12- Infinite Stella
La luz de sus ojos se torna incapaz de ver más allá de lo infinito brillando en lo continuo de su vida. Se levanta como todos los días, desayuna y come lo de siempre: cereal y fruta. Pero aun así está insatisfecho, no puede ser llenado. No puede darle más vida que la que florece de sus deseos.
Llega al trabajo; allí está él, como siempre, con el semblante más natural que conoce. El saludo es lo primero que hace, y la sonrisa es la que después ve, pero la primera que más anhela ver. Un año más fingiendo felicidad estando detrás del escritorio con papeles y plumas con tinta sin acabar. Son usadas una vez, y después las pierde sin querer. Esas plumas nunca se acaban…
Acomoda sus anteojos que están a punto de caer y se encuentra con un rostro, uno que es el protagonista en cada sueño matutino, vespertino y nocturno. — ¿Está durmiéndose? — Le cuestionan sin dejar de mirarlo.
— No señor, sólo arreglaba mis lentes — replica para que de algo se pueda defender.
— Siga trabajando joven Luhan —. El mencionado asiente con una risilla encantadoramente bobita.
Mira a través de los cristales con aumento a más de dos grados. Ve un poco más borroso, la claridad lo está abandonando.
Pasan dos horas para que salga a descansar, está acompañado de la soledad, un emparedado y un jugo le acompañan pero pronto lo abandonarán, al igual que los colores vivos que ya comienzan a aburrirse de sus pupilas parecidas a una deliciosa avellana. Se quita el objeto que ayuda a identificar con normalidad, necesita más aumento.
Su descanso ha terminado; debe regresar. En su retorno, tropieza con alguien. — Tenga más cuidado, parece que su vista comienza a fallar.
Su cabeza confirma positivamente en repetidas veces. — Lo haré señor — rectifica con unos delgados labios que su amor platónico nunca ha visto, ni siquiera, ahora.
Se hinca para levantar sus anteojos. Su entrañable jefe no lo ha ayudado, hoy, ni nunca. “Están rotos”. Decide que hoy no los usará. Mala elección, en todo el día le estuvieron ocasionando problemas. Sólo fue un día… Pero mañana, después de visitar a su oftalmólogo, todo cambiará.
El día tan deseado llega y se da cuenta que alguien lo espera parado detrás de las blancas cortinas que están inquietas. — Señor — alcanza a decir con un poco de preocupación. Tal vez hoy sus sueños se hagan realidad. Quizá hoy llegó a esa estela que parecía inalcanzable.
—Xiao Luhan — pronuncia su jefe mientras camina hacia él. El mencionado abre en demasía su par de ojos, hechos por los mismos ángeles. — Usted… — infiere con el calor sobre sus mejillas. — Está despedido. — ¡Oh, desilusión, no era lo que creía!
La luz se está desvaneciendo.... Pero Luhan piensa que ésta sigue, sólo un poco, parpadeando.
—SeHun yo…
—Por favor, retírese.
Toma todas sus cosas. Sus nuevos anteojos que según él lo hacían ver mejor, están construyendo una alberca de tristeza. Oh SeHun nunca se fijó en él y nunca lo haría más que en sus sueños apagándose lentamente.
Luhan es completamente ignorado y las melodías de sus esperanzas ya se han atorado en lo que nunca fue dicho. Sufre de algo llamado “mi amor no es correspondido y nunca lo será” Sufrirá. — Sólo me conformaba con verte — solloza.
¿Esa estela infinita puede volverse todavía más infinita? No, esa estela de luz ya se ha apagado, llevándose los dulces sueños con un silencio detrás de la puerta.
“SeHun te amo, lo he hecho desde que llegué”
Una estela ya no es más infinita… Quizá, lo sea en otra vida.