Capítulo 05 – Un día para el baile:
Peter se despertó, con el sueño reclamando su atención nuevamente, pero sabía que no podía sucumbir al encanto por más maravilloso que fuera; tenía clases, y aunque no fuera un fan de la escuela, la primera hora era con el profesor Riddle, por mucho sueño que tuviera, jamás faltaría a una clase de él… aun tenia deseos de vivir.
Estiró sus brazos con pesar, quedándose rígido en el instante. Su respiración se volvió pesada y sus ojos se abrieron con pánico. No estaba solo. Sentía la respiración de alguien sobre su nuca, era caliente y provocaba un escalofrió por todo su cuerpo. Una mano se posaba sobre su cintura, atrayendo su cuerpo hacia un pecho firme; lo que le decía a Peter que la otra persona era un hombre o una mujer muy atlética.
¿En dónde estaba? Eso no era su habitación, ya que ni en un millón de años dormiría con edredones verdes y almohadas a juego; el verde no era de los Gryffindor, ese color era de… su respiración se volvió aún más irregular cuando lo golpeo la verdad junto con los acontecimientos de ayer por la noche.
Peter caminando por los pasillos, topándose con Lancaster. Lancaster arrinconándolo en una pared, diciéndole una sarta de tonterías acerca de sus amigos y derechos. La llegada de un muy enojado Bartemius y el inicio del infierno. ¡Oh Merlín! Crouch lo había salvado del Ravenclaw, para después arrastrarlo hasta la sala común de Slytherin y básicamente arrojándolo a su habitación.
Giro su cabeza, de modo que pudiera ver a la persona que lo mantenía en una prisión de brazos cálidos, y no se asombro saber que en efecto era Crouch. Una exhalación se escapó de sus labios, no queriendo despertar a su captor.
Su rostro normalmente enmarcado con el ceño fruncido, aquella que era la personificación de la aristocracia, se encontraba en paz, respirando en un compás silencioso al ritmo de los latidos del corazón, verlo así lo embargo tranquilidad.
Sus labios ligeramente abiertos, proferían un ligero sonido que dibujo una sonrisa en el rostro de Peter.
-Tan cerca, tan alcanzable…
La sensación de querer verlo mas de cerca, insto a Peter a girarse lentamente. Una tarea un poco difícil teniendo en cuenta que Crouch mantenía un fuerte agarre sobre él. Aun así, lo logro.
Estaba nervioso, a pesar de que Crouch lo había ayudado, no entendía el motivo por el que lo había hecho. - quizás fue su obra de caridad del año. Después de todo, Crouch no era conocido por ayudar al prójimo por la bondad de su corazón, menos a él.
El sonido de la manecilla de un reloj a lo lejos solo avivaba los nervios de Peter, sabia que en cualquier momento se iba a levantar ¿Qué le diría? ¿Cómo debía actuar? ¿Y si…?
-Estás pensando mucho.
Esa voz ronca, y con un marcado acento inglés. Le envió un escalofrió por toda su columna, no sabia si era de miedo o de excitación. Unos ojos adormilados, pero de un claro color castaño se centraron en los suyo. Ninguno de los dos decía nada, solo se quedaron viendo fijamente. Se sentía hipnotizado ante la intensidad de esos ojos que reflejaban los suyos.
Segundos, minutos, quizás horas… no lo sabía, para Peter el tiempo se había detenido, podría pasar un siglo y él estaría sin prestarle un segundo pensamiento al tiempo. Hasta que nuevamente esa voz corto el silencio.
-No tengas miedo.
Bieeeeen… ahora si que tenia miedo. Acaso eso no era lo que los asesinos le decían a sus victimas antes de matarlas. No no no, estas exagerando Peter, el hombre te salvo, no creo que lo haya hecho para después asesinarte.
-No tengo miedo.
Le hubiera gustado que su voz saliera confiada y fuerte como la de Crouch, en vez de una chillona y baja.
¡Oh merlín!.- Ahí, delante de Peter, la comisura de los labios de Crouch se habían elevado un poco, lo que creyó que era el inicio de una sonrisa, y no era una de burla o llena de sarcasmo, más bien era una real, que le llegaba a los ojos.
