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¡Excitarse...un juego de niños! por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Lo subimos antes del domingo ya que estaba listo y era el último capítulo. Esperamos que lo disfrutéis y gracias por haber leído hasta el final. Un saludo a todos.

 

Os dejamos el Facebook donde se pueden ver todas las historias que han sido publicadas o están siendo publicadas actualmente por si a alguien le interesa.

 

Atte: Kaoru Himura y Fullbuster

Clear POV

 

Aún tenía aquella pistola en la mano, no podía ni creerme lo que acababa de hacer. ¡Había golpeado a ese gemelo con la culata de la pistola! Noiz había matado a aquellos guardias y me imaginé que tantos disparos iban a llamar la atención de ese científico así que, sin pensarlo, cogí una de las armas que llevaban aquellos matones y corrí hasta ese rubio con gafas para noquearlo. Era la primera vez que hacía algo como aquello pero no sentía remordimientos, se lo tenía merecido por haber sido uno de los responsables del sufrimiento de mis amigos y por... querer hacer lo mismo conmigo.

- Venga, vámonos – me sobresalté al escuchar la voz de Noiz a mis espaldas ya que estaba absorto mirando la pistola en mi mano – Tenemos que encontrar a Ren.

- ¿Y qué pasa con Aoba? - le pregunté saliendo de mi ensimismamiento.

- Iremos después a por él, ahora nuestra prioridad es Ren.

- No, no sabemos lo que le estarán haciendo ahora a Aoba, es más que probable que estén siguiendo con los experimentos que tú empezaste – le recriminé.

Me mantuvo la mirada con seriedad pero no soltó palabra alguna para contradecirme y aquello me asustó porque me acababa de confirmar que no me equivocaba con mis suposiciones. ¡Ese otro gemelo ya estaría conectando a Aoba a algún extraño aparato!

- Debemos ir a por él ahora mismo - le grité desesperado.

- No podemos, tenemos que ir a por Ren primero, lleva mucho más tiempo aquí y no sabemos lo que le han podido hacer.

- Entonces nos dividiremos. Tú irás a por Ren y yo a por Aoba así podrem...

- No – me interrumpió – es peligroso. No conoces el lugar y podrías perderte, además si te encontrases con algún guardia, estarías en problemas.

- Tengo esto – le enseñé el arma.

- ¿Alguna vez has disparado? - me preguntó y yo negué con la cabeza – Entonces no te servirá de nada contra alguien que tiene entrenamiento militar, te desarmaría antes de que pudieras siquiera apuntarle. Es mejor ir juntos, podremos defendernos mejor.

- Pero...

- No – me gritó - Yo también estoy preocupado por Aoba pero debemos ir a por Ren, podría estar en peligro y estamos perdiendo un tiempo muy valioso mientras discutimos.

Agaché la cabeza derrotado, sabía que llevaba razón pero sentía como si estuviese abandonando a Aoba a su suerte.

- Es más rápido ir a por Ren, sé dónde pueden haberlo encerrado. Te prometo que después iremos a por Aoba – me dijo Noiz más calmado – Estará bien... por ahora. Trip debe estar analizando sus datos y todo... lo que le hice – terminó en un susurro.

- Entonces, ¿no le está torturando? - le pregunté.

- No, aún no.

No sabía si fiarme de su palabra, él no podía estar seguro al cien por cien de su afirmación pero no me quedaba más remedio así que elegí creer que Aoba estaba a salvo por ahora. No podíamos perder más tiempo, debíamos ir a por mis amigos.

- Te sigo – le dije aceptando su plan.

Noiz comenzó a correr hacia el fondo de la sala y yo le imité. Giró a la izquierda hasta llegar a varias puertas y Noiz cruzó la más alejada de todas, tras hacerlo yo también, llegamos a un pasillo bastante iluminado.

- Quiero que sepas que solamente vengo contigo porque quiero ayudar a mis amigos y solo no podría conseguirlo. En este momento, te odio. Le has hecho mucho daño a Ren y Aoba, has estado jugando con ellos y manipulándoles, eres despreciable – le dije enfadado a Noiz sin detener mi carrera.

No podía saber qué expresión puso ni si le habían afectado mis palabras ya que, al ir detrás de él, sólo podía ver su espalda pero supuse que le daba igual lo que yo opinara de él porque no me contestó.

- Tienes razón, soy despreciable – me respondió después de un par de minutos y me sorprendió el tono que había usado.

Parecía realmente afectado pero creo que no era por mis palabras sino porque se arrepentía de sus propios actos. Quizá estaba fingiendo para que sintiera lástima por él, no lo sabía pero no era momento para analizarle, debía centrarme en mis amigos, los únicos y verdaderos que tenía.

Después de recorrer varios pasillos, fuimos a gran velocidad hasta el final de uno de ellos hasta alcanzar otra puerta más. Pasamos por ella y comenzamos a bajar unas escaleras llegando así al piso inferior, el cual no estaba tan iluminado como el que acabábamos de ver. De nuevo, cruzamos otra puerta que nos llevó a una estancia oscura, maloliente y llena de celdas y jaulas.

