-¡mi hijo! ¡Tenemos que regresar arriba! ¡Mi hijo me necesita! ¡Por favor! ¡Llévame arriba! -
La desesperación era más que evidente en ambos, en el más que a mí. También compartía su deseo de regresar a la superficie, pero no podía ponerlo en peligro, los edificios siguen derrumbándose allá arriba un paso en falso y podría morir.
- ¡por favor!… llévame arriba- seguía suplicando, al borde de las lagrimas
-descuida, tu hijo está bien. ¡Te lo aseguro! -
Habían pasado 70 segundos desde que fuimos tragados por la tierra, el sismo estaba comenzando a cesar gradualmente hasta que se dejó de sentir
- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? - pregunto -¿porque estas sentado como si no estuviera pasando nada? ¡Cómo puedes hacer eso! -
-… no estoy tranquilo, estoy pensando como subir arriba-
-no te creo, ¡no lo parece!... ¡me voy! Regresare por mi cuenta-
- ¿y cómo piensas hacer eso? La visibilidad es casi nula. Sin mencionar que a 80 metros hay un derrumbe obstruyendo el paso ¿Cómo es que piensas salir?-
- ¿y cómo sabes todo eso? -
-…-
¡Absurdo! saber pero no saber nada. En esta situación no hay mucho que pueda hacer, mi visión no ha regresado por completo y me duelen las costillas. Esto no podría ser peor.
-¡no importa! No puedo quedarme aquí sin hacer nada- el extraño se dio la vuelta y comenzó a caminar a pasos torpes, tomando la pared como guía.
-… de acuerdo, vamos-
Después de todo él tiene razón, no podemos quedarnos sin hacer nada.
Han pasado 10 minutos y casi no hemos avanzado nada, sin mencionar que el desconocido camina a paso torpe ¿debería ayudarlo?
-a propósito, ¿Cuál es tu nombre? - pregunto
-…-
- ¿no me lo dirás? -
-¿Cuál es el tuyo?-
-Daniel... ¿Y tú eres? -
¿Qué debería responderle? No recuerdo casi nada desde que desperté ¿debería contarle toda una historia? No, no es el momento para eso, pero tampoco puedo mentirle.
-no me lo digas si…-
-no lo sé…-
-…-
-no sé cuál es mi nombre- dije resignado
-¿Por qué?-
-perdí mi memoria en un accidente-
-… lo siento-
-no importa-
-entonces ¿cómo debo llamarte? ¿Cómo te dicen los demás? -
-…-
-en ese caso, permíteme ponerte un nombre, solo mientras recuperas el tuyo, ¿Qué dices? -
-como gustes-
-bien… en cuanto se me ocurra uno te lo diré…-
Después de un largo camino llegamos a la obstrucción, no podíamos avanzar ni retroceder. Por unos minutos guardamos silencio.
El extraño, cuyo nombre es Daniel, resguardaba su cara con las manos sentado en el suelo, su cabellera blanca revelaba su edad avanzada, igual que las arrugas de su cara, pero él estaba lejos de ser solo un anciano, pareciese que se encontrara en su plena juventud, con un arduo deseo de vivir, y el niño que ha dejado arriba en la superficie es su único motor, puede verse en su cara.
-vamos- palmee su hombro –vamos a arriba, yo te guio-
Tengo la certeza de que estamos en una cañería, el mal olor lo confirma, hay ratas y alguna que otra serpiente, caminamos sobre agua estancada que salpica un poco a cada paso dado por ambos.
-ten cuidado con las rocas a tu derecha y alza un poco las pisadas en el siguiente tramo, hay muchos escombros- ordene, y así dándole detalles del camino pisado
Daniel tira de mi mano por seguridad, aunque había dicho que estaba lleno de vida, no le resta importancia al hecho de que ya está en su tercera edad y aunque esta de tras de mi puedo sentir y de alguna extraña manera ver cómo me mira extrañado, como queriendo preguntar algo que le es difícil explicar, camina con el entrecejo fruncido y a paso torpe hasta que se decide a hablar…
-lo que as echo hace algunos minutos es inhumano, o de un verdadero suicida, me pregunto ¿cuál de los dos eres?-
-loan dice que soy humano- exclamo pensativo
-¿tu compañero?-
-si- conteste
-entonces… ¿Cómo es que puedes ver en esta densa oscuridad?-
Me tomo por sorpresa, ¿se supone que no puedes ver en la oscuridad? Entonces ¿porque todo parece estar tan claro? Lo mismo pasó hace unos días atrás, y justo recordé que mi visión se había reducido por aquel golpe cuando intentábamos huir del edificio… entonces, ¿Por qué?
