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Un médico para papá por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada

Actualizaciones: A diario.

Nº de Capítulos: 44

Sasuke Uchiha POV

 

Miraba el reloj… ¡Qué ganas de salir de la clase! No aguantaba más este aburrimiento. Los alumnos a mi alrededor miraban atentos a la profesora explicando pero yo no podía prestar atención. Veía en aquella pizarra números y más números, esto era una pérdida de tiempo. Yo ya me sabía todo lo que explicaban, sólo me apetecía volver a mi casa.

 

Miré hacía uno de los chicos de al lado y cuando éste se giró, me miró sonriendo con cierta malicia, pero yo le ignoré mirando hacia el otro lado, justo a la ventana por donde se veía los árboles moverse con el viento. Me centré esas hojas verdes, un verde brillante y precioso que empezaba a oscurecerse sin motivo alguno ¿Qué ocurría? Todo empezaba a perder la luz, empezaba a perder los colores. Me agobié un poco y levanté mi cabeza que estaba apoyada sobre mi mano mirando la pizarra, los números se difuminaban ante mis ojos, no podía estar seguro de qué números habían colocado.

 

Sasuke – escuché a la profesora llamarme y todos se giraron a mírame – Ey Sasuke… sal a la pizarra y escribe el resultado – me dijo acercándose a mi mesa y dándome la tiza.

 

No quería salir, no podía ver bien y tenía miedo de hacer el ridículo. Tenía miedo de levantarme y que al no poder ver lo que había a mí alrededor me hiciera daño o me golpease contra las mesas de mis compañeros en el intento de ir a la pizarra. Miré a la profesora que ahora utilizaba un tono más duro dándome la tiza aún y acerqué mi mano para cogerla.

 

La tiza se difuminaba… no podía verla bien y mis dedos trataron por lo menos tres veces de cogerla antes de conseguir agarrarla, todo lo veía doble, lo veía borroso, no podía enfocar mi vista en nada. Sentía mi respiración acelerarse, estaba entrando en pánico ¡Yo Sasuke Uchiha en pánico! No podía creérmelo. Esto jamás me había pasado.

 

Notaba la tiza entre mis dedos, pero la veía borrosa, mi mano se duplicaba ante mis ojos y la cogí con la otra con violencia tratando que se estuviera quieta a mis ojos ¿Qué me ocurría?

 

Sasuke, sal a la pizarra – insistió la profesora y la miré… su cara se desfiguraba, la clase entera se movía y cuando me levanté, era como si estuviera mareado, todo se movía a mi alrededor.

 

Me agarré a las mesas caminando despacio por el pasillo tratando de llegar a la pizarra, pero era difícil para mí no perder el equilibrio cuando todo se movía a mí alrededor. Sentía la gente reírse a mi espalda y susurrar cosas mientras la profesora les mandaba callar, pero a mí no me importaba, sólo quería salir de aquí, quería que todo se estuviera quieto, quería ver con claridad como hacía unos segundos.

 

Llegué a la pizarra y la toqué con mi mano asegurándome de que estaba frente a mí. Apenas podía ver. No entendía nada. Coloqué la tiza en posición para escribir y ni siquiera sé dónde la había puesto, no podía ver si estaba escrito o no dónde yo pensaba escribir pero… ¿Qué escribir? No veía los números,  no sabía el resultado. Me puse muy nervioso y más al escuchar los murmullos a mi espalda.

 

Sasuke ¿A qué esperas? – me preguntó la profesora desde mi mesa donde se había quedado.

 

La tiza chirrió por la pizarra cuando la apreté con fuerza y la lancé al suelo caminando con gran dificultad hacia la puerta de la clase. Casi me caí, de hecho no me caí al suelo porque me golpeé contra la puerta. La abrí y salí al pasillo buscando la pared para tener un punto de apoyo, un punto de seguridad. Caminé por el pasillo tocando la pared, no quería separarme de la pared y a cada paso que daba hacia la puerta de salida del edificio, perdía visión, todo se estaba oscureciendo ante mí. La profesora salió tras de mí, podía escucharla pero yo estaba centrado en seguir caminando, en mantener mi equilibrio, en intentar respirar por el ataque de pánico.

