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La Estafa por Fullbuster

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Itachi Uchiha

 

 

 

No podía creerme que pudiera ser el mismo Deidara que yo conocí hace años. Ni siquiera sabía que me había visto con otras chicas… o no con otras, más bien con otra y es que así era mi trabajo de estafador, no podía ir y contarle que me había llegado a enamorar de él pero que tenía que seducir a la chica de un senador para acceder a parte de su fortuna ¿Cómo iba a tomarse eso? No querría verme si le contaba a lo que me dedicaba aunque ya en parte él sabía que era un mentiroso y que utilizaba trucos para obtener lo que quería.

 

Ahora me encontraba trabajando para el esposo del chico al que siempre amé y veía como se escapaba más y más, se encaminaba hacia el día de su boda y ya no sabía cómo pararle. Habían sido trece largos años de ausencia y encima… supuestamente yo le había traicionado. En mi juventud hice muchas cosas mal, ahora seguía haciéndolas, estafaba a la gente pero de una cosa estaba completamente seguro… y es que amé a aquel chico, mentí a todo el mundo pero no pude mentirle a él. Sí tuve la culpa de ocultarle lo que hacía, a qué me dedicaba, pero no tenía opción, no podía contarle cuál era mi trabajo aunque siempre fui sincero, le conté mi disgusto de vivir en esta familia, de vivir con mi tío, de las continuas mudanzas, tan sólo con él conseguí abrirme. ¿Cómo había llegado Deidara a formar parte de esa familia? No lo sabía y era una duda que me estaba carcomiendo por dentro lentamente. En el fondo… se lo merecía, siempre fue un chico tan solitario y perdido, un chico en busca de algo de cariño y aunque ahora me odiase, sabía que estaba luchando contra sus propios sentimientos hacia mí por lo dolido que estaba conmigo, algo que entendía.

 

Sonreí cuando le vi marcharse con Hidan hacia dentro de la casa pero viendo cómo aún se giraba hacia atrás para mirarme. No me había dado más opción que amenazarle con contar la verdad sobre su pasado con tal de tenerle de nuevo, tenía que demostrarle que él seguía sintiendo todo ese amor por mí, no era odio lo que tenía, era resentimiento porque le había roto el corazón en el pasado, pero iba a luchar por él y no me rendiría.

 

Volví a casa temprano y es que tenía miedo de que mi tío volviera a ponerle la mano encima a mi hermano. Si lo hacía se las vería conmigo y esta vez no sería tan considerado con él como la última. Estaba muy cansado de toda esta situación y ya estaba ideando un plan para poder pillar a mi tío con las manos en la masa, aunque claro… eso iba a costar bastante. ¿Cómo iba a demostrar que él era el cabecilla de toda esta operación? No lo sabía pero una cosa estaba clara, tenía que conseguir una buena excusa para hacernos las víctimas a mi hermano y a mí o nos caería una buena condena por todo nuestro pasado.

 

Rebusqué en el armario de mi tío antes de que él llegase del casino, debía tener todos los documentos porque aunque las estafas las hacíamos nosotros y nos daban el dinero, siempre se ingresaba todo en su cuenta bancaria, los extractos debían estar en algún lugar guardados. Si sólo pudiera tenerlos sería nuestra salvación. No me dio tiempo a registrar mucho cuando escuché la puerta y desde luego no los encontré, tendría que seguir buscando más adelante.

 

- ¿Tan pronto has vuelto Itachi? – me preguntó.

 

- A mí ni me hables – le dije enfadado caminando para irme.

 

- A mí no me hables en ese tono, sigo siendo tu tío y el que te ha criado.

 

- Y el que le ha puesto una mano encima a mi hermano – le reté – vuelve a tocarle y te aseguro que lo lamentarás. ¿Queda claro?

 

- No me des ordenes niñato, tú aquí estás para obedecerme igual que él. Tu hermano no está cumpliendo con sus deberes.

 

- Aquí el único que no cumple con sus deberes eres tú que te fundes el dinero que ganamos en una mierda de juego donde todas las noches pierdes más de la mitad de lo que te llevas. Eres una basura, tienes un problema con el juego y la bebida. Lo que tendrías que hacer es dar ejemplo a tus sobrinos y buscar ayuda para rehabilitarte.

 

- Yo no necesito nada de eso.

 

- Entonces hemos acabado de hablar.