Mi cuerpo tembló de forma involuntaria, era un sitio demasiado lúgubre y escalofriante pero también triste y solitario. Me recordó a las zonas de las perreras donde iban a parar los perros que nadie quería y que iban a sacrificar. Un escalofrío recorrió mi cuerpo ante ese pensamiento y mi preocupación por Ren aumentó mucho más. Si esos científicos hacían lo mismo, entonces aquí abandonaban a las personas que habían usado para sus experimentos y que ellos creían que ya no les eran útiles.

- Tú mira por este lado y yo por éste otro – le indiqué a Noiz y él me hizo caso.

Mi cuerpo se congeló al ver tras una de las celdas lo que parecían ser huesos humanos. ¿Cuánto tiempo había estado la persona a la que habían pertenecido ahí encerrada? ¿Es que esos dos no tenían ni un poco de compasión como para enterrarle como se merecía? Me dieron ganas de llorar, era demasiado triste imaginarse lo que tuvo que sentir aquella persona, después de sufrir miles de atrocidades con los experimentos de todos los desalmados que trabajaban aquí, le abandonaban en este espantoso lugar...  ninguna persona merecía aquello. El pobre hombre o mujer debió sentirse muy triste al darse cuenta de que iba a morir solo, sin que nadie le demostrara ni una pizca de compasión o ternura en sus últimos momentos.

- Clear, ven aquí, rápido – me gritó Noiz desesperado y mi corazón dio un vuelco al imaginarme a Ren en aquella misma situación.

Me dirigí veloz hasta donde estaba Noiz y le vi forcejear con la reja de la celda intentando abrirla pero no cedía. Cuando llegué, se me heló la sangre y las lágrimas que había estado reteniendo hasta ahora salieron libres de mis ojos. El cuerpo de Ren estaba tirado en el suelo de esa estrecha celda con los ojos cerrados e inmóvil. ¿Habíamos llegado demasiado tarde? Si no hubiese discutido con Noiz, habríamos llegado antes y...

- Clear – me volvió a gritar Noiz cogiéndome con fuerza de los hombros - ¿Me estás escuchando? Ve y busca algo con lo que romper este cerrojo, debemos ayudar a Ren.

- Pero él está...

- Aún respira, mira – me indicó y vi cómo Ren intentaba abrir sus ojos.

En ese instante, sentí como si una pesada carga abandonara mi cuerpo siendo sustituido por esperanza. Ahora las lágrimas que recorrían mis mejillas eran de felicidad y alivio.

- No te quedes ahí quieto y busca lo que te he dicho – vociferó alterado.

Aquello me hizo reaccionar y miré a mi alrededor tratando de buscar algo que sirviese para forzar la cerradura. De repente, caí en algo.

- Toma – le dije a Noiz entregándole la pistola que había llevado conmigo.

- Esto servirá – dijo cogiendo el arma - Aparta – me ordenó y le hice caso.

Me eché a un lado mientras Noiz apuntaba a la cerradura y apretaba el gatillo para hacer un disparo. No sé dónde habría aprendido a disparar así pero tenía una puntería sensacional, ya lo había comprobado por la rapidez con la que se había encargado de los guardias pero ahora me había dejado impresionado. Había acertado a la primera y la reja de la celda que retenía a Ren cedió.

Rápidamente, nos adentramos en su interior y Noiz trató de comprobar el estado de Ren pero éste se removía casi sin fuerzas para que no le tocara.

- Mierda – soltó Noiz alarmado – Joder... Clear, tienes que ir a buscar el antídoto y rápido – me dijo mirándome muy serio y entendí que Ren estaba muy grave.

- ¿Adónde tengo que ir? ¿Cómo voy a saber cuál es? ¿No es mejor que vayas tú? - le pregunté muy nervioso.

- No hay tiempo para discutir. Sé lo que le han administrado, esos dos suelen ser muy maniáticos con ciertas cosas y una de ellas es el suero que usan para librarse de los sujetos que no cumplen sus expectativas. Les conozco pero también sé dónde tienen el antídoto.

- ¿Cómo...?

- Les he visto divertirse llevando casi a la muerte a muchas personas para, en el último momento, salvarles  y conseguir datos sobre lo que han experimentado en ese estado, lo que han sentido y visto. Cuando obtienen lo que quieren, les vuelven a administrar ese veneno para dejarles morir – me explicó con indignación.

- ¿Cómo llego hasta donde guardan el antídoto?

- Al final de este corredor, hay una pared falsa que lleva a un pasadizo secreto que conduce directamente a su laboratorio. En la cámara frigorífica, en la parte superior verás varios pequeños botes de cristal divididos por colores. Los del lado izquierdo deben ser de color azul y los del derecho, verdes. El antídoto es éste último, el de color verde.

No tardé ni un segundo en salir corriendo siguiendo las instrucciones que me había dado. Llegué al final del pasillo y me fijé en la pared para saber qué parte no era auténtica, cuando la vi, la empujé con todas mis fuerzas hasta que se abrió. Subí las escaleras hasta llegar a una especie de túnel y al final de éste lo que parecía ser la salida, corrí hasta allí y vi a un lado un botón, lo pulsé rezando para que no fuese alguna trampa para alejar a merodeadores como yo. Por suerte, no fue así y se abrió un hueco que daba paso al laboratorio. Nada más poner un pie sobre la brillante sala,  escuché una voz que me puso los pelos de punta.

- ¿Cómo demonios has llegado hasta aquí? - me interrogó Trip muy cabreado dando pasos agigantados hacia mí.

