-Eiji, prepárate para contestarme porque nadie va a venir a molestar esta vez –salió del baño con unos pantalones largos deportivos azules y una musculosa blanca.
Oishi fue a cerrar la ventana, dejando entreabierto para que entre un poco de luz de afuera, y finalmente, cerró la puerta con llave y se dirigió hacia donde estaba acostado en neko.
-¿Y bien Eiji? ¿Qué soy… -él estaba parado al lado de la cama y lo miró- ¿te quedaste dormido? No puede ser… -un poco resignado por verlo así dormido, pero no quería despertarlo, tal vez estaba muy cansado por el entrenamiento.
Oishi, se arrodilló en el piso al lado de la cama de Eiji, apoyando uno de sus codos en la cama posando su rostro en el puño y con la otra mano le acarició una mejilla. Al sentir esa mano tan tibia, el corazón de Eiji empezó a latir más rápidamente y sus mejillas tomaron un color rosado.
-Sinceramente, quería escuchar qué es lo que significo para ti, Eiji. Últimamente, me di cuenta que estar a tu lado me tranquiliza, me hace feliz. Y cuando alguien se te acerca me molesta… me da celos. Sé que suena raro, pero es lo que me pasa y no puedo evitarlo –mientras hablaba le acariciaba sus rojos cabellos- No te imaginas cuanto te quiero, cuánto significa tu felicidad para mí… pero tampoco me atrevo a decirte lo que me pasa a la cara, es difícil, ¿sabes? Cada vez que estoy a tu lado se me eriza la piel, el corazón late demasiado fuerte que parece que va a salirse de mi pecho, he notado que mis mejillas se sonrojan y que un calor empieza a brotar de mi cuerpo... –lo miró por unos momentos para ver si abría los ojos y prosiguió- Bueno, logré decirte lo que eres para mi… pero solo puedo hacerlo de esta forma, contigo dormido. Espero poder atreverme a decírtelo cuando despiertes –le dijo mientras lo miraba tiernamente. Decidió levantarse del piso y tal vez, iría a tomar un poco de aire, pero apenas se levantó del piso, una mano lo tomó del brazo -Eiji… -se dio vuelta y lo miró un poco ruborizado- ¿escuchaste todo lo que acabo de decirte?–vio a Eiji sentado de costado mirándolo con unos ojos brillosos.
-Nya –fue su única contestación con un leve movimiento de cabeza afirmativo. Oishi se arrodillo arriba de la cama para quedar a la altura de su amado pelirrojo y lo tomó de las manos.
-Y bien –tragó saliva y prosiguió- Dime… ya sabes lo que siento por ti. Ahora dime, qué es lo que tú sientes por mí –le decía mientras le corría un mechón colorado que estaba tapando uno de sus azules ojos.
-…- no decía nada, y el brillo anterior de sus ojos, comenzaron a transformarse en lágrimas.
-¿Qué te ocurre? No quiero que llores. Sé que es difícil de entender, pero es lo que me pasa y me disculpo por si te molestan mis sentimientos –bajó la vista, no miró más la cara de su amado. Abrió los ojos de par en par cuando sintió que unos labios cálidos se habían posado en los suyos y una mano le acariciaba el rostro.
-Gracias Oishi… he esperado por mucho tiempo que me digas esas cosas ¡Soy muy feliz! –hablaba mientras le caían un par de lágrimas que eran secadas por las manos suaves del sub-capitán. Eiji lo abrazó y poso su cabeza sobre el pecho del mayor, quien lo abrazó también y acostó su cabeza sobre la acolchonada cabellera de su gatito.
-¡Yo también soy muy feliz Eiji! No sabes cuánto me alegra que sientas lo mismo –Eiji se separó y lo agarró de las manos.
-¿Pero tú sabes lo que yo siento por ti? ¿Sabes lo que significas para mí?
