que por una chica así no sería un mal cambio."

Harry solo rodó los ojos, por la voz con que hablaba Snape era obvia su burla y las ganas que tenía de tirar del asunto todo lo que pudiera para divertirse un poco.

- "Vino a disculparse conmigo, es la señorita Atala... ya sabe, la que se suponía iba en el pastel. Me pareció agradable."

- "Ya lo sé."- respondió el otro ante la aclaración, Harry enarcó una ceja.

- "¿La conocia ya de antemano?."

Snape bufó de manera casi cómica.

- "Atalaria Silverhunter, Ravenclaw. Salió de este castillo hace 5 años ya, un año antes de que usted entrara como profesor. No recuerdo que le haya dirigido la palabra mientras ambos estudiaban como alumnos, ella estaba tres años por debajo de usted."- respondió el otro como toda explicación y luego dio media vuelta sobre su sitio pero aún así continuó hablando, sabiendo de antemano que Harry lo seguiría- "No importa lo que todos piensen de ella, siempre ha ocultado sus intenciones y su verdadera personalidad bajo una ilusión de ternura y glamour. Aquí entre nosotros, conocí mortífagas menos arpías que ella."

La boca de Potter se cerró de forma intempestiva ante aquello último, pues en algún momento de la explicación se había abierto sin que él lo notara. Así que Ravenclaw... bueno, era bueno saberlo.

- "Gracias por la advertencia."- dijo entonces el más joven.

- "De nada."- respondió el otro antes de que sus caminos se tuviesen que partir. Snape después de todo le había informado a Harry el día anterior que se la iba a pasar organizando ingredientes ese día así que cada quien tenía sus propios asuntos que atender, ya volverían a reunirse luego.

17 de Agosto - 10:14 hrs

Harry suspiró satisfecho mientras abría el paquete donde había envuelto una porción de pastel y se sentaba a comer el dulce justo al lado del lago que estaba cerca al Bosque Prohibido. Estaba cansado pero satisfecho pues había encontrado la guarida de un Gorro Rojo lo cual era beneficioso porque: 1)Tendría alertado a Hagrid, Albus y todo el personal para evitar que la criatura pudiese atacar a cualquiera de los habitantes del castillo y 2) Ya tenía un interesante tema para la primera clase con los chicos de séptimo curso puesto que una vez capturado el Gorro Rojo, con la ayuda de Hagrid por supuesto, iba a mostrarlo muy cuidadosamente antes de derivarlo a un área donde no hiciese daño.

Le dio un primer bocado justo cuando el sonido de algo cayendo al lago justo a su derecha llamó su atención y al divisar vio lo que parecía ser un pequeño gatito luchando por no morir ahogado. ¿La mascota de uno de los alumnos? Imposible, aún no había alumnos en el colegio, pero su cerebro no se detuvo a pensarlo mucho más, después de todo el era un Gryffindor en el corazón y los Gryffindor no piensan demasiado a la hora de actuar, en especial para salvar una vida. Eso era cosa de Ravenclaw o de Slytherin, no de leones.

Harry no se lo pensó mucho, simplemente se sacó la túnica y los zapatos y se metió al lago, el cual para esas fechas estaba con el agua algo cálida, y sin darle un segundo pensamiento al asunto nadó hasta la pequeña criatura, la cual ya estaba dando los últimos chapoteos antes de terminar de perder sus pocas fuerzas y cogiéndolo como pudo nadó de nuevo a la orilla donde dejó al animalito sobre el pasto antes de comenzar a respirar profundo para recobrar el aliento.

Miró al bicho, estaba mojado y flaco el pobre. Era sin duda un cachorro de gato de pelaje rojizo algo largo, tal vez cruce con angora, y estaba encima de todo temblando de manera incontrolable. Harry  no estaba seguro de si era por frio o por el shock, pero de repente recordó la túnica olvidada y cogiendo del cogote al animalito lo llevó hasta donde había estado previamente soltando al bicho sobre su túnica con la intención de secarlo primero y ya luego ver que hacía luego con el animalito.

Seguramente conseguirle un hogar. Harry se sentía mal de dejar un pequeño tan pequeño solo por el mundo. Si, traumas propios definitivamente trabajando en dicha decisión.

Pero un par de enérgicas frotadas después tuvo que alejarse de nuevo. El animalito le había dado una poderosa descarga eléctrica que lo había lanzado para atrás y le había parado de paso la desordenada cabellera y la había mandado a direcciones inimaginables.

- "¿Pero que...?."- y allí se quedó, el bicho parecía estar recobrando el conocimiento y miró a su alrededor desorientado, más al momento de ver a Harry relativamente tan cerca arqueó el lomo en señal amenaza y pronto una especie de campo eléctrico comenzó a formarse a su alrededor aunque solo fue por un momento, el animalito pronto gimió y no precisamente de dolor.

Y su naricita comenzó a funcionar, dirigiéndose al trozo de pastel con mucha crema chantilly que el joven profesor había dejado olvidado junto a su túnica al momento de ir al rescate de la pequeña cosita.  Harry nunca había visto a un animalito lamer la crema chantilly con tanto entusiasmo en lo absoluto.