Me fui hacia un lateral para alejarme de él mientras buscaba con la vista la cámara de refrigeración que me había mencionado Noiz pero mis ojos se tropezaron con Aoba. Estaba tumbado en una camilla conectado a varias máquinas mediante cables y tubos observando el techo con la mirada vacía. Se me encogió el corazón al verle de aquella manera, vestido con aquel camisón parecido al de los hospitales y tan decaído y sin ganas de luchar.

- Aoba – le llamé mientras corría hacia él pero mi torpeza hizo aparición y me tropecé cayendo al suelo.

Trip aprovechó el momento en que me estaba levantando para atraparme y yo me revolví tratando de liberarme. Maldije interiormente no haber cogido otra de las pistolas, me hubiese sido de gran utilidad en esos momentos.

- Vaya, parece que te has ofrecido voluntario para ser nuestro próximo experimento – me dijo mientras sonreía y me llevaba a rastras a otra de las camillas.

- Suéltame – le gritaba tratando de darle un codazo que él esquivó – Aoba, ayúdame, tenemos que salvar a Ren.

- Ese perro ya está muerto – me dijo ese desgraciado con satisfacción.

- No lo está – le rebatí – Tengo que coger el antídoto para salvarle.

Trip ya me había tumbado sobre la camilla y estaba atándome una de las correas en mi mano y no pude evitar sentirme impotente, por mi culpa iba a morir Ren... le había fallado. Grité con todas mis fuerzas por culpa de la desesperación sin dejar de removerme mientras las lágrimas brotaban con rabia de mis ojos.

- Suéltale – oí que le ordenaba Aoba – Y cuando termines, ni se te ocurra moverte.

Mi corazón saltó de alegría cuando Trip dejó de atarme y comenzó a quitarme las correas. Vi que Aoba se había incorporado en la camilla y estaba quitándose todos los tubos y cables conectados a su cuerpo, terminando en el mismo momento en que yo también era liberado. Me lancé hacia él abrazándole con fuerza.

- ¿Es cierto? ¿Ren está vivo? - me preguntó esperanzado.

- Sí, pero no le queda mucho tiempo, hay que coger el antídoto y llevárselo urgentemente – le contesté mientras le cogía de la mano y le llevaba conmigo hacia la cámara frigorífica.

La abrí y cogí varios botes del antídoto, aunque también alguno del veneno por si nos hacía falta. Tras cerrarla, cogí algunas jeringas que había encima de la bandeja frente a la camilla donde había estado Aoba y le arrastré hasta el pasadizo secreto.

- No llegaréis a tiempo – escuchamos que chillaba Trip mientras pasábamos por aquella abertura.

No nos detuvimos a prestarle atención e hicimos el camino de vuelta todo lo rápido que pudimos. Cuando llegamos de nuevo a aquel lugar tan deprimente, fui directo hacia la celda donde había dejado a Noiz junto a Ren pero sorprendí al ver a un lado al otro gemelo desangrándose en el suelo. Tenía un disparo en el estómago y tenía muy mala pinta. Asustado, miré a Noiz y le vi sujetando a Ren como si lo hubiese protegido con su cuerpo, entonces me di cuenta del reguero de sangre que le recorría el brazo.

Tenía una herida de bala en el hombro pero él no parecía ni inmutarse, realmente ese chico era inmune al dolor. Aún así, le pregunté si estaba bien cuando me acerqué a él mientras dejaba a Ren de nuevo en el suelo.

- Sí, no es nada... – y se quedó callado al ver a Aoba, quien se había arrodillado junto a Ren y le cogía de la mano.

- Está frío – comentó Aoba y eso nos alarmó a todos, eso no era una buena señal.

- Toma – le tendí a Noiz una de las jeringas junto al antídoto y rocé sin querer su herida – lo siento.

Noiz me miró sin entender hasta que se dio cuenta de la sangre que ahora tenía en mi mano.

- Tranquilo, no me ha dolido – me respondió mientras llenaba la aguja con el antídoto y sacaba el aire que se había quedado en el interior.

- ¿A que es... una gran habilidad? - escuchamos que decía Virus sin poder evitar escupir sangre por su boca – Trip y yo... acertamos al dártela.

Aquellas palabras nos dejaron a todos paralizados, en especial a Noiz, quien se había detenido justo cuando iba a inyectarle la cura a Ren.

- Noiz – le llamé asustado pero no reaccionó.

- Noiz – también le llamó Aoba pero nada, seguía igual.

Entendía que aquella noticia le sorprendiese pero no podíamos perder más tiempo, por lo que fui a quitarle la aguja para clavársela yo mismo a Ren pero cuando sujeté la mano de Noiz, Ren emitió un leve gemido de dolor haciendo que Noiz saliese de su estado. Terminó de inyectarle el antídoto y contuvimos el aliento esperando alguna reacción por parte de nuestro amigo.

La reacción que buscábamos no se produjo, Noiz se había quedado aún más estático que nosotros sujetando el cuerpo inerte de Ren con fuerza apretándole hacia su pecho en un abrazo mientras hundía su rostro en el cuello del chico. Las manos de Ren que antes habían hecho fuerza intentando apartar a Noiz de él ahora caían sin fuerza a un lado tocando el frío suelo de la celda. Sus ojos azules antes con tanta fuerza y brillo como los recordaba, se habían ocultado tras los párpados quedándose profundamente dormido.

