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¡Atrapado! por Fullbuster

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Portgas D. Ace POV


 


Menuda tormenta había surgido esta noche, al verla a la lejanía tuve que pararme en la isla más cercana a descansar hasta que pasara, porque si hubiera tenido mi barco y mi tripulación, aún me habría medio atrevido a atravesarla, pero estando yo solo en mi pequeño barco propulsado por mi fuego, era un suicidio entrar ahí, más por si me caía al agua, nadie podría salvarme y no quería morir de una forma tan ridícula por una tormenta, toda mi tripulación se habría reído de eso durante meses, bueno… supongo que después de haber llorado mi muerte, claro está.


Había pagado una habitación en uno de los hostales más baratos de la ciudad y me quedé allí toda la noche, a veces pensaba que incluso pagar la habitación entera para la noche era una pérdida de tiempo, porque cuando empecé a cenar en el bar del hostal, me quedé dormido encima del plato, era algo habitual en mí, supongo que mi hermano también había sacado eso de mí, no estaba muy seguro, pero no había remedio con nosotros. La gente a veces pensaba que me había muerto comiendo, pero no, una vez me despertaba seguía hablando y comiendo como si nada.


Mi búsqueda de Barba negra continuaba, sé que me había pedido mi capitán que no lo persiguiera, que lo dejase estar, pero no podía, yo era el capitán de la segunda división de Barba blanca y ese tío había atentado contra mi tripulación por puro egoísmo en busca de poder, iba a pagar por haberse rebelado en mi barco, por haber hecho daño a mis compañeros, no podía dejarlo así como así y sé que mi padre Barba blanca en el fondo lo entendía, era mi orgullo como capitán, había atentado contra mí, no podía dejarle sin castigo, a mí me importaban todos mis compañeros, no podía evitarlo.


Mi tripulación supongo que iba por libre cuando yo no estaba, siempre dejaba a alguien al mando mientras buscaba a ese maldito, pero ellos se dedicaban a intentar alcanzarme aunque tenían órdenes expresas de seguir con su ruta, ya les alcanzaría yo en algún momento. Con el que a veces me cruzaba, era con Marco, capitán de la primera división y como siempre, me pedía que volviera con mi tripulación y dejase esta locura de misión que había convertido en mi propia meta personal.


Me fui a mi habitación casi a las cuatro de la madrugada y es que mis cenas se hacían eternas gracias a mi narcolepsia. Cuando ya estaba tumbado encima de la cama me di cuenta de algo… hacía el mismo maldito calor que en Arabasta y entonces… pensé en mi hermano ¿Dónde estaría? No debía andar muy lejos de aquí, eso era seguro por la ruta que llevaba la última vez, quizá podía pasar a verle o esa era la excusa… porque desde Arabasta, justo cuando conocí a su tripulación, yo no había podido dejar de pensar y soñar con aquel chico de cabello verde tan peculiar, su espadachín estrella, aquel chico arrogante y altanero que sólo hacía caso a Luffy y sonreí.


Pasarme a hacerles una visita de repente… no me parecía tan mala idea, podría volver a ver a aquel chico. Sé que era muy extraño, a mí jamás me habían gustado los chicos, pero aquel no era un chico, era un hombre, fuerte, rudo, arrogante, me encantaba todo de él y no quise decirle nunca nada porque sabía que no sentiría lo mismo, al fin y al cabo… yo era otro hombre ¿Cómo iba a enamorarse de mí? Y más con las bellezas que llevaban a bordo de ese barco, sólo había que ver a Robin o a Nami, yo sólo era el hermano mayor de su capitán, el capitán de la segunda división de Barba blanca, el que derribó toda una flota de un puñetazo de fuego y al menos… casi hace que me sonroje cuando admitió mi fuerza, porque que él se fijase en que era fuerte, me alagaba.


 Me desperté cuando llamaron a mi puerta y creo que es que tenían que entrar a limpiar para dejarla arreglada para el siguiente huésped, yo había pagado sólo por una noche, así que me desperté y me marché de allí recogiendo mi pequeña mochila. Quería buscar a mi hermano y creo que intuía por la ruta que llevaban, más o menos por dónde podía estar.


Paseé por el pueblo y escuchaba rumores sobre el gobernador de la isla donde estaba, yo ni siquiera conocía esta isla pero me daba igual, sólo estaba de paso, me iría enseguida aunque sus habitantes parecían muy educados y no tenían miedo de los piratas, incluso tras ver mis tatuajes no se apartaban ni llamaban a la armada y eso era un poco sospechoso, pero tampoco le di importancia, recogería algunas provisiones y me marcharía.


Paré en una de las tiendecillas que vendían fruta y pagué un par de manzanas que me fui comiendo por el camino mientras seguía en dirección a la bahía donde había dejado atada mi embarcación propulsada. Pasé por al lado de unas mujeres que parecían de alta clase por la forma en que hablaban y los vestidos que llevaban, seguramente sus esposos eran gente importante y conversaban sobre la futura fiesta que el gobernador daría en su mansión, tampoco les hice caso y continué caminando.


Llegué a la bahía y vi mi embarcación, así que subí a ella y activé el fuego de mis pies para salir de aquí, quería marcharme de esta isla, ya había tenido bastante con quedarme un día, ahora quería ir con mi hermano. Salí hacia el horizonte y rodeé la isla pero cuando iba a marcharme hacia la ruta donde se suponía que mi hermano debía de estar, vi en otra de las bahías al este un barco encallado en la arena y juraría que ese era el de mi hermano.


