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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Heeeey Babys, ya dejen de sufrir, aquí está el capítulooo. 

Felicidades a las que cumplieron años hace unos días y a las que cumplen hoy.

 

!Accio cap 17!

Había hecho lo posible por no dejar rastro de su paradero. Cuando ya había rebasado la frontera estatal, dejó su auto en un estacionamiento público y rentó uno nuevo. No podía tomar un avión ya que su familia era la dueña de una aerolínea y sospechaba que si su padre pedía un favor, no le costaría nada saber si había tomado un vuelo. Había decidido pasar a visitar a Lalo, su mejor amigo, recoger unas cosas en su antigua ciudad y luego salir del país. Ya había sacado todo el efectivo que pudo de la cuenta que le asignó su papá y no pensaba volver a usas sus tarjetas por nada del mundo. Aunque había viajado por carretera ya estaba por llegar a su destino. Pero estaba agotada por haber conducido tres días. Apenas paró en un par de hoteles de paso para dormir unas horas.

Seguramente su papá movería cielo, mar y tierra para localizarla, tenía que ser más astuta que él y aunque sabía que era un riesgo ir a su ciudad natal, tenía que hacerlo. Mientras tomaba la avenida principal, rumbo a casa de Lalo, pensó en Cristina, ¿Cómo estaría? ¿Querría buscarla o estaba suficientemente dolida como para preferir que se haya marchado? Ya no importaba pensar en eso. Si quería continuar con su vida, tendría que aprender a no pensar en Cristi.

Bajó del auto y se estiró para desentumirse. La casa de su amigo estaba tal cual la recordaba. Abrió la pequeña reja y atravesó el cuidado jardín de Lalo.

Toc toc.

Toooooooooc.

-¡Voy, carajo!- Escuchó unos pasos y el ruido de los seguros. La puerta se abrió.

-¿Así recibes a tus amigos?

-¿Enferma? ¡Enferma, eres tu!- El chico la abrazó eufórico.- ¿Por qué no avisaste que vendrías?

-¿Desde cuando tengo que avisarte?

-¡Cierto!- Lalo se hizo a un lado para dejarla pasar. La casa, como siempre demasiado ordenada, muy al estilo de la abuelita de su amigo.- ¿Quieres algo de tomar?-El chico abrió la nevera.- Tengo agua, jugo, cerveza y una lata de algo escrito en chino… ¿o es japonés?- Lalo pegó la lata a su cara intentando descifrar la escritura.

-Jugo está bien.- Se tiró sobre el sofá y subió las piernas. Observó a Lalo. Seguía igualito. El cuerpo marcado, trigueño, alto y el pelo peinado hacia arriba de forma extraña.

-Ten.- Le dio el jugo mientras él abría una cerveza.- ¿Qué haces aquí?

-Vine a visitarte.

-¿Con esa cara de muerto?- Ale sonrió torcidamente.

-Tengo que salir del país.

-¿Porqué? ¿Qué hiciste? ¿Mataste a alguien?

-Peor… me enamoré de mi hermana.- Lalo la miró con la cara desencajada.

-¿Ah? ¿Qué hermana?

-Creo que tengo que contarte una historia. Cuando me fui de aquí te dije que iría a vivir con mi tío Sebastián…-

-¡El cura loco!

-Ese mismo. Pues fui pero no me quedé con él. Me envió a casa de mi papá.

-¿Tu papá? ¿El…?- Hizo una señal como saludo militar.

-Si, el Conde. Ahí conocí al resto de mi familia. Tengo tres hermanos menores: Sofi, Memo y Cristina… y resulta que me enamoré de Cristina y ella se enamoró de mi. El problema es que ella no sabe que soy su hermana, piensa que soy su prima… Por eso estoy aquí, necesito recoger mi visa y pasaporte para largarme.- Su amigo parpadeó varias veces, como tratando de entender todo lo que Ale dijo. Se tomó su cerveza de un jalón y exhaló un largo suspiro.

-Vaya, suena complicado. ¿Qué necesitas?

