Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Eres tú mi héroe? por Fullbuster

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Bajé hacia la cocina movido por el incesante ruido de los utensilios. Me acerqué a la puerta viendo a mi familia preparar el desayuno y sonreí. Mi hermana y mi madre conversaban sonrientes sobre mi regreso. Me había quedado apoyado en el marco de la puerta viendo la escena y sonriendo como un tonto, me gustaba ver la casa animada y me sobresalté un poco cuando mi padre colocó su mano en mi hombro sonriendo.


- Pasa hijo, desayunemos – me comentó y le seguí hacia la mesa.


El hijo de mi hermana vino corriendo y se sentó a mi lado contento empezando a desayunar. Apenas estaba a mitad de mi agradable desayuno con la familia cuando el teléfono sonó y todos me miraron. No tenía intención de cogerlo porque mis padres siempre intentaban que nada entorpeciera las comidas pero al ver los ojos de mi padre, supe que tenía que cogerlo. Él se sentía orgulloso de mí y de mi trabajo así que me disculpé y me levanté descolgando.


- ¿Teniente Noctis?


- Si, soy yo – le respondí.


- Soy el Sargento Greg Crownell.


- ¿En qué puedo ayudarte Sargento?


- Me han llegado las chapas de identificación de algunos de sus chicos, los cuerpos ya han sido devueltos a sus familias. Íbamos a mandar las placas pero prefería preguntar si querría enviarlas usted ya que eran sus hombres.


- Gracias por el aviso. Déjelas en la consigna, iré esta misma tarde a recogerlas. Las entregaré en persona.


- ¿Te-Teniente? No solemos enviarlas en persona – me comentó.


- Lo sé, pero tengo unos días libres y creo que las familias se merecen que vaya personalmente.


- De acuerdo Teniente.


Colgué el teléfono pero al girarme me encontré con mi padre apoyado en el marco de la puerta y aquello me sorprendió. Me quedé estático unos segundos sin saber qué hacer hasta que él habló.


- ¿Te marchas de nuevo? – me preguntó con un tono de preocupación.


- Sí pero no es lo que crees – le dije – perdimos a algunos hombres y quiero devolverles las placas yo mismo a sus familias, se lo debo.


- No les debes nada Noc – me dijo – tú has cumplido ya por este país, lo haces todos los días y esos hombres sabían lo que hacían cuando se alistaron, igual que tú.


- Quiero hacerlo – le dije serio y él sonrió.


- Entonces de acuerdo.


Ese día toda mi familia estuvo en silencio, sé que no terminaban de entenderme o quizá sí, sabían que necesitaba hacerlo para quitarme un peso de encima pero estaban preocupados por mí. Mientras me preparaba una mochila con algo de ropa mi madre me observaba en silencio y me traía algunas cosas, medicinas y comida sobre todo. Yo sonreí y cuando vi que alguna lágrima le saldría, la abracé tranquilizándola, ahora todo estaba bien, sólo iba a pasar por algunos condados y devolver las chapas, nada más, no me iba a Afganistán de nuevo.


Partí con el perro y caminé. Pasé por la base únicamente a recoger las chapas y me marché de allí rumbo a mi primer destino. Mucha gente se preguntaría por qué me llevaba al perro o por qué caminaba en lugar de coger transporte, la verdad es que me apetecía estar sólo, me apetecía caminar, pero a veces… también es bueno tener compañía y mi perro siempre había sido mi mejor amigo ¿Por qué no llevarlo conmigo? Ambos emprenderíamos la aventura de nuestra vida, un viaje que para mí pretendía ser la búsqueda de un remedio a todo lo que me estaba ocurriendo últimamente.


La primera semana fue la peor en cuanto a sueños, el mismo chico aparecía una y otra vez en mis sueños y siempre me decía lo mismo “¿Eres tú mi héroe?”. Seguía sin saber lo que significaba y hasta había tratado de mirarlo en Internet cuando me hospedaba en algún hostal, pero nada. Todas las noches era lo mismo y todas las noches me despertaba antes de poder hablar con él, pero yo intentaba fijarme en más y más detalles que me aclarasen quién podría ser.


Creo que era un militar y posiblemente habría estado en Afganistán, siempre venía acompañado de soldados aunque no conseguía ver los números de su placa. Lo que cada vez tenía más claro, es que su acento no era americano ni tampoco anglosajón. Los sueños cada vez eran más intensos.


