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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaa chiquillas bellas.


Digamos que ésta es la primera parte del capítulo donde Ale se enterará de varias cosas. Y ya vienen los caps empalagosos y diabéticos de este fic (por tanta dulzura).  Espero les guste y el siguiente cap no tardará mucho en llegar, un par de días... 


Quiero dejarles contentas porqué... me tomaré unos días de parranda con mi amor así que estaré desaparecida como una semana, por eso las mataré de ansiedad antes de irme. :P


 


!Accio cap 18!

 

-Hola Cristi.

 

Y ahí estaba tirada en el piso frío con Cris sobre ella. La chica se sentó despacio sobre sus rodillas, dejando así que Ale se incorporara, sentada en el suelo. Se miraron a los ojos varios segundos. Su hermana  seguía observándola, como si intentara descifrar si en verdad era ella o no.

Cristina levantó una mano hasta el rostro de Ale y la tocó.

-Ale… ¡Alejandra!- La chica se le echó al cuello y sin perder tiempo también la abrazó. Se sentía tan bien estrechar de nuevo esa cintura.

-Si, soy yo.- Sonreía como estúpida.

-Estás aquí…- Por las mejillas de Cris resbalaron un par de lágrimas.

-Si, aquí estoy contigo.- Tomó el rostro de Cris y besó sus mejillas justo sobre el camino del llanto de la chica. Su hermana volvió a estrecharla en un abrazo, pegando por completo su torso al de Ale, ahí aun en el piso.- ¡Cristi! ¿Firmaste?- Había recordado eso.

-No, no pude… yo…- se sonrojó.- Si me caso quiero que sea con quien amo.- Ale sonrió sintiendo su cara arder y su estómago bailando el kan kan.

-Cristi… ¡ah eres tan linda!- La apretó fuerte, con una sonrisota en la cara.

De repente su hermana la detuvo, se levantó y la jaló.

-¡Tu sangre! ¡Mi papá la necesita!

 

Corrieron hasta la sala de espera, donde Angie y Tomás discutían mientras Sofía tenía una expresión de disgusto y Alberto una sonrisa burlona.

-¡No te creas intocable, Tomás! ¡Un día no muy lejano recibirás tu merecido, maldito miserable!- Le decía Angie al hombre, que estaba de espaldas y nos las había visto acercándose. ¡Ese hijo de perra estaba ahí!

-Todo imperio llega a su fin, mi querida Angélica y muchas veces para sobrevivir es necesaria una alianza, ¿que mejor que un matrimonio para sellarla?- Escuchó que Tomás respondía a su tía.

-¡Lo único que se sellará aquí será mi puño  en tu cara!-Exclamó Ale. Tomás volteó, se notaba visiblemente contrariado de verla ahí. Tomó impulso y le dio un puñetazo en el pómulo izquierdo, haciendo que el hombre se tambaleara y cayera al suelo.- ¡¿Cómo te atreves a chantajear a mi familia en estos momentos?!-  ¡Kaioken!

-¿Tú cómo te atreves a golpear a mi padre?- Alberto se acercó a ella, con actitud retadora.

-Lo golpeo a él y a ti las veces que me venga en gana.- Le dio una patada en los huevos (testículos, gónadas o como les digan en sus países). Alberto se hizo bolita junto a su papá, con las manos entre sus piernas, sobándose. Sintió a Crís sujetándola de la manga de la chamarra.

-Eres una salvaje, no sé de donde te sacó Guillermo pero tu nunca serás como nosotros, nunca tendrás la clase que yo poseo…-Escupió Tomás.

-¡¿Clase?! Eres un cerdo ambicioso. Vienes aquí a aprovecharte de la desesperación de Cris para casarla con tu inútil hijo. ¿Pero sabes  qué? ¡Eso jamás pasará! ¡Así que métetelo en la cabeza o te haré entender a patadas!

-No eres nadie para interferir en esto...- Tomás se levantó. Tenía unas hojas en la mano derecha, el contrato.