-Saber si tu tío aun es productor musical…

-¿Ese tipo? ¡Claro! Sigue esperando que le pagues las botellas de tequila que le robaste.

-Robamos.

-¿Irás para allá?

-Si, ahí iré. También necesito que regreses el auto que renté. Te diría que te quedaras con el mio pero seguramente la policía lo mandará a casa de mi papá en cuanto se den cuenta que es un auto abandonado. Así que te dejaré dinero para tu viaje de regreso

-Wooow un viaje todo pagado… ya te extrañaba.

-Bien, ahora haz el favor de ponerte ropa y vámonos.- Lalo andaba únicamente con un short negro.

Su amigo se fue a poner algo decente mientas Ale se terminaba su jugo y pensaba en lo que tenía que hacer. Primero pasaría a la tumba de su mamá, luego a su departamento y por último, le pediría a Lalo que la llevara a la terminal. Su salida del  país sería rápida ya que estaban a solo dos horas de  la frontera.

Cuando su amigo salió con unos jeans y una camiseta sin mangas, subieron al auto y se encaminaron al viejo cementerio. Lalo conducía mientras Ale observaba las calles. Por esos lugares hicieron incontables travesuras. Laura había sido muy cercana a Lalo, ya que su amigo había crecido con sus abuelitos, es por eso que cuando salían de vacaciones siempre se iban juntos, ya sea con Laura, con los abuelos o todos juntos.

Llegaron al cementerio y Ale miró por los alrededores por si había alguien observándola. No vio a nadie. Caminaron hacia la entrada y solo se detuvo a comprar unas flores en el puesto de una anciana. Buscó entre las filas de tumbas hasta que dio con la de su madre.

-La hemos mantenido limpia.- Le comentó su amigo.- Y venimos cada semana a dejarle flores.

-Gracias.- Era verdad, había un pequeño ramo de rosas blancas sobre la tumba, que lucía impecablemente cuidada. Se arrodilló y dejó las flores que recién había comprado.- Lo siento mamá, lo arruiné todo. Ya me había reconciliado con él, ¿sabes? Y siempre me cuidó, a tus espaldas claro. – Soltó una risa amarga.- Tengo hermanos. Sofi es la pequeña, es como una princesita, es muy tierna y solo dan ganas de hacerle mimos. Memo es mucho más valiente de lo que todos creen, será un gran hombre. Y Cristina… ella es perfecta. Por eso tengo que irme, no podemos estar juntas. Entiendes, ¿verdad? Ojalá estuvieras aquí… - Se le escapó una lágrima.-Vendré a visitarte en cuanto pueda.- Dejó un beso sobre la lápida y se puso de pie.

-Los dos te estaremos esperando.- le dijo su amigo abrazándola por los hombros.

 

Hicieron unos minutos más ahí parados, hasta que se dirigieron al auto. Su departamento estaba a 15 minutos de ahí.

-No te estaciones aquí, ve por la otra calle.

-¿Porqué?

-Tu hazlo.- Ale estaba agachada en el asiento del copiloto. Cuando Lalo aparcó, Ale espió por la ventanilla.

-¿Qué pasa?

-Están esperándome.

-¿Como sabes?

-Por la camioneta estacionada al frente.

-¿Y eso qué?

-Conozco al copiloto. Vamos, tengo una idea.-

Bajaron y corrieron por la parte trasera del edificio. Con la espalda pegada a la pared, Ale miró por el callejón donde estaba la escalera de emergencia. No había nadie.  Se pararon bajo la escalera y brincaron para alcanzarla. Era lo bueno de ser altos y atléticos.

-¿Cómo entrarás a tu depa?

-Entraré por el de Katty.- Ale trepó por la escalera.

-¿Katty?- A Lalo le brillaron los ojitos.- ¡Voy contigo!

-Ssshhhht, calla idiota.- Subió hasta el cuarto piso y golpeó una ventana con los nudillos. Nada. Insistió. Escuchó a alguien moverse dentro de la habitación.- ¿Katty estás ahí? Soy yo, Alejandra… Katty, ¿me escuchas?