- "¿Te gusta?."- preguntó tontamente, obteniendo a cambio que el animalito se pusiese otra vez en guardia. Aunque con el hocico todo lleno de chantilly no se veía tan amenazador.

El gato se alejó del dulce de un salto y Harry se sintió mal por ello. Si no le gustaba ver pequeños solos mucho menos le gustaba verlos hambrientos. Trató de solucionarlo.

Se acercó al dulce y se lo trató de acercar al otro que seguía retrocediendo.

- "Ten mira, pastel para ti. Pastelito..."- repitió una última vez antes de que el felino acercase un poco el hocico y de manera rápida arrebatase un pedazo y se fuese corriendo.

*Seguro esta volviendo con su madre... y por lo menos ya no tendrá el estómago vacío.* pensó el ojiverde antes de tomar su túnica y volver al castillo.

Sin embargo un par de horas después sonreía en la biblioteca mientras repasaba de nuevo la información encontrada.

Gatos Trueno: A primera vista estas criaturas pueden ser confundidas fácilmente por gatos ordinarios, sin embargo al sentirse amenazados despliegan un campo eléctrico alrededor suyo, que en el caso de los destinados a ser machos alphas puede llegar a tomar forma definida y tener un poder semejante al de un rayo. Estas criaturas gustan de vivir en lugares donde haya tormentas eléctricas frecuentes. Se alimentan de carne en general, pero jamás se rehúsan ante alimentos con sabores dulces, en especial aquellos con altos contenidos de azúcares, los cuales son utilizados por sus cuerpos para la creación de campos energéticos más duraderos.

¿Forma definida? se preguntó Harry mientras revisaba la siguiente página donde se suponía que habían ilustraciones, encontrándose entonces con un dibujo que indicaba una enorme pantera echa de electricidad alrededor de la figura de un pequeño gato. Oh! esa forma definida, se dijo a sí mismo el profesor de Defensa mientras cerraba el libro y lo ponía en su sitio y recordaba la forma en la que el minino se había aventado sobre el pedazo de pastel.

Bueno, esa había sido una experiencia interesante, era hora de volver a su trabajo.

17 de Agosto - 20:03 hrs.

Harry estaba hecho un lío dentro de sus habitaciones para cuando la puerta se abrió y el profesor de Pociones entró por ella. Pasaron cinco minutos en los cuales Snape se sintió completamente ignorado antes de que le preguntase con mordacidad.

- "¿Se puede saber Potter que le pasa?. Tal vez si deja salir esos profundos pensamientos que lo atormentan, pueda ser capaz de dejar de dar tantas vueltas. Me está mareando."- lanzó en otro de manera mordaz y Harry lo miró recién dándose cuenta de que el otro estaba allí.

- "Cuando... no, no importa. Olvídelo."- dijo llevándose de nuevo las manos a la ya de por si bastante despeinada cabellera- "Estoy buscando mi manual sobre Gorros Rojos, estoy seguro de que lo dejé por algún lugar el día de ayer ¡Yo lo tenía en la mano! ¿Donde lo deje?."- volvió entonces a dar una vuelta sobre si mismo revisándolo todo con la vista y luego volvió a despeinarse otro poco más.

Una especie de tic atacó el ojo izquierdo de Snape el cual suspiró. Si, él recordaba haberle visto el manual al chico ayer... y también recordaba.

Alzó la vista. Ah! allí estaba.

- "Potter."- dijo entonces calmadamente, y cuando el chico fijó su atención en él pues el profesor le señaló el estante lleno de pergaminos donde efectivamente el día anterior Harry había depositado el manual haciéndolo levitar hasta allí.

- "¡Mi manual!."- exclamó entonces el muchacho feliz como unas pascuas y bastante aliviado y de paso tan atolondrado como siempre, por lo que en lugar de agarrar la varita como todo mago que se respeta para bajar el dichoso manual, simplemente se trepó el estante como el cavernícola sin cerebro que Snape tantas veces lo había acusado de ser.

Por supuesto el estante no estaba fijado a la pared y ni bien el chico llevaba tres repisas escaladas, el artilugio comenzó a balancearse de manera precaria anunciando su pronta caída. Snape se movió sin siquiera pensarlo para sacar al joven profesor del nuevo aprieto en el que se metía.

El estante se sacudió, Potter alcanzó el manual y mientras le daba una sacudida triunfal terminaba de descuidar su agarre, el estante se sacudió aún más y Snape ya estaba listo para el inminente desastre.

El estante no se cayó, pero el cerebro de cavernícola si lo hizo... justo encima de Snape... cuyos labios estaban ahora debajo de los del caído.

¿Era normal sentir hormigas recorriendo tu cuerpo al contacto con los labios de otra persona? se preguntó el ojiverde...

Tal vez un efecto secundario de haber recibido una descarga del campo de protección del pequeño gato comepastel.

