La noche había llegado en aquella cabaña, a petición de su jefe el cantante tuvo que usar durante todo el día aquel disfraz de Maid, además de ocuparse de todos los labores del hogar, como si en verdad fuese una empleada doméstica, ahora se encontraba sirviendo la merienda a su jefe, el cual no dejaba de verlo con lujuria hasta el punto de ponerlo nervioso.
-¿Por qué tan serio, Shindou? – pregunto el tecladista mirando al menor con tranquilidad desde uno de los enormes sillones de la sala, enmarcando su gran sonrisa a causa del evidente nerviosismo del menor.
-Es que no lo entiendo – comento el menor bajando un poco la cabeza, en verdad que su jefe era un misterio, un hombre poco usual y en cierto modo tenebroso.
-¿Qué no entiendes? – continuo el rubio, regalándole una mirada de tranquilidad, a pesar de que sentir curiosidad era muy bueno escondiendo sus emociones, tras aquella eterna sonrisa.
-¿Cómo puede estar tan tranquilo? – se atrevió a decir el menor, siendo invadido por un enorme sonrojo al recordar la pequeña sesión de sexo oral que su jefe practico con su miembro, el verlo tan tranquilo como si nada hubiese pasado lo confundía, más aún porque al menos su persona estaba a punto de volverse loca.
-Acaso tu no lo estas – el rubio contesto con otra pregunta, pues a su parecer no había motivo para estar nervioso –
-Claro que no… yo… yo… acabo de traicionar a Yuki – dijo el menor al mismo que sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, se sentía la peor basura del mundo, ya que al disfrutar las atenciones de su jefe, estaba burlándose de la integridad de su pareja.
Una enorme carcajada inundo la estancia, logrando que el menor subiera la cabeza para mirar fijamente al dueño de aquella risa, el rubio se encontraba sujetando su frente, intentando calmar sus impulsos, algo difícil pues nunca en su vida había oído algo tan estúpido como lo que el cantante acababa de decir.
-Tienes que estar bromeando verdad – dijo sin poder parar de reír, en serio que esto era digno de una película romántica, con un toque de melodrama del mas deplorable – Por favor, Shindou, en verdad que eres un completo idiota.
Soltó sin más sorprendiendo al menor, que no lograba entender absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo, pues su acompañante continuaba riendo como una hiena sin control.
-Shindou, Shindou, Shindou – hablo el rubio negando con la cabeza, cada vez que pronunciaba el nombre del peli rosado, en cierta forma no podía creer que existiera alguien tan estúpido en este mundo. - ¿En serio crees que has traicionado a Eiri? – pregunto apaciblemente esperando una respuesta.
-Eso es obvio, Yuki es mi pareja y no estuvo bien lo que sucedió hace unos momentos atrás, - con tristeza cerró los ojos intentando menguar la horrible sensación de opresión en su pecho – Lo traicione.
-No, - el rubio negó con los dedos, sin embargo ya no estaba riéndose, se encontraba verdaderamente molesto por aquella contestación tan absurda por no decir estúpida – Acaso te volviste loco o eres idiota. – Pregunto mirando con cierto reproche al menor – Tu no traicionaste a nadie
-Claro que sí, se lo acabo de decir, traicione a Yuki – contesto tapando se rostro para evitar que su jefe viera su vergüenza, estaba tan asustado ¿Cómo sería capaz de ver a Yuki, después de lo sucedido?
-Shindou – llamo el rubio acercándose lentamente, sin embargo algo no estaba bien, la siempre eterna sonrisa del tecladista de NG, había desaparecido dejando solo una mueca de seriedad extrema –
Lo siguiente vino en cámara lenta, el silencio de la cabaña se vio interrumpido por una sonora bofetada, una que el presidente de NG provoco en su empleado, esta fue lo suficientemente fuerte para dejar una enorme marca roja en la mejilla del cantante, quien únicamente dejo los ojos en blanco, hasta que aun sin reaccionar giro su cabeza y por instinto coloco una de sus manos en la zona afectada.
-Más te vale que me escuches, porque no lo repetiré otra vez – el rubio sujeto al cantante por lo hombros con enorme fuerza, al grado que seguramente mañana algunas marcas moradas aparecerían en aquella piel tan delicada – Tú no has traicionado a nadie, - dijo sacudiéndolo sin delicadeza – El único que ha sido traicionado en este lugar has sido tu – sin precaución lo azoto contra la pared llevando sus manos arriba de su cabeza – Y eres el idiota más grande en este amplio mundo por no darte cuenta de ello.
Los ojos del cantante, brillaban a causa de las lágrimas que emergían lentamente, en cierta forma estaba muy asustado por la actitud de su jefe, nunca en toda su vida creyó que viviría para ver al gran Thouma Seguchi, perdiendo su compostura de perfecto caballero.