-¿Ale?- Una chica guapa y mas o menos de su edad hizo a un lado la cortina y la miró sorprendida.- ¿Qué haces aquí?

-Escabullirme. Déjame entrar, por favor.

-Claro.- Katty quitó el seguro y abrió la ventana hacia arriba, dejando un cuadrado por donde Ale y Lalo pudieron pasar.

-Hola, Katty.-

-¿Trajiste a este neandertal?- preguntó enfadada la chica, señalando a Lalo.

-Veo que lo recuerdas.

-¿Cómo no voy a recordarlo, si casi incendia mi departamento y luego quiso ligar conmigo?

-Katty, te prometo que podrás golpearlo luego, ahora necesito que me ayudes.- Salieron de la habitación de la chica y caminaron hacia la puerta principal.

-¿En qué? ¿Estás bien? Un hombre vino a preguntar por ti anoche. Dijo que si te veía te dijera que te comunicaras con él o con tu tía, que era urgente.

-¿Te dijo su nombre?- Katty intentó recordar.

-Álvaro.

-Uhm, ya.-Pensó un poco.- Necesito que camines por el pasillo y me digas si hay alguien extraño o si Álvaro está ahí.

-Alejandra, ¿Qué pasa? ¿Mataste a alguien?

-¿Por qué todos me preguntan si maté a alguien? ¿Tengo cara de homicida o qué?- Lalo y Katty la miraron analíticamente unos segundos.- Tarados. ¿Me haces ese favor?- volvió a pedir.

-Todo sea por los viejos tiempos.

-Y los que vienen.- le dijo Lalo a la chica viéndola con picardía.

-¡Estate quieto, cabrón!- Lo amenazó Katty. Abrió despacio la puerta y salió. Ale y Lalo se quedaron unos minutos ahí parados. No se escuchaba ningún ruido.

-¿Crees que le gusto?- Quiso saber su amigo.

-Creo que te odia más que a Umbridge.- (Los potterhead entenderán).

-¡No mames, primero perro!

-Ssshhhhtt.

-No hay nadie.- Dijo Katty asomando la cabeza por la puerta.

-Bien.- Los tres caminaron de puntitas hasta la puerta 934. Ale sacó una llave del bolsillo de su pantalón y abrió. Entraron rápido.- Hogar, dulce hogar.- abrazó un cojín de la sala, como si se tratara de un viejo amigo.

Las paredes estaban adornadas con muchos cuadros de paisajes, de bailarines, fotografías de su madre y ella. Todo estaba tal y como lo dejó. Caminó por aquí y por allá, sonriendo.  Lalo y Katty se quedaron aplastados en la sala.

-Ale, ¿me puedes explicar que pasa?

-Eeehh, cuéntale, Lalo.

-Verás,- escuchó que decía su amigo.- Ale se cogió a su hermana.

-¡No me cogí a nadie, imbécil!- Ale salió de sabe donde y le dio un zape a Lalo.

-¿Qué?- Katty la veía con cara de susto.

-Digamos que me enamoré de quien no debía y ¡aaarrhhg! Es complicado. Solo tengo que irme y ya.

-¿Y ese Álvaro quien es?

-La mano derecha y mejor amigo de mi papá. Si me encuentra, me llevará de regreso con mi padre y no quiero volver.

-No sabía que tenías papá.-

-Y es un maldito Conde.- Dijo Lalo, chismoso.

-¿En serio?- La chica parecía sorprendida.- ¿Tienes algún hermano que puedas presentarme?

-Si pero tiene 13 años…

-No importa.

-Yo soy como su hermano.- Recalcó Lalo.

-Contigo ni en un millón de años.-

Metió algunas cosas en una bolsa de tela  mientras buscaba por todas partes su pasaporte y la visa que había olvidado llevar cuando se mudó. ¿Dónde estarían?