Abrí los ojos. Los granos de arena se arremolinaban frente a mí y cerré la mano sintiendo la arena pasar entre mis dedos, estaba tumbado. Me incorporé despacio, aún estaba desorientado pero… delante de mí estaba de nuevo el mismo desierto de todas las noches, los mismos soldados que caminaban y aquel chico. Se giró mirándome con aquellos intensos ojos azules y vi sus labios moverse para hablar, pero yo lo impedí.


¿Quién eres? ¿Por qué apareces una y otra vez? – pregunté y él se quedó atónito.


Yo soy…


Intenté escucharle, no podía oírle pero sí escuchaba cómo me pedía ayuda.


¿Qué puedo hacer por ti? – pregunté – no entiendo nada.


Ayúdame – me dijo de nuevo.


Me desperté sobresaltado pero esta vez tenía algo muy reciente, me había fijado en su placa de identificación y me levanté corriendo a apuntar los dígitos en un papel. Esa mañana devolví la quinta placa a los padres del soldado y continué caminando hasta Oklahoma, allí me hospedé en una de las bases militares y me conecté a Internet para identificar ese número, no era nuestro, era del ejército español y por fin empezaba a entender por qué su acento no me resultaba para nada inglés. Tuve que preguntar en la embajada y al final conseguí adivinar algo, no era un soldado, se llamaba Cloud Strife y era reportero de guerra, le habían enviado a Afganistán para documentar lo que ocurría.


¡Los hilos que había tenido que mover para descubrir todo esto! no era propensos a darme la información, hasta mis superiores me habían preguntado para qué necesitaba saber sobre ese chico. Creo que me lo estaba tomando muy a pecho todo este asunto.


Creí que el chico estaría aún en Afganistán, que podría tener problemas, pero me habían informado de que hacía unos días había vuelto a su hogar. No me dieron su dirección como era normal, no sabían mis intenciones y no se fiaban, algo que comprendía. Tampoco podía ir así sin más, era un gran vuelo hasta España sólo por un sueño.


Esa noche me acosté en la cama del hostal y jugué con el papel donde estaban escritos los dígitos de la identificación de ese chico. No entendía por qué seguía apareciéndose en mis sueños, yo no le había visto nunca, no habíamos coincidido ¿Por qué se me aparecía precisamente a mí? ¿Qué le ocurría para tener que pedir ayuda?


Cerré las manos sintiendo de nuevo la arena. Cada vez que abría los ojos… ese inmenso desierto aparecía frente a mí. El chico rubio caminaba delante y me incorporé con rapidez corriendo tras él hasta que cogí su brazo. Su brazo tenía unas extrañas marcas, unos raspones pero no le di importancia, miré directamente a sus ojos.


¿Cloud Strife? – le pregunté y él se sorprendió.


¿Me conoces? – me preguntó sonriendo – por favor… ayúdame.


¿Qué necesitas de mí?


Yo… estoy… tienes que ayudarme, el hospital, estoy en un hospital. ¿Eres soldado? – me preguntó y me miré dándome cuenta de que llevaba mi uniforme - ¿Marine?


Sí – le dije.


Estuve con unos marines hace tiempo – me dijo sonriendo – me dieron un trago de whisky de una petaca.


Ya. No eres un soldado ¿Verdad? ¿Qué hacías en Afganistán?


Soy reportero, me habían mandado para cubrir las noticias de todo lo que estaba pasando, he estado casi un año en esa tierra alejado de mi familia.


¿Sigues en Afganistán?


No. Creo que volví a casa, vi a mi familia, recuerdo haber cenado con ellos, haber entregado la noticia.


El chico desaparecía ante mis ojos de nuevo, no lo entendía pero creo que me estaba despertado.


Dime cómo puedo encontrarte. Dime cómo ayudarte.


Me estoy muriendo – fue lo único que escuché antes de despertarme de nuevo.


No quería abrir los ojos pese al molesto ruido de alguien golpeando en la puerta de mi habitación. Escuchaba como alguien hablaba y preguntaba por mí así que contesté que ya iba. Me levanté buscando un pantalón mientras mi perro me miraba. Le hice una caricia y continué hacia la puerta abriéndola, era el dueño del hostal comunicándome que ya se acercaba la hora en que debía abandonar la habitación para que limpiasen. Decidí ponerme en marcha. Desayuné en el exterior de la cafetería junto a mi perro y empezamos de nuevo a caminar.