-Eiri, fue quien te traiciono sabes – contesto gritando lo más fuerte que podía – el junto con toda su prole, o es que acoso se te ha olvidado el motivo por el cual estas aquí – sus palabras eran duras, como puñales cosa que no le importaba pues estaba consciente de que alguien debía abrirle los ojos al idiota que tenía frente – Oh si, te vendieron como si de una animal se tratase, no, creo que un maldito animal sería más valiosa para todos esos desgraciados que tú, porque la triste realidad es que te cambiaron por maldito templo en ruinas, solo para mantener una falsa imagen ante la gente, SOLO ESO…
El menor lo miraba con los ojos abiertos y temblando, al notar el aparente miedo del peli rosa, el rubio lo soltó, para después suspirar y alejarse del lugar, si continuaba en la habitación, seguramente terminaría golpeando nuevamente al cantante por ser el idiota sentimental, más grande del ancho mundo.
-Shindou, lamento el golpe que te di – dijo dando la espalda desde el marco de la enorme puerta de roble, - No era mi intención, pero… en cierta forma era necesario que alguien te abriera los ojos, la realidad puede ser muy dura, pero más vale un verdad dolorosa que una dulce mentira – se giró un momento para dejar ver sus gemas esmeraldas – te dejare solo, tienes muchas cosas que pensar.
Después de ello el tecladista salió de la habitación, sin embargo se quedó tras la puerta para escuchar los evidentes sollozos por parte del otro ocupante, por un momento pensó que tal vez se pasó con respecto a sus palabras, sin embargo opto por retirarse del lugar, pues aunque pareciese extraño sentía demasiada pena por el menor.
-Mierda- gritaba el presidente al darse cuenta que desde su pequeña platica con el cantante, habían transcurrido 3 largas horas – Mierda – aquello era lo único que podía decir, al sentir aquella terrible sensación en su interior, pero lo más terrible de todo se debía a que no era capaz de descifrar aquellos sentimientos – Ese chico me sacara canas verdes… o terminara por ser mi ruina.
Harto de toda aquello, salió de la habitación en la que se encontraba para dirigirse nuevamente con el menor, dispuesto a remediar la situación, al abrir la puerta se llevó la enorme sorpresa de encontrarla vacía, busco con la mirada al peli rosa, descubriéndolo parada en el balcón del lugar mirando con tranquilidad el lago.
-Shindou – le llamo con fuerza, notando como este se limpiaba los ojos sin embargo era evidente que estuvo llorando, sus ojos estaban rojos.
-Sr. Seguchi – dijo tratando de no sonar triste, cosa falsa pues desde que su jefe se fuera no había dejado de pensar en sus palabras.
Su relación con Yuki siempre fue tormentosa, cada día se complicaba mucho más, era poco el tiempo y las cosas que compartían, solo eran dos extraños viviendo en una misma casa, de no ser la imagen pública que cargaban como la famosa Pareja de Oro del Japón, solo existía la nada.
- Yo… pensé en lo que me dijo y la verdad… tiene razón soy un completo idiota – confeso el menor mientras sus lágrimas salían velozmente por aquellas joyas amatistas – pero… es que por más que lo intente… nunca consigo hacer las cosas bien, - sus palabras eran acompañadas por un amargo llanto, el cual venció todas las defensas del mayor – siempre consigo arruinar las cosas y lo que es peor termino lastimando y causándole mucho problemas a quienes me importan… de verdad lo siento mucho.
El llanto del cantante continuo resonando en la hbitación, al mismo que el presidente sonreía con ternura, en verdad aquel pequeño era la inocencia y la terunura encarnada en una persona, solo alguien demasiado dulce podría preocuparse por lo demás antes que por el mismo, aun cuando estuviese hundiéndose en su miseria.
-Shuichi- lo llamo por su nombre por primera vez desde que lo conocía, al mismo que se acercaba para sujetar su mentón con suavidad, levantándolo lentamente, esmeralda y amatista se cruzaron ambos brillaban con intensidad, un ambiente mágico los envolvió – Eres un tonto, un tonto muy dulce y lindo.
Cuando el cantante quiso contestar, fue interrumpido por los dulces labios del rubio, sus ojos se abrieron como platos, sin embargo sus defensas fueron vencidas, aquel contacto totalmente diferente a todos los que Yuki le habia dado, el escritor siempre era violento, brusco, salvaje y no lograba transmitirle casi nada de sentimiento, pero el que su jefe le estaba otorgando indudablemente diferente, era tan suave, delicado y cargado de tantos sentimientos y emociones como estrellas en el cielo. No supo el motivo, pero en poco tiempo termino correspondiendo a aquel gesto, todas las culpas que habia sentido se desvanecieron, así se dejo llevar por el rubio de ojos esmeraldas