Entró a la habitación de su madre. Buscó en sus cajones, entre sus libros… ¡bajo la cama! Se tiró al piso y metió la mano bajo la cama. Sacó la caja de metal donde Laura metía cosas importantes. La abrió.  ¡Si! ¡Ahí estaba! En esa fotografía tenía pinta de vagabunda. También estaba el pasaporte de su mamá y unas joyas. Se sentó en la cama y examinó los aretes de oro que a su madre le fascinaban. Eran largos y muy elegantes. Su mamá siempre tuvo buen gusto. También había un reloj y una pulsera con sus iniciales. Y había un sobre grande, un poco arrugado.

Miró en el interior y encontró una pequeña y vieja cámara de video. La recordaba, era la que usaba su mamá para grabar sus festivales escolares. Observó que tenía un cassete dentro. ¿Tendría algo grabado? Revisó por todas partes hasta que encontró unos cables para conectarla a la tv de su mamá.  Encendió el aparato y recorrió la cinta.

Ahí estaba ella como de 10 años, era pequeña, con el cabello castaño largo hasta media espalda. Estaban en una fiesta infantil, ¡la fiesta de cumpleaños de Lalo! Estaban todos cantando para partir el pastel. Después de soplar las velitas, Lalo había tomado un pedazo del postre y se lo había tirado a Ale a la cara. ¡Maldito desgraciado! ¡Había olvidado eso! Se las pagaría. La grabación seguía por varios minutos más. Por momentos Laura le daba la cámara a otra persona para que la grabaran con su hija.  La fiesta terminó, Ale iba a apagar el video cuando su madre apareció en la pantalla. Pero ya no había niños corriendo. Estaba sola, en esa habitación, sentada en su cama. Miró hipnotizada a esa hermosa mujer.

-Hola, hija.- dijo Laura a la cámara. Ale sintió un giro en su estómago. Era como estar de nuevo frente a su mamá.- Hace un momento discutimos. Te castigué con dos semanas sin salir a jugar… De hecho ahora estás encerrada en tu habitación, seguramente ideando mil formas de escapar para irte por ahí con tu tribu. Siempre has sido muy traviesa.- Laura sonrió.- Yo también me encerré en mi habitación y recordé varias cosas y no se… se me antojó grabar esto. ¿Sabes? Cuando salí embarazada de ti, tuve miedo. Sinceramente no estabas en mis planes, al menos no en ese momento. Llevaba apenas año y medio como bailarina profesional y lo único que veía en mi futuro era el baile. Tu padre y yo acabábamos de separarnos y estaba sola. Es verdad que pude haberle llamado para decirle pero… no lo hice. Y así, con 22 años estaba enfrentándome al reto más grande de mi vida: ser madre. Pero ¿sabes qué? No me arrepiento ni un segundo de haberte tenido. Eres la aventura más grande, mi tesoro. Eres lo que más me apasiona en el mundo, mas que el baile, más que todo… Pasión…- Laura pensó un momento.- desde muy pequeña has demostrado pasión por la música, por la vida.- A su madre le brillaron los ojos.- No sabes lo orgullosa que me siento de ti, de que no salieras racional como tu padre.- Soltó una carcajada.- Lo nuestro es sentir, Alejandra, no pensar. Y tal vez muchos digan que eso está mal, que cometeremos errores, pero ¿y qué? La vida es un conjunto de errores. Y por eso es maravillosa. Nunca temas cometer errores. Lo correcto es lo que nos dice el corazón, lo que nos emociona, lo que amamos. Nunca vivas lo que los demás quieran de ti, vive lo que tu quieras. Me siento tonta hablándole a una cámara. No sé si un día verás esto, seguramente olvidaré enseñártelo. Solo quiero decirte, hija mía, que te amo. Que siempre serás mi obra más grande y que hagas lo que hagas, estaré contigo.- Laura se acercó a la cámara para apagarla pero se detuvo. Volvió a sentarse.- Una cosa más… perdóname, perdóname por apartarte de tu papá. Por no quedarme con él, pero ¿Qué esperabas? Soy una artista loca.- Ale sonrió con lágrimas en los ojos.- Y como último consejo: No sé qué te depare el amor pero… nunca dejes de luchar, se valiente.- Su madre envió un beso a la cámara y la grabación se cortó.