Escuché el estridente y tortuoso chillido de Noiz que aún no se creía que había llegado tarde, por primera vez vi el dolor de Noiz, ése que él decía no sentir… al menos el físico, emocionalmente acababa de caer sobre él, el dolor que ahora mismo sentía no creí que lo hubiera sentido antes, la culpa de no haber llegado a tiempo, la culpa de cómo despreció a ese chico que ahora permanecía inmóvil entre sus brazos acurrucado en el pecho. Parecía como si hubiera caído rendido ante un profundo sueño y que en cualquier momento despertaría, pero no era así, todos sabíamos que Ren no despertaría.

- Qué conmovedor – se rió Virus detrás de Noiz – tan preocupado por tu perrito... y en realidad ni siquiera sabes cómo murió odiándote.

- Noiz – traté de llamarle pero sólo vi cómo apretaba todavía más contra su pecho el cuerpo inerte de Ren.

Aquello hizo que las lágrimas se me saltasen a mí también. Aoba se había quedado congelado a mi lado frente al destrozado Noiz, creo que intentaba hacerse a la idea pero cuando se lanzó empujando a Noiz lejos de Ren, me di cuenta que estaba controlándose las ganas de alejarle.

- No le toques – gritó Aoba hacia Noiz – es tu culpa, es tu maldita culpa.

Yo no creo que toda la culpa fuera de Noiz, pero Aoba estaba tan alterado ahora mismo que no pensaba lo que decía. Noiz se había quedado tan absorto sentado en el suelo mirando con ojos llorosos cómo Aoba cogía a Ren abrazándole, hundiendo el rostro en su pecho.

- Ren, por favor… no me dejes solo, no puedes dejarme solo. Lo siento mucho, no debí alejarme de ti, por favor… - suplicaba mientras sus lágrimas caían al suelo y al pecho de Ren

- Debemos irnos – les dije aún llorando mirando a Virus allí sonriendo.

- No voy a dejar a Ren aquí – me gritó Aoba – no pienso dejarle aquí.

- Ya es tarde, Aoba – le dije justo cuando escuché cómo Noiz gritaba y se abalanzaba sobre Virus golpeándole como un loco, estaba fuera de sí tras haber visto a Ren en esas condiciones.

- Noiz – escuchamos los dos sorprendidos viendo cómo Ren abría lentamente los ojos.

- ¿Ren? – preguntó Aoba sorprendido y yo me agaché también a mirarle cogiendo la mano que alzaba hacia arriba como si buscase algo o a alguien.

- Estamos aquí, Ren, ven… te ayudaremos a levantarte – le dije.

Sus piernas apenas respondían, tuvimos que cargarlo entre Aoba y yo colocando sus brazos por encima de nuestros hombros y prácticamente arrastrándole para sacarle de allí. Estaba mareado y apenas podía mantener la vista fija en un punto. Nos alejamos de la sala viendo cómo aquellos dos se pegaban el uno al otro quejándose pero sin rendirse. Ya estábamos al final del pasillo cuando volvimos a escuchar el susurro de Ren.

- ¿Noiz? – preguntó de nuevo.

- Llévatelo hacia la sala de control – me dijo Aoba – yo iré a por Noiz.

- ¿Después de lo que os ha hecho aún queréis ir a por él? – pregunté confuso.

- Se lo debo, él conocía el antídoto para Ren, le ha salvado.

- Os ha utilizado – le dije.

- ¿Y merece morir por eso? – me preguntó – Ren está vivo por él, ha venido a buscarnos, sé que se arrepiente de lo que ha hecho y Ren lo entenderá cuando salga del aturdimiento, lo sé. No merece morir – me dijo con lágrimas en los ojos.

- ¿Le amas? – le pregunté y él dudó unos segundos.

- Sí – me dijo a lágrima viva – sé que me ha utilizado, que experimentó conmigo, que mi dolor me lo hizo él pero… aún estando tan enfadado con él… no puedo dejar de amarle. ¿Estoy enfermo? – me preguntó.

- No – le dije – ve por él. Os esperamos en la sala de control.

- Vale.

Aoba volvió corriendo hacia atrás. Diría que estaba preocupado por él pero habría sido mentir, sabía que Aoba ahora podía controlar mejor su voz, podía conseguir que esos dos dejasen de pelear, podía llevarse a Noiz de allí, podía sacarle del trance en el que estaba al haber visto a Ren prácticamente muerto.

Cogí mejor a Ren como pude y seguí avanzando arrastrando de él hacia la sala de control. Al llegar me encerré allí y comprobé los monitores viendo cómo Aoba entraba por la sala sacando a Noiz. Al verles venir corriendo por el pasillo corrí hacia la puerta abriéndola para que entrasen cerrando enseguida antes de que Virus pudiera alcanzarles, para tener una herida de bala, era bastante rápido.

Escuché a Virus tras la puerta golpeándola y buscando una forma de entrar, pero al menos aquí estábamos seguros de momento. Noiz sin pensárselo dos veces se lanzó hacia el sofá donde estaba tumbado Ren aún mareado, no creí que sus sentidos como perro se hubieran afinado, todo debía parecerle demasiado extraño.

- Ren… ¿Estás bien?