-Claro que sí.- Le arrebató las hojas, las rompió y se las tiró a la cara.- Puedes hacerte una sopa con ellas. Y por cierto, estás despedido.

-¡No tienes autoridad para despedirme!

-¡Claro que la tiene!- Cris dio unos pasos adelante.- Tomás, estoy harta de ti y de tu hijo, no quiero volver a verlos en la empresa de mi padre, en mi casa o en mi vida. Estás despedido.

-¡No puedes despedirme!

-Si puede.- Intervino la Condesa.- Y yo respaldo su decisión. Guillermo debió echarte hace años... Váyanse.

-Cristina... yo…- Alberto se puso de pie y se acercó a la chica.- Yo te amo, si me dieras la oportunidad de demostrártelo…- Tomó a Cris del brazo.

-¡No la toques!- Ale se interpuso entre su hermana y Alberto, empujándolo. Se mataron con la mirada. Cris la sujetó de nuevo de la ropa, para que no se le fuera encima al chico.

-¿Qué pasa aquí?- Álvaro se acercó ceñudo.

-Pasa que estos caballeros ya se van.- Dijo firme Angie.- ¿Puedes escoltarlos a la salida?

-Por supuesto.- Con una sonrisa burlona, Álvaro se acercó a Tomás y lo jaló del saco.

-No me trates como a un delincuente.- Exigió.

-Cállate.- Álvaro lo tomó con mas fuerza y lo llevó lejos, con Alberto corriendo como niña detrás de ellos.

-Alejandra, ven aquí.- Sofía la recibió con un abrazo.- Me alegra que hayas vuelto.

-Gracias.- Le sonrió a la mujer.

-A mi no me tienes muy contenta, sobrina.- Angie le jaloneó la oreja.

-Auch… ¡Tía!

-Tía nada. ¿Crees que no nos preocupamos por ti?

-Yo…

-¿Crees que te mandas sola?

-Pero…

-¡No vuelvas a escapar así o te arrancaré el pellejo!

-Si ya entendí.- Visualizó a Angie con una sonrisa macabra despellejándola.- No volveré a irme.

-¿Lo prometes?- Le pregunto Cris viéndola seria.

-Lo prometo.- respondió de igual forma. Entonces su hermana sonrió y la abrazó de nuevo. No le importaba que su tía y la Condesa las vieran así, ella simplemente estrechó fuerte a Cris.

-Eh, Alejandra… es necesario que dones sangre.- le recordó Sofía.

-Si, lo siento.- Soltó a Cristi pero la chica la tomó de la mano.- ¿Hacia donde voy?

-Yo te llevo.- Su hermana la jaló y caminaron rápido. Era un piso abajo, pasillo tras pasillo… y otro pasillo. ¡Pinches hospitales!

En una puerta pudo leer “Banco de Sangre”. Entraron y dieron los datos de la donación. Enseguida las enfermeras avisaron al médico de su padre que ya había llegado un donador AB negativo y que se preparara para la cirugía. Pero primero debían analizar que la sangre fuera adecuada. Ale llenó un formato con sus datos generales y se sentó para que una enfermera tomara dos muestras de sangre.

-Tus venas son muy delgadas.

-Si, siempre me lo dicen.

-Te tomaré estas muestras, las analizaremos rápido y si tu sangre está en buenas condiciones te sacaremos una unidad de donación.

-¿Cuánto es eso?

-450 ml.

-Oh ya.- Cerro los ojos apretando fuerte…Sintió el piquete de la aguja y la mujer llenó dos pequeños cilindros con su sangre.

-¿Qué pasó?- Le preguntó Cris que la esperaba sentada en el pasillo.

-Dijeron que si todo salía bien me llamaban enseguida para sacarme la unidad.

-Que se den prisa…- Cris parecía muy mortificada.

-Todo saldrá bien. Él se recuperará.- Entrelazó sus dedos con los de Cristi. La chica miró sus manos unidas.