¿Sería otro efecto secundario el que su cerebro no ordenase a su cuerpo moverse?... podía ser. Hmmm, que bonito se sentían las hormigas.

De pronto unas manos a los costados de su cabeza lo despertaron de la especie de trance en el que se encontraba y unos ojos negros que lo miraban de manera profunda lo terminaron de traer a la realidad.

Gentilmente Snape lo sacó de encima suyo, se levantó, lo ayudó a levantarse y de pronto fue como si nada hubiese pasado o por lo menos así actuaba Snape.

Pero si había pasado algo y Harry no sabía ni que pensar. Cuanta confusión.

18 de Agosto - 09:42 hrs.

Harry divisó una vez más al Gorro Rojo y se sintió tranquilo. Esa misma tarde o a más tardar al día siguiente tanto Hagrid como él mismo iban a capturarlo. No podían dejar que un Gorro Rojo estuviese tan campante por allí cuando los estudiantes volviesen al colegio.

Con mucho cuidado y para evitar que la criatura se percatara de su presencia y se moviese antes de ser capturado, Harry dio vuelta sobre sus pasos y salió lo más tranquilo que pudo, una vez más con dirección a la orilla del lago, donde finalmente se sentó sobre el pasto y sacando una bolsa del bolsillo de su túnica comenzó a desenvolver el trozo de pastel de ese día y lo comía con desgano.

Los sucesos del día anterior lo tenían realmente confundido, sobre todo porque aquel beso lo había hecho sentir más en cinco segundos que cualquier otro beso o caricia en su vida... incluso juntando todos los besos y caricias que había recibido en su vida. Ese beso, ese simple beso había sido arrollador, arrasador y estaba no solo confundido sino completa y genuinamente aterrado.

Se llevó las manos al rostro en una simple acción de desesperación.

- "¿Que voy a hacer?."- se preguntó casi con un gemido ahogado a sí mismo.

Un ruido a su derecha lo alertó, pero se tranquilizó al ver la conocida figura de un minino rojo alzando la nariz mientras olfateaba el aire. Ahora sabiendo lo que el bicho buscaba Harry simplemente puso el pedazo de pastel a su derecha y lo empujó un poco, sonriendo ante la alerta que presentaba el pequeño gatito flaco ante sus acciones... porque si, el gatito estaba flaco y un poco despeinado y tenía cara de hambre.

- "¿Y tu madre?... Ven mira, pastelito para ti. Comételo todo, yo no tengo ganas ya... y aún queda todo un piso de pastel en la base de la caja."- el chico suspiró una vez más- "Lo cual quiere decir que tardaré aún unos cuantos días en deshacerme de eso... unos cuantos días más que seguirá viniendo."- miró al gatito que ya tenía el hocico hundido en la crema blanca- "No sé si eso es bueno o malo."- dijo entonces de pronto, el gatito levantando la vista apenas lo suficiente para cerciorarse de que no se iba a acercar el extraño humano a él para luego seguir comiendo.

Durante la siguiente hora Harry sacó otro pedazo de pastel que había llevado consigo y que el gatito devoró con gusto, mientras le contaba todo al animalito. Sensaciones, temores y sentimientos que no sabía o no quería reconocer que tenía de pronto estaban siendo revelados ante las aguas calmadas del lago y un pequeño cachorro de gato trueno con el hocico lleno de chantilly.

No, no venía una bandada de hipogrifos pero jamás en su vida Harry se había sentido más jodido que en aquél momento.

Un rato después y prometiéndole a su nuevo amiguito volver al día siguiente con otro pedazo de tarta para él, Harry se fue con las manos hundidas en los bolsillos de la túnica y la cabeza gacha.

Condenadamente jodido.


Fin del segundo capítulo

Gorro Rojo:
Los Gorro Rojo son criaturas semejantes a los enanos, que viven en hoyos de antiguos campos de batalla o en cualquier otro lugar donde se haya derramado sangre humana. Es fácil repelerlos con encantamientos y maldiciones, pero son muy peligrosos para los muggles solitarios. Si un Gorro Rojo da con un Muggle en una noche oscura, tratará de golpearlo con su maza hasta matarlo. (Sacado de Harry Potter Wiki)

Notas de la autora:

=T.T= sowwy por la extensa demora, pero mi musa se atrancó aquí y no quiso seguir por mucho mucho tiempo. Hice otros fics (de los cuales algunos andan aun en continuará) pero no seguí este sepa diox porque. No estoy muy contenta con el resultado porque siento que debía de tener más chispa pero mi musa me ha dicho que haga de tripas corazón, que si hubiesemos avanzado en el momento hubiese salido con la chispa del primer chapter... la muy condenada, no se con que cara me dice esas cosas. En fin, muchas gracias por leer y el final está en el horno desde ya para que no me pase lo mismo... espero.

Son un público maravilloso.

Besos y apapachos felinos para todos y Feliz Año 2013 para todos, que este año les traiga el doble de bondades de las que recibieron el año pasado.

chibineko chan
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)

~.~.~.~.~.~


Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece.  Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final.  Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá.  Gracias


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