 

Sasuke ¿Estás bien? – me preguntó y escuchaba sus tacones viniendo hacia mí – Sasuke vuelve a clase – me insistía.

 

Llegué yo antes a la puerta principal y entonces me di cuenta, de que no veía absolutamente nada, la oscuridad más absoluta estaba frente a mí. Abrí la puerta pensando que salir a la luz del día aliviaría este terror, este problema, pero cuando abrí, no había nada.

 

 

 

Me desperté de golpe gritando, no podía dejar de gritar y llorar hasta que escuché una puerta abrirse. Por los pasos apresurados… era mi hermano y lo distinguí enseguida por ese olor que tenía a menta, él siempre olía de esa forma tan peculiar, no sé si era por la loción de afeitado que solía utilizar, o por el dentífrico o simplemente por una colonia, pero me daba igual, era él. Se lanzó hacia mí abrazándome y me agarré a él.

 

- Ya está Sasuke, ya está, sólo era una pesadilla.

 

Seguía sin ver nada… pero esto era normal, las grandes pesadillas de mi vida eran por culpa de esto… eran por culpa de mi maldita ceguera y es que me había convertido en un inútil. No podía ver nada, seguramente la luz estaría encendida, Itachi estaba aquí frente a mí y yo todo lo que veía era una pantalla negra, todo oscuridad.

 

- Papá – escuché que gritaba una vocecita femenina desde la puerta.

 

- Yuuki vuelve a la cama – le dijo Itachi.

 

- Pero papá estaba gritando ¿Está bien? – preguntó la niña.

 

- Está bien, ha tenido una pesadilla, nada más, enseguida se le pasa.

 

- ¿No puedo quedarme aquí con papá? – preguntó con esa voz que me demostraba que tenía sueño, pero también estaba preocupada.

 

Intenté relajarme, respirar hondo y mentalizarme de que ya llevaba ocho años ciego. Me limpié las lágrimas con el dorso de la mano, no quería que mi hija me viera llorar. Yuuki desde que nació hace siete años, había sido lo más importante para mí. Tener a una niña con apenas trece años era una auténtica locura, yo jamás lo planeé, todo en mi vida había resultado un desastre desde que me quedé ciego, ahora ya ni siquiera quería salir de casa, todo allí fuera era un peligro para mí. Yuuki era lo único en mi vida que merecía la pena, era una niña inteligente y a mí me gustaba pensar que era preciosa. Me habían contado que tenía el cabello oscuro como yo y unos preciosos ojos azules. Por lo que yo había podido notar cuando la abrazaba o la tocaba, era simplemente lo delicada que era, su nariz era como la de Itachi, graciosa y respingona, me encantaba tocarle la nariz y sus orejas eran como las de un elfo o a mí me gustaba meterme con ella diciéndole esas cosas, porque siempre le sobresalía la puntita entre su largo cabello liso.

 

Me gustaba mucho su risa, me alegraba las mañanas, me alegraba los días poder escucharla jugar y reír. Me encantaba decirle lo de las orejas de elfa, porque ella se reía y trataba de sacarse el cabello de detrás de las orejas para ocultarlas, era lo mejor de mi vida sin lugar a dudas.

 

- Está bien Yuuki, quédate – le dije a Yuuki y sentí sus pasos corriendo hacia la cama. Se lanzó encima y me abrazó.

 

- Te quiero papá – me dijo con un fuerte abrazo.

 

- Y yo a ti Yuuki.

 

- ¿Estas seguro que prefieres que se quede? – me preguntó mi hermano.

 

- Sí, estoy bien. De todas formas no creo que pueda volver a dormirme.

 

- ¿Otra vez la misma pesadilla de siempre?

 

- Sí – le dije – otra vez la misma pesadilla.

 

- ¿Te duele el brazo? – me preguntó y toqué aquel vendaje con mi mano sana.

 

- No mucho – le mentí porque mi hija estaba agarrada a mi cuello y no quería que se preocupase.

 

- Tranquilo, buscaré un buen fisioterapeuta para que te ayude a recuperar su movilidad.