-Lo correcto es lo que nos dice el corazón…-susurró para sí misma.- se valiente… gracias mamá.- Se limpió las lágrimas en sus mejillas y sacó el cassete rápido de la video-cámara. Lo echó a la bolsa de tela donde tenía lo demás y salió de la recámara. Lalo y Katty discutían en la sala.

-Por fin sales, este insecto me fastidia.

-Ya dejen de pelear.- dijo distraída.- Vámonos.- Salieron del departamento.

-Ale, ¿A dónde vas por ahí?- preguntó Lalo al verla dirigiéndose al elevador.

-Hacia abajo.

-Pero si sales por la puerta principal, tal vez te vea Álvaro.

-Lo sé. Volveré.

-¡¿Qué?!- Gritaron sus dos amigos.

-Volveré por lo que amo.

 

Bajó hasta el primer piso y ahí parado en recepción, hablando por celular, estaba Álvaro. Ale se acercó al hombre.

-¡Alejandra!- La abrazó fuerte.- Aquí estás…. Espera… Bueno, Angélica, ¿me escuchas? ¡Hola!… esta porquería…- Al parecer la comunicación se cortaba.- Ya vamos para allá, ¿entiendes? ¿Angélica? ¡Mierda!

-¿Qué pasa?

-Tu padre te necesita. Vámonos.-Álvaro la jaló de la ropa y corrieron hasta la calle  mientras los dos amigos de Ale iban tras ellos.

-Espera Álvaro, mis cosas están en el auto.

-No hay tiempo que perder…- El hombre abrió la puerta de la camioneta y empujó a Ale al interior.- Enviaré a alguien por el auto, dile a tu amigo que lo lleve a su casa y lo recogerán ahí.- le dijo Álvaro mientras tecleaba algo rápido en su celular y el chofer encendía el motor.

-Lleva el coche a tu casa, ahí irá alguien por él.- Le pidió a Lalo por la ventanilla.- Te llamo después, gracias por todo, chicos. Y ya no peleen… Katty, mi amigo no es tan malo.- Le sonrió a la chica que se cruzó de brazos.- ¡Nos veremos pronto!

La camioneta salió a toda velocidad.

-¡Maldito teléfono! Ale, préstame el tuyo.

-No lo tengo, lo tiré para que no me rastrearan.

-Rayos…Espero que tu tía me haya entendido…

-Álvaro ¿que pasa?

-Te lo contaré en el avión.

-¿Qué avión?

-El que tomaremos de regreso a casa. ¿Crees que iremos en camioneta hasta ahí? Traje el avión privado de tu padre.

-Oh, vaya.

Veinte minutos después, las llantas del vehículo chirriaban al frenar frente al avión. Ella y Álvaro bajaron a toda prisa mientras alguien gritaba que era hora de despegar. El interior era muy cómodo. Tenía lugares para unos 15 pasajeros, un bar y al fondo un baño y una puerta que una azafata le indicó era una habitación y que podía descansar ahí si lo deseaba, pero Ale se negó. ¿Qué estaba pasando?

El avión se enfiló en la pista de despegue y aceleró. Después de alcanzar la velocidad requerida se elevó. Fue cuando Álvaro se desabrochó el cinturón y se sentó en un lugar frente a ella para mirarla a la cara. Se veía muy serio.

-¿Qué…?- Algo no le gustaba en la expresión del hombre.

-Tu papá tuvo un accidente.

-¡¿Qué’?!- Por la impresión intentó ponerse de pie pero el cinturón de seguridad la retuvo pegada al asiento.