-…- solo se le quedó mirando tiernamente, esperando que finalmente, Eiji confesara sus sentimientos
-Yo te amo Oishi y quiero estar por siempre a tu lado –y una lágrima se deslizó por su mejilla rosada.
-Yo también quiero estar a tu lado -hizo una pausa para mirarlo y ver como el rostro del pelirrojo deseaba escuchar algo más- Pero, hay otra cosa también… -el corazón del pelirrojo casi se paraliza al escuchar eso, hacía tiempo que esperaba que le dijera esas palabras de amor- Yo te amo mucho más de lo que tú puedes imaginar, esas palabras son muy poco para explicar lo que siento por ti Eiji –el chico felino hizo un poco de puchero y luego rompió en llanto
-¡Oishi, gracias! –se le abalanzó quedando recostados en la cama y dándole un gran y tierno beso.
TOC-TOC… sonó la puerta de la habitación.
-Eiji, Oishi. –era Fuji- Ya vamos a comer. Los esperamos en el comedor.
-SI- gritaron ambos pero sin dejar de estar los dos tirados en la cama y felices.
-¡Te amo! -le dijo un sonrojado neko.
-Y yo a ti, Eiji –y ambos se alistaron y se dirigieron al comedor, donde ya estaban todos en la mesa.
-¿Ya te sientes mejor, Oishi? –preguntó Sadaharu mientras un destelló brilló en sus lentes.
-¿Eh? -un poco desentendido de la pregunta, y sintió la mirada de Tezuka en medio de su sien- Ah… si, ya estoy mejor, jeje –dijo con una mano en la nuca, salió una gran gota de su frente y sus mejillas se sonrojaron, mientras Eiji lo miraba extrañado a Oishi, ya que no parecía sentirse mal.
-No me dijiste que te sentías mal, Oishi… -diciendo estas palabras con mucha inocencia, cómo es que no se había dado cuenta de que estaba mal.
-Es que ya se me pasó, no era grave. ¿Ustedes dos se sienten bien? –preguntó a Momo y a Ryoma para cambiar el tema.
-No preguntes –le contestaron los dos que todavía tenían las caras verdes.
-Luego vamos a ir a dar unas vueltas por el centro. ¿Quieren venir? –preguntaba Fuji con una sonrisa sospechosa.
-¡Sí! ¡Vayamos a las maquinitas! ¡Nyaaaaaaa! –decía emocionado Eiji- Etto… pero… -mirándolo a Oishi por sobre su hombro, es tan inocente nuestro pequeño Eiji- ¿Te sentirás bien para ir a caminar? –mirándolo tiernamente.
-Sería mejor que te quedes, no queremos que te enfermes Oishi. –le dijo un muy pícaro Fuji al subcapitán, pero esta vez dejando ver esos ojos atemorizantes.
-Si se queda Oishi, alguien tendrá que quedarse con él. –ayudó Tezuka
-¡Nyaaa! ¡Yo me quedaré a cuidarte Oishi! –dijo con un brillo especial en los ojitos.
-No te preocupes Eiji, tu ve y diviértete. Yo me acostaré y dormiré –dijo con una media sonrisa temblorosa.
-Sería mejor que Eiji se quedara. –dijo Fuji, que más que un propuesta, fue una orden.
-¡No se diga más! ¡Yo me quedaré a cuidarte, nya! –fue hacia Oishi, lo tomó de las manos y aparecieron unas orejas y una colita moviéndose de un lado hacia el otro, en nuestro neko.
-Eh… -dio un suspiro hacia abajo- bueno, muchas gracias Eiji. –con sus ojos cerrados y una breve sonrisa.
Terminaron todos de comer, cada cual a su habitación para cambiarse y ponerse bellos para salir. Y otros dos que se ponían ropa para dormir, o mejor dicho, ¡sacándose ropa para dormir! Oishi había pensado en decirle que no se sentía mal, pero entonces tendrían que salir con los demás, y prefería que estén ellos dos solos. La noche aún era joven, y ellos la aprovecharían al máximo…