Hoy tenía que entregar dos placas así que no tenía tiempo que perder. Todo el camino lo hice pensando en ese chico, mi vida empezaba a girar en torno a mis sueños con él y eso me hacía dudar de la propia realidad. ¿Me estaba volviendo loco? No conocía de nada a ese chico pero me sentía bien cuando aparecía a mi lado.


Entregué las placas y seguí mi camino. Transcurrieron dos largas semanas donde por primera vez, empecé a sentirme cada vez más cercano a ese chico que se aparecía en mis sueños. Algo me atraía de él, no sabría decir qué era, pero últimamente habíamos tenido conversaciones sobre la familia, sobre sus gustos, sus deseos, su futuro, me gustaba ver sus sonrisas, esos ojos azules tan impresionantes que tenía. Creo… que me estaba enamorando de él y era un gran problema, porque ni siquiera era real, tan sólo podíamos vernos en sueños. Anhelaba dormir, cada vez lo deseaba más, me gustaba vivir en ese mundo de fantasía para poder estar con él, todo era más fácil en ese desierto.


Caminé por el desierto hasta que encontré la hoguera, Cloud estaba allí sentado en ella mirándola con detenimiento mientras quemaba unas nubes, me pareció muy americano todo aquello, porque eso lo hacía yo cuando tenía apenas ocho años y me iba con mi padre al monte de excursión o de acampada. Sonreí y me senté a su lado.


Coge uno – me dijo sonriendo mirando un palo con una nube.


Cogí el palo y lo acerqué a la hoguera empezando a quemarlo. No podía apartar mi vista de Cloud.


¿Cómo sabías lo de las nubes? – le pregunté sonriendo.


He visto muchas películas – dijo sonriendo y yo sonreí también.


Te has documentado sobre nuestros gustos.


Es posible, soy reportero ¿Recuerdas?


Es cierto.


¿Qué te preocupa?


No es nada.


Sí es algo. ¿Afganistán?


Aparté el palo del fuego y miré la nube que se estaba cocinando para luego mirar el fuego ardiendo frente a mí. Las noches en Afganistán eran frías y aunque era un sueño, la verdad es que la hoguera me recordaba un poco a aquel lugar.


Perdí a algunos hombres en este lugar – le dije – era como… un infierno en vida. Me alisté para servir a mi país, nunca creí que llegaría tan lejos por cumplir mi misión. A veces me he preguntado si era necesario sacrificar la vida de esos hombres por el país, por unas órdenes. Al menos eso me preguntaba cuando estaba allí, ahora que he vuelto a casa, me pregunto cómo se sentirá mi familia. Ellos me tratan como si fuera un héroe, en realidad no creo que lo sea, hacía mi trabajo y me siento un poco incómodo cuando estoy con ellos. Sé que no soy el mismo que era cuando me marché, estoy más susceptible.


Has pasado por mucho, has estado en guerra y tu cuerpo se ha adaptado a eso, relajarse no es fácil y menos después de lo que has tenido que ver y sufrir. La marine puede ayudarte.


Ya hablé con un Psicólogo pero… la verdad es que creo que todo esto se me irá pasando con el tiempo y algo de terapia.


¿Por qué decidiste entregar las placas? ¿Fue como una medida alternativa de huir de tu familia?


No quería hacerles daño, como te he dicho he vuelto más susceptible, les estaba asustando cada vez que un plato resbalaba de mis manos por el miedo a unos disparos en un juego, por tonterías de la vida normal. A veces tengo que recordarme a mí mismo que ya no estoy allí.


Miré hacia Cloud que se había quedado callado. Me sonrojé al verle tan cerca de mi rostro pero no me aparté, extrañamente no me molestaba su compañía ni su cercanía. Me sentía tan bien a su lado, que todo me daba igual ya, con pasar mi tiempo a su lado era suficiente para mí. Le vi cerrar los ojos y acercarse aún más a mí. No me moví pero también cerré los ojos. Sus labios tomaron los míos en un largo y silencioso beso, en un dulce roce que se fue intensificando por la pasión del momento. Creo que me estaba enamorando de este chico de frágil sonrisa, de este chico que me pedía ayuda y que no sabía cómo hacerlo.


Al despertarme rocé mis dedos en mis labios, había sentido ese beso como si fuera real aunque sabía que no lo era. Miré el techo de la habitación y luego me fijé en el perro que me miraba sorprendido. Me decidí a una cosa… iba a encontrar a ese chico, tenía que ser real, no podía ser sólo una ilusión mía, tenía que encontrarle y lo haría aunque tuviera que cruzarme medio mundo para dar con él.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).