-Cuando se dieron cuenta que no estabas, enseguida mandó una alerta para movilizar a toda nuestra gente en tu busca. Él mismo quería venir hasta aquí pues tenía el presentimiento que vendrías a visitar a Laura. Pero antes teníamos un asunto pendiente. Creo que sabes que las lluvias han causado daños y perjuicios a la gente que vive en las colinas…

-Si.- Escuchaba con atención mientras sentía como se formaba un hueco en su estómago.

-Ayer en la mañana fuimos a supervisar el desalojo de esas personas, varias familias… Pero el terreno estaba inestable…. Hubo un derrumbe.- Cerró fuerte los ojos imaginando lo que seguía a continuación.

-¿Mi papá está…?

-Está vivo, pero muy grave. Necesitan operarlo pero, hay un problema. Su tipo de sangre es el más difícil de encontrar. Hasta ahora no hemos conseguido las unidades necesarias para la operación.

-¿Qué sangre necesitan?

-AB negativo.

-¡Yo tengo ese tipo de sangre!

-Lo sé, por eso te hemos estado buscando con más urgencia, ¡Pero que rayos pensabas al irte!- Álvaro le jaló la oreja.

-¡Auch! ¿Cuántas unidades faltan por conseguir?

-Una. El hospital tenía dos y nosotros conseguimos una pero… tú eres la única esperanza que tenemos.

-¿Alguien de mi familia donó?

-Nadie. Los únicos que tienen ese tipo de sangre son Angélica y Memo. Pero el hospital no permite que Memo done por ser menor de edad y tu tía… bebió unas copas con sus amigas la noche anterior al accidente y aún no puede donar debido a eso.

-¿En cuanto tiempo estaremos ahí?- Miró por la ventana, empezaba a sentirse muy ansiosa.

-En 5 horas...- Según su reloj, eran las 10 am. Suspiró intentando mantener la calma. Su padre iba a estar bien, tenía que estarlo ¡aguanta! ¡Aguanta!

-¿Avisaste que ya íbamos para allá?

-Intenté pero la llamada sonaba entrecortada. Espero que Angélica haya entendido y que evite…- Se detuvo.

-¿Que evite?

-Hay… hay algo que me dijo la última vez que hablamos por teléfono, lo que mas o menos entendí pues ya te dije que la llamada no fue clara.

-¿Qué dijo?

-Parece que Tomás ofreció llevar a alguien con ese tipo de sangre pero… a cambio pidió que Cristina firmara un contrato prenupcial con Alberto.

-¡¿Qué?!- Ahora si ni el cinturón evitó que se pusiera de pie.- ¡Hijo de puta! ¡Lo mataré! ¡LO MATARÉ! ¡¿Cómo se atreve a aprovecharse de la gravedad de mi papá?!  ¡Hijo de la chingada!

-Alejandra, calma…-

-¡No me calmes!-Caminó furiosa hasta la cabina haciendo a un lado a la azafata que parecía aterrada con los gritos.- ¡Hagan el favor de hacer que esta cosa vaya a toda su capacidad! ¡No me importa que se dañen los motores y quede inservible!- Les gritó a los pilotos.- ¡¿Entendieron?!

-¡Alejandra, ven aquí!- Álvaro la llevó arrastras hasta su asiento y le colocó el cinturón de seguridad. Ale pataleó y forcejeó.- Señorita, traiga unas cuerdas o lo que sea para atarla. ¡Apresúrese!

-¡No te atrevas!

-Alejandra, escúchame.

-¡Voy a matarlos a los dos! ¡A Tomás por sinvergüenza y  a Alberto por no entender que Cristi es mía!- Estaba furiosa.

-¿Qué?- Álvaro la miró asombrado.

-¡Suéltame! ¡Los partiré en dos y tiraré sus cadáveres a los buitres!

-Alejandra, ¡Alejandra!

-¡¿Qué?!

-Cristina no ha firmado.

-¿No?

-No. Por eso espero que Angélica haya entendido que tu y yo ya vamos para allá y que no permita que Cristina tome una decisión apresurada.

-¿Crees que mi papá aguante?