 

El brazo me seguía doliendo horrores y es que fue una torpeza mía, sabía que Yuuki estaba jugando por la casa y no tuve cuidado. Estaba muy acostumbrado a que nadie de mi familia tocaba las cosas, nadie me movía nada de donde siempre estaba y yo me sabía de memoria dónde estaba todo, podía caminar perfectamente sin tener que llevar el bastón, podía ir donde quisiera y encontrar lo que quería, pero aquel día no me acordé que Yuuki me había dicho que iba a salir al jardín a jugar. Qué estúpida fue mi caída cuando pisé aquel dichoso juguete y me fui escaleras abajo hasta el jardín y menos mal que no eran muchos peldaños, sólo me había fracturado un poco el brazo, nada que no se pudiera recuperar con escayola unas semanas.

 

Yuuki se había asustado muchísimo cuando me caí y no era para menos, la pobre se culpaba por no haber tenido cuidado de dónde dejaba los juguetes y aunque traté de consolarla diciéndole que estaba bien y no pasaba nada, ella no se apartó de mi lado ni un solo segundo. Era un amor de niña.

 

Mis padres no querían que volviera a salir de casa… así que ahora todos los médicos venían a visitarme aquí, pero claro… solía venir el mismo siempre, nuestro médico familiar, Kakashi Hatake. Él era de plena confianza, siempre había tratado a mi familia y prometió a mis padres guardar el secreto de todo lo que me había ocurrido en mi vida, pero ahora… necesitaba un fisioterapeuta al parecer. A mí me daba igual, yo no quería ver a nadie que no fuera mi médico, no quería a gente desconocida en mi casa y mucho menos que tuviera que tratar conmigo, pero mis padres e incluso Kakashi, se empeñaron en que lo necesitaba para recuperar la plena movilidad de este brazo y es que había estado un par de semanas en cabestrillo.

 

- No quiero extraños por la casa – le dije.

 

- Ya sabes que este tema no está en discusión, necesitas un fisioterapeuta y te lo vamos a traer.

 

- Haced lo que queráis, en esta casa mi opinión no cuenta mucho de todas formas.

 

- No te me hagas la víctima conmigo Sasuke, sabes que no te lo consiento. Yo siempre he pensado que eres un chico muy capaz, eres inteligente pero te estás volviendo demasiado cerrado y antisocial.

 

- Oh perdóname por no ser suficientemente sociable con todo lo que ha pasado en mi vida – le dije.

 

- Lo siento Sasuke – me dijo de golpe – sé que has sufrido mucho, sé que aún lo haces, pero no puedes estancarte aquí, tienes que vivir Sasuke, hay un mundo lleno de posibilidades ahí fuera.

 

- No saldré Itachi – le dije – no pienso salir de esta casa y los papás lo entienden.

 

- Los papás te tienen entre algodones, creen que así te protegen de todo pero no se dan cuenta de que tú necesitas una vida.

 

- Esta es mi vida Itachi – le dije – mírame bien, estoy ciego, tengo una hija que cuidar y tengo un brazo fracturado porque sólo de intentar salir al jardín ya tengo accidentes. – me di cuenta de que estaba siendo muy duro con mi hermano y bajé un poco el tono – lo siento Itachi, sé que te preocupas por mí, pero no estoy preparado para salir, no estoy preparado para conocer gente nueva. Compréndeme por favor.

 

- Te entiendo, pero el fisioterapeuta va a venir. Ese brazo no te lo vamos a dejar como está, vas a recuperar su movilidad completa. Dejaré que descanses un rato más, te veré por la mañana.

 

Itachi supongo que habría apagado la luz, porque escuché el ruido del interruptor, lo que sí escuché claramente, fue la puerta al cerrarse. Tapé bien a Yuuki que ya prácticamente se había quedado completamente dormida y le acaricié el cabello con dulzura. Cuanto me habría gustado poder verla, poder saber a ciencia cierta cómo era su rostro porque aunque podía imaginármelo al tocarla, no era lo mismo que poder ver. Me tapé yo también y me tumbé abrazando a mi hija tras darle un beso en la frente. Al menos con ella a mi lado conseguí dormir un rato más sin tener pesadillas.

 

 


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