 

Me marché de allí con rapidez y pensé en el pasillo dónde podía ir. No había ningún lugar para mí, ningún sitio al que llamar hogar o en el que me sintiera bien… excepto uno, mi lugar seguro y confortable era Deidara aunque él no quisiera verme. Me dirigí entonces directamente hacia su restaurante, él debería estar allí trabajando, nunca se cogía fiesta y era por esa maldita responsabilidad que siempre se echaba a la espalda, todo quería hacerlo perfecto para tener a los demás contentos y se despreocupaba de él mismo, podía ver sus ojeras, no dormía apenas y trabajaba muchas horas, estaba descuidándose él para complacer a su familia y seguramente ni siquiera se lo habían exigido, pero él era así, cuando estaba agradecido por algo daba hasta el ciento veinte por ciento de lo que tenía para compensarles el esfuerzo.

 

Cuando llegué me senté en la barra pidiendo un whisky doble pero Deidara que pasaba por allí le comentó al camarero que él me atendería y que fuera a atender a otros clientes. Se acercó hacia mí colocando el vaso frente a mí y me sirvió un zumo en lugar de mi whisky.

 

- ¿Qué es esto? – le pregunté – no es whisky desde luego.

 

- Pero que observador has salido – me sonrió con sarcasmo – no creo que tu problema se resuelva con un whisky.

 

- ¿Y tú que sabes?

 

- ¿Problemas de familia? Entonces no es el whisky tu solución.

 

Deidara quiso marcharse y sé que estaba antipático conmigo por el daño que le había hecho, pero también sabía que se preocupaba por mí cuando mis ojos bajaban a ese zumo, él no dejaría que me hundiese y estaba aquí intentando que entrase en razón.

 

- Te amo de verdad – le dije y él se detuvo en seco – lo sabes, sé que en el fondo lo sabes y que sigues sintiendo lo mismo por mí, quizá con algo más de rencor que antes por el daño pero… sé que no me has olvidado.

 

- Es imposible que te olvide Itachi, dejaste una huella demasiado profunda cómo para conseguirlo.

 

- Entonces… - le dije cogiéndole de la muñeca antes de que se fuera - ¿Aún sientes algo por mí?

 

- Ya da igual, Itachi. Llevo saliendo con Hidan trece años, justo desde que tú y yo lo dejamos. Tú seguiste con tu vida y yo trato de seguir con la mía.

 

- Pero esa vida ha hecho que coincidamos de nuevo ¿No lo ves? El destino nos une una y otra vez. Tienes que verlo Dei.

 

- No es cierto, sólo tú crees en el destino.

 

- No puedes negarlo, mírame… estoy aquí contigo de nuevo, nos ha reunido otra vez y me tienes a tus pies diciéndote cuanto te amo.

 

- Pero eso no soluciona todo lo que me hiciste – me dijo a punto de llorar.

 

- ¿Qué te hice? – pregunté.

 

- Me dejaste solo con todo el problema.

 

- ¿El problema? ¿Qué problema?

 

- Itachi… vete por dónde has venido y deja de complicarme más la vida.

 

- Te la estoy facilitando, vente conmigo, elígeme a mí.

 

- Ya lo hice Itachi – me gritó – y tú te largaste, me dejaste solo y preferiste… acostarte con otra antes que seguir a mi lado. Márchate.

 

- No me acosté con ella porque quise ¿Vale? Tenía que hacerlo – le grité.

 

- Ya claro… ¿Por qué?

 

- Porque es a lo que me dedico. Tenías razón, no soy una buena persona, estafo a la gente, la engaño pero a ti nunca he podido mentirte, soy sincero cuando te digo que te amo y que quiero estar contigo. Aquella chica sólo fue un trabajo que mi tío me obligó a hacer.

 

- ¿Pero en qué narices trabajas tú? – preguntó sin poder creérselo.

 

- Ya te lo he dicho… estafo a la gente y no es algo de lo que esté orgulloso.

 

- ¿Por qué narices lo haces?

 

- Es lo único que sé hacer desde que mis padres murieron y mi tío nos acogió. Lo siento… era un trabajo y no tenías que enterarte de aquello.

 

- ¿Por eso te mudaste tan rápido?

 

- Una vez conseguido lo que necesitábamos… sí, en dos semanas me tuve que volver a mudar. Cuando quise saber de ti ya te habías ido del orfanato o eso me dijeron por teléfono.

 

- Aún así… no pienso ponerte el whisky – me dijo pero esta vez sonriendo un poco y sonreí también aunque dejé que se marchase.