-Guillermo es fuerte.-

Ahora estaba ansiosa, nerviosa, impaciente, preocupada, enojada, ¡aahh! Si los médicos decían que ya no podían esperar, Cristina firmaría, amaba tanto a su padre que firmaría sin pensarlo más. Volvió a zafarse del cinturón y de las cintas con que tenían asegurado sus manos a los apoya brazos.

-¡Apresuren esta porquería!- gritó a los pilotos.

-¡Alejandra siéntate!

 

 

En cuanto el tren de aterrizaje tocó tierra, Ale brincó de su asiento y corrió a la puerta. Bajó a tropiezos. En la pista ya la esperaba un auto negro. Subieron y el coche salió disparado hacia el hospital. Ale miraba su reloj y se estrujaba las manos. ¡Que hayan llegado a tiempo! ¡Que su papá estuviera vivo! ¡Que Cris no haya firmado!

El hospital se iba acercando, ya casi, ¡ya casi! Ni siquiera se había detenido el auto cuando Ale abrió la puerta y saltó.

-¡Tercer piso, urgencias!- le gritó Álvaro aún bajando del coche.

Atravesó la recepción ubicando rápidamente los elevadores. Se metió a uno y presionó el número tres.

 

 

********  **********

Miraba esas hojas entre sus manos mientras sentía un enorme peso sobre los hombros. Podía salvar a su padre con solo una firma… una firma que la condenaría. Respiró hondo e intentó tranquilizarse. Amaba a su papá, le debía la vida, su educación, simplemente todo lo que era. Ahora era su turno de devolverle algo de lo mucho que había recibido.

-Cristina, no tienes por qué hacer esto. Buscaremos otro modo.- Susurró Sofia a su oído.

-Ya no hay tiempo mamá.- Puso los papeles sobre una mesita de la sala de espera y tomó el bolígrafo que le extendía Tomás.

-Eres un desgraciado.- Le dijo Angie al hombre dirigiéndole una mirada asesina y apretando fuerte los puños. Pero a Tomás no le importaba, él ya disfrutaba su triunfo.

Cris acercó su mano a la línea donde decía “firma”. Colocó la punta del bolígrafo en la hoja y suspiró. Ya solo importaba salvar a Guillermo, sabía que se metería en la boca del lobo al firmar pero estaba tan herida… Pensó en Alejandra, ¿en donde estaría?  Ale… su Ale… Todo sería tan distinto si ella se hubiera quedado, si con la que se estuviera comprometiendo fuera con ella y no con Alberto. El aire ya no entraba por sus pulmones. Sentía una opresión fuerte en su pecho. Alejandra… Soltó el lapicero y se puso de pie.

-Lo siento, necesito un poco de aire…

-Cristina, debes firmar.- la presionó Tomás.

-Lo sé, solo… solo un minuto, por favor.- Dio varios pasos hacia atrás.

-Hija, está bien.- La Condesa se acercó para abrazarla pero Cris puso una mano al frente para evitar que la mujer se acercara.

-Solo un minuto…- Giró su cuerpo y corrió, sin saber a donde, solo quería alejarse de ahí. Llegó al elevador y presionó el botón respirando hondo muchas veces, intentando llenar sus pulmones con aire.

Un pitido anunció que las puertas del elevador se abrirían. Se preparó para entrar pero alguien salió a toda prisa, chocando con ella. Por el impacto, Cris se fue hacia atrás pero esa persona la sujetó fuerte de la cintura y logró hacer girar sus cuerpos, quedando Cris sobre ella sin sufrir golpe alguno.

Su cara quedó resguardada cerca del cuello de esa chica, porque sentía que quien la abrazaba era una chica. Su respiración se tranquilizó y aspiró suavemente el aroma de ese cuerpo bajo el suyo, un aroma familiar.

Apoyo las manos en el suelo para incorporarse un poco y mirarle el rostro a esa persona. Su corazón brincó de emoción cuando reconoció esos ojos verdes.

-Hola, Cristi.

 

 

Notas finales:

Dejen comentarios o besos...

 

 

!Travesura realizada!


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