- No… te acerques a mí – dijo Ren intentando alejarle frente al desconcierto de Noiz.

- Sabe todo – le dijo Aoba – sabe que fuiste tú quien experimentó conmigo.

- ¿Es cierto? – preguntó Ren pese a no tener apenas voz.

- Sí, lo siento yo no…

- Nos utilizaste. No sabes nada del dolor que le causaste.

- Es algo que quiero tratar de enmendar.

- No puedes, el daño ya lo has hecho. Su cabello es demasiado sensible, su voz controla a la gente, no puedes cambiar eso, Noiz.

- Lo sé y lo siento, pero quiero daros una vida lejos de aquí, por favor… dame la oportunidad de sacarte de aquí. No sé nada de tu experimento pero te ayudaré a controlar tu forma humana, puedo conseguir que seas humano la mayoría del tiempo, puedo hacer que cambies a voluntad. Además… lo siento, Ren, te traté mal pese a estar enamorado de ti, de ti y de Aoba, ahora me doy cuenta que no puedo estar sin vosotros, os necesito, por favor, perdóname, pasaré la vida entera si es necesario para pagaros lo que os he hecho, seré vuestro esclavo si queréis el resto de la vida.

- Saca a Aoba de aquí sano y salvo y tendrás mi perdón – dijo Ren.

- Os sacaré a todos de aquí – comentó Noiz.

- ¿Cómo saldremos? – pregunté.

- Voy a autodestruir esta base científica – comentó Noiz – hackearé todos sus archivos, buscaré los nuestros para poder estudiar más tarde lo que nos hicieron con exactitud, quizá pueda encontrar una solución a nuestros problemas.

- Si la autodestruyes… ¿Cómo saldremos de aquí?

- Hay un pasadizo en aquella pared, lo utilizaba para ir a mi laboratorio, desde allí hay una puerta al exterior, pero habrá que darse prisa – comentó Noiz.

- Ren no puede correr – dijo Aoba preocupado – aún está mareado.

- Yo lo llevaré – dijo Noiz sonriendo – vamos, id marchándoos, os alcanzaré en cuanto tenga todo.

- De acuerdo – asentí tomando del brazo a Aoba y llevándolo conmigo hacia la salida secreta.

Aoba se quejaba diciendo que no podíamos dejarlos ahí y trató de darse la vuelta, pero se lo impedí sujetándole y tirando de él con más fuerza.

- Estoy seguro que estarán bien y saldrán a tiempo – le miré de reojo sin dejar de correr y pude ver en su cara reflejado que no estaba muy convencido y que seguía preocupado – Debemos confiar en ellos.

Asintió algo más convencido aunque la preocupación no había desaparecido de su mirada, eso no iba a desaparecer por mucho que dijese ya que las dos personas a las que quería más en el mundo, las más importantes para él estaban malheridas y, encima, se habían quedado atrás para llevar a cabo una misión peligrosa. No podía negarlo, yo también estaba preocupado pero como le había dicho a Aoba, debíamos confiar en ellos., ellos debían regresar... ¡No! Ellos iban a regresar.

Aceleré el paso al ver tan cerca nuestra vía de escape de aquel horrible lugar y casi tiré la puerta de la fuerza con la que la abrí. Por fin estábamos en el exterior pero aún no estábamos a salvo, debíamos alejarnos de allí cuanto antes, en cualquier momento aquel edificio podía volar en pedazos, así que no detuve mi carrera en ningún momento hasta que nos alejamos bastantes  metros creyendo que en aquel punto no nos alcanzaría la explosión.

- ¿Estás bien? - le pregunté a Aoba al ver que se apoyaba en sus piernas agotado tratando de recuperar el aliento.

- S-Sí... - me respondió casi sin repiración.

Le ayudé a sentarse en el césped para que descansara y me quedé a su lado mirando hacia la dirección de donde habíamos venido esperando ver a Noiz junto a Ren pero me giré rápidamente hacia mi espalda a escuchar un ruido entre la vegetación.

- Vaya, esto sí que es una sorpresa – vi a Koujaku salir de entre los matorrales con sus pantalones desabrochados y su miembro flácido y lleno de semen fuera de su ropa interior. Parecía que le acababan de hacerle un trabajito – Has llegado justo en el momento adecuado, guapo – dijo  mirando a Aoba.

Me puse delante de él, no iba a dejar que ese imbécil le pusiera un dedo encima a mi amigo, ya estaba harto de aquel matón que sólo quería follar a todas horas aunque fuese a la fuerza. Mis ojos se dirigieron a su espalda al ver salir también a sus dos perros falderos, Mizuki y Mink. Ambos iban casi desnudos, la única prenda que llevaban eran sus camisas abiertas y sus erecciones apuntaban hacia nosotros, parecía que les habíamos interrumpido en unos de sus juegos.

- Tú no me interesas, friki, sólo Aoba. Él y yo tenemos asuntos pendientes, así que apártate antes de que les ordene divertirse contigo – dijo señalando a los otros dos – Como ves, tienen muchas ganas de pasar un buen rato.

- No os tengo miedo a ninguno de vosotros.

- Basta – gritó Aoba poniéndose en pie tras de mí – Estoy harto de ti y de tus amigos. Vosotros tres os vais a quedar aquí hasta que venga la policía, entonces os inculparéis de la explosión...