-Ale… ¿porqué te fuiste?- la interrogó viéndola ceñuda. ¡Ah se veía tan linda así!

-Por imbécil. Creo que tenemos mucho de que hablar… Quiero decirte algo.

-¿Qué cosa?

-Aquí no. Tenemos que estar en un lugar tranquilo, solas, sin interrupciones.- Llevo la mano de Cris hasta sus labios y dejó un suave beso en el dorso.

-Está bien, intentaré ser paciente.- Sonrió.

 -¡Alejandra San Román!- Se escuchó la voz de un hombre.

-¡Voy!- Puso cara de pánico.

-Anda, no seas cobarde.- Su hermana le dio un empujoncito.

-Odio las agujas.- Hizo un puchero, poniéndose de pie.

-Te invitaré a unos tacos, si aguantas.

-¡Oh si!- Dio un paso hacia el banco pero Cris la jaló, haciéndola inclinarse para quedar a la altura de su rostro. Le dio un beso en la nariz. Ale sonrió como boba.

-Ya. Puedes irte.-

Flotando en las nubes, Ale siguió al enfermero que la pasó a un pequeño cuarto donde estaba un doctor sentado frente a una computadora.

-¿San Román?- Preguntó el doc leyendo la ficha.

-Si.

-Bien. Voy a hacerte unas cuantas preguntas, con carácter de confidencial obviamente, para asegurarnos de la seguridad de tu sangre.

-De acuerdo.

Durante 15 minutos el médico le hizo varias preguntas. Sobre su alimentación, si padecía alguna enfermedad, sobre su vida sexual y su parentesco con el paciente. Se aseguró de estar a solas con el doc antes de responder lo último.

Después de eso la llevaron a otra habitación donde había dos camas, ambas estaban vacías. Una doctora guapa le pidió se acostara en una. Le picó la vena y conectó la manguerita a una bolsa de plástico que enseguida empezó a llenarse con su sangre. La doctora empezó a platicar con ella, seguramente para que se relajara. Pasaron otros 15 minutos hasta que la bolsa se llenó y la guapa le quitó la aguja de la vena.

-¿Te puedes levantar?

-Creo que sí.- Apoyó los pies en el suelo y se incorporó.

-¿Estás mareada?

-No, me siento muy bien.

-Perfecto. Ven, te daré un comprobante de donación.

-Doctora esa sangre es urgente, se necesita para una operación.

-Si, lo sé. Es para el Conde.

-Si.

-De igual forma tengo que darte el comprobante, aunque ahora mismo la enviaremos a quirófano. Mientras regreso puedes comer.- Le indicó una mesita fuera donde había un sándwich y un jugo. ¡Uju, comida!

Comió rápido casi atragantándose, ¡Baah! Se encontraba en un hospital los doctores la salvarían si se le atorara el sándwich. Estaba terminándose el jugo cuando la guapa volvió y le entregó un papel con los datos del paciente y el sello de donación. Salió campante del banco y caminó hasta Cristi.

-Listo.- Anunció.

-¿Te sientes bien?

-Si, hasta me dieron comida… pero me quedé con hambre.- Se sobó el estómago. Su hermana sonrió.

-Extrañé tu apetito voraz.

-Pues ya volvió para que lo alimentes.- Ahora fue ella quien le tomó la mano a Cris y caminaron de regreso con Sofía y Angie.

Pero la Condesa y su tía no estaban solas. Habían llegado sus hermanitos y su tío Sebastián.

-¡Ale!- La pequeña Sofi corrió hacia ella.

-¡Enana!- La cargó y su hermanita se prendió a ella como garrapata.

-¿Dónde estabas?-

-Eh… por ahí. Necesitaba hacer algo importante.

-Pero, ¿ya no te irás verdad?-preguntó Memo abrazándola de un costado, rodeando también a Sofi.

-Claro que no.- Contestó Cris.- Si se va tendría que llevarme con ella.- Ale le sonrió. Alguien carraspeó.

