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por mi nuevo amor por cristianchan

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Notas del capitulo:

El segundo capitulo de este nuevo fic, espero lo disfruten.

Los días fueron pasando, entrenaba como lo venía haciendo, pero siempre faltaban los pases que lo hacían indestructible, muchos le preguntaban por él, pero no sabía que contestar, aunque él no lo quisiera admitir, sufría la perdida de Takao, pronto el baloncesto se fue volviendo aburrido, recordó sus días en Teikō, su estado actual era parecido al de esa época, en donde cada uno de ellos se fue convirtiendo en monstruos, al entrar a Shūtoku eso había cambiado, él había empezado a divertirse jugando, a anhelar el siguiente encuentro, el escuchar el chirrido de los tenis al jugar, todas esas emociones que perdió al convertiste en el tirador número uno de la generación milagrosa.

-¡Midorima cuidado!- grito uno de sus compañeros, Midorima volteo su rostro encontrándose con un balón de baloncesto, el cual lo desequilibro haciendo que él callera al suelo, sus gafas salieron a volar.

-Mierda- dijo Miyagi ayudándolo a levantar, Midorima abrió sus ojos verdes, la sangre salía de su nariz, él cogió un pañuelo poniéndolo debajo de esta, pronto este se fue tiñendo de un intenso rojo.

-Tengan cuidado- grito el capitán al grupo de novatos quienes agacharon la cabeza arrepentido, Midorima salió junto a Miyagi al baño de la preparatoria, juago su rostro, la hemorragia un no daba aires de parar.

-Voy a ir a la enfermería- dijo Midorima volviéndose a poner otro pañuelo en su nariz.

-Okey, voy a ir por tus cosas.

-No olvides el busto de castor, gracias.

-¿Para qué mierdas necesitas algo así?

-Es mi artículo de la suerte- dijo saliendo del baño, se dirigió a la enfermería la cual se encontraba vacía, se recostó en una de las camas, pronto sintió el líquido bajar por su garganta, era una sensación asquerosa.

El pelinegro alzo su vista topándose con un encendido cielo, ya había pasado bastante tiempo desde que dejo la preparatoria Shūtoku, ahora se encontraba en otra preparatoria que ni siquiera poseía un equipo fuerte de baloncesto, si habían llegado a ganar un partido había sido pura suerte, él se acercó al gimnasio percatándose de que se encontraba alguien entrenando, se asomó en este, en una de las canchas se encontraba un chico ligeramente más alto que él, de cabellos castaños y ojos marrones, el chico se encontraba practicando tiros, algunas veces encestaba, otras simplemente golpeaban con fuerza el tablero haciendo que el balón saliera disparado al extremo de la cancha, uno de los balones cayo al lado de Takao, este lo recogió, camino lentamente hacia al chico.

-Se te cayo esto- dijo delineando una perfecta sonrisa en su rostro, el otro chico se sonrojo.

-Gracias- dijo cogiendo el balón, no podía dejar de mirar esa sonrisa que combinaba perfectamente junto con esos ojos grisáceos, le reconocía, ese chico que estaba parado frente a él, era una de las personas que más admiraba, a pesar de que no era ningún prodigio, el sentía gran admiración por él, sentía que era un profesional que rayaba con los prodigios.

-Si lanzas de esa manera jamás encestaras- dijo Takao volteando a ver el tablero.

-Ah, ¿Qué?- balbuceo el otro

-Que si lanzas de esa manera, es muy difícil que encestes, estás jugando baloncesto, no tirando el balón a lo loco.

-Ya, sé que no soy muy bueno, pero ¿No crees que deberías tener más tacto?- pregunto sobándose su cabeza.

-No lo creo, solo te dijo que no tires por tirar, para hacer un buen lanzamiento debes mirar fijamente la cesta y tirar mirando el cuadro que encierra la cesta, bueno eso es lo que me funciona a mí, cada quien tiene su propio estilo.

-Yo te admiro.

-¿Qué?

-Sé que es raro, pero siempre he pensado que ese don que tienes en los ojos te hace un jugador muy bueno, claro está que no solo es eso, tu forma de transportar el balón y tu velocidad te hacen un armador lo suficientemente bueno como para ser comparado con el capitán de la generación de los miagros. 

-Cállate, no me hables de él.

-Lo siento, ¿por qué?

-Lo odio.

-Lo siento, no volveré a decir nada de él.

-Además si fuera por lo menos un poco bueno, jamás habría dejado que ellos ganaran, solo soy una escoria en el baloncesto- dijo mientras salía del gimnasio, sintió su pecho arder y su sangre hirviendo.

Midorima se levantó de la cama mirando su alrededor, ya había anochecido, miro al pie suyo en donde se encontraba su maleta, el busto de castor y una nota.

-Te dejo tus cosas, no quería despertarte, Miyagi- decía la nota.

<<No quiero más, no puedo seguir jugando baloncesto>>pensó arrugando la nota. 

Notas finales:

Espero sus review, recuerden subo capitulos todos los martes. 


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