- ¿De qué hablas? ¿Qué explosión? - preguntó Koujaku riéndose – Me parece que tu extraño pelo empieza a afectarte a la cabeza...

- Cállate – le ordenó y ese desgraciado le obedeció.

Miré a Aoba sorprendido cuando empezó a meter sus manos en mis bolsillos, no sabía qué buscaba o qué pretendía hasta que le vi coger algunos de los frascos que había cogido del laboratorio. Se acercó a aquellos tres y les guardó a cada uno un bote en los bolsillos de la poca ropa que vestían.

- Así será más convincente, lleváis encima pruebas que demuestran que estuvisteis allí dentro. Seguramente la policía pensará que la explosión se debió a un ajuste de cuentas y que os llevasteis mercancía encima con la intención de venderla.

Me quedé impresionado con la frialdad que demostraba Aoba en ese momento, parecía como si su paciencia hubiese llegado al límite y hubiese despertado en él una parte de su personalidad dura y fría. De repente, una fuerte explosión se escuchó tras nosotros provocando que la tierra bajo nuestros pies temblase, Aoba y yo nos sujetamos mutuamente para no perder el equilibrio y miramos hacia donde debían estar los laboratorios y vimos cómo parte del edificio empezaba a derrumbarse y grandes llamaradas salían de las ventanas acompañadas de enormes cortinas de humo.

- ¿Dónde están? - susurró Aoba angustiado y yo sólo pude atinar a estrecharle aún más entre mis brazos al no ver ninguna señal de Noiz o de Ren - ¿Dónde están? - repitió pero esta vez gritando desesperado mientras las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.

Pero él no era el único que estaba a punto de romper a llorar, no me podía creer que después de haber salvado a Ren, ni Noiz ni él lo hubiesen logrado. Cerré con fuerza mis ojos dejando que la tristeza se apoderase de mí al comprender que no volvería a ver a Ren, que había muerto en aquella explosión junto con Noiz. No me atrevía a mirar a Aoba, le había sacado a rastras de allí y le había asegurado que estarían bien, que volverían con nosotros a tiempo pero no había sido así.

- Noiz, Ren – gritó Aoba.

Supuse que gritaba sus nombres por el dolor desgarrador que debía sentir al perder a las personas que amaba pero cuando sentí que se separaba de mí y salía corriendo, miré hacia el frente y, a lo lejos, pude ver una figura que llevaba a alguien en brazos. Aunque no podía distinguir bien de quién se trataba debido al humo que invadía el lugar, supe de inmediato que se trataban de ellos y salí detrás de Aoba para alcanzarles.

Aoba casi los tira cuando se lanzó a abrazarles mientras lloraba aún asustado por pensar que les había perdido y yo me uní a aquel abrazo al no poder evitarlo, a mí también me habían dado un susto de muerte. Pese a todo lo que había hecho, me alegraba que Noiz estuviese vivo.

- Ren aún no se encuentra bien – dijo Noiz insinuando que les diésemos un poco de espacio – Debemos largarnos de aquí cuanto antes, la gente ya empieza a agruparse para saber qué ha pasado y seguro que la policía no tardará en llegar. No podemos dejar que nos vean cerca y nos relacionen con lo ocurrido.

- No te preocupes, Aoba se ha encargado de buscarse otros sospechosos – le comuniqué señalando hacia el lugar donde estaban esos tres aún inmóviles y casi desnudos.

- No me parece mal la idea, se lo tienen merecido – comentó sonriendo levemente pero se puso serio casi enseguida – Aún así, debemos irnos, si descubren que estuvimos dentro, harán muchas preguntas y podrían descubrir vuestras habilidades, podrían encerraros en algunas instalaciones científicas gubernamentales para estudiaros y perderéis vuestra oportunidad de ser realmente libres.

- ¿A qué estamos... esperando entonces? Larguémonos de... aquí – musitó Ren débil.

Nos miramos durante un segundo y nos marchamos de allí sin mirar atrás, era hora de dejar el dolor y el sufrimiento tras nosotros.

 

Seis meses habían pasado desde aquel día, seis meses en los que empecé una nueva vida junto a mis amigos en otra ciudad. Tras alejarnos de aquel edificio en llamas, recogimos nuestras pertenencias de nuestras habitaciones en la residencia y nos camuflamos entre el caos que formaron muchos otros estudiantes al tener la misma idea que nosotros y huir de allí llenos de pánico, aunque por razones muy distintas. Al salir de aquella universidad, nos dirigimos a la estación y Noiz compró billetes para los cuatro para el primer tren que saliese, nos daba igual la ciudad, solamente queríamos alejarnos de allí y no volver nunca más. Las primeras noches, nos alojamos en un motel que pagó Noiz y, cuanto encontramos un apartamento, nos marchamos a vivir los cuatro juntos.

Por lo que nos contó Ren, antes de hackear el sistema de seguridad para engañarle pensando que se había escapado un agente biológico muy peligroso y así se comenzase el proceso de autodestrucción de las instalaciones, Noiz se metió en las cuentas bancarias de los gemelos para vaciarlas sin dejar cualquier rastro virtual que indicase adónde había ido a parar la fortuna que poseían. Cuando le preguntamos a él, nos respondió que una parte la guardó para Ren y Aoba para que pudieran rehacer sus vidas como se merecían y el resto del dinero lo repartió entre diferentes ONGs. Pensé que trataba de compensar todo el dolor que tanto él como los gemelos habían causado a lo largo de los años.