Atónito. Si no estuviera acostado, sin duda se hubiera desmayado de la impresión.
-Necesito hablar contigo.
Peter asintió lentamente aun con la sorpresa reflejada en su cara, a pesar de la situación extraña, tenía mucha curiosidad de saber qué le diría.
-Considero que no es el lugar adecuado para tener una conversación de esta índole, pero creo que es imperioso que la tengamos.
Peter volvió asentir.
Bartemius alzo una ceja. -Necesito que hagas algo más que solo asentir a lo que te digo.
Esa amonestación lo hizo espabilarse. -Si.- Bien, Peter, va a pensar que eres tonto.
Un suspiro escapo de los labios de Crouch.- un monosílabo es mejor que nada.- Un sonrojo tiño las mejillas de Peter.
El agarre en su cintura se aflojo, la perdida de esos fuertes brazos que lo mantenían a salvo se alejaron de él. Desenredando su cuerpo de las sabanas que lo acariciaban, Bartemius se sentó, con la espalda recta, y su cabello desordenado. ¿Cómo alguien podía verse tan bien al despertar?
Suavemente, como si fuera el roce de una pluma, una mano grande y suave, se posó en su mejilla. Como si de algo invaluable se tratara, como si no quisiera causar ningún daño, un suave tacto que roba el ritmo normal de su corazón, volviéndolo inestable y peligroso.
A pesar del toque gentil, Peter no pudo evitar el sobresalto. No era algo típico que la gente hacía, menos algo que Crouch hiciera.
-No soy la mejor de las personas.- empezó a decir.- lo sé y no me interesa serlo. Aun pienso que soy mejor que muchos. Vengo de una familia de sangre pura, orgullosa y desconfiada. - inhalo, dándose tiempo para seguir hablando. –Creo en la lealtad, en la honestidad cruda, en los beneficios que puede conllevar una relación o amistad. Existen muy pocas personas a las cuales mantengo cera y confío, así como pocas cosas que no entienda. - su mirada hasta entonces firme, se volvió inestable. Recorriendo la habitación con la mirada, la mano que descansaba en una de las mejillas de Peter, descendió. Sintiendo la perdida de inmediato. - una de ellas, el amor.
Silencio. Solo las respiraciones desiguales de ambos se escuchaban.
Todo su ser le dijo a Peter que no debía interrumpir las palabras de Bartemius, era como si quisiera desnudar su alma, sus sentimientos mas profundos, su verdadero ser. Una mezcla de miedo y anhelo lo envolvieron.
-La gente que se enamora pierde su rumbo.- continuo Bartemius.- empiezan a comportarse de manera estúpida. Su orgullo muchas veces se ve perjudicado por ello, y en ocasiones les quitan las ganas de seguir viviendo cuando la persona a la cual le profesan amor ya no está.- con cada palabra que pronunciaba Bartemius, Peter sentía que su corazón era estrujado.- actuar sin sentido, priorizar a otro, darle el poder para herirte y destruirte, eso es el amor para mí.- Esa mirada castaña volvió a posarse en Peter.
¿Qué podía decir ante esas palabras? ¿Por qué se las decía? Realmente no lo sabía. Bartemius creía que el amor era una debilidad, ante sus ojos, no era algo importante, ni que mereciera la pena intentar. Nunca brindaría la confianza que implica el que conozcan tus sentimientos, él jamás dejaría entrar a nadie.
Sin poder retener más sus sentimientos, lagrimas calientes recorrían su camino desde sus ojos, hasta caer por sus mejillas. Su amor estaba condenado, aun sabiendo que era imposible, albergaba como todas las personas una esperanza en lo mas profundo de su ser.- Tonto ¿no?
Ninguna palabra era pronunciada, solo el sollozo de un corazón roto recorría la habitación.
Peter quería salir corriendo, se preguntaba que estaría pensando Bartemius al ver como lloraba sin razón alguna, una razón que jamás conocería. Sentado ahí, llorando, sollozando, sin poder alzar la vista y ver que cara estaba poniendo Bartemius. ¿Se burlaría? ¿desagrado? No tenia la suficiente voluntad para volver a mirar esos ojos castaños.