-Hola, padre.- Saludó a su tío.

-¿Qué tal? Alejandra… ¿podemos cruzar unas palabras?- Oh oh, sonaba tan gentil que daba miedo.

-Por supuesto.- Bajó a Sofi y caminó siguiendo al anciano. Se pararon junto a los elevadores, en un rincón por si alguien venía se podía ver enseguida.

-¿Por qué siempre haces alguna imprudencia?- Le jaloneó la oreja.

-¡Ah, viejo! ¿Tu también? Mi pobre oreja.

-Oh, lo siento. ¿Por qué siempre haces alguna imprudencia?- Le jaloneó con fuerza el cabello, ¡no pos que considerado!

-Creí que era lo correcto.

-¿Fuiste a tu antigua casa?

-Si, fui a visitar a mi mamá.

-Lo supuse. ¿Qué tal están las cosas ahí?

-Uhm, bien.- Se encogió de hombros.

-¿Qué te hizo volver? ¿O te trajeron obligada?

-Decidí volver y casualmente Álvaro estaba por ahí asi que fue más rápido mi regreso.

-¿Y que motivó esa decisión?- Sebastián la miró serio. Respiró hondo para poder responder eso.

-Cristina. Volví por ella. Le diré la verdad, toda. Que es mi hermana y que aún así estoy enamorada de ella.

-¿Y crees que ella acepte estar contigo sabiendo eso?

-No lo sé.- Vio en dirección a donde se encontraba Cristi.- Pero no la perderé sin luchar por ella.

-No esperaba menos de ti.- El sacerdote sonrió torcidamente.- Solo hazlo después de que nos informen los resultados de la operación de tu padre. Dile a él lo que quieres hacer y después podrás hablar con Cristina.

-¿Y si se opone?

-Si se opone igual habla con ella.  Pero… Guillermo te escuchará y te aconsejará, estoy seguro.

-¿Por qué nunca hablas claro?

-Para hacerla de emoción.

Regresaron con su familia. Se sentó en una silla mientras escuchaba a Angie decir que la cirugía tardaría unas 4 horas. Sofí se sentó en sus piernas buscando consuelo en ella. Intentó restarle importancia a la operación y hacer reír a su hermanita.  Le contaba historias que iba improvisando. A ratos levantaba la mirada y se cruzaba con los ojos se Cris, que tenía abrazado a Memo. La Condesa hablaba con su tío Sebastián, Angie se veía enojada ante las miradas coquetas que le enviaba Álvaro.

Después de casi dos horas, la Condesa envió a sus hijos menores a casa, para que cenaran y regresaran al día siguiente a visitar a Guillermo. A regañadientes, los enanos obedecieron. Ale aprovechó para sentarse junto a Cristi en un sofá de dos plazas.

-Estoy nerviosa.- le confesó la chica.

-Tu papá estará bien.- La rodeó con un brazo y Cris se acomodó en su hombro. Se veía cansada.

-Gracias, por donarle tu sangre. Le salvaste la vida.

-Es lo menos que puedo hacer por él. Se ha portado muy bien conmigo.

-¿Cómo lo conociste?- Cris la abrazó por la cintura, preparándose para escuchar la anécdota de Ale.

-Bueno pues…Cuando vine a vivir aquí.- ¡Era la verdad!

-Pero, ¿Cómo llegaste hasta aquí?

-Uhm… él me mandó traer. No quería que estuviera viviendo sola, yo… soy su sangre ¿no?

-Si, literalmente eres su sangre.- Empezó a acariciarle el abdomen sobre la ropa ¡Ah!- Ale, perdón por la actitud que tomé los últimos días antes de que te fueras.

-No tienes porqué disculparte.- ¡Nervios!- Yo también tengo que explicarte porque te… rechacé.

-Ya lo hiciste.- Cris detuvo las caricias. ¡¿Porquéeeee?!- No sientes lo mismo por mi.

