- Hoy es tu cumpleaños, cierto? – Estaban caminando de vuelta a sus casas Momoshiro y Ryoma, el más alto no había parado de hablar hasta que hizo esa pregunta.
- Sí… - El menor se ruborizó un poco sonriendo internamente ya que alguien se había acordado de su cumpleaños.
- No lo olvidaría por nada. Es una fecha difícil de olvidar… además… - El mayor se detuvo, haciendo que el de ojos miel también lo hiciera. – Es difícil olvidar algo que tenga que ver contigo. –
Los ojos mieles del de (ahora) octavo grado se abrieron de par en par cuando el mayor lo tomó entre sus brazos y lo abrazó, de una manera cálida, suave, hermosa.
- Mo… Momo… - Susurró, completamente ruborizado. - ¿Qu… Qué haces? – Preguntó.
- Hago algo que debí de hacer hace un año, ya. Feliz navidad, Ryoma… y feliz cumpleaños. – Se inclinó un poco, besando esos tibios labios color rojizo que desde hacía tiempo había deseado. Simplemente no podía contenerse más; amaba a ese niño.
- ¡Momo-senpai! – Los ojos de Ryoma se abrieron de par en par e intentó apartarlo, pero los brazos le fallaban. Quería que lo hiciera, claro que quería. Cerró los ojos, rodeando al moreno por el cuello con los brazos y alzándose un poco en puntillas, ya que el otro había querido romper el beso. Ryoma lo intensificó, y Momoshiro no pudo hacer más que disfrutarlo. ¿Acaso esos sentimientos desde hacía un año eran correspondidos?.
Cuando se rompió el beso, el ruborizado Ryoma se abrazó fuertemente a su senpai, como no queriendo que se apartarse de él. Además, hacía un poco de frío y había nevado horas antes, así que ambos estaban cubiertos con ropas para invierno. El mayor lo tomó entre sus brazos, besando su frente y sonriendo, completamente complacido. Lo quería, lo quería tanto…
- Ryoma, me gustas. Me gustas más que nadie, es por eso que decidí hacer esto. Quería permanecer con un bonito recuerdo de tu cumpleaños número 14… -
- Yo también siento lo mismo, Momo-senpai. También me gustas, y nunca me había atrevido a decírtelo…-
- Pues estamos de suerte hoy… ¿Quieres salir conmigo mañana? Te llamaré en la noche para darte las felicitaciones por la navidad.-
- Claro que sí… - El menor sonrió, conteniendo las lágrimas. Momo-senpai simplemente era un sueño. Era lo mejor que le había pasado nunca.
- Entonces nos vemos mañana, que ya te traje hasta tu casa. – Sonrió un poco, haciéndole recordar a Echizen que estaba enganchado a su pecho, suspendido del suelo. El de cabello verdoso se sonrojó y sonrió, soltándose y besándole fugazmente los labios a su amigo.
Jamás olvidaría ese cumpleaños.