 

Siguió con su trabajo y yo me marché un par de horas después. No tuve prisa en volver a casa y es que mi hermano me llamó por teléfono para decirme que se quedaba en casa de Naruto hoy, al menos me quedaba tranquilo sabiendo que estaba fuera del alcance de Obito. Salí sin despedirme y es que tenía una cosa muy clara… Deidara no volvería a confiar en mí, debía resignarme a que le había perdido. Caminé calle abajo, pronto anochecería y eso de volver a la habitación del hotel con Obito no me hacía gracia, pero no había otra solución. De todas formas él estaría por el casino.

 

Ya llegaba hasta el cruce de la vía cuando sentí que alguien venía corriendo tras de mí y me giré nervioso de encontrarme con la policía tras haberme confesado ante Deidara, seguramente habría sido capaz de llamarles para avisar de mis fraudes, pero no fue así, me encontré con el mismo Deidara que venía y se lanzó contra mí en un fuerte abrazo besándome con pasión. De verdad que no entendía nada.

 

- ¿Te apetece tomarte un café en un bar y hablamos de esto con calma? – me preguntó Deidara para mi asombro – tengo algo importante que contarte.

 

- ¿Algo importante? ¿De qué se trata?

 

- Hablemos mejor en otro sitio, por favor.

 

Fuimos a un bar y tras irse el camarero dejando nuestras bebidas, Deidara empezó a llorar sin poder parar y no sé muy bien que era lo que ocurría, yo no había hecho ni dicho nada para molestarle, al menos no en este momento.

 

- Yo… creí que no volvería a verte – me dijo llorando.

 

- Pero estoy aquí.

 

- No entiendes nada… tengo una hija Itachi.

 

- ¿Enserio? ¿Ese es el motivo por el que te casas con Hidan? A mí no me importa si tienes una hija, yo quiero estar contigo.

 

- No Itachi… la hija no es de Hidan.

 

- ¿También le estás ocultando eso?

 

- Él sabe que no es su hija y bueno… Ino sabe que su padre se mudó y no volví a saber de él así que…

 

- Espera… ¿Qué se mudó? Oh para el carro ahí – le dije uniendo cabos - ¿Tengo una hija? ¿Y no me avisaste de eso?

 

- Te largaste y nunca decías donde ibas ¿Qué querías que hiciera?

 

- Buscarme – le dije enfadado.

 

- ¿Cómo? Utilizas nombres falsos en los hoteles ¿Lo recuerdas?

 

- Vale ahí me había pillado, nunca utilizábamos nuestro nombre real y las tarjetas todas eran falsas, hasta los pasaportes, no había forma de localizarme.

 

- Te di por perdido, no sabía nada de ti y aún así no les mentí, ambos saben lo que ocurrió. No me enteré hasta un mes después de que te fueras que estaba embarazado. Me dejaste solo con una vida destrozada, solo y teniendo que mantener a nuestra hija. Te cuento esto porque eres el padre y tienes derecho a saber la verdad pero… no te atrevas a meterte en mi vida Itachi. Si tu hija quiere verte o no es tu problema con ella pero no te metas en mi relación con Hidan. Las cosas me van bien ahora.

 

Me levanté de allí enfadado, me había ocultado a mi hija todos estos años y tenía derecho a estar disgustado. Sé que él no tuvo la culpa, que mi tío me alejó de todo y que utilizábamos nombres falsos, era complicado dar con nosotros pero… ahora mismo mi cabeza sólo pensaba que tenía una hija, que tenía que asimilar esa información y que nadie me había avisado en trece malditos años.

 

- Itachi… - escuché que me llamaba Deidara.

 

- Dame tiempo ¿Vale? Esto no puedo asimilarlo de la noche a la mañana. Dios mío… una hija y me habéis robado entre todos la posibilidad de conocerla.

 

- Lo siento – le dije – pero tú te marchaste, fuiste tú quien me abandonó con el problema.

 

- No lo llames problema, no a mi hija – me enfadé.

 

- Era un problema Itachi, lo veas cómo lo veas. Era un adolescente sin dinero y sin recursos para mantenerla, para mí era un problema y aún así aquí estoy con ella, tuve que arreglarme como pude para poder tenerla, para poder darle lo que necesitaba. Habría sido más fácil si tú hubieras estado, pero te largaste, te lavaste las manos con nosotros.

 

- No me las lavé, nadie me dijo que tenía una hija.

 

- Pero ese es tu problema, háblalo con quien tengas que hablarlo, yo no te obligué a marcharte.

 

 


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