-Eso es mentira.- Cristi se apartó rápido de ella y la miró a los ojos. Solo atinó a sonreírle.- Yo… bueno, te pedí que me esperaras tantito para ir a otro lugar y poder hablar.

-Si, si , si  ya sé pero… pero…-La chica no podía disimular su emoción.

-No seas impaciente.- Volvió a abrazarla y hacer que se acomodara como estaba antes. Cris suspiró con una oreja sobre el corazón de Ale. Ya tendrían tiempo para hablar,

 

 

 

-Chicas… chicas…-

-Uhm…-

-¿Qué pasó, tia?- Escuchó la voz de Cris. Abrió un ojo.

-La enfermera vino a decir que la operación ya terminó y que el doctor vendrá a informarnos enseguida.

-¡¿En serio?!- Sintió la mano de Cris zarandeándola del hombro.

-Ya oí.- Abrió perezosamente ambos ojos. Al parecer también Cristi se había quedado dormida. Según su reloj eran las 9pm. Se levantó y se estiró.

-¿Quieres agua?- Le ofreció Álvaro.

-Si, gracias.-Bebió un poco y se dio cuenta que Álvaro no le quitaba los ojos de encima.- ¿Qué pasa?

-Nada.- El hombre sonrió. Un sujeto de bata blanca se acercó a ellos.

-¿Familiares del Conde de Castilnovo?

-Si.- Todos rodearon al doctor.- Yo soy su esposa.- Aclaró Sofía.

-Por supuesto. - El doctor inclinó la cabeza como cortesía.- Déjeme informarle que la operación fue un éxito. En estos momentos el Conde se encuentra en recuperación y en unas horas lo subiremos a su cuarto. No tiene caso que se queden todos esta noche. Si gustan, puede quedarse una persona por cualquier cosa que surja. Mañana ya podrán verlo.

-Muchas gracias, doctor.- Sofía le estrecho la mano.

-Es mi trabajo.- Respondió sonriente.

Todos se abrazaron, felices. Y aunque Alejandra insistió en quedarse, Angie y Sofía la enviaron a casa. Ellas se quedarían esa noche.

Marcos las llevó a la mansión. Durante todo el camino estuvieron en silencio, pero no era para nada incómodo. Simplemente Cris le tomó la mano y cerró los ojos apoyada en el asiento. Ale la contempló durante todo el trayecto. ¿En serio pensó en dejarla? ¡Idiota! Cris era tan bonita, tan tierna, tan linda. No importaba lo bien o mal que reaccionara al saber la verdad, haría todo para quedarse a su lado.

Cuando llegaron fueron directo a la cocina por algo de comer, ¡sus tripitas, sus pobres tripitas lloraban!  Ella misma preparó unos burritos para las dos. Cristi estaba sentada en una silla alta, apoyando los brazos en la meseta, observando a Ale trabajar.

-¿Qué pasa?

-Te ves bien cocinando.

-Y más si cocino para ti ¿no?

-Muero de hambre.

-Yo también.

-¿Quién te enseñó a cocinar?

-Bueno, esto no es tan difícil pero digamos que… siempre tenía hambre asi que tuve que aprender a prepararme de comer.

-¿No tenías quien te preparara la comida?

-No todos crecimos en un castillo, princesa.- Se burló.

-Tonta.- Cristi se cruzó de brazos.

Después de que cenaran y de que Cris alabara su comida, ¡obvio baby! Subieron a sus habitaciones.

-Buenas noches, Cristi.-

-Buenas noches, Ale.

Pero Cris no entró a su cuarto y Ale tampoco se movió de su lugar. Se quedaron mirándose unos segundos, sonriendo.

-Cristi yo,,, sé que te pedí esperar para poder hablar con calma pero… verás, hay algo que… me está volviendo loca.- Se acercó más a la chica.

-Dime.