Aoba, Ren y Noiz hablaron largo y tendido sobre sus sentimientos y sobre lo ocurrido entre ellos, incluyendo todo el tema relacionado con los experimentos que realizó Noiz. Por mucho daño que se hicieron, se amaban entre sí y decidieron esforzarse por perdonarse, olvidar el pasado y comenzar una relación entre los tres sin importarles lo que la gente pudiese pensar sobre ellos. Es cierto que Noiz se esforzó mucho para compensarles y ganarse su perdón, pero creo que lo que también influyó para que la balanza se inclinase a su favor, fue lo que descubrimos al leer todos los informes que tenían los gemelos sobre ellos.

Cuando Noiz era tan sólo un crío, aquellos dos realizaron varias operaciones de neurocirugía sobre la parte del cerebro que controla el dolor y así hacerle inmune. Él fue uno de sus primeros proyectos, querían hacer un soldado que no sintiera dolor cuando le hirieran y, aunque claramente fue un éxito, no vieron ninguna posibilidad de vender la idea a señores de la guerra ya que tenía un inconveniente que ellos consideraban importante y era que no sabrían cuándo la herida era grave y podrían  morir antes de completar su misión por no tratarla a tiempo.

Creo que confirmar las palabras que dijo Virus y conocer que Noiz también había sufrido las barbaridades de Trip y su hermano, que compartían un sufrimiento similar, hizo que Ren y Aoba le perdonasen antes y les uniese aún más en lugar de separarlos. Noiz estuvo un tiempo conmocionado pero gracias a nuestro apoyo y compresión, sobre todo la de ellos dos, pudo superarlo. Ahora eran felices con la unión tan especial que tenían y me alegraba que me dejasen formar parte aunque no de la misma manera, yo les quería mucho pero no como ellos se amaban. Para mí eran y siempre serían los primeros y verdaderos amigos que tuve.

En cuanto a Koujaku y su pandilla, el plan de Aoba funcionó y ellos mismos confesaron haber sido los causantes de la explosión. Les acusaron, entre otros cargos, de homicidio involuntario cuando encontraron varios cadáveres entre los escombros, entre los que se hallaron los de Virus y Trip. Al descubrir que la alarma de autodestrucción se activó debido a un peligro biológico y al hallar los viales pertenecientes al laboratorio entre la ropa que llevaban, la policía concluyó que los robaron como parte de una broma o por divertirse y activaron la alarma accidentalmente. Lo último que vi en las noticias era que habían conseguido que redujeran sus condenas gracias a la posición y poder de sus familias. Por una parte, me alegraba ya que ellos no fueron los verdaderos responsables de lo ocurrido pero, por otra, sentía que se merecían algún tipo de escarmiento por todos los abusos que cometieron contra muchísimos estudiantes de la residencia consiguiendo salir siempre indemnes gracias a sus familias.

Dejé de pensar en todo esto cuando oí fuertes gemidos que provenían de la habitación que compartían Noiz, Aoba y Ren. Aparté la olla del fuego mientras lo apagaba y me dirigí hacia su dormitorio, al llegar vi la puerta entreabierta así que me asomé por ella. Inmediatamente, mi miembro se endureció ante la ardiente y excitante visión que captaron mis ojos.

Aoba estaba tumbado bocarriba sobre la cama disfrutando de la manera en que Ren metía y sacaba su miembro de su interior mientras le besaba y le masturbaba. A su vez, él estaba siendo penetrado por Noiz de forma salvaje quien le agarraba la cadera con fuerza para embestirle con más potencia y profundidad. Me deleité con sus brillantes y sudorosos cuerpos y con los intensos jadeos y gemidos que salían de sus gargantas, esos sonidos eran música para mis oídos. Me desabroché el botón de mi pantalón y bajé la cremallera disfrutando de sus sensuales movimientos de cadera y del goce que reflejaban sus rostros.

- Me falta... poco – gimió Aoba.

- Aguanta sólo un... poco más – le respondió Ren sin dejar de embestirle.

Justo cuando saqué mi miembro de mi ropa interior vi cómo Aoba se corría en su vientre mientras daba un fuerte grito de placer. Creo que su orgasmo provocó un efecto en cadena al contraerse las paredes de su interior y atrapar el miembro de Ren llevándolo también al clímax. Noté sus músculos tensarse segundos antes de casi caer encima del cuerpo de Aoba tras correrse pero Noiz no se lo permitió. Tras darle un par de envites más, terminó dentro de Ren.

Se dejaron caer sobre la cama exhaustos tratando de regular de nuevo sus respiraciones. Había sido un momento de lo más fogoso pero ni me había dado tiempo a tocarme para disfrutar con ellos. Agaché mi cabeza frustrado y me di media vuelta con la intención de encerrarme en mi cuarto y terminar solo lo que había empezado.

- Entra de una vez – escuché la voz cansada de Noiz y supe que me había pillado.

Abrí lentamente la puerta avergonzado con el pantalón abierto y mi ropa interior ligeramente bajada mostrando la punta de mi miembro.

- Te has quedado con las ganas, ¿eh? Parece que hoy nos has pillado tarde – comentó Noiz y noté la burla en cada una de sus palabras.