Dedos largos y tibios, tocaron su cara, levantándola y exponiendo su tristeza. Esos mismos dedos recorrían el camino de las lágrimas que brotaban sin cesar, hasta llegar al nacimiento de ellas, tratando de limpiarlas, pararlas, sin lograrlo.- y a pesar de saber que tiene más desventajas que ventajas esa palabra llamada amor.- siguió hablando Bartemius.- has logrado penetrar la coraza que levanté alrededor de mis sentimientos.- ojos llorosos se encontraron con unos que irradiaban determinación.- No sé si es amor, no sé si solo es una ilusión creada por mi cerebro. Estoy seguro que te hare llorar mas veces de las que podre hacerte sonreír… pero si puedes perdonarme por todos mis errores, por todas mis palabras duras, por mi egoísmo. No habrá un día en el que no trate de construir la felicidad que implica el amar a alguien.
El ser humano es un ser muy voluble, solo escuchar esas palabras, provocaron otro sentimiento en Peter, uno que no era tristeza.- ¿Realmente puedo tener esperanza?.- Interrumpió.- ¿Realmente se me está permitido tener esperanza?.- siempre se había sentido la segunda opción de todos, la persona remplazable. Aquella de la cual podías prescindir sin ningún esfuerzo. Cuando se dio cuenta de sus sentimientos por Bartemius, supo de inmediato que era un amor el cual jamás iba a florecer, un amor unilateral, nació y moriría solo, sin nunca ser correspondido. Por eso nunca dijo nada, ¿para que? Jamás seria correspondido, lo mejor era seguir su vida de la manera cotidiana.
Un amor como el suyo, no seria bien recibido. Un amor suyo, no era deseado, no sería recibido con alegría.
Pero en este momento, en ese preciso momento en el que se encontraba sentado en frente de la persona de la cual su corazón había decidió unirse, con sus lagrimas fluyendo sin cesar, con esos ojos castaños viéndolo fijamente sin nada de burla u odio siendo trasmitido, mas bien, era gentileza lo que miraba... quizás, si podía tener un poco de esperanza.
Valor. Debía tener el valor de transmitir lo que sentía, los sentimientos que lo ahogaban, esos que querían salir a borbotones, que exigían que fueran dichos.
Sus manos temblorosas, tomaron la mano cálida que limpiaba sus lágrimas. Repitiendo la misma pregunta que segundos antes había hecho. - ¿Realmente puedo tener esperanza?
La pregunta fue dicha en un susurro, con firmeza, con todas sus esperanzas puestas en la respuesta que tanto miedo tenia de escuchar, pero a la vez, que tanto quería.
Sin titubeo, sin demora, sin ningún ápice de incertidumbre, Bartemius contesto. -Puedes.- esa simple respuesta, esa simple palabra, tan corta, la cual jamás hubiera pensado que significaría tanto para él.
Otro fuerte sollozo broto de sus labios. Las lágrimas siguieron fluyendo por todo su rostro, pero no eran de tristeza, sino de alegría.
-Si sigues llorando te vas a secar.
Peter sonrió entre sollozos. Mirando esos ojos castaños, los cuales le miraban con una sonrisa en su plenitud, llenos de esperanza y anhelo al igual que los suyos.
Ninguno era perfecto, los dos habían cometido errores, se habían herido con palabras y acciones, las heridas sanarían poco a poco, con apoyo mutuo. Se convertirían en una unión más allá de las clases sociales, más allá del orgullo, de las miradas de reprobación de algunas personas.
Con altos y bajos, recorrerán su camino, y al llegar al final, cuando hayan pasado un camino lleno de obstáculos, Peter sonreirá, expresando el amor que durante años alimentó, y Bartemius por fin entenderá lo que significa el verdadero amor.
-Entonces ¿Quieres ir al baile conmigo?
En ese lugar, en ese preciso instante, Peter supo que la frase “La felicidad es la finalidad última de la existencia humana”, que leyó hace tiempo, es totalmente verdadero.