-Ese es el punto, no se trata de palabras… Es más bien…-

-¡Ay, ya Alejandra!- Cris, impaciente, la jaló de la ropa y la besó. Ale rodeó con firmeza la cintura de la chica y dejó que su cuerpo se alborotara. Después de creer que nunca más probaría esos labios, ahí estaban, abrazadas y besándose. Sus bocas se movían con ritmo, sincronizadas, haciendo ese beso firme, sin titubeos. Usó sus labios para apretar suavemente los de la chica, ¡se sentía tan rico! Se tomaron su tiempo para disfrutar ese contacto tan ansiado por ambas… Cris enredó los dedos en su cabello, pegándose por completo a su cuerpo. Acarició la espalda estrecha de la chica, bajó las manos hasta su cadera, haciendo círculos encima de la ropa. La pelinegra suspiró entre besos. Ale se apartó un poco y dio varios picos a Cris.- La próxima solo hazlo, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.- Dijo sonriendo.- Estás roja.

-Tu también.- La chica le dio muchos besos en el rostro, rematando con uno en la boca.- Ahora si, buenas noches.

-Buenas noches, Cristi.- La chica se metió a su habitación, regalándole una sonrisa antes de cerrar la puerta.-¡Siiii!- Gritó Ale, dando un salto.

-¡Ya te escuché!- Dijo Cris al otro lado de la puerta.

-¡Fue Bernardo!

-¡Tonta!

-¡Buenas noches, Cristi!

-¡Buenas noches, Ale!

Ya por fin se metió a su habitación. La sonrisa boba aún estaba en su cara. Ahora que había aceptado sus sentimientos y los había dejado salir, se sentía tan bien. Y sin duda Cristina ya se había dado cuenta de ellos, pero aún así quería declarársele, quería decirle de frente todo lo bonito que sentía culpa de ella. Quería decirle a gritos que la amaba. Pero también debía decirle que eran hermanas… Eso sonaría tan raro. ¿Cris seguiría adelante a pesar de su parentesco? A ella le había costado mucho decidirse, ¿a Cris le pasaría igual?  Estaba dispuesta a esperarla pero ¿y si al final la rechazaba? Se desvistió mientras pensaba en todas las posibilidades, pero prefirió no mortificarse. Era mejor esperar hasta ese momento para saber qué hacer. Además, primero debía hablar con su papá.

 

 

 

Estaba algo nerviosa cuando el elevador se abrió y caminaron hasta la sala de espera. Iban ella, Cristina y sus hermanitos. Sofía y Angie estaban de pie, tomando un café. Se veían animadas.

-Buenos días.- saludó.

-Buenos días, ¿durmieron bien?

-Si.

-¿Cómo está mi papá?- preguntó la enana, abrazando a Sofía.

-Muy bien, ya despertó y ya entramos a visitarlo un momento.

-Entonces, ¿podemos entrar a verlo?- Cris sonreía feliz.

-Si, pero primero quiere ver a Alejandra.

-¿A mi?

-Si, creo que tienen mucho de que hablar.

-Te va a regañar.- Le dijo Memo.

-¡Y te lo mereces!- Angie como siempre.

-Vamos, te acompaño.- Le dijo la Condesa.

-Suerte.- susurró Cris.

Caminó junto a Sofía hasta la habitación de su padre. Entró y ahí estaba Guillermo, se veía pálido pero estaba despierto. Tenía varias agujas clavadas en las muñecas.

-Alejandra, acércate.- le pidió. Ella lo hizo y se sentó junto a la cama de Guillermo. Se fijó que Sofía también entraba a la habitación. ¿Iban a emboscarla o qué? Su papá extendió su mano para que Ale se la tomara. Lo hizo.

-¿Cómo estás?

-He estado mejor, pero sobreviviré, gracias a ti.

-No tienes que agradecer papá, lo hice con gusto.

-¿Qué dijiste?

-Que no agradezcas…

-Después.

-Ah yo… - ¿le dijo papá? Bueno eso era, su papá. Y ella lo amaba.- Te llamé papá. Eres mi papá.