- No te preocupes, aún no hemos terminado – me dijo Aoba divertido.

- ¿Ah, no? - preguntamos Noiz y yo a la vez.

- No – respondió Ren – Verás, como siempre has querido comprobar si realmente no hay nada que te provoque dolor físico, Aoba y yo estuvimos pensando que quizás sientas un poco si... desvirgamos esta zona de aquí – contó alcanzando el trasero de Noiz y acariciando su entrada.

- ¿Así que queréis jugar? Sois unos chicos muy traviesos. ¿Creéis que entre los dos tenéis lo que hay que tener para hacerme gritar de dolor? - les preguntó con una sonrisa arrogante pero también juguetona.

- Eso creemos – le contestó en un tono seductor y después le besó.

- ¿Vais a empezar ya? - pregunté y la sonrisa pícara de Ren me dio la respuesta – Esperad.

Salí corriendo hacia mi cuarto, al entrar me desnudé por completo, cogí mi máscara de gas poniéndomela y volví a su dormitorio listo para disfrutar con sus juegos. Al regresar, vi que Ren estaba tumbado bocarriba en la cama con la cabeza a los pies de ésta mientras Noiz se había colocado sobre él pegando su miembro a la boca de Ren y él comenzaba a lamerlo. Aoba terminaba de colocarse un preservativo en su dura entrepierna y se posicionaba tras Noiz.

Me senté en un cómodo sofá que había a un lateral de la cama y empecé a masajear mi miembro observando cómo Aoba dirigía el suyo a la entrada de Noiz sin prepararle y la introducía de una sola estocada. Pensé que Noiz gritaría de dolor por la acción, en especial cuando vi un pequeño hilo de sangre recorrerle el muslo pero no lo hizo y siguió lamiendo el falo de Ren mientras dejaba que Aoba le follase como quisiera. Era extraño ver aquel intercambio de roles pero debía de admitir que me excitó demasiado así que seguí masturbándome sin dejar de mirar cómo disfrutaban los tres atractivos chicos frente a mí.

Tras varios minutos así, vi que Ren sacaba el miembro de Noiz de su boca momentáneamente y le dio un fuerte mordisco en la punta sacándole un fuerte gemido que fue ahogado por el miembro de Ren en su boca. Aquello hizo que el mío se endureciera más y aumenté la velocidad del movimiento de mi mano sobre él mientras notaba mi respiración agitada dentro de la máscara.

- Es hora de cambiar – dijo Ren – Ni se te ocurra moverte, Noiz – le ordenó sensual y vi a aquel rubio sonreír divertido.

Aoba se detuvo y sacó su pene del interior de Noiz mientras Ren salía de debajo de su cuerpo e intercambiaban posiciones.

- Quítate eso – le mandó Noiz a Aoba al ver el preservativo que llevaba – quiero saborearte a ti, no a un trozo de látex. Y, tú – esta vez se dirigió a Ren – no hace falta que te pongas ninguno, veamos si tu semen es capaz de hacerme sentir algo que no sea placer – le dijo con burla.

- Como quieras – le contestó Ren siguiéndole el juego.

Cuando cada uno se colocó en su nuevo sitio, reanudaron todos sus ardientes y sensuales movimientos. Ren le penetraba todo lo rápido y fuerte que podía mientras Aoba y Noiz se engullían sus miembros mutuamente y yo movía mi mano sobre mi palpitante extremidad sin dejar perder detalle de la escena. No aguanté mucho más y gritando llegué a uno de los mejores orgasmos que había tenido mastubándome.

- Más te vale limpiarme con tu lengua – escuché la voz de Noiz pero no le di importancia – Clear, es a ti.

Le miré confuso y él con su mirada me indicó hacia dónde tenía que mirar. Me ruboricé al ver que mi semen le había salpicado en una de sus nalgas y ahora se escurría por su pierna.

- Vamos, límpiala – me ordenó mientras volvía a hacer disfrutar a Aoba.

Me quité mi máscara y, al terminar, me acerqué hasta Noiz sacando avergonzado mi lengua y lamí la evidencia de mi orgasmo en su piel. Era extraño probar mi propio semen mezclado con el sudor de Noiz pero no me disgustó. Tras dejarlo impoluto, volví al sofá para ver cómo todos se corrían prácticamente a la vez, Aoba y Noiz se tragaron el semen del otro y Ren llenaba el interior de su rubio lleno de piercings con el suyo propio. Los tres se dejaron caer sobre el colchón agotados y temblando por los intensos orgasmos.

- Buen chico – me dijo Noiz mirándome – has hecho... un buen trabajo.

- Ven aquí – me invitó Aoba a unirme a ellos.

No lo pensé ni un segundo y me lancé a la cama para acurrucarme junto a ellos feliz. Me alegraba haberles conocido, ahora eran mi familia y, aunque yo no formaba parte de su relación romántica, no me importaba. Les quería pero no estaba enamorado de ellos, por lo que, hasta que encontrase a mi persona especial como mis tres amigos se habían encontrado, seguiría disfrutando mirando sus juegos e incluso participando cuando me dejaban. Deseaba que estuvieran juntos durante mucho tiempo y felices, se lo merecían tras tanto sufrimiento que habían pasado y esperaba poder estar ahí con ellos para compartir esa felicidad.

 

FIN


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