Me acerqué allí y dejé mi embarcación bien atada mientras subía por el barco a ver si conseguía ver a alguien pero todo estaba desierto y el barco tenía bastantes destrozos, seguramente el insensato de mi hermano había tratado de atravesar esa gran tormenta y este había sido el resultado. Me preocupé por si mi hermano se había caído al agua, pero lo vi durmiendo en la cubierta ¡Era un caso perdido! Sonreí y le dejé dormir un rato más mientras buscaba al resto de su tripulación.


Casi todos parecían estar bien, algunos aún inconscientes pero no veía a Zoro, revisé todo el barco de arriba abajo y no lo veía y empecé a preocuparme. Bajé del barco de nuevo a la playa y lo busqué por los alrededores porque era posible que del choque en tierra hubiera podido caerse por la borda y estuviera por la arena tirado.


Lo encontré al final en la arena inconsciente y cuando me acerqué, me di cuenta de que tenía sangre en la parte trasera de su cabeza, seguramente por haberse golpeado con algo, así que volví al barco buscando en la enfermería unas vendas y algo para desinfectarle y bajé a curarle esa herida. Desde luego… se había pegado contra algo, porque menuda herida llevaba, esto le dolería un tiempo.


Me senté después de curarle en la arena y miré el mar, las olas iban y venían, no podía dejar de mirarlas porque a mí el mar… me hipnotizaba, me encantaba el mirarlo, me tranquilizaba. Estaba sumido en mis pensamientos cuando escuché la voz de Zoro quejándose y me giré hacia él mirándole ahora con la venda en su cabeza y le sonreí.


- Buenos días dormilón – le dije – me alegro de que sigas aquí con nosotros.


- ¿Ace? – preguntó - ¿Estoy soñando aún? – preguntó extrañado y sonreí.


- No, no estás soñando. Soy real.


- ¿Qué haces aquí?


- Buscaba a Barba negra cuando me pilló la tormenta y tuve que hacer noche en esta isla, por lo que veo… vosotros preferíais no hacer noche.


- Tu hermano que está loco – me dijo  sonriendo – ya sabes cómo es, quería llegar cuanto antes… como si nos fueran a quitar el One Piece – se reía ahora y me reí yo también.


- Mi hermano no sabe cuando parar – le dije -  ¿Estás bien? Te has dado un buen golpe en la cabeza.


- Sí, estoy perfecto, gracias – me dijo - ¿Dónde están los demás? – preguntó.


- En el barco, todos están bien, durmiendo, no tardarán en despertar – le dije.


Zoro se sentó a mi lado y miró el mar también, miró el sol poniéndose en aquel cielo anaranjado que tanto me gustaba a mí. Me recordaba un poco a los colores de mi habilidad, a los colores del fuego, me gustaba ver esos colores en el cielo, a veces llegaba a pensar que cielo podía arder también y sonreía al pensarlo… que tontería.


- Vaya destrozo – escuché de golpe a Zoro y le vi mirando el barco.


- Sí, por no querer parar una noche ante una tormenta, va a tener que parar unos días para repararlo – le sonreí y Zoro empezó a reír.


- ¿Y tu tripulación? – me preguntó.


- Ya sabes que yo voy un poco por libre – le dije sonriendo.


- Eres como un capitán sin barco – yo me reí.


- Tengo un barco, de hecho a veces estoy en él – le dije a modo irónico y él se reía.


- Siempre has sido un alma libre, haces lo que quieres cuando quieres.


- Sí – le dije poniéndome serio – me gusta la libertad, pero también vuelvo con mi tripulación si están en problemas, no abandono a mis compañeros – le dije – son importantes para mí.


- ¿Ace? – escuché que preguntaban y vi a Luffy en la cima del barco sonriendo – Ace – me gritó bajando de un salto a saludarme y yo me levanté colocando ya la mano para una batalla de puños.


No sé por qué seguíamos haciendo esto, al final siempre quedábamos empatados, pero nos daba igual, supongo que ya se había convertido en un rito entre mi hermano y yo.


- ¿Qué haces tú por aquí Ace? – me preguntó.


- Ya sabes… buscaba a Barba negra, pero me ha tocado detenerme por la tormenta, ya he visto que tú no te detuviste.


- No esperé que fuera una tormenta tan fuerte.


- Estás loco – le dije


- ¿Cuánto te quedas? – me preguntó.


- Iba solo a pasar a saludaros, pero visto el trabajo que tenéis para arreglar este destrozo, creo que me quedaré más de lo que pensaba y os echaré una mano a reparar el barco – le comenté.


- Genial, me alegra de que te quedes un tiempo.


- Sí… y a mí – le dije mirando de reojo a Zoro que nos miraba sonrojado, creo que a Zoro le ocurría algo con mi hermano, porque no paraba de mirarle de esa forma extraña ¿Sería mi imaginación?


Aquella noche me quedé a dormir y preferí bajarme a la playa, no quería estar a cubierto con el cielo tan bonito que había hoy. Luffy se quedó en el barco durmiendo con su tripulación y yo cuando quise darme cuenta, tenía a Zoro a mi lado sonriendo. Al parecer se había bajado por el mismo motivo que el mío, quería ver las estrellas antes de dormirse, prefería estar aquí al fresco que no encerrado en el barco y era algo normal, yo lo entendía, no hacía nada de frío como para tener que estar a cubierto, hacía una noche perfecta.


Desde luego… Zoro se durmió enseguida, pero yo no podía dormirme, me giraba y le veía a él con ese rostro tan tranquilo y no podía evitar sonreír, ese chico me gustaba y seguramente me llevaría este secreto a la tumba y más ahora después de haber visto como Zoro miraba a mi hermano, estaba claro… que amaba a Luffy y yo no quería meterme en medio de esa relación. Era mi hermano… yo por él hacía cualquier cosa, incluso apartarme del único chico del que me había enamorado en mi vida.


 


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