-Y pensar que pasaron 20 años para que me llamaras así.- Al Conde se le empañaron los ojos.

-No llores, o me harás llorar también.- Ale se paró y abrazó con cuidado a Guillermo.- Es genial que estés vivo.

-Aún tengo mucho que hacer aquí.- Le revolvió el cabello como hacía siempre.

- Pelear con Álvaro.

-Y regañarte a ti.

-¿Lo dices por…?- Se sentó.

-Si, por tu huida. ¿En qué estabas pensando?

-En…- ¿Lo diría ahora? Vio a su papá y después a Sofía. Sería algo incómodo hablar de sus sentimientos por Cris frente a su madre.- ustedes, en mi familia.

-¿Por qué?- Sofía se acercó y se paró del otro lado de la cama, tomando la mano de Guillermo.

-Pues porque… yo…- ¡Dilo! ¡Se valiente! ¡Dilo! ¡Ya! Se puso de pie y respiró hondo. - Me enamoré de Cristina.- Sofía y Guillermo la miraron en silencio, como esperando que continuara.- Cuando me di cuenta de lo que sentía por ella intenté apartarme, no tratarla con tanta familiaridad pero… es tan linda.- Sonrió como estúpida.

- Cuándo te pregunté si sentías algo por Cris, me mentiste.- Reclamó su padre.

-Lo siento, ¿Qué podía responder? ¿Qué sí? Estaba asustada de mis sentimientos. Por eso me fui, por que Cristina…

-¿Ella también te ama?- Preguntó Sofía, seria.

-Si. Me ama pero yo no le he confesado que también la amo.  Quiero hacerlo. Sé que es raro, porque es mi hermana y seguramente ustedes se opondrán. Pero le diré la verdad, le diré que es estoy enamorada de ella y que es mi  hermana. Le explicaré por qué me comporté así.

-¿Y esperas que ella te acepte si le dice que en realidad eres mi hija?- le preguntó Guillermo.

-No estoy segura de lo que hará. Tal vez me rechace, pero quiero que sepa la verdad. Al menos ambas sabremos de nuestro parentesco. Aceptaré la decisión que tome, aunque ya no quiera estar conmigo.

-¿De verdad la amas?- preguntó Sofía. Alejandra miró esos ojos grises, tan parecidos a los de su Cristi.

-La amo.- respondió firme.

Sofía y Guillermo se miraron un momento a los ojos. Ale se fijó en que su papá apretaba la mano de su esposa, quien asintió.

-Ale, yo siempre vi a Cristina muy estresada con la vida que lleva.- empezó a decir Sofia.- Siempre estaba seria, cumpliendo cabalmente sus deberes. Siempre ayudando a Guillermo, tomando todas las clases extras que su formación le requería.  Nunca la vi verdaderamente feliz… hasta que te conoció.- La mujer le sonrió.- A partir de ese momento noté un cambió en su actitud, ya sonreía, tu la hacías reír a carcajadas. Se notaba relajada, disfrutando de cosas tan sencillas como ir a comer tacos contigo, o dar un paseo en motocicleta. Por primera vez veo sus ojos brillar, llenos de amor. Y sé que es por ti. Una madre siempre querrá la felicidad de sus hijos, por sobre cualquier otra cosa. No sé mucho sobre las relaciones entre mujeres, pero no las desapruebo, simplemente creo que el amor es amor y a veces lo encontramos en las circunstancias más difíciles y duras…- Miró al Conde.- Solo te pido que hagas feliz a Cristina.- Hizo una pausa, tratando de controlar su voz.- No tienes por qué decirle que es tu hermana y esperar que te acepte o te rechace…

 

-¿Qué? ¿Por qué no?

-Porque Cristina no es tu hermana.

Notas finales:

¿Que onda? ¿Me dejan RW?

El próximo cap será la historia del nacimiento de Cristi así que  !no se lo pierdan!

 

Besos cachondos.

 

!Travesura realizada!


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