-¿es imposible ver en la oscuridad?- pregunte curioso mientras detenía mi andar
-al menos en esta, si-
-yo… puedo verlo, ¿eso está mal?- pregunte angustiado
-si lo piensas en la situación en la que estamos, es un tanto útil, pero por el hecho de que así sea, es un tanto… extraño, pero hay que tomar en cuenta que en estos días la normalidad yo no existe-
Seguí caminando y tire de su mano para avanzar, así, sin contestarle nada. No estoy seguro si me intentaba calmar o evitar alguna explicación densa con su última respuesta, pero algo me dice que es mejor no adentrarnos en ese tema. No aun.
Caminamos por entre los escombros y ratas por al menos una hora y contando, ambos en silencio que no resultaba ser incomodo, sino más bien necesario. Durante el recorrido hemos encontrado dos salidas, ambas obstruidas por tierra y escombros, no estamos seguros de si nos hemos perdido, si ya salimos de la ciudad o nos adentramos más en ella, no escucho ningún sonido más allá de agua y chillidos de ratas, solo cuento con una especie de mapa dentro de mi cabeza que se va trazando mientras avanzamos, posibles rutas con sus respectivas obstrucciones
-descansemos un rato- hablo Daniel –solo un poco- dijo recargándose en la pared
-no hay muchas salidas cerca- dije recargándome a un lado de el – puede que no salgamos de este lugar, al menos no en las próximas horas- suspire
-no me queda más que confiar en ti- dijo entre sonrisas
-..-
-niño dime algo… ¿Por qué no recuerdas tu nombre?-
-… loan dice que tengo amnesia-
-entiendo…- silencio –Issa, te llamare Issa, es apropiado… te queda-
-¿me queda? ¿Por qué?- exclame – ¿es porque no recuerdo?-
-no, es porque eres un salvador, a mí y a mi hijo, nos has salvado de morir arriba. Gracias-
-no… no es nada- respondí -deberíamos seguir…-
Continuamos con el recorrido por al menos una hora más hasta que por fin olimos aire fresco, es extraño. Se perciben notas de agua y es un tanto puro, intrigante e impredecible, es el olor de la noche que estaba por caer.
Tras quitar las enormes piedras que nos separaban del exterior, a las orillas de la ciudad, casi al borde de un precipicio, se aprecia un vasto llano, es desolador, la tristeza misma a la vista del por mayor, la escena misma no busca reprimir nada o tan siquiera ocultarlo, es lo que hay y grita a los cuatro vientos: “¡mírame!, ¡estoy muriendo!”, lagrimas salieron de mis ojos y aun así mordía mis labios para no llorar
-este lugar solía ser hermoso- suspiro el anciano –hay cosas por las que ya nada se puede hacer-
Contemple el lugar tanto hasta que la niebla lo cubrió por completo.
-Issa, pasemos la noche dentro del túnel, el frio no tarda en crecer, morirás si te quedas afuera- grito desde dentro del alcantarillado
Me senté a un lado de el para resguardar el calor, en silencio, tratando de reflexionar…
-tenía una nieta- hablo – de diez años, le gustaba salir y correr en ese llano, corría tras las mariposas con una enorme sonrisa, aunque al principio les temía- esbozo una sonrisa –cuando por fin conseguía tener una entre las manos las observaba hasta aprenderse cada detalle de ellas, después las colocaba en una de las tantas flores del lugar… las blancas eran sus preferidas, si ella viera este lugar rompería en llanto, la mayor parte de su infancia estaba en este lugar…-
-¿en dónde está?- le pregunte
-… no lo sé, le perdí el rastro hace 5 años, quiero pensar que está bien en algún lugar-
Después de eso, la noche cayo y con ella una inmensa oscuridad. Fue lo que dijo Daniel.